23 may 2013

El túnel


Sergi miraba su adquisición. Era bonito el coche, de colección, estaba bien conservado a pesar de tener unos ochenta años. Un Ford. Blanco, brillante. Dentro lo justo para conducir, nada de la tecnología actual. 
Pero era su sueño, tener ese vehículo y participar en el Rally de época del fin de semana próximo.
Y ya estaba a punto. Consiguió con Ary, su mujer, la ropa adecuada, imitando la que llevaban en ese momento de la historia.
Desenterró el pequeño tesoro que tenía en monedas y billetes para el mercadillo solidario que montaban, ahora no tenía valor, pero como era una acción para ayudar a personas sin posibilidades, era correcto entregarlo. 
La organización cambiaría ese dinero por el actual con su publicidad y mucha gente sería ayudada esa semana.
Era una buena causa, pensaba. 
Aunque ese dinero para los años que representaban era mucho, daba para vivir bien unos cuantos días.
Y llegó el viernes, los festejos empezaban. Tenían tres etapas por delante, desde la salida hasta la meta el domingo. Con el hotel contratado por la organización, solo tenían que concentrarse en el viaje, la gasolina y muchas fotos.
Ahí estaban Sergi y Ary, a punto, rodeados de otros muchos y diferentes coches con bastantes años a cuestas  y bien cuidados.
Y empezó el rally.
A una velocidad de otra época todo el paisaje iba pasando, al entrar en el puerto de montaña, la niebla hizo acto de presencia, suficiente para no ver a nadie en un rato.
Sergi conocía muy bien el recorrido del primer día, lo había hecho muchas veces en sus años de juventud.
A punto de entrar en el túnel y rodeados por la niebla, tranquilizó a Ary.
Salieron de la oscuridad, la niebla había desaparecido, el paisaje le era conocido, pero todo estaba diferente.
Curioso, pensó.
El sol iluminaba el valle, al fondo el pueblo se recortaba. Era la primera parada.
Llegaron los primeros, no había ningún coche más.
Al salir del coche Sergi no reconocía el pueblo, parecía que habían retrocedido en el tiempo, más aún al entrar en el pequeño bar. 
Pidieron cafe.
El hombre mayor se les acercó con una cafetera de mano y les llenó el vaso.
-Quieren también aguardiente, es casero. Les dijo.
-No, no. Contestó Sergi. Solo café, gracias.
No entendían nada, habían disfrazado muy bien el pueblo y el bar para el viaje de época.

 Mientras tomaban el cafe y observaban el bar tan curioso, unas voces en otra mesa les hicieron poner atención.
Era una pareja joven, parecían trabajadores del campo, no estaban de acuerdo en alguna cosa, el hombre pegó un puñetazo en la mesa y salió rápido del bar. La mujer se quedó llorando.
El dueño del local se les acercó de nuevo.
-Más café. les preguntó.
Y sin esperar respuesta continuó hablando.
Es mi hija y su novio, aquí no tenemos trabajo y el se marcha, mi hija tiene miedo que no vuelva.
Sergi y Ary se miraron, no sabían que hacer, pero tampoco tenían ningún motivo para intervenir, mientras la chica lloraba.
Ary no podía dejarlo así y se acercó a ella.
-Tranquila, le dijo.
Si te quiere el no te olvidará.
La chica se abrazó a ella.
Sergi no sabía que pasaba y quiso hablar con el dueño.
-Oiga, han dejado esto muy adecuado, de época, para el rally.
-Como dice? Preguntó el hombre. Este bar lo abrió mi padre y yo lo regentó ahora, no se que quiere decir. 
Sergi observó que la chica arrastraba a Ary hacia la salida.
Al rato volvió sola.
-Ven, tenemos que hacer alguna cosa. Le dijo.
-De acuerdo, respondió Sergi. Que le debo, preguntó al dueño.
-Nada, nada, invita la casa. Mi hija ya lo agradecerá.
Salieron a la calle.
La chica los acercó a su casa. Allí les explicó su problema.
Hasta ahora trabajaban en el campo, pero el mal tiempo había destrozado por segundo año la cosecha y no tenían para vivir casi, su padre en el bar iba sobreviviendo, pero su novio quería irse a la capital, buscaban gente en unos talleres nuevos y pagaban mucho mas. Su miedo era perderlo.
Sergi ya no entendía nada, ni donde estaban, ni como habían llegado.
Mientras Ary consolaba a la chica, apareció el novio.
-Lo siento si les molesté, dijo. Me llamo Antonio.
Hoy tenemos previsto casarnos. Están invitados.
Así podrán tranquilizar a mi futura esposa, solo quiero que sepa que no la abandonaré.
Mientras Ary acompañaba a la novia mientras se preparaba, Sergi decidió dar una vuelta por el pueblo, era mucho más pequeño de lo que recordaba pero muy bonito.
Acudieron a la iglesia, la novia estaba radiante. Con el coche Sergi los acompaño despues al bar, donde preparaban ya el modesto banquete, un fotógrafo que habían contratado les hizo una foto muy artística en el vehículo, estaban todos encantados. 
La celebración concluyó con un baile muy divertido. Oscurecía cuando los novios invitaron a quedarse a dormir a Sergi y Ary por su gran ayuda y simpatía.
Al amanecer quisieron volver al rally, no entendían como se habían perdido, después de tomar el cafe de nuevo en el bar, invitados por el padre de la novia, siguieron su viaje.
Pero justo al arrancar el coche un gato blanco se les plantó delante, inmóvil.
Sergi lo esquivó para continuar y el gato de un salto se plantó dentro del vehículo.
Sorprendidos, no sabían que hacer, el gato se aposentó en la falda de Ary.
Y decidieron llevárselo.
Volvieron hacia el túnel, pues Sergi comprendió que allí era donde se había equivocado.
Al traspasarlo hacia atrás, encontraron de nuevo la caravana de coches.
Más tranquilos siguieron la ruta marcada.

