18 nov 2014

No pintes nada

-Dígame, le preguntó el policía.
-A ver... Contestó el hombre, como le explico esto...  Tal vez mejor me deje hablar con su superior, es un tema muy delicado que necesito contar.

El policía miró muy intrigado, pero aceptó la oferta y llamó al jefe de aquella comisaría.

Acompañaron al hombre, un anciano con el pelo blanco y expresión de no estar muy cuerdo, a un despacho.
Allí otro policía le atendió.
-Que quiere explicarnos?
-Es usted el jefe, aquí?
Preguntó el hombre.
-Si, respondió el policía.
-Pues prepárese, esto es una bomba que tendrá que comunicar a sus superiores.
-Como una bomba? No traerá explosivos, dijo el policía, mientras se levantaba sobresaltado de la silla.
-No, yo no, pero es peor aún. Dijo el hombre.
-Pues explíquese, continuó el policía.
-Soy investigador, dijo el hombre, gracias a unos amigos millonarios, en mi laboratorio conseguí sintetizar una sustancia, que después de un complejo proceso, al enfriarse se convirtió en una especie de yeso, le dimos forma de tiza, como las que se usan para escribir en las pizarras de los colegios.
Pero lo impresionante viene ahora. Al tratarla con un láser conseguimos un efecto espeluznante.
Usted sabe que con una impresora en tres dimensiones pueden conseguirse objetos, verdad?
-Si, claro, contestó el policía aún asombrado.
-Pues esto, siguió el hombre es igual, solo que al dibujar con la tiza un objeto, esta obtiene la forma y se convierte en realidad.
Las posibilidades son infinitas, para hacer el bien y claro, como no,el daño que quiera.
Antes de enseñarla al mundo científico, hicimos pruebas con la tiza, por ahora solo hay una limitada cantidad.
Mis colegas y yo mismo, estuvimos haciendo experimentos y funcionaba de una forma increíble. Pero el problema vino después...
Mi alumno más aventajado ha desaparecido y mucho me temo que con la tiza restante.
-Y usted quiere, preguntó el policía, denunciar su desaparición?
-No exactamente.
-Ah!! Entonces...
-Quiero avisar de un gran robo, el mayor que registrarán en sus vidas.

El policía escuchaba muy intrigado y preocupado.
-Explíquese, dijo.
El hombre continuó.

-Les vengo a alertar del robo que está preparando esa persona al depósito de oro del Banco Central.

Al policía se le escapó una sonrisa.
-De acuerdo señor, no se preocupe, ese búnker es infranqueable, créame.
Mire, ahora mi compañero le tomará los datos y le informaremos si existe algún problema.
-De acuerdo contestó el hombre, pero yo les he avisado, ahora, por favor podría ir al servicio?
-Claro, claro, contestó el policía, al fondo a la derecha, usted mismo.

Un rato después el policía echó en falta al anciano y pensando que, tal vez, tuviera algún problema en el aseo, entró.
Intrigado estuvo buscándolo por toda la comisaría, pero no estaba.
Preguntó si alguien había visto salir a ese hombre tan extraño y nadie se había percatado de su marcha. 
Siguió pensando que solo era un loco y continuó con su menester.
Pocos segundos después un grito de la vigilante en la entrada, le hizo fijarse en la situación, un gato negro esbelto escapaba a través de la puerta abierta.
El policía esbozó una sonrisa, pensando en el susto de la pobre chica y olvidó el incidente.
Mientras comunicaba por mail a su inmediato superior la intrigante visita del anciano.

Aquel aviso, aunque algo extravagante, provocó la alerta alrededor del banco.

El presidente decidió doblar la guardia y asegurar todos los sistemas de seguridad, pues pensaba que nunca era mucho, dado la cantidad de oro que allí se guardaba.

Esa noche las alarmas del banco saltaron varias veces, los guardias tuvieron bastante trabajo, aunque no pudieron descubrir las causas de tanto descontrol.
Como era viernes, sabían que el fin de semana todo quedaría bien cerrado.

Las órdenes eran claras, había que asegurar la zona al máximo y así lo hicieron.

La televisión retumbaba en la habitación, era lunes y la noticia corría como la pólvora, en todas las cadenas se veían las mismas imágenes, la fachada del edificio del Banco Central.
Los policías corrían desesperadamente.
La presentadora explicaba la situación.
-Esta noche unos ladrones expertos han conseguido entrar y expoliar el depósito mayor protegido del país, consiguiendo un botín en oro, incalculable.

Ash, reía a carcajadas. 
Su plan funcionaba a las mil maravillas.
Busco su teléfono movil y marcó el número.
-Juan?
-Eres un mal nacido Ash, sabes en que lío me has metido?
-Cuando aceptaste la apuesta, tenias que haberlo imaginado.
-Ya, ya, pero quien iba a pensar que un mago tan mediocre como tu, sería capaz de robar en mi banco, el más importante y seguro del estado.
-Tu querías comprobar hasta donde llegaba esa seguridad, no?
-Claro, pero nunca imaginé tal situación.
-Tranquilo, continuó Ash, mi plan perfecto también tiene detallada la huida.
A mi ese oro no me interesa, pero los diez millones que apostaste, si.
-Bien, menos mal, dijo Juan, pues explícame el plan para devolverme el oro.
-No, eso nunca, un mago, aunque mediocre, no desvela sus trucos. Ya tendrás noticias mías.

