23 nov 2014

No pintes nada. El juego continúa.

Ash estaba saboreando su gintonic, los fajos de billetes estaban repartidos sobre la mesa.
Aún no lo había ni contado, el disfrute del robo fue tan intenso que todavía estaba en éxtasis.

El sonido del timbre de su apartamento sonó.
Deprisa, como pudo, guardo el dinero y contesto al interfono.
-Quien es?
-Ash soy Erika, vengo con mi amiga Olivia, ábreme que te traigo una sorpresa.

El recordaba a su amiga Erika de buenos momentos de pasión, abrió encantado.
Las mujeres subieron.
La puerta del apartamento ya estaba abierta.

-Hola, dijo ella.
-Pasar, estoy aquí. Contestó el.

Las mujeres entraron.
Ash quedó embobado de la belleza de Olivia.
Estaba tremenda, pensó, aunque tampoco Erika desmerecía.

-Me alegra vuestra visita, tu dirás.

Las dos chicas se acercaron y con unos besos iniciaron la conversación.

-Pues verás, como sé que estabas buscando nuevos trucos para tu espectáculo de magia, hablando con Olivia, que es una vendedora de tupersex, encontramos unas cajas muy interesantes, para poder ofrecertelas.
-Ah! Dijo el. Sigue a ver que tienes.
-Solo una cosa, dijo ella, Olivia además es también mago y quiere enseñarte ese producto con una demostración, porque si te gusta, igual la contratas.

-De acuerdo, dijo el. Estoy montando algo diferente ahora e igual me interesa.
Veamos que sabes hacer.

Olivia abrió una pequeña maleta que llevaba dentro dos cajas negras de diferente tamaño. Las puso encima de la mesa.
Sacó una varita mágica y frotó las cajas suavemente.

Ash sólo veía el contoneo sugerente de la chica.
Por detrás notó como Erika le tapaba los ojos con una venda roja.
Mientras sus manos acariciaba su cabeza.
Ash entendió que aquello no iba a ser una demostración, pero si un espectáculo y se dejó llevar.
Olivia se sentó encima, bailando sensualmente y rozando su piel con el.

Por el ruido, Ash adivinó que Olivia cogió algo de la caja, se lo metió en la boca y después de masticarlo un poco, se lo paso en el beso que acabó dándole.
Era tan sugerente la situación, que el hombre no pensó nada más, recibió su lengua y comió lo que la chica le daba.
También pudo notar como Erika esparcia por el sofá, unos polvos.

Mientras Olivia seguía besándolo, fue quitándole poco a poco la ropa, sin esfuerzo.
En pocos minutos los tres estaban retozando en el sofá.

Intercambiaron fluidos íntimos y sin saber cómo, Ash estaba bebiendo algo parecido a una bebida dulce pero muy fría de la boca de las chicas.

Empezó  a flotar, con ellas debajo cabalgando y volando los tres juntos. Sabía que lo habían drogado. Aunque no el propósito.

Todo se fue fundiendo a negro entre placer y éxtasis.

Ash despertó sin saber cuanto tiempo había pasado. Seguía en su apartamento, aunque desnudo y solo.

Entró en la ducha y fue recuperando el sentido.
Sonó su teléfono.
Eran unos mensajes.
Contenían unas fotos un poco comprometidas de el con las chicas y desnudos.

Enseguida conoció el emisor, era Juan, el presidente del Banco Central.

Llamó al número.
-Que quieres con esto? Preguntó.
-Ya has visto las fotos? Dijo Juan. Supongo que el dinero lo tendrás a buen recaudo.

Entonces Ash se percató.
Fue corriendo hacia el armario donde guardaba el dinero, pero estaba vacío.
Malditas mujeres pensó. Por eso me drogaron, claro.
-Estarás contento, seguro que fue idea tuya, para recuperar el dinero.
-Si. Dijo Juan. Estoy esperando que vengan para entregármelo.
-Pues quédate tranquilo, yo conozco a Erika, nos han quitado el dinero a los dos.
Las risas de Ash inundaron la estancia, mientras colgaba el teléfono.

Juan no se lo tomó tan bien. Aunque mientras renegaba observó que su smartphone había recibido notificaciones y parecían de las chicas.
Comprobó que efectivamente, Olivia le había añadido a un grupo.
Se llamaba "el juego".
Entró y tenía varios mensajes ya.

