12 jul 2023

La Captura del Espacio-Tiempo. Parte I. Los Entrantes.

Capítulo 1. El diario.

 

“Quiero dejar constancia en este diario de la situación ocurrida en mi vida. Me llamo Fernando López de Izquierdo. Soy una persona normal, vivo en Barcelona, tengo 42 años, soy licenciado en psicología, con mi propio centro de atención en la ciudad. Soy consciente que esta historia de mi vida puede generar controversias y dudas. Estoy cansado. Quiero acabar. Por eso este diario no será publicado. Si usted lo ha encontrado y ha empezado a leerlo, déjelo ahora o estará en peligro. ¡Queda advertido!

Hoy 24 de Julio de 2023 es mi último día, si sigue a partir de aquí es su turno.

Las siguientes anotaciones le llevarán al inicio de la historia, usted la vivirá en primera persona, como si estuviera allí, con todos su peligros y experiencias, con riesgo de muerte. 

Yo necesito parar y marchar.

Si ha decidido continuar con este proyecto solo tiene que extraer las pistas descubiertas en las siguientes anotaciones y su historia se iniciará directamente.”

 

Fernando leyó muy sorprendido el pequeño diario descubierto, casi por casualidad, en una estantería trasera de la biblioteca Arús de Barcelona, ciudad donde residía. No tenía nada que perder, su instinto le decía que podía encontrar la historia definitiva para conseguir ese bestseller que la daría el éxito, se consideraba un buen escritor, pero la dificultad de triunfar lo mantenía a la espera. Así que continuó leyendo el diario con la intención de encontrar esas pistas.

 


Primera anotación del diario.

 

“-Por fin, necesitamos descansar. Anota en el diario Juan Francisco, para que nadie más salga perjudicado, las coordenadas 41º23’28”N 2º10’50”E  ya que esconden un privilegiado tesoro, el arma más desconcertante y poderosa jamás vista. En mi nombre Pablo Ignacio D. como embajador y en el nombre del rey Felipe V, procedo a su ocultación. Nadie debería conocer su existencia por el bien de la humanidad. Barcelona 30 de diciembre de 1704.

-Si señor. Contestó Juan Francisco. Procedo a guardar el diario antes de que parta hacia Madrid.

-Recuerda, nadie debe conocer su paradero. Si por alguna razón no vuelvo de mi audiencia en Madrid con el rey, destruye este diario y que Dios nos ampare.

-Señor, solo mi criado Fernando, de máxima confianza, es conocedor del lugar. No tiene de que preocuparse.”

 

 

Fernando no entendía nada mientras pasaba las páginas en blanco, tres exactamente y siguió con la lectura.

 


Segunda anotación del diario.

 

“-Estoy malherido y sin fuerzas, necesito que lleves esta carta a mi hijo, Fernando. Te doy también mis ultimas monedas de plata, agradeciéndote tus servicios. Ni el conseller Rafael de Casanovas, protegido por la bandera de Santa Eulalia, nuestra patrona, ni los tres Comunes de Catalunya, pudieron defender nuestra patria. Mi labor en esta vida ha finalizado.

Mientras el último suspiro salía de la garganta de Juan Francisco, Fernando abandonó la estancia.

Ya en la calle procedió a leer la nota.

 Hijo, ante las consecuencias de esta terrible guerra y de la capitulación de la ciudad de ayer, te escribo esta carta, junto a mi diario secreto, como muy bien conoces, es extremadamente importante que lo protejas con tu vida. 

Tu padre Juan Francisco Artés. Barcelona 18 de septiembre de 1714.

 -¿Para qué? Se preguntó Fernando en voz baja. No sabía dónde encontrar al hijo ni siquiera que sería de sí mismo a partir de ese momento. Así que rompió la carta y guardó el diario, pensando que tal vez pudiera ganar alguna moneda más. Mientras seguía su camino.”

 

De nuevo Fernando se encontró con varias páginas en blanco. Curiosamente también tres. Continuando su lectura.

 


Tercera anotación del diario.

 

“-No, no… no puede ser. Exclamó Joan. Como es posible que hayas muerto, mi gran amigo Josep Buxadé. Desde que el señor Rossend Arús te encomendó el cuidado de su excelente biblioteca el día de su inauguración, el 24 de marzo de 1895, siempre estuviste presto protegiendo sus más de veinticuatro mil volúmenes. Ahora por culpa de esta maldita guerra, nadie podrá volver a entrar y el pueblo se quedará sin su biblioteca pública. 

-Si. Solo estamos de paso en esta vida. Contestó Fernando, mientras seguían caminando.”

 

De nuevo páginas en blanco. Como las otras veces, tres páginas más. Fernando prosiguió cada vez más interesado.

 



Cuarta anotación del diario

 

“-Como te iba diciendo Ángel, ayer tuve la posibilidad de conocer más sobre la teoría de la relatividad general, ha llegado a mi poder las contribuciones que en 1905 publicó un joven físico, reformuladas en 1915 y que produjeron que fuera idolatrado con el eclipse solar de 1919, ya que confirmaron su teoría. Como el debate sigue abierto en todo el mundo, te invito a la conferencia que ofrecerá en la sede de la CNT este próximo 27 de febrero, el profesor Albert Einstein y donde coincidiremos con Santiago Ramon y Cajal, de hecho, parece ser que acudirá también su majestad el rey Alfonso XIII, por lo que es de obligado cumplimiento vestir adecuadamente. 

Es sorprendente como propone que las reglas de la física deben ser iguales para todos los observadores sin importar la localización del marco de referencia utilizado, desmontando la idea de la velocidad de la luz en el vacío de las ecuaciones de Maxwell que implica una constancia con relación al éter lumínico, postula un principio de equivalencia sostenido en la imposibilidad de distinguir entre el impulso experimentado por un observador en un campo gravitacional y el que sufre un observador en un marco de referencia acelerado, llegando a la conclusión de que la masa de un objeto es capaz de curvar la geometría del espacio-tiempo que lo rodea.

-Es fascinante. Contestó Ángel.

-Si. Por eso he entregado una invitación a tu secretario Fernando, para que puedas venir.

-De acuerdo. respondió Ángel. 

Derivando la conversación sobre otros temas mientras bebían el café de cada mañana.

Poco después Fernando le entregó la invitación.

 

La Confederación Nacional del Trabajo se permite invitar al Sr. Don Ángel Pestaña.

A la conferencia del profesor Albert Einstein sobre la exposición de la Teoría de la Relatividad General.

Recomendado por el Sr. José Ortega y Gasset.

Barcelona 27 de febrero de 1923.”

 

Las tres páginas en blanco de rigor que no preocuparon a Fernando que siguió con la lectura.

 

 


Quinta anotación del diario.

