25 may 2013

El revuelto de setas


Después de un duro viernes de trabajo Georgina volvía a casa, con la alegría de saber que tenía un fin de semana por delante, aunque sin planes. 
Al entrar su gata Isis ya maullaba pidiéndole la comida.
Ella solícita la acarició un poco y le preparó una suculenta cena. 
Mientras oscurecía decidió reclinarse un poco en el sofá tomando una infusión de frutos rojos. 
En la tele daban un reportaje sobre la nueva moda en la zona, recoger setas en los bosques próximos y Georgina recordando su infancia decidió ir el sábado, así podría cocinar su famoso revuelto de setas y huevo, exquisito decían todos al probarlo.

Amanecía cuando Georgina  salió a pasear, equipada con unas botas y una cesta de mimbre, la chaqueta era imprescindible, hacia frío, pero el sol brillaba.

Llegó a la zona donde pensaba encontrar las setas, después de caminar un buen rato sin descubrir nada, un lago muy azul se descubrió ante sus ojos, los cisnes, patos y otras aves nadaban tranquilamente en sus aguas.
Mientras Georgina se embebía del paisaje, pudo ver como un cisne blanco, brillante y muy grande, se le acercaba, ella se preparó, no se fiaba mucho, pero el animal de forma amistosa le habló;
-Que buscas por esta zona guapa, te has perdido?
Georgina se quedó pasmada, el cisne le hablaba, no sabía si era una broma de mal gusto y miró alrededor por si alguien se estaba riendo de ella. 
No había nadie más allí.
El cisne siguió su charla.
-No sabes hablar? O es que eres maleducada?
Contesta o haz gestos.
-Eh, eh, no, no ... Balbuceó ella.
-Vaya, continuó el animal, solo sabes hablar así, menuda desilusión me das.
-No, si, si que se, atinó a decir ella, pero que hables me ha sorprendido mucho.
-Vas mejorando, continuó el cisne, por fin podré hablar con alguien que no sea un pato. A ver que haces por aquí?
-Bueno, respondió ella, quería buscar setas pero encontré este lago tan bonito.
-Yo me llamo Lucas, dijo el cisne. Si quieres te puedo acompañar, aquí cerca hay un prado donde hay muchas setas.
-Gracias Lucas, yo soy Georgina, y te estaria muy agradecido si me acompañaras. Con las setas preparo un revuelo que a todo el mundo le encanta.
-En ese caso, prosiguió Lucas, espero que me invites a probarlo.
-Claro que si, dijo ella, sin darse cuenta que era un cisne   quien estaba conversando.
-Mira, le dijo Lucas, sígueme.
Al rato el cisne entró por el orificio de una roca grande, Georgina lo seguía.
Tras atravesar el túnel fueron a parar al prado que Lucas le habia dicho antes.
-Mira por aqui.
Y Georgina agachándose empezó a buscar, pero al dejar la cesta en el suelo para colocar las setas, su gata Isis apareció  de pronto. 
Estaba oculta allí y Georgina no la había visto.
-No pensabas que me ibas a dejar sin la excursión, dijo Isis.
-Vaya, contestó Georgina, hoy todos los animales hablan, que haces tu aquí?
-Pues eso, yo también quería pasear y buscar setas, dijo el gato.
-Pero como vas a buscar setas tu, si eres un gato, reflexionó Georgina.
-Pues mira, ven aquí, le contestó el gato, llenarás la cesta.  
Y así fue, en pocos minutos la cesta estaba llena.
Georgina decidió marcharse y le pidió al cisne que los acompañara hasta el lago otra vez.
Pero el animal la volvió a sorprender.
-Aún no puede ser, estamos en la propiedad privada del Príncipe Verdoso, si no le das una parte de tu cosecha no nos dejará marchar.
Georgina no sabía que decir.
-Mejor, continuó hablando el cisne, que nos acerquemos a su castillo y paguemos el peaje, entonces podrás marcharte.
-De acuerdo dijo ella, pues vayamos.
El cisne le marcó el camino mientras Georgina y su gata Isis lo seguían.
En pocos minutos llegaron a una pequeña casa, parecía una seta muy grande de colores llamativos.
-Aquí es, dijo Lucas.
-Donde, preguntó ella.
-En la casa seta, contestó el.
-Pero ahí no podemos entrar, es pequeño hasta para mi, dijo Isis.
-Lo se, contestó Lucas, ves esas pequeñas setas que rodean la casa? Pues comer una y podremos pasar.
Los tres cogieron y comieron las pequeñas plantas.
-Estan buenas crudas, dijo Georgina, recuerdan a una manzana.
Al instante sus proporciones se redujeron hasta la medida justa de la casa y pudieron entrar.

