27 sept 2014

El laberinto

-Señor, aquí le dejo el informe, la persona seleccionada está, por fin localizada.
-Gracias, puede retirarse.
El hombre vestido con un elegante traje negro, abrió su teléfono y marcó la clave.
-En este momento da comienzo la 'operacion laberinto'.
El delfín está localizado y a punto para entrar en la cueva, lancen las redes.

El mensaje fue rebotando por todos los servidores conectados.
El hombre, satisfecho, colgó el auricular.
Una sonrisa se dibujaba en el rostro.
Pronto, pensó, cambiaremos la manera de ver el mundo,


Elías circulaba con su vehículo, un potente descapotable, por una estrecha carretera bordeando el mar, las curvas le aproximaban al precipicio, entre inmensos  riscos escarpados.
Estaba disfrutando de sus vacaciones bien merecidas.

Hacía cinco años que, después de conseguir su título con las mejores calificaciones, trabajaba en un reputado bufete de abogados, defendiendo casos muy difíciles para ser el mejor.
Por fin se había ganado un buen descanso.

Elías seguía admirando el paisaje y al fondo descubrió una pequeña playa, decidió parar un rato.
Salió del vehículo, se quitó la ropa y nadó tranquilamente en las calmadas aguas.
Estiró una pequeña toalla que llevaba y decidió tomar el sol, en esa diminuta cala no había nadie.

Despertó de la amable siesta, para poder contemplar la maravillosa puesta de sol sobre el horizonte.
Tenía hambre.
Subió al descapotable y continuó el viaje hasta el siguiente pueblo no muy lejano. 

Al salir de la curva, aunque iba rápido, tuvo el tiempo justo, el vehículo derrapó de lado, pero la ayuda electrónica lo estabilizó, quedó parado.
Delante dos potentes focos lo iluminaban.
Todo estaba en silencio, una interferencia sonora empezó a molestar en sus oídos, cada vez era más intensa y más aguda.
Antes de quedar inconsciente, vio la red que caía sobre el.
Después nada.

-Señor, buenas noticias, el delfín ya está en la piscina.
-Muy bien, gracias.
Que empiece la operación.
Primer paso listo. Seguimos con el aprendizaje.


El laboratorio estaba a punto.
La placa de titanio ya estaba preparada con el chip incorporado, el científico la depositó, con sumo cuidado, en el maletín, la entregó entre fuertes medidas de seguridad y altamente protegido, el maletín llegó escoltado hasta el quirófano.
El doctor ya tenía el cráneo abierto, con toda la delicadeza posible, incorporó la placa, conectándola al cerebro, como estaba previsto.
Cerró.

-Señor, el delfín ya esta listo para nadar.
-De acuerdo, seguimos el programa, abrir la piscina y que escape al mar.
Allí continuará.


Todo estaba oscuro, Elías abrió los ojos, el murmullo de las olas le devolvieron a la realidad, estaba en la playa, la noche le había sorprendido.

Seguía solo, debió ser un sueño el encuentro con los extraterrestres, pensó.
Tenía hambre, decidió ponerse en marcha.
Al llegar al punto, en la curva donde el coche derrapó anteriormente, frenó en seco, algo alertó su sentido, estaba nervioso. Bajó del vehículo, al caminar unos metros aquella potente luz volvió a aparecer, como en su sueño.
Pero esta vez estaba preparado, los tapones en los oídos, impidieron que el sonido agudo e intenso lo atrapara.
De un salto esquivó la red.
Parecía como si su mente, sabía que iba a pasar, rodó sobre si mismo y se escondió tras unas rocas.
Detrás de las luces, un gran nave, enganchaba el coche, lo transportaba al interior y desaparecía en segundos.
El quedó solo y a oscuras, solo la tenue luna en cuarto creciente le acompañaba.
Eso si, pensó, se había librado, no sabía como, de los extraterrestres gracias a su sueño.

-Señor, el delfín está libre.
-De acuerdo, sigamos con el programa.
Que entré en el laberinto y veremos como se comporta.