 

“-Antoni caminaba por la calle, ensimismado en sus pensamientos. El “trencadis” que había diseñado para la torre no parecía ajustarse bien, desde 1883 que aceptó la continuación de las obras del templo expiatorio, a las que se había dedicado casi exclusivamente, no dejaba de imaginar nuevos cambios y perspectivas. La Exposición Universal de 1888 y su participación en el edificio de la Compañía Trasatlántica le permitió descubrir el fantástico Arco de Triunfo, donde siempre se refugiaba cuando necesitaba pensar, para apartarse de esos tristes recuerdos que le proporcionaba su casa del Parque Güell, donde vivió con su padre, que murió en 1906, y con su sobrina Rosa, difunta en 1912. Las dificultades tras la crisis económica de 1915que casi paralizan las obras, y las tragedias seguidas con la pérdida de su principal colaborador Francisco Berenguer, su amigo José Torras y Bages, obispo de Vic y su mecenas Eusebi Güell, todo en los últimos tres años, hicieron que se mudara a su taller en el propio templo. Y solo esa música pudo sacarlo de sus pensamientos. Se giró parando de caminar y lo reconoció al instante, era el mismo hombre que con su acordeón y una increíble voz amenizaba las calurosas tardes de Barcelona, en ese fantástico paseo de la Exposición Universal. Y pensó como siempre, que ese hombre sería un excelente participante para el cursillo de canto gregoriano, que quería volver a impartir el monje benedictino Gregorio Suñol en el Palau de la Música Catalana. Estaba tan absorto en la canción que no fue capaz de escuchar el aviso del tranvía. El golpe fue certero y lo dejó sin sentido.

Varias personas acudieron a socorrerlo, pero su apariencia de mendigo y la falta de documentación retrasó la ayuda, produciéndose su muerte tres días después en el Hospital de la Santa Cruz. 

Recuerdo perfectamente ese día del accidente, el 7 de junio de 1926, ya que mientras ese hombre tocaba el acordeón, creo que se llamaba Fernando, mi vida cambio por completo.”

 

De nuevo Fernando se topó con tres páginas en blanco en el diario. Continuando seguidamente.

 



Sexta anotación del diario.

 

“-Estoy muy feliz de poder inaugurar de nuevo. Dijo el señor Manel delante de la audiencia que llenaba la sala. La biblioteca más importante de la ciudad, la biblioteca Arús, después de 30 años cerrada a raíz de la muerte de su bibliotecario durante la guerra civil que asoló este país y que permitió su salvación. Recordando la importancia de la iniciativa de una biblioteca pública del periodista Rossend Arús, del arquitecto Bonaventura Bassegoda y del artista, pintor y dibujante Josep Lluís Pellicer.

Sonaron los aplausos en la sala.

 -Señor Manel, le estoy muy agradecido por la confianza que ha puesto en mí. Voy a realizar el mejor trabajo de bibliotecario que se merece este edificio histórico.

Que excelente es esta estatua de la libertad que da la bienvenida cada día a la biblioteca, que buen trabajo realizó el escultor modernista Manuel Fuxà. Como supo plasmar la imagen de la verdadera, diseñada por el escultor Auguste Bartholdi, situada en Liberty Island, como regalo de Francia por el centenario de la independencia de Estados Unidos, en 1886. Se dijo Fernando.

Para seguidamente acercarse al hueco disimulado bajo el libro que sujeta con la mano izquierda. y comprobar si estaba lo que buscaba.

-Ahí está. Donde se quedó. Protegido. 1967 será un buen año, el principio estoy seguro.”

 


Tras tres páginas en blanco, Fernando encontró un pequeño gráfico.

Parecía un mapa con varias flechas que señalaban diferentes cuadrantes.

Había seis recuadros que se unían con flechas en un recuadro central, este tenía dos partes bajo las siglas C.E.T. La parte superior derivaba de los seis cuadrantes externos, la parte inferior localizaba una zona en el mapa sin definir.

Bajo el grafico podía leerse:

“La unión hace la fuerza, la llave inicia el recorrido.”

 

Fernando creyó entender que proponía el grafico. Por un lado, cada anotación del texto incluía una fecha, seis en total como los cuadrantes, además la parte inferior era una localización espacial en un mapa, lo que permitía acceder a las coordenadas descritas, solo faltaba encontrar la llave que parecía insinuar el pie del gráfico.

Por un momento Fernando se iluminó.

-Claro, las iniciales C. E. T. indican unas coordenadas espacio-tiempo, si introduzco los datos de las fechas remarcadas y las coordenadas espaciales descritas, sabré donde tengo que ir y cuando, solo me falta la llave; curiosamente 1967 está indicado como un buen año y el principio de todo en la sexta indicación del diario, pista que podría estar escondiendo esa llave; aunque por hoy ya está bien, después de dormir seguro que encuentro mejor el razonamiento necesario para descubrir la llave.




Capítulo 2. Danila.

 

Fernando se levantó pronto. Su mente estaba centrada en el misterio del diario y la llave necesaria para iniciar esa experiencia tan sugerente que había descubierto. Decidió, como cada día, salir a desayunar, no sin antes darse una buena ducha.

La cafetería estaba en la esquina, muy cerca de su casa, era un local pequeño con muy buen servicio que casi siempre mantenía la misma clientela fiel. Al entrar con el diario en las manos y pedir su café, le llamó la atención la chica que había sentada en la mesa, frente a él, hacía unos días que la veía frecuentar el local, en ese momento estaba leyendo lo que parecía un pergamino o una hoja vieja, gastada. Al percatarse de su presencia, ella guardó el papel que leía, para saludar seguidamente.

-Hola Fernando, ¿Qué tal se prepara el día?

-Hola Danila. le contestó Fernando usando su nombre, ya que habían intercambiado varias veces diferentes comentarios entre ellos.  Bueno aquí sigo con mis historias para acabar el libro que estoy escribiendo.

-¡Ah! Genial. Espero leerlo pronto. Dijo ella. Dejando de prestarle atención y concentrándose en leer el libro que llevaba.

 

Mientras Fernando esperaba su café, no podía dejar de pensar en ella y ese papel tan extraño, pero a la vez conocido, aunque no se atrevió a preguntarle nada. Ella era siempre muy simpática con él, sin pasar nunca de una breve conversación, amable e intrascendente.

Fernando, entonces, ayudado por el aroma del café, decidió centrar su mente en el diario y en la combinación de fechas propuestas. En cuanto acabó el desayuno volvió a casa. Allí recuperó sus notas, volvió a confirmar las seis fechas remarcadas que mantenía el diario, aunque le extrañó el orden dispuesto, ya que había una fecha antes de las seis anotaciones y esta última, extrañamente, no contenía ninguna. 

En esos pensamientos estaba cuando al girarse, el diario cayó al suelo, quedando entreabierto, al agacharse y recuperarlo mantuvo sus dedos en el punto por donde quedó abierto, era una costumbre derivada de sus manías por descubrir siempre casualidades curiosas. Y acertó, observó algo que antes no había visto, parecía faltar una hoja, como si alguien la hubiera cortado con sumo cuidado. Comprobó de nuevo la frecuencia entre anotaciones de tres hojas en blanco y aquí descubrió que el diario mantenía seis hojas en blanco, con un corte extremadamente pequeño en medio, dedujo que faltaba una hoja.