-No os sorprendais, decía Olivia, este grupo se ha preparado para que podáis participar en un nuevo concurso.
Se que Juan está esperando el dinero, pero eso ahora ha cambiado.
Aunque siempre podrá recuperarlo. De eso se trata este juego.

Ash también había sido añadido al grupo y leía los mismos mensajes.
Que continuaban así:

-Esto es un nuevo concurso para televisión y vosotros vais a ser los primeros concursantes. Participareis con una máscara para no ser reconocidos.
Y la apuesta es esta.
Treinta millones.
Cada uno apostareis diez y el programa diez más, que saldrán de los anunciantes.
El que complete primero las tres pruebas lo gana todo.
Aquí no hay medias tintas.
Ash ya ha puesto su parte, el programa también.
Aquí os envío la foto de las dos bolsas con el dinero. Sólo falta Juan.
Pero le vamos a dar un poco de ventaja para convencerlo a participar.

Dentro de dos días, nosotras y un representante del programa, iremos al Banco Central. Aportaremos las dos bolsas con los billetes y las juntaremos con la bolsa de Juan, las tres serán mochilas deportivas de piel negra.
Allí el jefe de caja del Banco Central y el representante del programa, comprobarán los billetes, para que todo esté correcto.
Mientras nosotras con Ash y Juan, estudiaremos el plan de trabajo.
Si todo está bien, las tres bolsas se guardarán en una caja fuerte con dos llaves.
Allí, en ese momento seguiremos explicando como funcionará el concurso. Por ahora descansar. Tendréis más noticias en dos días.

Ash no sabía que pensar, pero ya que había perdido el dinero, una ocasión para recuperar el triple no podía desperdiciarla y aceptó jugar.

Juan no estaba tan convencido, ya había perdido diez millones, era una buena oportunidad para recuperar más, pero una duda le asaltaba.
Y contestó a los mensajes.
-Soy Juan, no quiero más engaños, puedo jugar y recuperar mi dinero, pero vosotras que ganais aquí?
-Nosotras, contestaron ellas, conseguimos un programa de televisión con mucho beneficio, además de poder participar con un espectáculo de magia, si este concurso sale bien.
Por descontado que una buena comisión nos llevaremos.

Pasaron los dos días y a la hora prevista, las dos chicas llegaron al Banco.

Allí se unieron a Juan.
Las tres bolsas con dinero, se juntaron para que el acompañante de las chicas y el cajero pudieran comprobar los billetes.

Mientras las mujeres y Juan se reunieron en el despacho.
-Y Ash? Preguntó Juan.
-No creo que tarde, dijo Olivia.

Al poco rato los dos hombres entraron con las bolsas.
-Está  todo correcto. Dijo el cajero.
-De acuerdo, dijo Erika.
Pues las guardamos en la caja, a ver si mientras llega Ash.

Las tres bolsas pasaron a su encierro. La caja tenía dos llaves de seguridad.
Una quedó en posesión del cajero y la otra la guardaron las chicas.
El representante del programa que ya había cumplido su cometido se marchó, despidiéndose de ellos.
Las chicas y Juan aún esperaron diez minutos hasta que apareció Ash.
-A buenas horas, dijo Erika. Llevamos rato esperando.
-Al protagonista siempre hay que cuidarlo bien, dijo Ash entre risas.
-Bien, dijo Olivia, el dinero ya está guardado, como el tuyo lo teníamos nosotras, no te necesitábamos. Tendrás que fiarte.
Ash no contestó.

-El juego consiste, dijo Erika, en superar tres pruebas consecutivas, la primera empieza mañana a las siete horas. Cada vez que supereis el reto, tendréis la siguiente.
Las pruebas son idénticas para los dos, pero en diferentes zonas, para que no podáis saber cómo va el otro, ni influir en el resultado.
Al finalizar la tercera, encontraréis una llave, tendréis que venir, lo más rápido posible aquí, esa llave junto a la de un representante del programa abre una caja, dentro está la verdadera llave que tendréis que juntar con la del cajero jefe, para conseguir el dinero.
Como veis, gana el primero que llegue y abra la caja donde están las tres bolsas con el dinero.
Lo tenéis claro?
No hay opción a trucos ni trampas. Siempre hay dos llaves para asegurar la neutralidad.

Ni Juan ni Ash comentaron nada, ni casi se miraron.
Asintieron con la cabeza.
-Pues chicos esto empieza en unas horas.
Descansar mientras.
Recordar, la organización os proporcionará las máscaras y os acompañará un cámara, para poder grabar toda la acción y emitirlo en televisión.

