29 dic 2012

Cuento de Navidad


Estaba nevando. Izan era capaz de estar sin inmutarse, horas enteras, mirando por la ventana como caían los blancos copos.
Su madre lo observaba y sonreía. La comunicación con el, era muy complicada, pero le gustaba coger sus manos cuando dormía.
Era una época dificil para ella; Navidad.
Como explicarle a Izan su significado y, lo mas difícil, como hacer entender a la familia que era muy especial.
Sentía, quería, vivía, pero no estaba presente.
Izan seguía mirando la nieve, sus ojos se iluminaron.
Vió parar delante un autobus rojo y alguien, muy amable, le invitó a subir. El entendía perfectamente sus palabras. Y se atrevió a salir. Solo, era la primera vez que salía, aunque sin ningun esfuerzo se subió al autobus. Allí había mas niños, como el, nadie hablaba, pero todos se comunicaban.
La felicidad que notó al entrar era similar a la sensación que le aportaba su madre al cogerle las manos.
Sonaba una música por los altavoces que le daba mucha tranquilidad.
Y empezó el viaje.
Llegó el interventor y pidió el billete a todos los pasajeros, cuando le llegó el turno a Izan, el se encogió de hombros, no tenía ningún billete, el interventor le recordó que mirara en sus bolsillos y, justo allí, lo encontró.
El billete era, según leyó Izan, válido para viajar al Polo Norte y visitar a Papá Noel.
Por fin, pensó, lo podré conocer, tanto que intenta mi madre hacerme entender quien es Papá Noel y ahora lo podré ver, así le explicaré a mamá, que no tiene que preocuparse mas, ya sabré como es.
Mientras estaba absorto en sus pensamientos, el interventor seguía pidiendo billetes y al llegar a una niña pelirroja que solo reía, pero sin el preciado tiket, Le dijo:
-No puedes viajar sin billete, Tienes que bajarte.
Izan, al darse cuenta de la situación, Se levantó y le dió su billete al interventor, Diciéndole;
-Prefiero que vaya ella!
El interventor, sorprendido, le contestó:
-No te preocupes, tu tranquilo, ella también vendrá.
A ver, le dijo a la niña pelirroja, mira bien en tu bolsillo, también tienes que tener el billete.
Y mágicamente, El billete apareció.
El interventor, girándose hacia Izan, le dijo:
-Por tu buen corazón te dejaré ir delante con el conductor.
Izan estaba muy contento, aceptó, y rápidamente siguió al interventor hacia la cabina de mandos.
Al acomodarse al lado del conductor pudo observar como delante del autobús no había ningún motor sino que estaba tirado por unos renos.
Aún sorprendido, escuchó, como el conductor le decía : -Abróchate el cinturón.
Y al instante, el autobús se puso en marcha, flotando en el aire y cogiendo mucha, mucha velocidad, hacia el cielo.
Izan estaba encantado,
Y en unos instantes estaban volando en el Polo Norte.
El autobús aterrizó suavemente, en una explanada muy grande, blanca y nevada, donde les esperaban muchos elfos pequeñitos gritando y Papa Noel en el medio.
Los niños fueron saliendo de uno en uno del autobús, y pasando entre los elfos, se acercaron a Papá Noel.
Éste les dió la bienvenida y los entró dentro de una gran nave que estaba llena de juguetes por construir.
Les dijo:
-Ahora veremos si valéis para construir los juguetes que luego repartiremos entre todos los niños del mundo y quien de vosotros lo sepa hacer mejor me acompañará a mi en el trineo, será mi ayudante.
Izan se dispuso a conseguirlo, a ser el ayudante de Papá Noel, seguro que su madre estaría muy orgullosa de el.
Después de un buen rato de construir juguetes para poder repartir entre todos los niños, el que más destacaba por su habilidad con las manos era Izan y fue el elegido.
Entre el alborozo y la alegría de poder ir con Papá Noel vió como los elfos cargaban el trineo con muchos, muchos juguetes y enganchaban los renos.
La noche caía sobre el Polo Norte y empezaba la aventura de repartir todos los juguetes de Izan con Papá Noel.
Fueron subiendo y bajando, entrando por las chimeneas, dejando juguetes para cada niño de todo el mundo, sin cansancio, sin ninguna duda.
Papa Noel no se equivocaba nunca.
Y al acabar la noche, Izan y Papa Noel volvieron con el trineo al Polo Norte.
Allí les esperaban los otros niños y el autobús para devolverlos a casa.
Estaban muy contentos porque habían ayudado a Papá Noel a repartir todos los juguetes de los niños otro año más, pero sobretodo Izan porque el, si había podido ir en el trineo.
Sólo esperaba poder llegar a su casa, y explicarlo todo.
Cuando entro por la puerta pudo observar, que su madre estaba muy contenta y hablaba por teléfono, El siguió mirando por la ventana como caían los copos de nieve, mientras escuchaba lo que decía su madre.
-Sí, sí, estoy muy feliz, por fín hemos encontrado un trabajo para que Izan este entretenido, se le dan muy bien los trabajos manuales y es capaz de montar juguetes para poderlos luego vender y repartir entre los niños.
El está muy contento y nosotros más porque podremos conseguir que sea feliz.
Izan estaba muy alegre por la felicidad de su madre, se giró hacia papá Noel y saludando desde la ventana le dió las gracias por conseguir su deseo.
Papá Noel le contestó:
-Claro que si Izan, pero recuerda, el año que viene tienes que volver a ser mi ayudante.
Feliz Navidad!!