 

Se centró entonces en las fechas. La duda era, si usar el orden empezando por la primera que estaba fuera de las anotaciones, moviéndola a la sexta posición o mantenerla como la primera, según su disposición en el diario, para mover las otras cinco en las siguientes posiciones. Finalmente decidió, como más lógico, usar esta última posibilidad que mantenía el orden dado en el diario, ya que tenía más sentido para él, así colocó cada fecha en el orden reflejado independientemente de su posición en las anotaciones.

Al escribir las fechas en cada cuadrante, observó cómo se activó en el cuadrante central una operación matemática, se formaron tres gráficos que ordenaban las fechas escritas, separando los días, de los meses y de los años, para conseguir tres cifras por encima y tres por debajo de un séptimo cuadro central, que se mantenía vacío. Inmediatamente al lado del tercer cuadro central, el que correspondía a los años, se formó otro más, separado por un signo que restaba, en el centro. 

Fernando entendió, por sus estudios de Estadística que era un gráfico de tallos y hojas que permitía ordenar los valores de una variable, observando su distribución. Así los cuadrantes límites sobre el cuadro vacío central, respondían a los valores 24, 30, 18 por encima y 24, 27, 7 por debajo para los días; 7, 12, 9 por encima y 3, 2 y 6 por debajo para los meses y finalmente los valores 2023, 1704, 1714 por encima y 1895, 1923 y 1926 por debajo para los años, pudiendo obtener diferentes resultados si en la posición de entrada se fueran intercambiando las seis posiciones de las fechas según las dos posibilidades observadas, o usando la distribución variable cuantitativa. Lo que generaba muchas dudas en él. Finalmente decidió, como anteriormente, seguir adelante con su primera impresión, manteniendo las fechas en el orden de aparición en el diario. Ya solo faltaba rellenar el cuadro central de cada gráfico.

 

Otra de las curiosidades observadas por Fernando en el diario, era la frecuencia de tres hojas de separación entre cada anotación, lo que podría indicar la pista de mantener esa tercera posición del gráfico como la necesaria en el cuadrante central. Tanto en el día, como en el mes tenía sentido, al apuntar el día 18 y el mes 09, las terceras posiciones en la distribución de cada gráfico, los cuadrantes se iluminaron, dando a entender que eran correctos, pero no así en el año, que además llevaba aparejado el otro cuadrante que restaba. 

Fernando volvía a quedarse encerrado, ninguna combinación de las que intentó ofrecía posibilidad clara. Ni usando las últimas tres cifras del año, ni con medianas, ni con promedios, nada daba un resultado que iluminara ese cuadrante del año. Así que decidió, mientras tanto, investigar la pista que podía llevarle a la llave. 

 

Ya que las anotaciones hablaban de la biblioteca Arús y de la estatua de la libertad, que él había visitado varias veces y donde encontró el diario, decidió ir de nuevo.

Al entrar,  la magnífica estatua le dio la bienvenida, era una réplica muy parecida a la auténtica, que incluso tenía el libro en la mano. Fernando no se atrevió a investigar si existía realmente el hueco escondido al que hacía referencia la anotación en el diario, aunque si le sorprendió ver sentada en la estancia a Danila, que leía interesada un pequeño libro. Se acercó hacia ella para saludarla, mientras discretamente observaba el libro que hojeaba la chica, curiosamente refería a las características de la estatua de la libertad.

 

Danila levantó la mirada y al verlo saludó con un gesto de su mano. En ese instante su semblante cambio totalmente. Se levantó apresuradamente y de un empujón arrastró a Fernando a la calle. 

Al salir, como el no entendía nada, le preguntó a la chica.

-¿Qué pasa?

-No puede ser. Contestó ella. Llevo varias semanas buscando ese ejemplar que llevas en la mano. No puedo darte más detalles, pero un gran amigo mío desapareció hace unos meses sin previo aviso, a la mañana siguiente de enseñarme un libro como el tuyo, no he recibido nunca ningún mensaje más, solo sé que estaba intentado descifrar una clave para iniciar un juego. 

-¿Cómo…? Balbuceó Fernando.

-Mi amigo. Continuó explicando Danila. Me explicó que ese diario contenía un juego que te introducía en una vida paralela, a mí me pareció un juego de realidad virtual, como los que ahora están de moda, pero él pensaba que podía ser auténtico.

-¿Qué te explicó al respecto? Interrogó Fernando.

-Mira, tomemos un café y te lo explico. Respondió ella.


Así que, sentados en la mesa esquinada de la cafetería, Danila continuó el relato.

-Mi amigo Dani, descubrió ese diario por casualidad en una pequeña estantería trasera de la biblioteca Arús. Al leerlo quedó impactado y decidió correr el riesgo. Descubrió la combinación de la coordenada espaciotemporal, tras las pistas, pero no sabía, en ese momento, donde encontrar la llave. Supongo que debió averiguarlo, de ahí su desaparición.

-¿Tu amigo pudo descifrar la coordenada temporal? Preguntó Fernando.

-Si. Dijo Danila. Hasta un niño podría, tiene poco secreto. La dificultad está en encontrar la llave.

-Vaya. Objetó él. Pues ilumíname, porque estoy atascado en esa coordenada, por eso hora quería seguir la pista de la estatua para conseguir la llave, en la que, por cierto, veo que tú también estás interesada.

-Mira, mejor vayamos a tu casa y te explico el proceso que me enseñó mi amigo para encontrar la coordenada, así me muestras que tienes tú hasta ahora. Contestó Danila sin responder a la insinuación de Fernando.

 

Ya en la casa, Fernando sacó sus notas donde tenía apuntadas todas las fechas y la distribución que había realizado hasta descubrir la solución de los dos primeros cuadrantes.

-Espera. Dijo Danila. Mi amigo usó otra combinación, recuerdo que la fecha era el 24 de marzo de 2024; pronto se cumplirán seis meses, ya que hoy es 15 de septiembre.

-No puede ser. Dijo Fernando. Mis cálculos dan el 18 de septiembre, pero sigo sin encontrar el año.

-Bueno. Continuó Danila. Mi amigo organizó las fechas según la posición en las anotaciones del diario, para el día y el mes, enviando la primera que está fuera de las indicaciones al último lugar, pero el año lo dedujo de la suma de los dos últimos dígitos de todos los años que hay también expuestos en el diario, búscalos.

-Espera. Dijo Fernando. Déjame comprobarlo. Exacto, si muevo las fechas al orden de aparición en las anotaciones, las terceras posiciones cambian a día 24 y mes 3, es decir el 24 de marzo, la fecha que encontró tu amigo.

-Eso me comentó Dani. Contestó ella. 

-Entonces si te he entendido. Dijo el. ¿Ahora debemos marcar las otras fechas relativas a años que hay en el diario y no los años que corresponden a estas seis fechas ya usadas?