El hombre del traje negro, volvió a coger el auricular y dio las órdenes oportunas.
-Operación laberinto en marcha, repito: Operación laberinto en marcha. Todo los implicados a sus puestos.

-Empezamos la segunda parte de la operación. Todos atentos. se oía por los altavoces.
La mujer entra en el laberinto.

-Señor la hembra ya está preparada, veremos que hacen los delfines.

Elías seguía caminando por la carretera, cuando divisó un coche que se aproximaba.
El vehículo paró a su lado.
Una mujer atractiva, morena y con una melena larga, al volante, le sonreía.
-Quieres que te acerque al pueblo, le preguntó.

Elias no estaba muy seguro, pero aceptó, la chica parecia ser buena persona.
Ella le interrogó.
-Que haces a estas horas andando por la carretera?
-Es una extraña historia, contestó el.
-Ya, siguió ella, me vas a decir que unos extraterrestres te han adducido, no? 
Soltando una sonora carcajada.
-Pues mira, casi, no han podido porque he reaccionado a tiempo, pero se han llevado mi coche.

La mirada de la chica fué intensa, entre sorprendida y extrañada.
-Es igual, continuó ella, no pretendo saber nada, me llamo Eva.
-Yo Elías, dijo el.

Subió al coche y continuaron la marcha entre la conversación para conocerse mejor.
Al llegar al pueblo, ella decidió acompañarlo a cenar.
-Bueno, dijo Eva, no es una cita, pero tengo hambre y curiosidad por saber más de ti.
Como supongo que no has estado nunca aquí, preguntaremos a alguien para que nos indique un buen restaurante.
-No hace falta, contestó Elías, mi instinto me dice que detrás de aquella esquina hay una deliciosa cena.
Para sorpresa de Eva, justo donde el decía, la puerta del restaurante anunciaba excelentes platos. 

Entre una ensalada de frutos del mar, aderezada en una vinagreta y unas langostas rodeadas de ostras crudas, fueron intimando, mientras lo regaban todo con un excelente vino Lalama, cosecha del dos mil nueve, de la Ribeira Sacra, según les recomendó el somelier.

La noche fue subiendo de temperatura, mientras pasaban las horas.
A la salida y en pleno ocaso, decidieron alquilar una habitación y terminar una excelente noche compartiendo más que alimentos.

Elías volvió a usar su intuición para llegar al hotel.
No se equivocó, eligió el mejor, para mayor expectación de Eva.

Mientras sudaban juntos bajo las sábanas, lejos de allí el hombre del elegante traje negro, iniciaba su jornada diaria.
-Reporten novedades, incidía con voz potente a través de los altavoces.

-La pareja de delfines, le contestaron por el teléfono, está junta, dentro del laberinto.
Estamos esperando acontecimientos, aunque las cámaras observan que se están apareando,
-Excelente, dijo el hombre, nuestra meta está cerca.

Amanecía en el pequeño pueblo costero, el sol empezaba a iluminar la estancia, cuando Eva, abrió los ojos.
El estaba allí.

Elías despertaba.
-Porque me miras así, preguntó a la chica.
-Así, ¿como? Dijo ella.
-Con esa cara perdida, continuó el, entre risas.
-Mira, habló Eva, sigo intentando comprender como puedo haberme enamorado de ti, de esta manera, ayer ni sabía de tu existencia, aún no puedo creer que en tan poco tiempo, pudiera conocerte tanto.

No sabia bien que hacer ni que decir...
-Mis vacaciones han cambiado radicalmente,continuó Eva, viajaba a encontrarme con un viejo amigo lejos de aquí, pero he conseguido localizar a mi media naranja.
Cuanto más te miro, menos entiendo que ha pasado.

Parecía que hubieran estado conectados telepáticamente, desde el primer momento.

-Yo tampoco puedo explicarlo, dijo Elias, pero desde mi encuentro con los extraterrestres, mi vida está evolucionando mucho.
-Bueno, pues aprovechemos la situación, dijo Eva. Vayamos a desayunar y descubramos este fenomenal pueblo.
Mira que bonita vista del mar, desde la ventana. Señalando hacia el horizonte,

Despues de unos abrazos y besos, la ducha de rigor y algunas otras carantoñas, bajaron a desayunar.
Acabando en la playa, paseando.