Mientras la policía científica buscaba pistas dentro del banco.
El presidente del gobierno declaró la crisis en el país y pidió ayuda a sus homónimos vecinos.

Una pérdida tan importante de oro podría suponer un gran inconveniente para el país.
Ya sabían que ese oro no podía venderse fácilmente, pero el que cayera en manos de terroristas podría ser fatal.

El presidente del banco pidió audiencia inmediatamente y convenció al jefe del estado que podía recuperar el oro, pues ya estaban en negociaciones.
Solo necesitaba un par de días. 

Mientras en el banco las pesquisas dieron sus frutos, un policía consiguió identificar la huella de lo que podría ser un gato, marcada con yeso.

Como el primer aviso del robo, vino de la comisaría, allí acudieron los expertos para recabar más información.

En una reunión informativa estaban cuando la puerta de la sala se abrió.
Un policía se acercó al jefe y le comentó unas palabras al oído.
-Que entre, dijo el, en voz alta.
Al instante el anciano de cabello blanco entró en la estancia.
Se puso en medio de la mesa de los presentes y habló.
-Yo avisé que esto sucedería y será peor mientras el tenga tiza.
-Veamos, dijo el policía jefe, que tiene que explicarnos ahora,
-Mi discípulo está loco, pero no es tonto, sabe que ese oro no lo puede vender fácilmente y pretende un trato.
-No accederemos a ningún chantaje, gritó el policía.
-Espera, no te emociones, dijo el presidente del Banco Central.
-Pero señor, continuó el policía, si dejamos que siga, puede hacernos más daño.
-No tranquilo, dijo el presidente, tengo curiosidad por saber el trato. Hable usted caballero.

-Que quede claro por delante, que yo solo hago esto para arreglar el desaguisado producido por mi invento y no gano nada.
-De acuerdo, explíquese.

-Mi discípulo ha decidido devolver el oro si mañana depositan diez millones dentro de la cámara acorazada.
-Solo eso? Preguntó el policía. Como va a devolver el oro?
Todos se miraron intrigados y sorprendidos.
Pero el presidente actuó rápido.

-Muy bien, dijo, lo haremos.
Pondremos los millones a su disposición en el banco, porque de allí no podrá sacarlos y aprovecharemos para atraparlo.
Todos los expertos policías se miraron y asíntieron.

-Si ya no tiene tiza para robarnos y no puede conseguir más, dijo el presidente, según la teoría de este caballero, no tendrá escapatoria.
-Exacto, dijo el anciano, no puede ni podrá tener más, este experimento es tan peligroso, que hemos destruido todas las pruebas. Y ahora, por favor, mientras una tos le apaciguaba la voz, pueden darme un poco de agua?
-Si, si, dijo un policía, acompáñeme.

Los dos hombres salieron de la habitación, mientras continuaba la reunión dentro.
Llegaron a la máquina expendedora y un gran ruido sonó detrás, una mesa se había roto, cayendo todo su contenido al suelo.
El policía giro la vista y corrió hacia allí, por suerte no había nadie cerca y no resultó herido.
Al girarse para volver con el anciano, este había desaparecido.
Dio la voz de alarma y todos salieron para comprobar que pasaba.
Nadie vio más al anciano.

Si una mujer, que entraba en la comisaría, se cruzó, al abrir la puerta, con un bonito, esbelto y negro gato que salía. 
Esbozando una sonrisa, la mujer algo sorprendida, entró.

El presidente del Banco Central comunicó las incidencias directamente al jefe del estado.
Prepararon la defensa del lugar.

Todas las alarmas estaban activadas y cada metro de la cámara vigilada por policías, nadie podía entrar ni salir de allí.
Depositaron el maletín con los diez millones en el centro de la estancia.
Fueron pasando las horas sin incidentes.
Todos esperaban.

Cuando faltaban diez minutos para cumplirse las veinticuatro horas, la alarma anti incendios se disparó. La llamada automática a los bomberos dio paso al funcionamiento de los aspersores, todo el recinto quedó inundado por el agua mientras los desagües trabajaban.
Después del desbloqueo de puertas, la policía, pudo entrar. 
La sorpresa fue mayúscula, la estancia tenía resto del agua aún, con un extraño color, pero el oro estaba dentro,
Nadie podía explicar como lo había logrado, eso si, el maletín había desaparecido.

Las noticias llegaron al presidente de la nación, que al momento levantó la crisis. Respirando aliviado.