-Si, eso me dijo Dani. Contestó ella.

-Bien, veamos. Continuó Ferenando. He encontrado 1905, 1915 y 1919 en la cuarta anotación; 1883, 1888, 1906, 1912 y 1915 en la quinta anotación; además 1886 y 1967 fuera de las anotaciones; si sumo los últimos dígitos de todos los años, como sugieres, da 396.

-Dani suprimió el primer digito del resultado, recuerda que buscaba un año a partir de la suma de los dos últimos dígitos, para mantener el mismo formato. Continuó ella.

-Bien, ¿entonces 96? Dijo el.

-Si, pero Dani también me comentó que había otras cifras en el diario con referencia a edades, necesitas recopilarlas también. Dijo Danila.

-De acuerdo. Si tienes razón hay dos cantidades más, 42 y 30 con referencia al tiempo. Dijo él.

-Bien. Pues ahora. Continuó Danila. Introduce el resultado en el cuadrante del año y la suma de los otros dos que hay, en el cuadrante que resta.

-Si. Dijo él. 96 resultado del año menos 72 del resultado de la suma, da 24. ¡Exacto! Ahora si se ha iluminado el cuadro, con el resultado 24. Es decir, entonces el juego puede iniciarse el 18 de septiembre de 2024. Faltan tres días y... ¡la llave! 

-Lo tenemos. Contestó ella.

-Por cierto. Preguntó Fernando. ¿Qué hacías en la biblioteca leyendo un libro sobre la estatua de la libertad?





Capítulo 3. La llave.

 

-Voy a ser sincera contigo. Contestó Danila. Dani es mi hermano, necesito saber que ha pasado, por eso estaba buscando la llave. Al descubrir que tú también estabas interesado, cuando vi el diario en tus manos en la cafetería, supuse que descubrirías otra oportunidad para entrar en esa experiencia maldita. 

-Si. Contestó Fernando. La verdad que lo estoy intentando, quiero vivir esa experiencia para poder escribir una historia increíble y bueno, ahora que nos estamos sincerando, también me gustaría saber que hay escrito en esa hoja que mantienes oculta, ya que estoy seguro de que pertenece al diario.

-¿Cómo? Dijo ella.

-Cuando entré en la cafetería mirabas una hoja antigua escrita. Respondió él.

-Tienes razón, disculpa. Esa hoja del diario me la dejó mi hermano antes de desaparecer, explica las condiciones del juego. Dijo ella.

-Bien. Continuó Fernando. Deja que la vea.

Danila sacó la hoja doblada y guardada en su bolso. Fernando la leyó detenidamente.

 


Condiciones de la experiencia.

 

1. Es necesario situarse frente a la puerta de acceso según las coordenadas espacio temporales.

2. Seguidamente y solo en ese preciso instante, hay que recitar la llave. El margen de entrada es de sesenta segundos entre                                       la hora exacta de apertura y la hora exacta de cierre.

3. Las dos primeras condiciones posibles para la coordenada temporal implican dos entradas paralelas, que disputarán en        las experiencias sus posibilidades de supervivencia. Solo uno será vencedor y obtendrá la poderosa arma.

    (El orden adecuado es… )

4. La tercera condición mantendrá una persona de reserva. 

    ( El orden adecuado es… )

5. La interacción entre los dos participantes al duelo no mantendrá efectos más allá de los ya dados.

6. Los viajes temporales se harán sin control del participante.

7.

8.

9.

10. Perder la disputa implica la pérdida de la vida.

 



-Bien. Por tanto, podemos suponer que tu hermano es el primer participante. Dijo Fernando.

-Me temo que sí. Reafirmó Danila.

-De acuerdo, pues colaboremos para conseguir la llave y entrar, después siempre podemos negociar para poder sobrevivir. Dijo él.

-Lo siento Fernando, pero mi hermano es lo más importante, yo también quiero entrar. Dijo ella.

-Pues no sé cómo lo podemos hacer, según las condiciones solo hay dos participantes y tu hermano ya ha entrado. Contestó él.


-Deja que entre yo. Siguió ella. Así no habrá enfrentamientos ni muertos. 

-Y¿perderme la historia de mi vida…? No, lo siento. Mejor intentamos entrar juntos o conseguimos el siguiente acceso de reserva para ti. Dijo él.

-¡Ya! Habló Danila. Pero el acceso de reserva no permite entrar hasta que falle uno, por lo que mi hermano podría morir antes, en la lucha contigo. Como los dos tenemos las coordenadas, qué tal si colaboramos, primero busquemos la tercera posibilidad de reserva, después la llave y en el momento de entrar probemos juntos, conmigo por delante, para evitar la disputa entre tú y Dani. Si conseguimos entrar los dos o si solo entro yo, puedo salvar a mi hermano ¿Qué te parece?

-No estoy convencido aún, yo quiero entrar en esa historia. Dijo Fernando. Por otro lado, si solo entras tú, tenéis que salir los dos para que pueda acceder como reserva y evitar la lucha con Dani, suponiendo que pudieras convencer a tu hermano… Además, ni siquiera sabemos si existe la posibilidad de negociar la salida, ya que hay tres normas borradas en el documento ¿y si no se puede salir…?

-Tendremos que correr el riesgo. Dijo ella.

 

Los dos decidieron concentrase, de nuevo, en las fechas, para conseguir la tercera coordenada temporal, que les permitiera el acceso de reserva.

-Bien. Dijo él. Hasta ahora hemos usado las fechas en el orden establecido por el diario con el resultado del 18 de septiembre, nuestra puerta, además tu hermano consiguió la segunda coordenada posible, intercambiando el orden, usando las fechas según el orden de las anotaciones, lo que hizo deslizar la primera al final, con el resultado del 24 de marzo.

-Si. Afirmó ella.

-De acuerdo. Dijo él. Si siguiéramos una distribución variable, ya que la solución está incompleta en las condiciones, podríamos ordenar los días, los meses y los años en orden ascendente o descendente. Así con la tercera fecha del resultado podemos probar si se iluminan los cuadros.

 

Tras varios intentos fallidos, los resultados de las pruebas no les permitieron iluminar ni descifrar la fecha.

-No podemos seguir así, creo que estamos olvidando alguna característica para poder descifrar la coordenada. Dijo Fernando.

-Pues a mí no se me ocurre nada más. Dijo ella.

-Espera. Dijo Fernando. ¿Y si la tercera coordenada, como reserva, no se deriva de las fechas sino de partes más secundarias? Leamos de nuevo el diario.

 

Los dos decidieron explorar el texto juntos.

-Mira. Dijo Fernando. Casualmente marca el año 1969 como el principio, si buscamos dos dígitos, el 19 encajaría. Escribamos en los seis cuadrantes del día ese año y en el cuadro central el 19.

-¡Perfecto! Exclamo Danila. Se ilumina.

Las sonrisas llenaron las caras de los dos.