Se despidieron y salieron del Banco.

A las siete en punto la aplicación de su smartphone avisó de notificaciones.
Los dos hombres casi simultáneamente, leyeron el aviso.
Una dirección y media hora para presentarse. Allí les colocarían las máscaras y empezaría todo.

Ash se levantó, una ducha y un café.

A la hora en punto entraba en la dirección.
Ya estaba Juan.

Los dos hombres fueron preparados y las cámaras empezaron a grabar.
Explicaron de nuevo el funcionamiento del programa e iniciaron la cuenta atrás.

Los teléfonos inteligentes volvieron a emitir sus sonidos.
Pero esta vez cada uno tenía un lugar diferente de convocatoria.
Echaron a correr y las cámaras con ellos.

Ash llegó al lugar. Un hombre le dio un papel con instrucciones.
Tenía que coger un helicóptero, ya preparado hasta alcanzar un determinada posición y saltar al mar, si sus instrumentos funcionaban bien, caería a pocos metros de una isla diminuta.

En pocos minutos Ash subió al helicóptero, estudió los datos que le dieron e indicó al piloto como llegar.
Cuando consideró estar sobre el punto indicado, hizo bajar al helicóptero y saltó.
A unos doscientos metros pudo ver una pequeña isla.
Nadó hacia ella.

Mientras Juan también guiaba al piloto hasta la zona indicada, al llegar, desde arriba estuvo vigilando la zona, hasta descubrir el islote, dejó caer una escalera y bajó a tierra.

Las cámaras seguían retransmitiendo todo, las audiencias subían como la espuma.
Las chicas estaban muy contentas, cada vez ganaban más dinero.

Juan encontró un pequeño cofre, dentro estaban las siguientes instrucciones, tenía que nadar hacia el norte unos mil metros y llegaría a otra isla, más grande. Allí conseguiría la primera prueba.
Pero no estaba dispuesto a perder tanto tiempo mojándose. Nadie habló de ninguna regla, sólo que no podían influenciarse entre ellos.
Subió por la escalera, de nuevo, al helicóptero y continuó hasta la otra isla, aterrizando allí.

Entretanto Ash que también había descubierto el cofre, iba nadando hasta el segundo punto.

Juan se topó en la isla con una mujer. Esta le dijo que cuando escalara el volcán que coronaba la zona, encontraría la primera baliza y las instrucciones para seguir.
Pero Juan no estaba dispuesto a perder nada, volvió al helicóptero. 
Hizo despegar al piloto y cuando sobrevolaba el pico, volvió a bajar por la escalera para buscar la baliza.  Allí estaba, en una pequeño agujero de la roca. Conectó la señal, para demostrar que había conseguido llegar. Recogió las instrucciones, volvió a subió al apartado y aterrizó, de nuevo en la isla.
Las cámaras seguían grabando la escena, con el malestar del público asistente, por las trampa de Juan.

Las nuevas órdenes eran, nadar hacia el sur otros mil metros para llegar a un pequeño barco, que estaba a la espera.
Juan volvió a usar el helicóptero para acercarse al barco, con la escalera subió a bordo.

Ash había llegado a la isla, nadando y recibía también la instrucción de subir a la montaña. Empezó a escalar por las cuerdas, con gran dificultad.

En el barco, Juan ya estaba leyendo su nueva prueba.
Tenía que bucear unos diez metros hacia el fondo del mar, allí encontraría una caja sumergida con la situación de la segunda baliza,
Pero Juan no se dejó engañar, buscó en el barco la cuerda donde estaba enganchada la caja sumergida, tiró de ella y sacó las instrucciones sin mojarse.
La posición que le daban estaba a unas cinco millas de allí, el capitán del barco ya estaba descolgando un pequeño bote, para que pudiera llegar.
Pero Juan no tenía ninguna intención de seguir esa idea.
Apartó al capitán y como tenía licencia de patrón, el mismo llevó al barco hasta el punto de encuentro.

En ese momento Ash activada su primera baliza y empezaba a descender la montaña.
Abajo leyó las nuevas órdenes y empezó a nadar hacia el punto exacto.

Juan llegó, era un pequeño embarcadero. Bajó del barco, muy cerca un niño en silla de ruedas lo esperaba.
Tenía la baliza en la mano, pero el crío dijo que para poder activarla, tenía que llevarlo hasta el patio del edificio más cercano, a unos quinientos metros y allí ponerla dentro del tubo de la silla, entonces se conectaría.
Juan tenía claro como hacerlo, bajó al niño y empujando la silla, llegó rápidamente hasta el lugar, conectando la segunda baliza.