La temperatura era excelente, el sol iluminaba las olas con reflejos metálicos en sus crestas.
La expresion de Elias, cambio súbitamente.
-Que te pasa, preguntó Eva.
-No se, notó que algun peligro nos acecha, como en mi encuentro con los extraterrestres.

Elias se acercó a la orilla. 
-Si, allí ,mira, le dijo a Eva, señalando al mar.
Hay delfines, los ves?
-Si, tienes razón, contestó ella.
-Me están llamando.
-Te están llamando??
Preguntó incrédula Eva.
-Si, respondió el, ven acerquémonos a la ensenada del puerto.

Al borde del agua, Elias se remangó los pantalones y entró, para acercarse al delfin, mientras la chica se quedó fuera.

En su cabeza resonaban las palabras, solo se oían los quejidos del animal, pero Elías, comprendía cada sonido, convertidos en palabras en su mente

-Escúchame, decía el delfín. Tengo que contarte algo muy importante.
Elías, siguió entrando en el mar, hasta poder tocar al delfín.
Este continuó,
-Estás  en peligro, aunque crees que los extraterrestres no te adducieron, si lo hicieron, por eso puedes comunicarte conmigo, estás formando parte de un experimento, un trozo de mi sensor mental, está incrustado en una placa de titanio que han introducido en tu cabeza, conectada a tu cerebro. Con la chica hicieron lo mismo, esta relacionada con un delfín hembra, que es mi pareja.
Ellos quieren conseguir dominar a las personas y ponerlas a su servicio, contigo inician su dominación, debes escapar. Pero ten cuidado, estas en un laberinto, si no encuentras la salida, nadie podrá ayudarte.

-Que haces, oyó Elías, que preguntaba la chica.
-Ahora te lo explico, dijo el.
Volviéndose al delfín, siguió conversando.
-¿Como puedo salir de aquí?
El delfín contestó.
-Aun no puedo ayudarte, pero estoy intentando comprender cómo actúan, seguiremos en contacto, cuando descubra más, nos comunicaremos.

El delfín desapareció hacia el fondo.
Elías salió del mar y explicó la conversación a Eva, que muy sorprendida, siguió interrogándole.
-Pero si los dos llevamos placas de titanio en el cerebro, porque solo tu puedes entender al delfín?
-Creo que tu puedes comunicarte con la hembra, pero no la he visto aún.

Mientras seguían conversando, una pareja de policías se acercó.
-Señor, le dijeron, sabe que esta prohibido bañarse aquí? Tendré que multarle, déjeme su documentación.

Elías buscó la cartera, pero no la encontró, se excusó ante los policías, intentando convencerlos de que la tenía en el hotel, pero no sirvió de nada.
Elías y Eva acabaron esposados y en el vehículo policial, hacia la comisaría.
Alli el jefe de policía los recibió y decidió sin dejarles hablar, encarcelarlos.

A Elías lo metieron en una pequeña celda, estaba solo.
No volvió a ver a Eva ni donde la llevaron.

Unas horas después, le trajeron la cena sin mediar más conversación ni contacto con nadie.
Era el propio jefe de policía.
Atendiendo a sus señas, Elías encontró debajo del plato, una nota y una llave.
Cuando el hombre abandonó la celda, leyó el escrito.

-Soy un infiltrado en esta organización, había garabateado en el papel, con la llave, cuando oscurezca, puedes salir de la celda, busca siempre el norte en las calles y sal de aquí.
Si no lo consigues, caerás en sus redes y perderás tu autonomía, ellos lo controlan todo.

Elías estaba muy sorprendido, pero decidió hacer caso, no tenía nada que perder.

El hombre del traje negro sonreía, delante tenía a la chica.
-Como estás Eva? Dijo.
-Se me esta haciendo pesado esto, no podemos matarlo ya?
Preguntó ella.