-¿Y Ahora? Preguntó ella.

-Tengo una idea. Dijo él. Sigamos con las partes secundarias. Fíjate que solo hay dos fechas de edad, la suma de sus dígitos da 9. Que te parece si llenamos los tres cuadros superiores con el 42, los tres inferiores con el 30 y en el cuadro central el 09.

-¡Genial! Exclamó ella. Ya tenemos el mes iluminado. Por tanto el 19 de septiembre, pero ¿y el año?

-Solo se me ocurre. Dijo Fernando. Como partes secundarias, los años que hemos usado antes, ya que no detallan días ni meses. Probemos igual que en las otras dos coordenadas temporales.

-¡Increíble! Gritó ella. Pues se ha vuelto a iluminar. Así que ya tenemos la fecha de reserva el 19 de septiembre de 2024, un día después de la incorporación principal. Tiene sentido como reserva.

-Bien, vayamos a celebrarlo. Solo nos queda descifrar la llave. Dijo Fernando.

 

Tras la celebración en la cafetería, tocaba volver juntos a la biblioteca e inspeccionar la estatua, como parecían indicar las instrucciones del diario.

-No soy capaz de ver el hueco oculto del que habla el diario. Dijo Danila.

-No, yo tampoco. Dijo Fernando. Que te parece si le preguntamos al bibliotecario por la estatua, a ver que nos explica.

-Creo que será lo mejor. Dijo ella.

Los dos se internaron en la sala.

-Disculpe. Dijo ella al ver al bibliotecario. Nos llama mucho la atención la estatua que preside la entrada, ¿es una copia exacta de la auténtica que está en Nueva York?

-¡Hola!. Contestó el empleado. No exactamente, es casi idéntica pero solo mide dos metros, eso si, el escultor Manuel Fuxà, se permitió una licencia artística, en el libro que mantiene en la mano no está escrita la fecha de la independencia de Estados Unidos, como en la original, sino las palabras “Anima Libertas” o libertad del alma en latín. Solo él puede explicar el porqué, pero pueden admirarla cuanto deseen.

La pareja se despidió del bibliotecario muy amistosamente, para salir del lugar.

-¡Lo tenemos! Dijo Fernando ya en la calle, mientras saltaba de alegría.

-¡Si, si, si…! Respondió ella, a la vez que saltaba con él. 

Después de unos minutos de alegría desmedida y por el efecto sorpresa que parecían contagiar a los viandantes, decidieron calmarse y volver a la casa de nuevo.

 

-Bien, recapitulemos. Empezó diciendo Fernando ya en el estudio de la vivienda. Tenemos la coordenada espacial 41º23’28”N 2º10’50”E  y la temporal el 18 de septiembre del 2024.

-¡Si!. Contestó ella con semblante alegre.

-Ahora solo queda comprobar donde es. Siguió hablando él.

-Pues está claro, el mapa nos lleva al Arco de Triunfo del paseo Sant Joan de Barcelona, la puerta de entrada de la Exposición Universal celebrada en 1888. Comentó ella.

-Bien. Dijo él. Tenemos también la llave que nos dejó Fuxà en su estatua “Anima Libertas.” Solo hay que esperar que pasen estos días.

-¿Seguro? Preguntó ella. Creo recordar que una de las condiciones del diario para acceder era y leo textualmente.

 

“Seguidamente y solo en ese preciso instante, hay que recitar la llave. El margen de entrada es de sesenta segundos entre la hora exacta de apertura y la hora exacta de cierre.”


-Tienes razón. Comentó el. Estábamos tan absortos en la fecha que olvidamos la hora, hay que saberla exactamente, ya que solo tendremos sesenta segundos para entrar.

 

-Bien, ¿por dónde empezamos? Dijo ella.

-Pues la verdad, ahora mismo no tengo ni idea. Contestó el.

-Sugiero que volvamos a leer el diario para encontrar pistas. Comentó ella.

-De acuerdo. Asintió él.

 

Tras varios intentos donde solo descubrieron pistas sin sentido. Fernando preguntó

-¿Crees que “ultimas monedas” o “veinticuatro mil volúmenes” pueden explicar algo? 

-A mí no me indican nada. Contestó ella.

-Lo siento Danila, pero ya estoy muy cansado. Dijo él. Sería mejor que fuéramos a dormir, aún nos quedan tres días, tenemos tiempo. Mejor que descansemos y mañana seguimos.

-Si, estoy de acuerdo contigo. Afirmó ella. Mejor descansemos un poco. Me marcho, podemos quedar mañana en la cafetería a las 8h, si te parece bien.

-Perfecto. Dijo él.

 Danila salió del piso y se dirigió a su vivienda, mientras Fernando se preparaba para descansar.

 

Eran las ocho en punto de la mañana cuando Fernando entró en la cafetería, allí lo esperaba Danila, radiante y contenta.

-¡Buenos días! Saludó él.

-Buenos y fantásticos. Respondió ella. Creo haber encontrado la solución a nuestro problema. 

-¡Genial! Dijo él. Porque yo también la he encontrado, solo que este no es el lugar para hablar, desayunemos primero y volvamos a mi casa para darnos las explicaciones. 

Los dos disfrutaron del aromático café que les sirvieron.

 

Ya en la casa, los dos exultantes, iniciaron la conversación.

-Bien, ¿Tú que tienes? Preguntó Danila.

-Mi deducción pasa por un dato muy curioso. Dijo Fernando. Una casualidad que tal vez no es tal, fíjate que siempre hay tres hojas en blanco entre cada anotación.

-Exacto. Dijo ella. Yo he visto lo mismo y me he permitido recopilarlas con el siguiente resultado: Hay seis bloques de 3 hojas en blanco, o sea 18 y un bloque de 6, por tanto, deduzco que la hora puede ser las 18:06; uso un reloj de 24 horas, tras la suposición de facilitar poder descifrar, ya que indicar antes o después del meridiano podría ser complejo ¿qué te parece?

-Bien, me parece adecuado. Dijo Fernando. Coincido contigo en los seis primeros bloques de tres hojas que aportarían la hora, las 18h o seis de la tarde. Solo hay un pequeño problema, como sabes el último bloque no son seis hojas, sino tres y tres, separadas por la hoja arrancada, lo que puede proporcionar la pista para separar las horas de los minutos y darnos otra lectura, el 33, es decir que mi deducción pasa por observar la hora 18:33.

-Bueno. Continuó ella. Tenemos un problema que podemos resolver rápido, probamos las 18:06 y si no funciona siempre nos quedará probar a las 18:33 ¿no?

-Pues sí. Respondió él. Ya tenemos la hora, la fecha y el lugar, solo queda esperar que todo vaya bien...

 

En ese momento el bibliotecario cerraba, como cada tarde, la puerta. Se giró hacia atrás y mirando a la estatua murmuró.

-Por fin, dentro de dos días se cumplirá el proceso, la lucha empieza de nuevo, solo habrá un ganador, mi antepasado estará orgulloso. La máquina palpita cada vez más fuerte. dentro de poco nos volveremos a reunir Fernando. 