En la televisión era la noticia del día. Habían conseguido recuperar el oro, decían todos. Aunque nadie hablaba del maletín con los diez millones.

Ash tomaba su gintonic, mientras se acicalaba el pelo, esbozando una sonrisa que rápidamente se transformó en una gran carcajada.
Volvió a llamar por el teléfono movil.

-Juan, muy buenos días, para ser un mediocre mago, te he sorprendido, verdad?
-Me has aliviado, pero tienes que explicarme como has sido capaz, para poder proteger de verdad tanto oro.

-Claro, contestó Ash.
Te espero en media hora en el club. Pídeme un gintonic bien servido.


Habían pasado cuarenta minutos ya, cuando Ash apareció.
-Si que has tardado, dijo Juan.
-Si, el tiempo suficiente para atemperar ese gintonic.
-Bien, me vas a explicar como lo hiciste?
-Aunque un mago nunca desvela sus trucos, una parte si puedo contártela.
-Te escucho, dijo Juan.

-Cuando el anciano, mi papel estelar de la historia avisó a la policía, vosotros iniciasteis el plan, pues para conectar toda la seguridad hay que abrir la puerta acorazada y allí entró mi segundo papel estelar, un gato, negro y esbelto, que supo agazaparse lo suficiente para entrar sin ser visto.
Dentro rompí varios sensores volviendo locos a los guardias y preparé el ataque.
Justo entre los tubos que la cámara necesita para la ventilación y las conexiones, hay el espacio necesario para que un ágil gato pueda desplazarse, por allí salí y volví a entrar, pero esta vez con mi truco preparado.
Con la tiza fui dibujando unos ladrillos que al unirlos formaron un muro blanco, que pintado con los mismos colores de las paredes de la cámara, hizo invisible una parte de la estancia con el oro dentro, durante el fin de semana, como los sensores interiores ya los había desconectado, nadie notó nada.
-Entonces, sorprendido preguntó Juan, nunca sacaste el oro de allí?
-Exacto. El oro quedó detrás de ese muro postizo, no siendo visto, ni siquiera la policía se percató de que la cámara acorazada era más pequeña.

-Muy astuto, claro, sacar tanto oro hubiera sido muy complicado. Pero, porque empeñarse en tener el maletín también dentro de la cámara?
-Porque, continuó Ash, allí no podrías pillarme y en la calle seguramente si.
Así que volví a entrar por los tubos con mi personaje felino, preparando el truco final.  Guardé el maletín entre la salida del aire acondicionado y provoqué un pequeño incendio, quemando papel.
Se dispararon las alarmas y el agua de los aspersores deshizo el yeso de la pared, quedando al descubierto el oro y marchándose por el desagüe. Sin huellas ni indicios, ya tienes el oro.

Ash saboreaba el gintonic.
-Un mediocre pero intenso mago, que puso en jaque al país. Pronto sabrás de mi fama. Se que te estas preguntando algo.
-Si, continuó Juan. Como sacaste el maletín.
-No lo saqué. Un gato pasa desapercibido, pero un maletín habría levantado sospechas. Aún está allí.

Juan salió corriendo, eran diez millones.
Ash seguía sorbiendo su gintónic. La sonrisa se dibujaba en su rostro.

El presidente entró en el Banco Central, casi sin oxigeno, de lo rápido que llegó y a gritos dijo.

-Abrir la cámara acorazada, rápido.
-Pero, le contestó el guardia de seguridad, sabe que necesitamos unos minutos por el sistema de retardo.

Allí esperaron todos expectantes el tiempo necesario.
Hasta que se abrió la puerta.
Juan entró corriendo, seguido de los guardias.

Fue mirando por todos los rincones que dejaban los cables y tubos, hasta que encontró la trampilla.
Trajeron una escalera, subió y allí estaba...
-El maletín, si!! Gritó entusiasmado.

Lo bajó y ante la atenta mirada de sus compañeros,  abrió la cartera.

Dentro para mayor sorpresa de todos había una pequeña pizarra.
Juan leyó el escrito.
-Llegas tarde como siempre, este mediocre pero increíble mago te vuelve a ganar. Gracias por la recompensa al devolverte el oro.
Eso si, recuerda que un mago nunca desvela sus trucos.
Ya se que te estas preguntando, como pude sacar el dinero. Yo te comenté que un maletín hubiera llamado la atención, por eso no lo saqué, pero el dinero enganchado en el cuerpo del gato es tan discreto como el propio animal.
Por eso la verdadera pregunta tendría que ser, si quieres desvelar el truco:
Cómo convertirse en gato?

-Hijo mal nacido, renegó el presidente. Me has robado diez millones.

-Jefe, mire, detrás la pizarra tiene algo más escrito.
-Es verdad, dijo Juan.
Y leyó el resto.

-No pierdas la pista a este genial Mago, porque volveremos a vernos.
Si intuyes la silueta de un gato negro, bello, esbelto e inteligente, no desestimes su capacidad de ganarte.

Firmado: Ash. El mago. 

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