-No, aún no, el plan tiene que ser perfecto.
El delfín ha cumplido a la perfección, el se ha tragado el anzuelo, solo falta el golpe final, sigue con tu papel y la recompensa de Q, será inmensa.
-De acuerdo, dijo la chica, si no queda más remedio, continuaré el plan. 

Se despidieron con un abrazo intenso, entrelazando sus  lenguas, mientras sus labios no se despegaban.

Cayó la noche. Elías decidió usar la llave, con mucho sigilo, comprobó que nadie estaba vigilando.
Echó un vistazo por la comisaría, pero no encontró a la chica, muy a su pesar, decidió continuar solo.

Salió a la calle, guiándose por las estrellas, buscó el norte e intentó salir del pueblo, pero no conseguía su propósito, cada vez que acababa una calle, volvía a aparecer en una céntrica plaza. Después de muchos intentos, desistió, comprobó que estaba en un laberinto, como dijo el delfín, no había salida.
Tenía que buscar otra solución.
Mientras en la comisaría detectaron su fuga.
Saltaron las alarmas.
Varios policías fueron avisados para patrullar y buscarlo.

Entonces Elías la vió, era Eva, andaba tranquilamente por la calle.
No acababa de comprender, se acercó a ella y la llamó discretamente, desde una esquina.
La chica se giró, sorprendida se acercó a él.
-Como... como has escapado?
-Me han dado una llave en la cena, alguien infiltrado que quiere ayudarnos.
Aunque no le dijo que era el jefe de policía.

-Alguien infiltrado, repitió ella, entre curiosidad y sorpresa.
-Si, contestó Elías, pero me dijo que buscará el norte y estamos en un laberinto. Aunque, tu como has escapado?
-No se, dijo ella.  Cuando te llevaron dentro, a mi me dejaron en libertad, pero me hicieron alguna cosa, pues llevo vagando varias horas sin saber porque.
-Te drogaron? Preguntó el.
-Seguro. Aunque no sabría decir como. Dijo ella

Elías no se fiaba mucho de la chica, pero no tenía a nadie más, hasta el delfín le dijo que ella estaba en su misma situación.
Entonces recordó.
-Claro, como no he pensado antes, el delfín, voy a intentar contactar con el.
-Si, dijo Eva, prueba a ver si nos ayuda.

Se acercaron de nuevo a la playa.
Elías se concentró cuanto pudo y habló al delfín.
En pocos segundos el agua dejó paso a un movimiento rápido, un salto y el animal estaba muy cerca.

-Necesito hablar contigo, dijo Elías.
-Veo que has podido escapar, resonó en su cabeza.
-Si, pero no se cómo salir de aquí, el laberinto esta cerrado, continuó Elías.
Y el delfín saltó de nuevo, para entrar en la profundidad del mar.

Los policías estaban ya en la playa. Rodearon a la pareja y apuntándolos con sus pistolas, los detuvieron.
Esposados volvieron a llevarlos a la comisaría.

Alli introdujeron a Elías en la misma celda de la primera vez y se llevaron a la chica.

Se oía discutir a varios policías. Buscaban los culpables de la fuga.
El silencio reinó en la instancia y al momento dos disparos.
Elías seguía muy intrigado sin poder ver nada.

-Eva, dijo el hombre del traje negro, el señor Q, está muy decepcionado, no has sabido llevar a Elías y concluir el contacto con el delfín.
-Habéis aparecido demasiado rápido, dijo ella. No tuve tiempo.
-Sabias tu misión, continuó explicando el hombre, ahora que Elías estaba atrapado y que el jefe lo había dejado escapar, solo tenias que convencerlo para escuchar al delfín, este lo hubiera llevado al fondo del mar, para ahogarlo.

Era el crimen perfecto. El abogado muerto por accidente y el señor Q, muy amablemente, por librarse de el, nos pagaría mucho dinero.
-Lo sé, dijo ella, pero vuelvo a decirte que no tuve tiempo.
-Está bien, tranquila, pensaremos otro plan, ven, abrázame, dijo el hombre.