Después de un buen rato de viaje, el gato saltó de la falda de Ary hacia atrás.
Sergi paró para ver que pasaba y el gato se escapó.
Contrariados siguieron la ruta. 
La niebla volvía a marcar el camino, poco a poco dejaron de ver a los demás vehículos, un túnel se visualizaba, entraron. 
Al atravesarlo vieron un bello paisaje con un sol radiante y un pequeño pueblo al fondo.
Al rato, llegaron.
No había nadie por la calle.
Si un bar abierto.
Decidieron tomar café.
El dueño los recibió con las manos abiertas.
-Gracias a Dios han llegado, les dijo.
Sergi y Ary se miraron sorprendidos.
-María, ven. Han llegado el médico y la comadrona, acompáñalos, corre.
Una mujer mayor apareció rauda, los agarró del brazo y los arrastro al piso superior.
Allí un hombre, que les resultó conocido, daba vueltas muy nervioso, dentro en la cama una chica joven gritaba  de dolor.
Sergi no sabía que hacer, pero se dio cuenta que llevaba una pequeña cartera en la mano. 
Sin saber el porque, Ary se acercó a la chica, se acomodó al lado y la fue tranquilizando, ayudándola en el parto.
Cuando El niño salió, muy bien, Sergi lo acogió en sus brazos, con las tijeras del maletín cortaron el cordón umbilical, lo lavaron y se lo entregaron a la madre. Los lloros del bebé sonaban por toda la casa, pero llenó a todo el mundo de felicidad.

En agradecimiento, los invitaron a comer y decidieron llamar al bebé como el, Sergi.
Ademas les hicieron una foto familiar,todos juntos.
No permitieron que se marcharán hasta el día siguiente, estaban muy alejados de la ciudad, y querían agasajarlos como se merecían.
Sergi y Ary estaban tan felices de vivir una experiencia tan extraordinaria que no recordaron el rally.

Al dia siguiente se despidieron de la familia y con el vehículo volvieron a  deshacer el  camino recorrido, era el último día
Cuando llegaron al túnel, de nuevo, un gato blanco se paseaba tranquilamente por la carretera.
-No puede ser, dijo Ary. Es el gato de ayer.
Como iban despacio para verlo bien, el gato subió, de un salto, al coche otra vez.
Atravesaron el túnel y al poco rato dieron con la caravana.
Siguieron la ruta.

 Llegaron a la meta, allí les esperaban muchos amigos y curiosos que hacían fotos.
En el parque cerrado tenían prevista una comida, la entrega de trofeos y la despedida.

Por la noche llegaron a casa.
Ya tranquilos en el sofá, mientras tomaban un cafe y hablaban sobre la experiencia vivida, decidieron llamar al gato; Época.
Porque les había regalado un viaje por el tiempo indescriptible. Eso si, coincidieron en no explicarlo a nadie, para que no los trataran de locos.
El coche estaba bien guardado en el garaje, era todo un tesoro.
Pero un ruido los sobresaltó.
Época, el gato, se había subido a un pequeño mueble que al caer dejó al descubierto un álbum de fotos familiar.
Sergi ni recordaba tenerlo allí, sabía que su madre le tenía mucho cariño.
La sorpresa fue mayúscula, unas  fotos se habían desprendido.
Se quedaron con la boca abierta los dos. No daban crédito, era imposible.
Eso demostraba que habían hecho un verdadero viaje en el tiempo.
En la foto descubierta se veía a sus abuelos el día de su boda, subidos a un vehículo blanco.
era el suyo, conducido por Sergi.

No podían creerlo, pero otra foto del suelo los acabó de convencer.

Eran sus padres y Sergi de bebé recién nacido, les acompañaba una pareja joven. 
Eran ellos mismos, al fondo se veía el maletín del médico y un gato blanco.

Se miraron, al lado Época maullaba.

7 comentarios:

  1. Me has sorprendido cuentista.!Jajajajajaja
    Un poco ñoño para mi gusto;pero me ha tocado la fibra!
    Muaaaaaaa

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  2. Bueno, no todos pueden ser así. Pero el próximo tendrá mucha acción. Cuenta con ello. Ahora mismo me pongo.

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  3. Pure a mi me pones un gato y ya me atrapaste como ávida lectora! Tengo miedo de un día... Como Isis, aparecer en medio de un cuento!! ;-)
    @isisgm

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  4. Pure a mi me pones un gato y ya me atrapaste como ávida lectora! Tengo miedo de un día... Como Isis, aparecer en medio de un cuento!! ;-)
    @isisgm

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  5. Yo de ti, no estaría muy seguro, el dia menos pensado eres la prota de algún cuento.
    Eso si, habrá patos y gatos.
    Y algún príncipe...

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  6. Y si aparece un cisne... Ya me enamoro! ;-) aunque no soy tan fatal como las q aparecen en tu cuento , tengo los ojos parecidos a los d mi gata .. Y muchas veces coincidimos ;-) si, si un príncipe verde! De praderas como donde vivo! ;-)

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  7. Ten en cuenta que mis cuentos son impredecibles, nunca sabes que te puedes encontrar y la mezcla de cisnes con gatos de ojos claros y príncipes verdes nos puede llevar a un precipicio, aunque ya no puedo desvelar más, tendrás que leer la historia para saber como acaba ...

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