Ash seguía nadando buscando el barco.

Cada vez estaba más cerca Juan, sabía que esta vez no podía volver a perder y se reiría de Ash.

En la silla encontró la siguiente y última orden.

Tenía que caminar hacia el oeste unos cinco kilómetros, para llegar a la posición. Usó su smartphone. Contactó con un amigo que le dijo donde estaba Ash, en la tele se veía nadando, buscando el barco.

Juan descubrió un ciclista por el camino, de un empujón lo tiró al suelo, quitándole la bici para continuar el.

Al poco rato llegó al punto indicado.
Allí bajo unas rocas, pudo ver una libreta, apuntado tenía el destino final.
A pocos kilómetros en dirección suroeste, había una playa, tenía que encontrar una mujer rubia con un biquini negro, ella tenía en su parasol, la última baliza que le daba la llave.
Juan siguió con la bicicleta hasta la playa. Pero había varias mujeres con esas características.
Una idea le vino a la mente.
Enseñó un fajo de billetes y mientras gritaba;
-Este dinero es para quien me traiga la baliza que estoy buscando.
La mujer no tardó nada en aparecer, mientras las otras se miraban sin entender nada.
Juan conectó la última señal.
Esperó a ver que sucedía.
En su teléfono una notificación sonó.

Le indicaban que tenía que ir a un hotel submarino, la cúpula podía verse desde la playa, buscar la habitación treinta y tres y allí encontraría la preciada llave.

Juan seguía aplicando su ingenio, para usar el mínimo esfuerzo.
Miró a la chica y le preguntó.

-Tu sabes entrar en el hotel por tierra, porque seguro que se puede, verdad?
Te pagaré el doble.

La chica no dudó e indicó la entrada de servicio del hotel.

Juan entró, preguntó por la habitación y bajó con el ascensor.
En la habitación esperaba Erika.
Esta le recriminó sus trampas, pero le dio la llave.
Juan salió rápidamente del hotel, fuera el helicóptero ya lo esperaba, su dinero había comprado también al piloto para acompañarlo.

Llegó al Banco poco después, tras aterrizar y subir al vehículo que lo esperaba.

Por la televisión seguían dando las imágenes de Ash nadando hasta subir al barco.
Los mensajes de los espectadores al programa eran todos contra Juan, por sus trampas, pero la audiencia tenía picos nunca vistos.

Juan se encontró con el representante del programa, abrieron la caja.
Dentro estaba la auténtica llave, que buscaba.
Ya nadie podía ganarle. Aunque sus dudas ganaban terreno, sabía que Ash era un mago y alguna había preparado, no creía que perdiera tan fácilmente.
Busco a su jefe de caja.

Nadie lo había visto. No podía ser.
Juan empezó a ponerse muy nervioso, aunque por la tele seguía viéndose a Ash buceando en el barco para buscar la caja.
Tenía que ser una coincidencia, pensó.
Si el mago estaba en el agua, no podía hacer nada.

Unos gritos lo alertaron. 
Al cajero lo habían encontrado en el suelo del baño, estaba atado y amordazado.
Juan pensó lo peor.

- Y la llave? Preguntó.
-Que llave, dijo el cajero.
-La que usaste para cerrar ayer la caja del dinero,
-Ayer? Sigo diciendo el.
Yo no pude venir, me engañaron, me hicieron ir al hospital, me dijeron que a mi madre la habían ingresado, aunque fue todo una mentira, si pillo a esos desgraciados.
-Pero, pero...
Entonces, ayer, la llave, el dinero.
-Si puedo decir, habló el cajero, que hoy al llegar en el cajón de mi mesa había una llave, la deje allí, porque no sabía para que servía.
-Y porque estás atado aquí? Preguntó Juan.
-Pues no lo sé, me estaba refrescando la cara, cuando oí un golpe y no pude ver nada, hasta que me encontraron mis compañeros.
-Otra vez me ha vuelto a engañar este mal nacido.
Busquemos esa llave.

En la televisión Ash ya había conseguido activar la segunda baliza y se dirigía hacia la tercera.

