23 nov 2014

No pintes nada. El juego continúa.

Ash estaba saboreando su gintonic, los fajos de billetes estaban repartidos sobre la mesa.
Aún no lo había ni contado, el disfrute del robo fue tan intenso que todavía estaba en éxtasis.

El sonido del timbre de su apartamento sonó.
Deprisa, como pudo, guardo el dinero y contesto al interfono.
-Quien es?
-Ash soy Erika, vengo con mi amiga Olivia, ábreme que te traigo una sorpresa.

El recordaba a su amiga Erika de buenos momentos de pasión, abrió encantado.
Las mujeres subieron.
La puerta del apartamento ya estaba abierta.

-Hola, dijo ella.
-Pasar, estoy aquí. Contestó el.

Las mujeres entraron.
Ash quedó embobado de la belleza de Olivia.
Estaba tremenda, pensó, aunque tampoco Erika desmerecía.

-Me alegra vuestra visita, tu dirás.

Las dos chicas se acercaron y con unos besos iniciaron la conversación.

-Pues verás, como sé que estabas buscando nuevos trucos para tu espectáculo de magia, hablando con Olivia, que es una vendedora de tupersex, encontramos unas cajas muy interesantes, para poder ofrecertelas.
-Ah! Dijo el. Sigue a ver que tienes.
-Solo una cosa, dijo ella, Olivia además es también mago y quiere enseñarte ese producto con una demostración, porque si te gusta, igual la contratas.

-De acuerdo, dijo el. Estoy montando algo diferente ahora e igual me interesa.
Veamos que sabes hacer.

Olivia abrió una pequeña maleta que llevaba dentro dos cajas negras de diferente tamaño. Las puso encima de la mesa.
Sacó una varita mágica y frotó las cajas suavemente.

Ash sólo veía el contoneo sugerente de la chica.
Por detrás notó como Erika le tapaba los ojos con una venda roja.
Mientras sus manos acariciaba su cabeza.
Ash entendió que aquello no iba a ser una demostración, pero si un espectáculo y se dejó llevar.
Olivia se sentó encima, bailando sensualmente y rozando su piel con el.

Por el ruido, Ash adivinó que Olivia cogió algo de la caja, se lo metió en la boca y después de masticarlo un poco, se lo paso en el beso que acabó dándole.
Era tan sugerente la situación, que el hombre no pensó nada más, recibió su lengua y comió lo que la chica le daba.
También pudo notar como Erika esparcia por el sofá, unos polvos.

Mientras Olivia seguía besándolo, fue quitándole poco a poco la ropa, sin esfuerzo.
En pocos minutos los tres estaban retozando en el sofá.

Intercambiaron fluidos íntimos y sin saber cómo, Ash estaba bebiendo algo parecido a una bebida dulce pero muy fría de la boca de las chicas.

Empezó  a flotar, con ellas debajo cabalgando y volando los tres juntos. Sabía que lo habían drogado. Aunque no el propósito.

Todo se fue fundiendo a negro entre placer y éxtasis.

Ash despertó sin saber cuanto tiempo había pasado. Seguía en su apartamento, aunque desnudo y solo.

Entró en la ducha y fue recuperando el sentido.
Sonó su teléfono.
Eran unos mensajes.
Contenían unas fotos un poco comprometidas de el con las chicas y desnudos.

Enseguida conoció el emisor, era Juan, el presidente del Banco Central.

Llamó al número.
-Que quieres con esto? Preguntó.
-Ya has visto las fotos? Dijo Juan. Supongo que el dinero lo tendrás a buen recaudo.

Entonces Ash se percató.
Fue corriendo hacia el armario donde guardaba el dinero, pero estaba vacío.
Malditas mujeres pensó. Por eso me drogaron, claro.
-Estarás contento, seguro que fue idea tuya, para recuperar el dinero.
-Si. Dijo Juan. Estoy esperando que vengan para entregármelo.
-Pues quédate tranquilo, yo conozco a Erika, nos han quitado el dinero a los dos.
Las risas de Ash inundaron la estancia, mientras colgaba el teléfono.

Juan no se lo tomó tan bien. Aunque mientras renegaba observó que su smartphone había recibido notificaciones y parecían de las chicas.
Comprobó que efectivamente, Olivia le había añadido a un grupo.
Se llamaba "el juego".
Entró y tenía varios mensajes ya.