Se escuchó un chasquido en la estatua, una pequeña grieta era visible por la parte trasera del libro que mantenía en la mano.

El bibliotecario se alejó con una sonrisa en sus labios. Un gran estruendo precedió a la lluvia que empezaba a caer sobre la ciudad.




Capítulo 4. Las manzanas.

 

Martin cerraba el paraguas para entrar cuando observó algo extraño en la escultura. Volvió a fijarse en ella, la miraba cada día que venía, ya que le fascinaba, la observaba centímetro a centímetro.

-Hoy tiene alguna diferencia, estoy seguro. Se dijo. 

Miró a su alrededor, tan temprano normalmente no accedía nadie a la biblioteca, hasta que detectó la extraña grieta en el libro. Pensó en llamar al bibliotecario, pero algo asomaba por la grieta, volvió a fijarse bien, era un pergamino. Estaba tan sorprendido que no podía moverse, hasta que se dio cuenta que lo tenía en la mano. Entró sigilosamente en la biblioteca y se sentó en una mesa a inspeccionarlo y leyó.


“Por la Fuerza otorgada por BRAGI.

El beneficiario de este pergamino encontrará la eski de Ásynjur Iðunn con sus seis Manzanas. 

El compromiso debe firmarse con sangre.

Solo la coordenada espaciotemporal es necesaria. El reloj tiene la llave.

Una vez dentro nadie abandonará su cometido o se enfrentará a la ira de ODIN.

 41º23’38”N 2º12’23”E

La unión hace la fuerza, la llave inicia el recorrido”

 


Martin no acertaba a entender nada, entre la sorpresa y la curiosidad, necesitaba saber que era aquello que había descubierto.

Empezó por buscar las coordenadas, que señalaban la playa del Bogatell. 

-Estoy cerca. Se dijo.

Buscó más información y su sorpresa fue mayúscula. 

 

El pergamino hacía referencia a la diosa Iodunn (Ásynjur Iðunn) de la mitología nórdica, que guardaba una caja (eski) de manzanas con poderes para rejuvenecer; era una diosa relacionada con la fertilidad, descendiente de elfos, además sus manzanas permitían recuperar la juventud. 

Algo realmente interesante para Martin, ya que sus mejores años ya habían pasado. Además, esa diosa estaba casada con Bragi, dios de la poesía, hijo de Odín, que era el encargado de entregar la copa de bienvenida a los recién llegados. 

Cada vez estaba más intrigado, así que decidió seguir la pista, 

-Si no encuentro nada. Se dijo. Como mínimo, seguro que el pergamino tendrá un valor importante. 

Abandonando la biblioteca para dirigirse a la playa.

 


-Segunda parte iniciada. Dijo el bibliotecario, situado frente a un altar en una pequeña habitación lateral. Todo está a punto para empezar, la máquina palpita cada vez más fuerte.

Mientras levantaba con las dos manos una copa de oro, inclinó su cabeza para no mirar directamente hacia el cielo y recitó.


-¡Oh! Gran Dios Odín. 

La puerta de Valhalla de Asgard está abierta.

Los muertos pronto entrarán.

Las Valquirias están al acecho. 

Bajo la sombra del Glasir y con las energías del ciervo Eikpyrnir y la cabra Heiorún.

Todo está preparado para el Ragnarök.


En ese momento, un gran rayo iluminó todo el cielo, mientras la tormenta arreciaba.

Allí estaba Martin en la playa, la lluvia de la tormenta había dejado totalmente solitaria la zona. No había nadie ni tenía la más mínima idea de por dónde empezar, por lo que decidió aplazar su búsqueda hasta que amainara y al girarse para dar la vuelta, lo vio.

 

Era un reloj de sol majestuoso, parecido al ancla de un barco, pero muy brillante, totalmente mojado por la lluvia, resguardada en el reloj pudo observar a una mujer. 

La cara de Martin reflejó la sorpresa; a pesar de la lluvia, la mujer tenía su ropa totalmente seca y estaba sentada en posición de meditar; su cabello pelirrojo era muy llamativo, junto a ella pudo ver también un gato, blanco impoluto, totalmente seco, como la mujer.

Aunque no pudo ver ningún paraguas, parecía que lo hubiera cubriendo la escena.

 

Martin se acercó a la mujer y entró al instante en un paraíso, el sol lucía directamente sobre el reloj, la lluvia quedó apartada de ellos unos metros. La mujer abrió los ojos y le interrogó.

-¿Qué deseas?

Martin no podía hablar, los intensos ojos color chocolate de la mujer lo penetraban de tal manera que sentía como su cerebro era un libro abierto para ella. Al momento escuchó al gato.

-La respuesta está en el reloj, tienes que descifrarlo.

 

Martin sintió como se elevaba y flotaba por encima del mar, cada vez más alto, hasta que perdió el sentido. Volvió a recuperarlo cuando estaba cayendo muy rápidamente, mientras veía a su alrededor al gato y la mujer riendo, mientras giraban con él, cada vez reían más. En el momento de impactar con el agua se despertó.

 Entre sudores Martin se dijo.

-No puede ser… ¿estoy en un sueño...?  


Estaba en su habitación en la cama, vestido y con toda la ropa mojada.

-No puede ser un sueño, estoy totalmente mojado, ni siquiera recuerdo haber llegado a casa.

En ese instante escuchó de nuevo las risas, al girarse solo vio el reloj de la playa y el mar, seguía lloviendo intensamente y el cada vez estaba más mojado. Así que decidió marcharse y esperar que dejara de llover para seguir sus indagaciones.

 

Por la mañana amaneció despejado y con sol. Martin que estaba muy intrigado tardó poco en preparase para salir a buscar la playa y el reloj.

Allí estaba, frente al instrumento, totalmente brillante. Era un reloj de sol diferente, con una plataforma de hormigón que culminaba con dos hojas de acero inoxidable, su memoria le decía que estuvo diseñado por Rafael Soler y que fue instalado en 1993 después de los Juegos Olímpicos celebrados en la ciudad.

-Su lectura es muy curiosa. Dijo. Las sombras que reflejan las dos láminas de acero confluyen en una intersección para marcar la hora escrita en el suelo.

Martin miraba el reloj y seguía sin entender. Volvió a leer el manuscrito. 

-El reloj tiene la llave. ¿Qué llave...? Solo puedo leer “Temps Vertader”.

 

Al instante todo se oscureció. Martin sintió como estaba dentro de un torbellino, que se movía a una velocidad endiablada, arrastrándolo. Giraba y giraba cada vez más rápido, hasta que perdió el conocimiento.

Despertó en una sala grande, que albergaba un gran atrio central cerrado por grandes cristaleras. Estaba solo. Una suave melodía de arpa llegaba a sus oídos, hipnotizándolo. Antes de cerrar los ojos pudo ver, de nuevo, a la mujer de la playa.