Las cámaras seguían grabando a Juan.
El cajero y el usaron las llaves para abrir la caja, dentro estaban las tres bolsas con el dinero, las abrieron y las enseñaron a la cámara.
En la tele se veía como recogían el dinero y lo daban por vencedor, mientras la cámara volvía a buscar al otro participante.

El cajero se dio cuenta, nada más tocar los billetes.
Dijo:
-Son falsos señor.
-Si, ya lo sé, lo vi al instante. Me han vuelto a engañar. Pero esto no va a quedar así.
Ash sigue jugando, esperaremos aquí hasta que llegue, pues no debe saber que ha perdido.
Por lo menos podré desquitarme. Si es el culpable o también lo han engañado, pagará en la cárcel por el robo de los diez millones.
Llamó a la policía y esperaron las llegada de Ash.
Este consiguió superar las tres pruebas y volver al Banco Central.
Al entrar, la policía lo rodeó.
El hombre no entendía nada.
-Quítate la máscara. Dijo Juan.
El hombre muy sorprendido, hizo lo que le pedían, pero no era Ash.
-Quien eres tú? Preguntó Juan.
-Soy Carlos, el participante de este concurso. No he ganado, verdad?
Y la policía?
-Pero tu tenías que ser Ash. Yo te vi entrar en la habitación para ponerte la máscara. Dijo Juan.
-Yo no se nada de eso, a mi me eligieron en un casting, me presenté donde me dijeron y empecé a participar en el programa.

Juan sabía que lo habían engañado otra vez.

El smartphone volvió a sonar. Era un mensaje.
Esta vez la foto que le enviaban no gustó a Juan.

Ash estaba en una piscina, a su lado las dos chicas, bebían unos gintonics, al lado, una mesa, encima las tres bolsas con el dinero.

En el fondo de una de las bolsas del dinero falso había una carta, cerrada, dirigida a Juan.

La abrió y leyó ya en su despacho.

-Lo siento Juan, pero eres demasiado bueno, gracias por regalarnos estos veinte millones.
En tu honor, voy a explicar mi secreto para que puedas entender el truco mágico.

Cuando enviaste a las chicas, ellas prefirieron quedarse conmigo y me ofrecieron el juego.
El representante del programa, fue mi papel estelar en esta función.
Supongo que ya conoces al verdadero participante, elegido entre los mejores.
Por descontado que el cajero también era un personaje nuestro, mejor dicho era un gran amigo mío, colaborador en mis espectáculos.
Así separamos las bolsas e introducimos en la caja los billetes falsos.
Como sabíamos que harías trampa para llegar primero, te esperamos en el banco con la llave.
Por cierto, el programa ha tenido tanto éxito, que hemos sumado aún más dinero a los treinta millones.

Ya sabes, nunca te enfrentas a un mago y dos mujeres. Siempre perderás.


En la piscina Ash ya había perdido la ropa, entre Erika y Olivia.
-Tengo que deciros, dijo el, que estáis contratadas.

Las dos mujeres reían mientras se echaban encima de él.

18 nov 2014

No pintes nada

-Dígame, le preguntó el policía.
-A ver... Contestó el hombre, como le explico esto...  Tal vez mejor me deje hablar con su superior, es un tema muy delicado que necesito contar.

El policía miró muy intrigado, pero aceptó la oferta y llamó al jefe de aquella comisaría.

Acompañaron al hombre, un anciano con el pelo blanco y expresión de no estar muy cuerdo, a un despacho.
Allí otro policía le atendió.
-Que quiere explicarnos?
-Es usted el jefe, aquí?
Preguntó el hombre.
-Si, respondió el policía.
-Pues prepárese, esto es una bomba que tendrá que comunicar a sus superiores.
-Como una bomba? No traerá explosivos, dijo el policía, mientras se levantaba sobresaltado de la silla.
-No, yo no, pero es peor aún. Dijo el hombre.
-Pues explíquese, continuó el policía.
-Soy investigador, dijo el hombre, gracias a unos amigos millonarios, en mi laboratorio conseguí sintetizar una sustancia, que después de un complejo proceso, al enfriarse se convirtió en una especie de yeso, le dimos forma de tiza, como las que se usan para escribir en las pizarras de los colegios.
Pero lo impresionante viene ahora. Al tratarla con un láser conseguimos un efecto espeluznante.
Usted sabe que con una impresora en tres dimensiones pueden conseguirse objetos, verdad?
-Si, claro, contestó el policía aún asombrado.
-Pues esto, siguió el hombre es igual, solo que al dibujar con la tiza un objeto, esta obtiene la forma y se convierte en realidad.
Las posibilidades son infinitas, para hacer el bien y claro, como no,el daño que quiera.
Antes de enseñarla al mundo científico, hicimos pruebas con la tiza, por ahora solo hay una limitada cantidad.
Mis colegas y yo mismo, estuvimos haciendo experimentos y funcionaba de una forma increíble. Pero el problema vino después...
Mi alumno más aventajado ha desaparecido y mucho me temo que con la tiza restante.
-Y usted quiere, preguntó el policía, denunciar su desaparición?
-No exactamente.
-Ah!! Entonces...
-Quiero avisar de un gran robo, el mayor que registrarán en sus vidas.

