15 nov 2020

Un cuento para Alexandrita.

 Para Alexandrita.


Erase una vez un delfín  que nadaba feliz persiguiendo un pulpo, que era muy inteligente y que conseguía despistarlo usando un juego muy instructivo. El pulpo se escondía detrás de las rocas y con su tinta  formaba una nube negra con la que realizaba unos dibujos geométricos que embobaban al delfín, mientras este repasaba los dibujos para interpretarlos, el pulpo se encaramaba en una ballena jorobada que lo transportaba hasta las profundidades. 

El delfín veía en la tinta a sus abuelos entre las sombras y hablaba con ellos para explicarles sus andaduras. 

En esto estaba el delfín, entre manchas de tinta, cuando vio aparecer un banco de sardinas que perseguían un suculento cebo arrastrado por una barcaza. El delfín se interpuso en medio para evitar que las redes atraparan a las sardinas y cuando quiso darse cuenta estaba enredado entre las cuerdas.

Frente a el también pudo ver a su gran amigo el pulpo inteligente, que esta vez no se había escondido aún.

Los dos se miraron fijamente, sabiendo que si seguían ahí, serían pescados por los hombres de la barcaza, pero no podían hacer nada.

Mientras, las sardinas fueron a buscar a la ballena jorobada que a aquella hora siempre  deambulaba por allí y la convencieron para que pudiera ayudarles, esta que sabía  que no podría conseguir nada sola, fue en busca de su amigo el pez martillo, que a esa hora descansaba plácidamente frente a las rocas azules y explicándole la situación decidieron ir a buscar al compañero tiburón pez sierra, que acababa de dar de comer unas algas a sus pececillos y los estaba acurrucando para dormir. Sabiendo del peligro que corrían el delfín y el pulpo y de la atención que prestaban con sus juegos a sus pececillos, este decidió ayudarles con la condición que también se uniera el pez payaso. 

Ahora las sardinas, la ballena jorobada, el pez martillo, el tiburón pez sierra y el pez payaso decidieron juntarse para salvar al delfín y al pulpo inteligente, trazando un plan.

Mientras la ballena jorobada se interponía frente a la barcaza llamando la atención de los pescadores, el pez payaso subía a lomos de ella para realizar sus ejercicios acrobáticos, los pescadores que no entendían nada quedaron boquiabiertos e intentaron tomar fotos para Instagram, sabedores de que nadie creería lo que estaban viendo. Mientras, el tiburón pez sierra cortaba las cuerdas que encerraban al delfín y al pulpo, ayudado por el pez martillo que de un salto golpeó la grúa que arrastraba las redes desequilibrando la barcaza.

Los pescadores al sentir el golpe intentaron saltar, pero la barcaza se tumbó, los móviles cayeron al agua mientras las sardinas aprovecharon para hacerse selfies familiares.

Finalmente el tiburón pez sierra pudo cortar las cuerdas que atrapaban al delfín y al pulpo y estos se vieron liberados al instante.

Los pescadores, con dificultad, pudieron subirse al bote salvavidas mientras la barcaza se hundía. 

Ahora el delfín, por fin, puede disfrutar con sus amigos los pececillos del tiburón pez sierra, nadando alrededor de la barcaza, buscando donde está escondido el pulpo inteligente, mientras las sardinas alardean frente a sus familiares lejanos, cuando vienen de visita, de sus selfies.

Y si pasáis por las rocas azules podréis ver al pez martillo conversando con su amiga la ballena jorobada comentando las aventuras vividas por el tiburón pez sierra y el pez payaso que decidieron crear un dúo humorístico y circense, exhibiéndose frente a todos los barcos que pasan, pero esta ya es otra historia. 

14 nov 2020

Quién tumbó al Rey

                                                                                          Quién tumbó 
el rey?



Ana estaba rascando en unas hendiduras frente a la pirámide, sabia que en Egipto las oportunidades se encuentran y después de su flamante titulación en arqueología, que le permitieran poder investigar y descubrir en esa zona tan prolifera, era un premio fantástico.

No podia creerlo, se dijo cuando observó como al inclinarse, la roca cedió y se abrió un pasillo estrecho y angosto, con el suficiente espacio para pasar una persona arrastrándose. Entró sin dudarlo y accedió a una pequeña habitación con una sorpresa escondida, un tablero de ajedrez con varias piezas. Un rey, una reina un alfil y dos peones todos blancos y dos peones negros y una reina protegiendo a su rey tumbado. 

Ana sabia que estaba frente a un descubrimiento inquietante y llamó a su equipo para seguir investigando, hasta que encontraron un pequeño pasillo que permitía pasar a una persona bajita, de pie, que comunicaba con otra estancia idéntica a la primera, en esta encontraron otro tablero de ajedrez con las mismas piezas situadas en idéntica posición, pero con el rey negro de pie.