-No os sorprendais, decía Olivia, este grupo se ha preparado para que podáis participar en un nuevo concurso.
Se que Juan está esperando el dinero, pero eso ahora ha cambiado.
Aunque siempre podrá recuperarlo. De eso se trata este juego.

Ash también había sido añadido al grupo y leía los mismos mensajes.
Que continuaban así:

-Esto es un nuevo concurso para televisión y vosotros vais a ser los primeros concursantes. Participareis con una máscara para no ser reconocidos.
Y la apuesta es esta.
Treinta millones.
Cada uno apostareis diez y el programa diez más, que saldrán de los anunciantes.
El que complete primero las tres pruebas lo gana todo.
Aquí no hay medias tintas.
Ash ya ha puesto su parte, el programa también.
Aquí os envío la foto de las dos bolsas con el dinero. Sólo falta Juan.
Pero le vamos a dar un poco de ventaja para convencerlo a participar.

Dentro de dos días, nosotras y un representante del programa, iremos al Banco Central. Aportaremos las dos bolsas con los billetes y las juntaremos con la bolsa de Juan, las tres serán mochilas deportivas de piel negra.
Allí el jefe de caja del Banco Central y el representante del programa, comprobarán los billetes, para que todo esté correcto.
Mientras nosotras con Ash y Juan, estudiaremos el plan de trabajo.
Si todo está bien, las tres bolsas se guardarán en una caja fuerte con dos llaves.
Allí, en ese momento seguiremos explicando como funcionará el concurso. Por ahora descansar. Tendréis más noticias en dos días.

Ash no sabía que pensar, pero ya que había perdido el dinero, una ocasión para recuperar el triple no podía desperdiciarla y aceptó jugar.

Juan no estaba tan convencido, ya había perdido diez millones, era una buena oportunidad para recuperar más, pero una duda le asaltaba.
Y contestó a los mensajes.
-Soy Juan, no quiero más engaños, puedo jugar y recuperar mi dinero, pero vosotras que ganais aquí?
-Nosotras, contestaron ellas, conseguimos un programa de televisión con mucho beneficio, además de poder participar con un espectáculo de magia, si este concurso sale bien.
Por descontado que una buena comisión nos llevaremos.

Pasaron los dos días y a la hora prevista, las dos chicas llegaron al Banco.

Allí se unieron a Juan.
Las tres bolsas con dinero, se juntaron para que el acompañante de las chicas y el cajero pudieran comprobar los billetes.

Mientras las mujeres y Juan se reunieron en el despacho.
-Y Ash? Preguntó Juan.
-No creo que tarde, dijo Olivia.

Al poco rato los dos hombres entraron con las bolsas.
-Está  todo correcto. Dijo el cajero.
-De acuerdo, dijo Erika.
Pues las guardamos en la caja, a ver si mientras llega Ash.

Las tres bolsas pasaron a su encierro. La caja tenía dos llaves de seguridad.
Una quedó en posesión del cajero y la otra la guardaron las chicas.
El representante del programa que ya había cumplido su cometido se marchó, despidiéndose de ellos.
Las chicas y Juan aún esperaron diez minutos hasta que apareció Ash.
-A buenas horas, dijo Erika. Llevamos rato esperando.
-Al protagonista siempre hay que cuidarlo bien, dijo Ash entre risas.
-Bien, dijo Olivia, el dinero ya está guardado, como el tuyo lo teníamos nosotras, no te necesitábamos. Tendrás que fiarte.
Ash no contestó.

-El juego consiste, dijo Erika, en superar tres pruebas consecutivas, la primera empieza mañana a las siete horas. Cada vez que supereis el reto, tendréis la siguiente.
Las pruebas son idénticas para los dos, pero en diferentes zonas, para que no podáis saber cómo va el otro, ni influir en el resultado.
Al finalizar la tercera, encontraréis una llave, tendréis que venir, lo más rápido posible aquí, esa llave junto a la de un representante del programa abre una caja, dentro está la verdadera llave que tendréis que juntar con la del cajero jefe, para conseguir el dinero.
Como veis, gana el primero que llegue y abra la caja donde están las tres bolsas con el dinero.
Lo tenéis claro?
No hay opción a trucos ni trampas. Siempre hay dos llaves para asegurar la neutralidad.