Eva se acercó, mientras se abrazaba a el, notó un quemazón en su pecho, el cuchillo destrozó su corazón, en pocos segundos, la sangre borboteaba y su aliento se fué extinguiendo, sus ojos seguían mirándolo, ya sin vida.
El cuerpo cayó al suelo.
El hombre del traje negro, manchado de sangre, habló por teléfono.
-Venid, deshaceros del cuerpo.
No esperó la respuesta, se giró hacia la otra habitación.

-Señor Q, sus ordenes están cumplidas.dijo
-Lo he visto, aquí tengo el maletín con unos cuantos millones,
Ya sabes que tienes que hacer.
-Si, dijo el hombre, el jefe de policía seguirá con su papel, volverá a liberarlo y lo acompañará hasta el delfín, seguiremos el plan, ahora que tiene su confianza. 
-Esperemos, dijo el señor Q, que ese robot delfín funcione bien.
-Seguro que si, mis expertos están convencidos, dijo el hombre, la placa que instalamos en su cabeza recibe bien nuestras ordenes, el robot solo tiene que acompañarlo al fondo y retenerlo allí.

-Luego, continuó el señor Q, todo habrá acabado, nadie investigará tanto, ya está todo arreglado, pero recuerda que si fallas otra vez, estás muerto.

El silencio reinó en la estancia, mientras el señor Q desaparecía.

El hombre del traje negro, apretó el maletín contra el.
Sabía que tenía que hacer.

Elías estaba medio dormido, cuando el jefe de policía entró en la celda.
-Te dije antes, con la nota, que buscaras la salida, que pasó? Preguntó
-Estamos en un laberinto, contestó Elías.
-Claro, siguió el policía, era tu responsabilidad buscar una salida, antes he tenido que cargar la culpa de tu fuga a un pobre chico y el jefe de todo esto lo ha matado. No puedo correr más riesgos, si crees poder escapar te ayudo, si no, lo siento por ti, pero no puedo poner en riesgo mi situación, ahora que estoy tan cerca de atrapar al verdadero pez gordo.
-Hablando de peces, dijo Elías, tengo un plan, un delfín ha contactado conmigo.

-Un delfín? Preguntó extrañado el policía.
-Si, todo esta situación está provocada por ese pez, por lo visto, tengo una parte de su placa mental en mi cabeza, es un experimento, de los extraterrestres para dominar nuestra raza, por eso creo que tu organización delictiva, no es lo que parece.
-Quien te ha explicado toda esa historia?
Preguntó el policía.
-El delfín, ya te lo dije, contestó Elías.
-Tu estas loco. Continuó el policía. Aquí hay un pez gordo, que controla varios grupos mafiosos y quieres deshacerse de ti, sabes quien te la tiene jurada?
-Ahhhh!! No, no, dijo Elías.

Pero la conversación dio mucho que pensar a Elías, si tenía razón el policía y todo era un montaje, la cosa cambiaba radicalmente.
Aunque si los extraterrestres estaban detrás era peor.
Decidió probar.
Tenía que librarse de morir.

-Se como escapar. Dijo Elías.
-Menos mal, habló el policía.
Qué hacemos, ahora he conseguido que no haya nadie en comisaría, vístete de uniforme y vayamos de ronda.
-Si, dijo Elías, tenemos que buscar al delfín, el es la clave.

Los dos hombres salieron juntos, no había nadie por allí, en unos minutos estaban en la ensenada, al borde del mar,
El agua estaba calmada, Elías se concentró y llamó al delfín,
Poco después los saltos entre las olas dejaron ver la silueta del animal.
Elías entró en el agua,
Y de nuevo pudo escuchar claramente como los sonidos que producía el delfín se convertían en palabras en su mente.
-Tienes que venir conmigo, le dijo, he podido saber que estás dentro de una finca inmensa e infranqueable, no podrás salir, te matarán antes. Solo hay una escapatoria.
-Estoy esperando, dijo Elías.
El delfín continuó.
-Tienes que venir conmigo hacia el fondo, hay una cueva que comunica con el exterior y podrás escapar.
-Pero, interrogó Elías, a pulmón puedo llegar?
-Es difícil, intenta conseguir un equipo de buceo.
-De acuerdo, dijo Elías, que al girarse, vio como el policía estaba ya rodeado.
Sonaron dos disparos y el hombre sé desplomó.
Elías no tenía más salida que bucear, los disparos empezaron a silbar muy cerca.
Se agarró al delfín y cogiendo todo el aire que pudo empezó a hundirse.