Como toda la situación era muy sorprendente, Ana documentó todo y decidió acudir a un historiador con dotes de investigador, que ya había resuelto varios enigmas en la zona, este le prometió que le haría saber sus conclusiones, no sin antes preguntarle las características de las piezas y lo que habían encontrado exactamente.

Ana le explicó que los dos tableros eran idénticos, que en la base de las piezas había grabado unas siglas y que no encontraron rastro alguno de las otras piezas que faltaban.

Al cabo de unos días el investigador llamó a Ana y le explicó lo que había descubierto.

Esas piezas pertenecían a un rey que gobernó por la zona sobre el año 1400, muy amante del ajedrez, también le explicó que según sus pesquisas debía faltar una tercera habitación que en forma de rombo distaba del centro de las dos habitaciones en un ángulo de 45 grados, donde encontrarían una tumba y el resto de las piezas negras.

Ana se apresuró a volver a la zona con su equipo y con un radar estuvieron investigando hasta que encontraron la tercera habitación, que como muy bien predijo el investigador, contenía una tumba, aunque vacía y un agujero en una pared conteniendo las figuras que faltaban de color blanco. Al iluminar la habitación observaron un agujero pequeño, a la altura de los ojos, que comunicaba la habitación con una de las dos encontradas con anterioridad.

Ana documentó todos los descubrimientos y explico todos los detalles al historiador, que le prometió seguir la investigación.

Después de unos días Ana recibió la visita del experto, que le ofreció la posibilidad de acompañarla al recinto, ya que había podido saber, por unos escritos muy antiguos, que había una cuarta habitación, también en rombo y conectada a las dos habitaciones paralelas en un ángulo de 45 grados, que aún no habían descubierto. 

Muy interesados todo el equipo volvió a la excavación y siguieron buscando con el radar hasta dar con el nuevo espacio, este estaba conectado con las habitaciones paralelas por un pasillo similar y contenía un agujero idéntico que permitía observar de pie a vista de los ojos la habitación inversa, también descubrieron el hueco en la pared con las restantes figuras blancas.

Ana cada vez estaba más intrigada y sin encontrar explicaciones.

El investigador le prometio seguir para poder entender la situación, ahora que ya tenían todas las habitaciones descubiertas.

Volvieron a documentar todos los descubrimientos. 

Al cabo de unas semanas el investigador llamó a Ana para explicarle lo que había descubierto. 

Ana se presentó en su despacho y allí el empezó su sorprendente relato.

En la época en que habían fechado la estancia y las piezas del ajedrez, reinaba un rey muy enamorado de este experto juego con su mujer y dos hijos varones, gemelos en el nacimiento unos veinte años atrás, con una diferencia de varios minutos.

El rey había falleció por unas terribles fiebres y los hijos decidieron heredar el trono, las tradiciones hablaban que el segundo en nacer era el primogénito, aunque el primero se negaba a aceptarlo, así que la madre decidió seguir la tradición del juego de ajedrez que tanto gustaba en la familia, para resolver el conflicto.

Se realizaron dos habitaciones paralelas conectadas por un pasillo, cada una conectada a la vez con otra, en estas segundas se preparó una tumba para cada aspirante.

Desde su habitación mortuoria cada hermano podia seguir la partida en el tablero que podia ver por el agujero de la pared, sin tener acceso a su interior.

La madre concertó que quien perdiera seguiría encerrado hasta morir en la habitación sellada y el ganador saldría para reinar.

Ana llena de curiosidad preguntó el porqué de los dos tableros entonces, ya que con uno hubiera bastado.

El investigador siguió explicando mientras la miraba iluminando sus ojos.

Realmente cada participante solo podia observar una habitación distinta de las dos paralelas, por lo tanto solo uno de los dos tableros, diferentes desde cada habitación, como los dos eran muy expertos, la madre esperó a la ultima jugada, donde decidió actuar.

Al hijo que jugaba con las figuras negras le explicó que le hacían jaque mate y que tenia que morir en la estancia, de ahí el rey tumbado, pero como madre suya le permitía escapar por un pequeño pasillo construido en la habitación, siempre que jurará por su honor, nunca destapar lo sucedido, todos le darían por muerto, así el podría vivir. El hijo aceptó.

Al segundo hijo, seguidamente, le explicó que en la siguiente jugada su hermano produciría el jaque mate que tanto estaba temiendo, por lo tanto tendría que morir en la  habitación como estaba obligado por las reglas, aunque como madre le prometió una salida digna a través de un pasillo especialmente construido en la habitación para ese propósito, ya que dijo ser su preferido, para que pudiera vivir, siempre bajo el juramento de no revelar nunca esa opción a nadie, lo que el hijo aceptó.

Así las dos habitaciones con las piezas en juego. Los hijos se exiliaron y nunca más se escuchó hablar de ellos, mientras la madre reinó con su amante, un estratega experto, durante muchos años.