Ni Juan ni Ash comentaron nada, ni casi se miraron.
Asintieron con la cabeza.
-Pues chicos esto empieza en unas horas.
Descansar mientras.
Recordar, la organización os proporcionará las máscaras y os acompañará un cámara, para poder grabar toda la acción y emitirlo en televisión.

Se despidieron y salieron del Banco.

A las siete en punto la aplicación de su smartphone avisó de notificaciones.
Los dos hombres casi simultáneamente, leyeron el aviso.
Una dirección y media hora para presentarse. Allí les colocarían las máscaras y empezaría todo.

Ash se levantó, una ducha y un café.

A la hora en punto entraba en la dirección.
Ya estaba Juan.

Los dos hombres fueron preparados y las cámaras empezaron a grabar.
Explicaron de nuevo el funcionamiento del programa e iniciaron la cuenta atrás.

Los teléfonos inteligentes volvieron a emitir sus sonidos.
Pero esta vez cada uno tenía un lugar diferente de convocatoria.
Echaron a correr y las cámaras con ellos.

Ash llegó al lugar. Un hombre le dio un papel con instrucciones.
Tenía que coger un helicóptero, ya preparado hasta alcanzar un determinada posición y saltar al mar, si sus instrumentos funcionaban bien, caería a pocos metros de una isla diminuta.

En pocos minutos Ash subió al helicóptero, estudió los datos que le dieron e indicó al piloto como llegar.
Cuando consideró estar sobre el punto indicado, hizo bajar al helicóptero y saltó.
A unos doscientos metros pudo ver una pequeña isla.
Nadó hacia ella.

Mientras Juan también guiaba al piloto hasta la zona indicada, al llegar, desde arriba estuvo vigilando la zona, hasta descubrir el islote, dejó caer una escalera y bajó a tierra.

Las cámaras seguían retransmitiendo todo, las audiencias subían como la espuma.
Las chicas estaban muy contentas, cada vez ganaban más dinero.

Juan encontró un pequeño cofre, dentro estaban las siguientes instrucciones, tenía que nadar hacia el norte unos mil metros y llegaría a otra isla, más grande. Allí conseguiría la primera prueba.
Pero no estaba dispuesto a perder tanto tiempo mojándose. Nadie habló de ninguna regla, sólo que no podían influenciarse entre ellos.
Subió por la escalera, de nuevo, al helicóptero y continuó hasta la otra isla, aterrizando allí.

Entretanto Ash que también había descubierto el cofre, iba nadando hasta el segundo punto.

Juan se topó en la isla con una mujer. Esta le dijo que cuando escalara el volcán que coronaba la zona, encontraría la primera baliza y las instrucciones para seguir.
Pero Juan no estaba dispuesto a perder nada, volvió al helicóptero. 
Hizo despegar al piloto y cuando sobrevolaba el pico, volvió a bajar por la escalera para buscar la baliza.  Allí estaba, en una pequeño agujero de la roca. Conectó la señal, para demostrar que había conseguido llegar. Recogió las instrucciones, volvió a subió al apartado y aterrizó, de nuevo en la isla.
Las cámaras seguían grabando la escena, con el malestar del público asistente, por las trampa de Juan.

Las nuevas órdenes eran, nadar hacia el sur otros mil metros para llegar a un pequeño barco, que estaba a la espera.
Juan volvió a usar el helicóptero para acercarse al barco, con la escalera subió a bordo.

Ash había llegado a la isla, nadando y recibía también la instrucción de subir a la montaña. Empezó a escalar por las cuerdas, con gran dificultad.

En el barco, Juan ya estaba leyendo su nueva prueba.
Tenía que bucear unos diez metros hacia el fondo del mar, allí encontraría una caja sumergida con la situación de la segunda baliza,
Pero Juan no se dejó engañar, buscó en el barco la cuerda donde estaba enganchada la caja sumergida, tiró de ella y sacó las instrucciones sin mojarse.
La posición que le daban estaba a unas cinco millas de allí, el capitán del barco ya estaba descolgando un pequeño bote, para que pudiera llegar.
Pero Juan no tenía ninguna intención de seguir esa idea.
Apartó al capitán y como tenía licencia de patrón, el mismo llevó al barco hasta el punto de encuentro.