El policía escuchaba muy intrigado y preocupado.
-Explíquese, dijo.
El hombre continuó.

-Les vengo a alertar del robo que está preparando esa persona al depósito de oro del Banco Central.

Al policía se le escapó una sonrisa.
-De acuerdo señor, no se preocupe, ese búnker es infranqueable, créame.
Mire, ahora mi compañero le tomará los datos y le informaremos si existe algún problema.
-De acuerdo contestó el hombre, pero yo les he avisado, ahora, por favor podría ir al servicio?
-Claro, claro, contestó el policía, al fondo a la derecha, usted mismo.

Un rato después el policía echó en falta al anciano y pensando que, tal vez, tuviera algún problema en el aseo, entró.
Intrigado estuvo buscándolo por toda la comisaría, pero no estaba.
Preguntó si alguien había visto salir a ese hombre tan extraño y nadie se había percatado de su marcha. 
Siguió pensando que solo era un loco y continuó con su menester.
Pocos segundos después un grito de la vigilante en la entrada, le hizo fijarse en la situación, un gato negro esbelto escapaba a través de la puerta abierta.
El policía esbozó una sonrisa, pensando en el susto de la pobre chica y olvidó el incidente.
Mientras comunicaba por mail a su inmediato superior la intrigante visita del anciano.

Aquel aviso, aunque algo extravagante, provocó la alerta alrededor del banco.

El presidente decidió doblar la guardia y asegurar todos los sistemas de seguridad, pues pensaba que nunca era mucho, dado la cantidad de oro que allí se guardaba.

Esa noche las alarmas del banco saltaron varias veces, los guardias tuvieron bastante trabajo, aunque no pudieron descubrir las causas de tanto descontrol.
Como era viernes, sabían que el fin de semana todo quedaría bien cerrado.

Las órdenes eran claras, había que asegurar la zona al máximo y así lo hicieron.

La televisión retumbaba en la habitación, era lunes y la noticia corría como la pólvora, en todas las cadenas se veían las mismas imágenes, la fachada del edificio del Banco Central.
Los policías corrían desesperadamente.
La presentadora explicaba la situación.
-Esta noche unos ladrones expertos han conseguido entrar y expoliar el depósito mayor protegido del país, consiguiendo un botín en oro, incalculable.

Ash, reía a carcajadas. 
Su plan funcionaba a las mil maravillas.
Busco su teléfono movil y marcó el número.
-Juan?
-Eres un mal nacido Ash, sabes en que lío me has metido?
-Cuando aceptaste la apuesta, tenias que haberlo imaginado.
-Ya, ya, pero quien iba a pensar que un mago tan mediocre como tu, sería capaz de robar en mi banco, el más importante y seguro del estado.
-Tu querías comprobar hasta donde llegaba esa seguridad, no?
-Claro, pero nunca imaginé tal situación.
-Tranquilo, continuó Ash, mi plan perfecto también tiene detallada la huida.
A mi ese oro no me interesa, pero los diez millones que apostaste, si.
-Bien, menos mal, dijo Juan, pues explícame el plan para devolverme el oro.
-No, eso nunca, un mago, aunque mediocre, no desvela sus trucos. Ya tendrás noticias mías.

Mientras la policía científica buscaba pistas dentro del banco.
El presidente del gobierno declaró la crisis en el país y pidió ayuda a sus homónimos vecinos.

Una pérdida tan importante de oro podría suponer un gran inconveniente para el país.
Ya sabían que ese oro no podía venderse fácilmente, pero el que cayera en manos de terroristas podría ser fatal.

El presidente del banco pidió audiencia inmediatamente y convenció al jefe del estado que podía recuperar el oro, pues ya estaban en negociaciones.
Solo necesitaba un par de días. 