Martin se encontraba dentro del atrio, en frente podía ver un altar de mármol blanco y brillante, encima del altar había situada una copa. Descubrió que no podía moverse, aunque no estaba atado, solo inmovilizado.

Por detrás surgió la mujer. Recitaba una oración ininteligible que sonaba a numerología, su melena pelirroja contrastaba con el fondo blanco del altar y sus ojos chocolate volvieron a introducirse en su mente. Martin escuchó.

 

-Por el poder que me ofrece Odín, como Valquiria RedWomEli.

Te ofrezco el sacrificio

Bajo la sombra del Glasir y con las energías del ciervo Eikpyrnir y la cabra Heiorún.

Tú serás el próximo.

Después de beber la poción de Bragi y expandir tu sangre, la puerta de Ragnarök será abierta para ti.

 

Martin seguía totalmente inmovilizado. Un sacerdote surgió del altar, mantuvo la copa en alto mientras recitaba.

 

-¡Oh! Gran Dios Odín.

La puerta de Valhalla de Asgard está abierta. 

Bajo la sombra del Glasir y con las energías del ciervo Eikpyrnir y la cabra Heiorún.

Todo está preparado para el Ragnarök. 

Permite que este siervo tome su propia venganza.

 

El sacerdote acercó la copa hacia la boca de Martin y este bebió sin remedio.

Justo acabar de tragar y notó como unas uñas le rasgaban la piel del pecho, el gato le estuvo arañando hasta que la sangre dejó manchado su pelaje blanco, la firma se había hecho efectiva.

-Tus deseos se han cumplido. Escuchó que decía la mujer. Mañana recibirás tus armas antes de entrar.

 


Martin despertó del sueño. Se sentía poderoso, fuerte, valiente. Fue a la ducha, estuvo refrescándose bajo el agua y al salir se vio reflejado en el espejo.

-No puede ser. Se dijo. El espejo reflejaba un hombre alto, joven, con una buena melena de pelo oscuro, su cuerpo recordaba a un luchador, grandes hombros y brazos, espectaculares abdominales y piernas poderosas. Sus ojos verdes emitían valor. 

Ensimismado estaba en la imagen que no atendió a escuchar una voz que lo reclamaba.

 

-Martin… Martin… Puedes venir, tengo preparado tu regalo.

Se giró y pudo ver una bella dama, rubia, alta, esbelta, vestida con una túnica blanca que dejaba ver su figura, en sus manos portaba una cesta.

Martin se acercó y descubrió el contenido del regalo, seis manzanas doradas, que parecían muy suculentas. La chica le explicó.

-Estas manzanas te permitirán recuperar tu vida si la pierdes, tienes seis; tu propósito es vencer las fuerzas del mal que descubrirás mañana 18 de septiembre de 2024, en un viaje en el tiempo, donde encontrarás el arma más poderosa jamás vista. Un artefacto que sigue desaparecido y que permite controlar la vida y la muerte, la lanza de Odín, llamada "Gungnir", te dará el control sobre cualquier ser humano en el momento que lo desees. Tu labor será destruir a tus dos enemigos, que buscan ese mismo tesoro para su propia satisfacción.

El compromiso que has adquirido te obliga a depositar en su lugar original la lanza Gungnir, para que descanse por la eternidad y nadie más pueda robarla. Tu vida es el pago, tu actual imagen es tu recompensa.

La mujer levanto la cabeza hacia el cielo mientras recitaba.

 

-¡Oh! Gran Dios Odín. 

La puerta de Valhalla de Asgard está abierta. 

Bajo la sombra del Glasir y con las energías del ciervo Eikpyrnir y la cabra Heiorún.

Todo está preparado para el Ragnarök. 

Permite que tu sierva Ásynjur Iðunn alimente a este hombre en la batalla.

 


Mientras un gran estruendo sonó en la estancia, Martin quedó conmocionado. Tardó unos minutos en despertar de su estado de inconsciencia. Se levanto mareado, su vista se centró en las manzanas, las tocó y pudo observar que era doradas porque estaban hechas de oro.

-Deben valer una fortuna cada una. Se dijo y por un momento dudó. 

-Para qué tanta batalla y salvar al mundo, si vendo las manzanas seré rico. 

Recordó que tenía una báscula y fue a pesarlas, cada manzana superaba el kilo, se supo millonario. Guardó las manzanas en una bolsa y salió a la calle recordando un experto joyero cercano a su casa con quien tenía cierta confianza.

 

En la puerta de la joyería estaba, cuando volvieron a surgir las dudas.

-Podía morir. Se dijo. He firmado un compromiso, obligado eso sí; por otro lado, siempre fui una persona con pocos recursos económicos y esto me supera, aunque también si las vendo, podría dedicarme a lo que quisiera; ahora tengo un cuerpo increíble, es verdad, pero luchar hasta la muerte… ¡cuando siempre fui pacifista! No lo llevo muy bien.

 

Martin entró en la joyería, con sus dudas más disipadas.

-Estoy haciendo lo correcto. Se dijo.

Escuchó el saludo del dependiente.

-Buenos días. ¿Qué desea?

-Buenos días. Contestó Martin. Quisiera saber el precio de esta manzana de oro, un tío mío lejano me la dejó en herencia y tal vez pudiera venderla.

 

El empleado la miró con mucho mimo.

-Mire, su precio a peso rondaría los sesenta mil euros, pero con esta forma de manzana tan perfecta, en una subasta podría aumentar bastante, si me permite un momento, quiero comentarlo con el dueño, ya que tiene más experiencia para estas cosas.

-Si, claro. Me espero. Dijo Martin. Mientras pensaba que la oferta era menor de lo que creía.

 

Solo habían pasado unos minutos cuando el dueño apareció de la trastienda.

-Buenos días, siento la espera... Creo que tengo una buena noticia. Explicó el joyero. Al observar con más detalle la manzana hemos descubierto que la hoja y el tallo que contiene no son de adorno, sino un magnífico diamante verde de Dresde, que multiplica su valor de manera notable. Una pieza como la suya, basándonos en la venta de la joyería asiática Chow Tai Hook Jewellry, que tuvo una pieza similar, podría venderse entre 14 y 18 millones de dólares si fuera única, por eso le recomiendo que la guarde con sumo cuidado; también le informo que nosotros podemos ofrecerle una subasta internacional en pocos días, con un 10% de comisión sobre la venta, si usted quisiera venderla.

-La verdad, Dijo Martin. Deje que me recupere de la alegría... Quiero venderla, prepáreme la subasta.

-De acuerdo, caballero. Deme unos minutos mientras procedemos a preparar todos los documentos.

 

Martin empezó a sentirse mal. Un dolor agudo en el pecho no le dejaba respirar, cada vez era más intenso, empezó a notar como su brazo izquierdo se volvía rígido y sus ojos se nublaban, su corazón latía muy débilmente, sorprendentemente pudo escuchar como se paró. El cerebro dejó de recibir sangre, cada vez estaba todo más oscuro, hasta que escuchó al dependiente entre brumas que le decía.

