Antonio era una persona de mediana edad, aunque tenía estudios universitarios, la crisis lo había inclinado a trabajar de comercial para una multinacional.
Estaba casado, pero su mujer no tenía trabajo.
Como el sueldo no daba para mucho, decidió cursar su segunda carrera, esta vez con la idea de poder gestionar su propia empresa.
Después de un duro día, acompañando a otro comercial de una empresa colaboradora, para poder introducir en más mercados sus productos, volvía a casa por una carretera secundaria.
Al salir de una cerrada curva lo vio, el vehículo estaba tumbado en el borde de la carretera, claramente se veían las marcas de los neumáticos en el asfalto, pero el coche había impactado con un árbol.
Antonio paró su automóvil, se bajó y comprobó como dentro del coche accidentado había un hombre, bien vestido, estaba inconsciente, llamó desde su móvil a emergencias, dando la posición y pidiendo una ambulancia.
Mientras, pudo ver un maletín en la parte trasera del vehículo, además a los pies del asiento del acompañante habïa un movil de última generación, dudó unos instantes, miró a su alrededor.
Comprobó que no había nadie y cogió el teléfono y el maletín.
Los guardó en su coche.
Al volver al accidentado y mientras oía ya las sirenas de los vehículos de emergencia, le sorprendió la reacción del conductor.
Intentando girar su cabeza hacia el le dijo de forma casi inaudible.
-No entres...
-Que dice? Preguntó Antonio.
-...en el bucle.
-Como? Volvió a preguntar.
Pero el hombre estaba muerto, ya no dijo nada más.
La policía le tomó declaración y sus datos.
Al marcharse, mientras miraba el maletín y el móvil escondidos en su coche, Antonio intentaba descifrar las últimas palabras del conductor.
Al llegar a casa, lo primero que hizo Antonio, fue intentar abrir el maletín, pero no pudo.
Aprovechando que estaba solo unos días, su mujer se había ido con sus padres, y no tendría que dar explicaciones, buscó la sierra eléctrica y cortó el maletín, estaba lleno de billetes.
No sabía que hacer, el dinero le venía fenomenal, pero si alguien reclamaba, la policía tenía su nombre.
Pensando estaba en la tontería de robar el maletín y dar sus datos reales al agente, cuando sonó el móvil.
-Si? Preguntó Antonio.
-Tienes lo nuestro? Escuchó que le decían.
-Como? Que quiere? Dijo Antonio.
-Tu quien eres? Queremos hablar con Alex.
-Lo siento, ahora no está.
-Que quieres decir? continuó hablando la voz.
Mira, ya me he hartado de todo ese juego. Seas quien seas, tu, dile a Alex que tiene treinta minutos para darnos el dinero, o es hombre muerto.
Y colgó.
Antonio quedó pensativo, pero tenía ventaja, ese tal Alex ya estaba muerto y nadie lo relacionaba con el.
Decidió cambiar la tarjeta del teléfono por la suya.
Más tranquilo, volvió a mirar el dinero y lo contó, eran tres millones de euros, suficiente para desaparecer y vivir tranquilo, siempre de forma discreta y sin llamar la atención.
Se fue a dormir.
Despertó muy temprano, no podia controlar los nervios,
Se duchó, perfumó y salió a la calle, despues de desayunar en un bar, entró en una tienda y compró otro maletin. Guardó el dinero en el, subió en su coche y decidió ir a casa de sus suegros a buscar a su mujer.
Mientras circulaba por la carretera sonó el movil, al descolgar oyó;
-La media hora se cumplió hace seis horas, estas muerto.
-Perdon? Dijo Antonio, quien es?
-Sabes muy bien quien somos, pero tranquilo pronto nos encontrarás.
Y colgó.
Antonio no sabia que hacer, pero seguía pensando que no podían localizarlo ni relacionarlo con ese tal Alex.
Y continuó su camino.
Aunque se desvió por una carretera secundaria para ir más tranquilo.
Al poco, un coche de gran cilindrada lo adelantó y redujo su velocidad. Antonio mantuvo la distancia por preucaución, sin entender que pasaba.
Otro vehículo se pegó tras el, conduciendo muy cerca, demasiado para su gusto.
El automóvil aceleró y contactó con su parte trasera, empujándole para que impactara con el coche que le precedía, a Antonio no le quedó mas remedio que frenar bruscamente y al girar el volante, perdió el control, chocando contra un árbol.
Quedó conmocionado.
Sintió como un coche paraba, una persona se le acercó, miró dentro y cogió el maletín, lo abrió, vio que estaba llenó de dinero y se lo llevó, al girarse, su vista se paró en el móvil, alargó el brazo por encima suya para cogerlo, entonces Antonio pudo verse a si mismo, en aquel instante, con el maletín, con el teléfono y no dudó, como pudo balbuceó.
-No entres...
En el bucle.
Pero el hombre, o sea el, no entendió que decía, solo se limitó a marcharse.
Antonio no pudo decir nada más, pero mientras su último suspiro se escapaba, pensó que tendría dos días más de vida, en ese otro Antonio, y que podría repetirlo tantas veces como el mismo pudiera encontrar el maletín.
O tal vez no fuera así.
Antes de perder el aliento, pudo escuchar otro frenazo y unos gritos.
Solo atinó a oír.
-Por fin, vamos coge el maletín, no quiero más problemas.
-Pero, ese hombre que has atropellado está muy mal.
-A ti no te importa, vámonos, ya pasará alguien.