-Quien va?
Oyeron.
-Soy Lucas, Príncipe Verdoso, contestó el cisne, vengo acompañado de unos amigos, han recogido setas de tu prado y quieren pagar el peaje para marcharse.
-De acuerdo, entrar resolvió el príncipe.
La sorpresa de Georgina fue mayúscula al ver que el Principe Verdoso era un sapo verde con una corona dorada en la cabeza.
Caminaba cojo y apoyado en una pequeña rama.
-No me miréis así, dijo el príncipe. Estoy mayor.
A ver que llevas?
Georgina le enseñó  la cesta llena de setas.
-Ah! Muy bien, has hecho una buena recolecta, para poderte ir tendrás que cocinar unas cuantas para mi. Como a ti te gusten más.
-Pero, contestó Georgina, necesito huevos y fuego para poder hacerlo, el revuelto es mi plato preferido.
-Siii, dijo el cisne, y a todos les gusta mucho, ya lo has dicho antes. Venga menos hablar y más cocinar.
-Mira, prosiguió el príncipe aquí tengo unas codornices que nos darán los huevos que necesitas. 
El cascarón de una tortuga que se mudó te servirá de recipiente y aquí detrás hay una salida del volcán Iluso, donde podrás cocinar.
-Pues no tienes excusa, apuntó Isis. Probaremos el famoso revuelto.
Georgina se puso manos a la obra, en pocos minutos el suculento revuelto estaba a punto. El Príncipe sacó un pequeño recipiente con una bebida.
-Tomar, es extracto de frutos rojos para acompañar este exquisito revuelto.
Georgina y los tres animales disfrutaron de la sobremesa, comiendo y bebiendo.
-Si que está fabuloso este revuelto de setas, concluyó el Principe. Y ahora la verdadera razón porque Lucas te ha traído a mi.
Georgina quedó de nuevo absorta mirando al monarca.
-Como sabéis soy un príncipe, para poder ser rey necesito que una mujer me quite este hechizo, una bruja malvada, mi madrastra, me convirtió en sapo, si tu Georgina me besas, conseguirás quitarme el maleficio, yo seré un hombre esbelto y bueno y tu mi reina. Querrás hacerlo?
Por favor di que si.
-Que acepte, que acepte, cantaron a la vez el cisne y la gata.
Georgina no sabía que hacer, ella era feliz en su casa, con sus animales y su familia, pero claro un príncipe era una oportunidad única.
No sabía si era la bebida, las setas o qué, pero aceptó.
-De acuerdo, ven que te beso.
El príncipe se acercó muy contento, el cisne chillaba de alegría y la gata maullaba de felicidad.
El beso sonoro tuvo su eco en la estancia.

Pero algo no iba bien. 
El Principe Verdoso seguía siendo un sapo.
Georgina comprendió que pasaba al ver las caras sorprendidas de Isis y Lucas.
-No me lo digáis, soy una rana, verdad? Preguntó ella.
-Siii dijeron los tres a la vez.
-Nooooooooo!!!

Notó que la gata se subía encima, maullaba, en la tele una música estridente sonaba, el movil vibraba por una llamada...

Georgina despertó, seguía en su casa, en el sofá, se había dormido, todo fue un sueño, se acercó al espejo y ...era ella!
Menos mal pensó.
Pero decidió no ir a buscar setas al dia siguiente.

Su gata Isis seguía maullando, pero no hablaba.

1 comentario:

  1. Jajaja!! Me has metido en un cuento!!! Gracias!! Lo q he me he reído no tiene nombre! .. Pero d ahora en mas tendré cuidado con los cisnes mágicos y embusteros ;-)
    Y mi gata hablando!! Por cierto tengo zetas en la nevera y me han dado ganas de hacer ese famoso revuelto!!

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