El fondo estaba turbio, no veía nada, las dudas empezaron a llenar su mente.
Y si era una trampa, se preguntaba.
No había marcha atrás.
Ya estaba muy lejos de la superficie. Solo quedaba confiar en el delfín.

-Señor Q, su plan está funcionando, el policía acompañó a Elías hasta el delfín y este se lo ha llevado a la cueva.
Tambien hemos anulado ya al policia, un estorbo menos.
-De acuerdo, vayamos a finalizar este asunto.

Los dos hombres subieron al yate y se adentraron en el mar.

Elías, perdía ya la consciencia, no podía aguantar más, necesitaba oxigeno como fuera, sus últimas fuerzas las apuraba agarrándose al delfín, sus ojos se cerraban, mientras veía el sol saliendo en la playa, y una muchacha joven y esbelta enfundada en un sensual bikini, le servía un mojito con mucho hielo.
Pero el vaso no llegaba a su mano, un golpe lo sobresaltó y pudo respirar, había llegado a la cueva,
Elías descansó mientras sus pulmones recuperaban el oxigeno perdido.
Había ido de muy poco que no llegara.

Pero no pudo estar tranquilo mucho tiempo, se oían voces al fondo, hacia allí fue.
Dos hombres que parecían guardias, estaban discutiendo entre ellos, Elías  vio como habían dejado las armas en la mesa, empezaron a darse puñetazos. Con mucho cuidado recogió las pistolas y se escondió.

De pronto dos hombres más entraron a gritos en la estancia, insultando a los guardias.
-Que hacéis inútiles, dijo el hombre del traje negro, no podéis ni estar unos minutos tranquilos? 
Habéis visto si ha llegado ya el delfín?
-No, señor, no vimos nada, este que se ha empeñado en meterse con mi familia y hemos acabado peleando...

Sonaron dos disparos, los guardias cayeron desplomados al suelo al instante.

-No quiero más imbéciles, dijo el señor Q. Vayamos a por el prisionero y acabemos con esto.

Los dos hombres entraron en la cueva.
Elías fue listo, aprovechó el momento, para escapar.  Fuera una verja con varias cerraduras y las llaves puestas cerraban la estancia, sobrepasó la puerta y dio las vueltas necesarias con las llaves, para dejar totalmente clausurada la cueva, además, tenían preparada una enorme roca, solo tuvo que encender la mecha y esperar que la dinamita hiciera el resto.

Un pasillo accedía directamente a un embarcadero, allí un yate esperaba, no había nadie.
Elías  no creía en su suerte, su título de patrón le iba a servir al fin.
Empezó a navegar, ya en alta mar, decidió echar el ancla e investigar el barco.
La sorpresa inundó su mente.
En el camarote unos cuantos maletines con mucho dinero, estaban preparados.

Unos días  después, Elías disfrutaba de su mojito, mientras charlaba con una rubia muy excitante.
Un mensaje llego a su movil, le confirmaban su petición para abandonar el bufete de abogados, además le comunicaban que el mafioso que lo había amenazado de muerte por sus acusaciones, había desaparecido, y estaba en busca y captura.

-Miriam, dices que te llamas, preguntó Elías.
-Si, pero tu llámame Mimi...
-De acuerdo, Mimi, quiero brindar contigo por un gran amigo mío, por el señor Q, allá donde esté.
-Se ha muerto? Preguntó ella.
-Seguramente, dijo Elías, pero no te preocupes guapa.
Bailamos??