En ese momento Ash activada su primera baliza y empezaba a descender la montaña.
Abajo leyó las nuevas órdenes y empezó a nadar hacia el punto exacto.

Juan llegó, era un pequeño embarcadero. Bajó del barco, muy cerca un niño en silla de ruedas lo esperaba.
Tenía la baliza en la mano, pero el crío dijo que para poder activarla, tenía que llevarlo hasta el patio del edificio más cercano, a unos quinientos metros y allí ponerla dentro del tubo de la silla, entonces se conectaría.
Juan tenía claro como hacerlo, bajó al niño y empujando la silla, llegó rápidamente hasta el lugar, conectando la segunda baliza.

Ash seguía nadando buscando el barco.

Cada vez estaba más cerca Juan, sabía que esta vez no podía volver a perder y se reiría de Ash.

En la silla encontró la siguiente y última orden.

Tenía que caminar hacia el oeste unos cinco kilómetros, para llegar a la posición. Usó su smartphone. Contactó con un amigo que le dijo donde estaba Ash, en la tele se veía nadando, buscando el barco.

Juan descubrió un ciclista por el camino, de un empujón lo tiró al suelo, quitándole la bici para continuar el.

Al poco rato llegó al punto indicado.
Allí bajo unas rocas, pudo ver una libreta, apuntado tenía el destino final.
A pocos kilómetros en dirección suroeste, había una playa, tenía que encontrar una mujer rubia con un biquini negro, ella tenía en su parasol, la última baliza que le daba la llave.
Juan siguió con la bicicleta hasta la playa. Pero había varias mujeres con esas características.
Una idea le vino a la mente.
Enseñó un fajo de billetes y mientras gritaba;
-Este dinero es para quien me traiga la baliza que estoy buscando.
La mujer no tardó nada en aparecer, mientras las otras se miraban sin entender nada.
Juan conectó la última señal.
Esperó a ver que sucedía.
En su teléfono una notificación sonó.

Le indicaban que tenía que ir a un hotel submarino, la cúpula podía verse desde la playa, buscar la habitación treinta y tres y allí encontraría la preciada llave.

Juan seguía aplicando su ingenio, para usar el mínimo esfuerzo.
Miró a la chica y le preguntó.

-Tu sabes entrar en el hotel por tierra, porque seguro que se puede, verdad?
Te pagaré el doble.

La chica no dudó e indicó la entrada de servicio del hotel.

Juan entró, preguntó por la habitación y bajó con el ascensor.
En la habitación esperaba Erika.
Esta le recriminó sus trampas, pero le dio la llave.
Juan salió rápidamente del hotel, fuera el helicóptero ya lo esperaba, su dinero había comprado también al piloto para acompañarlo.

Llegó al Banco poco después, tras aterrizar y subir al vehículo que lo esperaba.

Por la televisión seguían dando las imágenes de Ash nadando hasta subir al barco.
Los mensajes de los espectadores al programa eran todos contra Juan, por sus trampas, pero la audiencia tenía picos nunca vistos.

Juan se encontró con el representante del programa, abrieron la caja.
Dentro estaba la auténtica llave, que buscaba.
Ya nadie podía ganarle. Aunque sus dudas ganaban terreno, sabía que Ash era un mago y alguna había preparado, no creía que perdiera tan fácilmente.
Busco a su jefe de caja.

Nadie lo había visto. No podía ser.
Juan empezó a ponerse muy nervioso, aunque por la tele seguía viéndose a Ash buceando en el barco para buscar la caja.
Tenía que ser una coincidencia, pensó.
Si el mago estaba en el agua, no podía hacer nada.

Unos gritos lo alertaron. 
Al cajero lo habían encontrado en el suelo del baño, estaba atado y amordazado.
Juan pensó lo peor.