Mientras en el banco las pesquisas dieron sus frutos, un policía consiguió identificar la huella de lo que podría ser un gato, marcada con yeso.

Como el primer aviso del robo, vino de la comisaría, allí acudieron los expertos para recabar más información.

En una reunión informativa estaban cuando la puerta de la sala se abrió.
Un policía se acercó al jefe y le comentó unas palabras al oído.
-Que entre, dijo el, en voz alta.
Al instante el anciano de cabello blanco entró en la estancia.
Se puso en medio de la mesa de los presentes y habló.
-Yo avisé que esto sucedería y será peor mientras el tenga tiza.
-Veamos, dijo el policía jefe, que tiene que explicarnos ahora,
-Mi discípulo está loco, pero no es tonto, sabe que ese oro no lo puede vender fácilmente y pretende un trato.
-No accederemos a ningún chantaje, gritó el policía.
-Espera, no te emociones, dijo el presidente del Banco Central.
-Pero señor, continuó el policía, si dejamos que siga, puede hacernos más daño.
-No tranquilo, dijo el presidente, tengo curiosidad por saber el trato. Hable usted caballero.

-Que quede claro por delante, que yo solo hago esto para arreglar el desaguisado producido por mi invento y no gano nada.
-De acuerdo, explíquese.

-Mi discípulo ha decidido devolver el oro si mañana depositan diez millones dentro de la cámara acorazada.
-Solo eso? Preguntó el policía. Como va a devolver el oro?
Todos se miraron intrigados y sorprendidos.
Pero el presidente actuó rápido.

-Muy bien, dijo, lo haremos.
Pondremos los millones a su disposición en el banco, porque de allí no podrá sacarlos y aprovecharemos para atraparlo.
Todos los expertos policías se miraron y asíntieron.

-Si ya no tiene tiza para robarnos y no puede conseguir más, dijo el presidente, según la teoría de este caballero, no tendrá escapatoria.
-Exacto, dijo el anciano, no puede ni podrá tener más, este experimento es tan peligroso, que hemos destruido todas las pruebas. Y ahora, por favor, mientras una tos le apaciguaba la voz, pueden darme un poco de agua?
-Si, si, dijo un policía, acompáñeme.

Los dos hombres salieron de la habitación, mientras continuaba la reunión dentro.
Llegaron a la máquina expendedora y un gran ruido sonó detrás, una mesa se había roto, cayendo todo su contenido al suelo.
El policía giro la vista y corrió hacia allí, por suerte no había nadie cerca y no resultó herido.
Al girarse para volver con el anciano, este había desaparecido.
Dio la voz de alarma y todos salieron para comprobar que pasaba.
Nadie vio más al anciano.

Si una mujer, que entraba en la comisaría, se cruzó, al abrir la puerta, con un bonito, esbelto y negro gato que salía. 
Esbozando una sonrisa, la mujer algo sorprendida, entró.

El presidente del Banco Central comunicó las incidencias directamente al jefe del estado.
Prepararon la defensa del lugar.

Todas las alarmas estaban activadas y cada metro de la cámara vigilada por policías, nadie podía entrar ni salir de allí.
Depositaron el maletín con los diez millones en el centro de la estancia.
Fueron pasando las horas sin incidentes.
Todos esperaban.

Cuando faltaban diez minutos para cumplirse las veinticuatro horas, la alarma anti incendios se disparó. La llamada automática a los bomberos dio paso al funcionamiento de los aspersores, todo el recinto quedó inundado por el agua mientras los desagües trabajaban.
Después del desbloqueo de puertas, la policía, pudo entrar. 
La sorpresa fue mayúscula, la estancia tenía resto del agua aún, con un extraño color, pero el oro estaba dentro,
Nadie podía explicar como lo había logrado, eso si, el maletín había desaparecido.

Las noticias llegaron al presidente de la nación, que al momento levantó la crisis. Respirando aliviado.

En la televisión era la noticia del día. Habían conseguido recuperar el oro, decían todos. Aunque nadie hablaba del maletín con los diez millones.

Ash tomaba su gintonic, mientras se acicalaba el pelo, esbozando una sonrisa que rápidamente se transformó en una gran carcajada.
Volvió a llamar por el teléfono movil.

-Juan, muy buenos días, para ser un mediocre mago, te he sorprendido, verdad?
-Me has aliviado, pero tienes que explicarme como has sido capaz, para poder proteger de verdad tanto oro.