- Y la llave? Preguntó.
-Que llave, dijo el cajero.
-La que usaste para cerrar ayer la caja del dinero,
-Ayer? Sigo diciendo el.
Yo no pude venir, me engañaron, me hicieron ir al hospital, me dijeron que a mi madre la habían ingresado, aunque fue todo una mentira, si pillo a esos desgraciados.
-Pero, pero...
Entonces, ayer, la llave, el dinero.
-Si puedo decir, habló el cajero, que hoy al llegar en el cajón de mi mesa había una llave, la deje allí, porque no sabía para que servía.
-Y porque estás atado aquí? Preguntó Juan.
-Pues no lo sé, me estaba refrescando la cara, cuando oí un golpe y no pude ver nada, hasta que me encontraron mis compañeros.
-Otra vez me ha vuelto a engañar este mal nacido.
Busquemos esa llave.

En la televisión Ash ya había conseguido activar la segunda baliza y se dirigía hacia la tercera.

Las cámaras seguían grabando a Juan.
El cajero y el usaron las llaves para abrir la caja, dentro estaban las tres bolsas con el dinero, las abrieron y las enseñaron a la cámara.
En la tele se veía como recogían el dinero y lo daban por vencedor, mientras la cámara volvía a buscar al otro participante.

El cajero se dio cuenta, nada más tocar los billetes.
Dijo:
-Son falsos señor.
-Si, ya lo sé, lo vi al instante. Me han vuelto a engañar. Pero esto no va a quedar así.
Ash sigue jugando, esperaremos aquí hasta que llegue, pues no debe saber que ha perdido.
Por lo menos podré desquitarme. Si es el culpable o también lo han engañado, pagará en la cárcel por el robo de los diez millones.
Llamó a la policía y esperaron las llegada de Ash.
Este consiguió superar las tres pruebas y volver al Banco Central.
Al entrar, la policía lo rodeó.
El hombre no entendía nada.
-Quítate la máscara. Dijo Juan.
El hombre muy sorprendido, hizo lo que le pedían, pero no era Ash.
-Quien eres tú? Preguntó Juan.
-Soy Carlos, el participante de este concurso. No he ganado, verdad?
Y la policía?
-Pero tu tenías que ser Ash. Yo te vi entrar en la habitación para ponerte la máscara. Dijo Juan.
-Yo no se nada de eso, a mi me eligieron en un casting, me presenté donde me dijeron y empecé a participar en el programa.

Juan sabía que lo habían engañado otra vez.

El smartphone volvió a sonar. Era un mensaje.
Esta vez la foto que le enviaban no gustó a Juan.

Ash estaba en una piscina, a su lado las dos chicas, bebían unos gintonics, al lado, una mesa, encima las tres bolsas con el dinero.

En el fondo de una de las bolsas del dinero falso había una carta, cerrada, dirigida a Juan.

La abrió y leyó ya en su despacho.

-Lo siento Juan, pero eres demasiado bueno, gracias por regalarnos estos veinte millones.
En tu honor, voy a explicar mi secreto para que puedas entender el truco mágico.

Cuando enviaste a las chicas, ellas prefirieron quedarse conmigo y me ofrecieron el juego.
El representante del programa, fue mi papel estelar en esta función.
Supongo que ya conoces al verdadero participante, elegido entre los mejores.
Por descontado que el cajero también era un personaje nuestro, mejor dicho era un gran amigo mío, colaborador en mis espectáculos.
Así separamos las bolsas e introducimos en la caja los billetes falsos.
Como sabíamos que harías trampa para llegar primero, te esperamos en el banco con la llave.
Por cierto, el programa ha tenido tanto éxito, que hemos sumado aún más dinero a los treinta millones.

Ya sabes, nunca te enfrentas a un mago y dos mujeres. Siempre perderás.


En la piscina Ash ya había perdido la ropa, entre Erika y Olivia.
-Tengo que deciros, dijo el, que estáis contratadas.

Las dos mujeres reían mientras se echaban encima de él.

3 comentarios:

  1. A ver si hoy me deja comentar.......
    Me gusta mucho esta continuacion del cuento......
    De que me sonaran los nombres de las mujeres?
    Un besazo mi cuentista!!

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    1. No sabía yo que conocieras a esas chicas. Porque siendo así,a ver si me las presentas a mi también.
      Por curiosidad, nada más. Jajajaja

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    2. Erika estuvo hace tiempo en twitter, cambió su nombre por............
      Olivia nunca ha estado en la redes, pero si tengo la oportunidad ten por seguro que te las presento. Jajajajajajajajajajajaja Sólo para calmar esa curiosidad......

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