-Claro, contestó Ash.
Te espero en media hora en el club. Pídeme un gintonic bien servido.


Habían pasado cuarenta minutos ya, cuando Ash apareció.
-Si que has tardado, dijo Juan.
-Si, el tiempo suficiente para atemperar ese gintonic.
-Bien, me vas a explicar como lo hiciste?
-Aunque un mago nunca desvela sus trucos, una parte si puedo contártela.
-Te escucho, dijo Juan.

-Cuando el anciano, mi papel estelar de la historia avisó a la policía, vosotros iniciasteis el plan, pues para conectar toda la seguridad hay que abrir la puerta acorazada y allí entró mi segundo papel estelar, un gato, negro y esbelto, que supo agazaparse lo suficiente para entrar sin ser visto.
Dentro rompí varios sensores volviendo locos a los guardias y preparé el ataque.
Justo entre los tubos que la cámara necesita para la ventilación y las conexiones, hay el espacio necesario para que un ágil gato pueda desplazarse, por allí salí y volví a entrar, pero esta vez con mi truco preparado.
Con la tiza fui dibujando unos ladrillos que al unirlos formaron un muro blanco, que pintado con los mismos colores de las paredes de la cámara, hizo invisible una parte de la estancia con el oro dentro, durante el fin de semana, como los sensores interiores ya los había desconectado, nadie notó nada.
-Entonces, sorprendido preguntó Juan, nunca sacaste el oro de allí?
-Exacto. El oro quedó detrás de ese muro postizo, no siendo visto, ni siquiera la policía se percató de que la cámara acorazada era más pequeña.

-Muy astuto, claro, sacar tanto oro hubiera sido muy complicado. Pero, porque empeñarse en tener el maletín también dentro de la cámara?
-Porque, continuó Ash, allí no podrías pillarme y en la calle seguramente si.
Así que volví a entrar por los tubos con mi personaje felino, preparando el truco final.  Guardé el maletín entre la salida del aire acondicionado y provoqué un pequeño incendio, quemando papel.
Se dispararon las alarmas y el agua de los aspersores deshizo el yeso de la pared, quedando al descubierto el oro y marchándose por el desagüe. Sin huellas ni indicios, ya tienes el oro.

Ash saboreaba el gintonic.
-Un mediocre pero intenso mago, que puso en jaque al país. Pronto sabrás de mi fama. Se que te estas preguntando algo.
-Si, continuó Juan. Como sacaste el maletín.
-No lo saqué. Un gato pasa desapercibido, pero un maletín habría levantado sospechas. Aún está allí.

Juan salió corriendo, eran diez millones.
Ash seguía sorbiendo su gintónic. La sonrisa se dibujaba en su rostro.

El presidente entró en el Banco Central, casi sin oxigeno, de lo rápido que llegó y a gritos dijo.

-Abrir la cámara acorazada, rápido.
-Pero, le contestó el guardia de seguridad, sabe que necesitamos unos minutos por el sistema de retardo.

Allí esperaron todos expectantes el tiempo necesario.
Hasta que se abrió la puerta.
Juan entró corriendo, seguido de los guardias.

Fue mirando por todos los rincones que dejaban los cables y tubos, hasta que encontró la trampilla.
Trajeron una escalera, subió y allí estaba...
-El maletín, si!! Gritó entusiasmado.

Lo bajó y ante la atenta mirada de sus compañeros,  abrió la cartera.

Dentro para mayor sorpresa de todos había una pequeña pizarra.
Juan leyó el escrito.
-Llegas tarde como siempre, este mediocre pero increíble mago te vuelve a ganar. Gracias por la recompensa al devolverte el oro.
Eso si, recuerda que un mago nunca desvela sus trucos.
Ya se que te estas preguntando, como pude sacar el dinero. Yo te comenté que un maletín hubiera llamado la atención, por eso no lo saqué, pero el dinero enganchado en el cuerpo del gato es tan discreto como el propio animal.
Por eso la verdadera pregunta tendría que ser, si quieres desvelar el truco:
Cómo convertirse en gato?

-Hijo mal nacido, renegó el presidente. Me has robado diez millones.

-Jefe, mire, detrás la pizarra tiene algo más escrito.
-Es verdad, dijo Juan.
Y leyó el resto.

-No pierdas la pista a este genial Mago, porque volveremos a vernos.
Si intuyes la silueta de un gato negro, bello, esbelto e inteligente, no desestimes su capacidad de ganarte.

Firmado: Ash. El mago.