 

-Martin, debes comerte la manzana, has roto tu compromiso y eso se paga con la vida, si te la comes podrás continuar, aunque ahora tendrás una menos, o estás muerto.

Martin se apresuró en su último aliento, no pensó en que la manzana fuera de oro, ya no podía más, solo atinó a morderla y tragarla.

 

Despertó en el hospital, estaba mareado, no sabía como había llegado. Al poco entró el doctor.

-Señor, ha tenido suerte, la rápida asistencia le ha salvado la vida, ha sufrido un infarto de miocardio, ahora está bien, pero necesita quedarse un día en observación.

Martin estaba tranquilo, por muy poco, pero lo podía contar, aunque las dudas le asaltaban.

-¿Realmente me comí la manzana...? Se preguntó.

 

De pronto escuchó una melodía de arpa que entraba por la puerta acompañando a una enfermera. Martin se giró. La enfermera comprobó su temperatura y al acercarse a su oído le susurró.

-Ahora ya sabes qué pasa si rompes tu compromiso, solo te quedan cinco.

Y salió de la habitación acompañada de la melodía.

 




Capítulo 5. La daga.



Inglaterra. Junio 2024.

 

-¿Que ha pasado ahí abajo? Pregunto Ask.

-Algo muy extraño, estábamos inspeccionando el pecio cuando un brillo muy potente nos cegó. Contestó Sigurd mientras subía a la barcaza. Pide ayuda, solo he escapado yo.

-¿Cómo…? ¿Dónde están Zoe y Jorge?

-Muertos, han sido alcanzados por la detonación.

-¿Qué…?

 

La expedición la componían cuatro expertos buceadores y buscadores de tesoros que habían encontrado un barco hundido en las costas de Inglaterra. Sus pesquisas los llevaban a la batalla del puente Stamford del año 1066, donde El rey Harald III el Despiadado murió. En la inspección previa una explosión seguida de un rayo luminoso había acabado con la vida de los dos compañeros de Sigurd.

-No puede ser, ¿te has asegurado de que están muertos? Preguntó Ask.

-Claro, sabes que nunca he fallado. Dijo Sigurd

-¿Me dejas verla? Siguió preguntando Ask. Mientras recibía la pieza recuperada.

-Es precioso como sabíamos, es un puñal increíble. Contesto Sigurd. 

Mientras se giraba pudo ver como la daga rasgaba su traje y se introducía en el corazón, acabando en pocos segundos con su vida.

 

Ask envió el cuerpo de Sigurd al fondo del mar.

-Haz compañía a tus amigos. Dijo. Mientras siguió navegando. 

A cierta distancia del lugar, bajó la pequeña balsa de goma al agua, subió en ella y empezó a remar. No miró atrás por el ruido, sabía que la explosión había hundido la barcaza. Al poco tiempo desembarcaba en la playa.

 



Barcelona. Septiembre, 2024.

 

Ask estaba investigando de nuevo, en el pergamino que había encontrado en el viaje a Buenos Aires, del pasado enero, donde estuvo disfrutando de la Reserva Ecológica Costanera Sur, un refugio de aves, tortugas y lagartos. Mientras seguía el recorrido ensimismado en una pequeña tortuga, un reflejo le cegó los ojos, parecía una pequeña botella a medio enterrar, muy cerca de la orilla del Rio de la Plata. Dentro encontró el manuscrito muy bien conservado y aunque parecía ser muy antiguo, estaba escrito en un lenguaje moderno. Lo guardó con sumo cuidado y ya en el hotel pudo leerlo.

 


La fuerza de Horus, hijo del dios Osiris y la diosa Isis

concentrada en la mano de Nefertiti, Gran esposa Real de Akhenatón.

Junto a su Decisión templada.

Forjaron el oro fundido de la daga que Harald III de Noruega descubrió en su viaje a territorios del Oriente, empuñando en sus 18 batallas y hasta su muerte.

Una daga de 10 centímetros, dorada y muy brillante.

Con el poder de 10 hombres y bajo sabias decisiones hará invencible a su poseedor.

¡Oh! Gran Dios Horus. 

¡Oh! Gran Dios Odin

¡Oh! Gran Diosa Nefertiti

La puerta de Valhalla de Asgard se abrirá con tu daga. 

Todo está preparado para el siguiente Ragnarök.

Con ella la trilogía estará unida.

9- 1342-16

9- 1066-17

9- 2024-18

 

41º23’38”N 2º12’23”E

La unión hace la fuerza, la llave inicia el recorrido.

 



Por lo que podía interpretar desde su habitación del hotel en Barcelona, las numeraciones indicaban fechas que coincidían con la vida de Nefertiti y la muerte de Harald III, en la tercera fecha el día 18 de septiembre se iniciaba de alguna manera un recorrido, donde la daga era muy importante. Las coordenadas le llevaban al monumento del Arco de triunfo de Barcelona. Faltaba un día para ese momento. Que hubiera tantos dioses implicados y que esa daga tuviera tanto poder, le convenció de buscarla en el barco hundido, además ya llevaba varios años detrás de ese pecio, el manuscrito le hizo reafirmarse más en la decisión. 

-Mis amigos nunca hubieran entendido la necesidad que sentía por ver la daga, era superior a todo, por eso tuve que eliminarlos. Se dijo. Harald III lo había decidido y Nefertiti lo había aconsejado. 

Estaba seguro de que por eso encontró el pergamino. Creía ser una persona especial y preparada para ese destino.

 

Ask se acercó al Arco de Triunfo, mientras subía por ese paseo que permite admirar en todo su esplendor el monumento, descubrió un fotógrafo con una cámara antigua, de finales del siglo XIX, con carcasa de madera forrada de piel, con un fuelle flexible y su ingenioso mecanismo que consigue que la luz natural pase por el objetivo, para incidir sobre una placa impregnada en emulsión. Decidió posar con el fondo del Arco y en pocos minutos la fotografía estaba en sus manos. 

Al seguir caminado descubrió también un pequeño escenario donde se desarrollaba una melodía de piano interpretada por una simpática y verde rana, manejada por los hilos, desde un complejo mecanismo, en las manos de un experto titiritero. 

Finalmente llegó bajo el arco rodeado de diversas personas que se hacían fotografías al pie. Pudo ver también como las dos columnas de la base del arco tenían sendas puertas cerradas y delante de la obertura izquierda, un anciano tocaba una pequeña armónica, sonando de manera rítmica, dejándolo fascinado.

Al momento escuchó como la melodía incluía una letra cantada. Ask se fijó bien.

-Pero… el hombre no puede tocar y cantar a la vez. Pensó.  

Aunque la melodía dejaba escuchar cada vez mejor un cántico.

 

¡Oh! Gran Dios Horus  ¡Oh! Gran Dios Odín  ¡Oh! Gran Diosa Nefertiti. 


Atinó a escuchar.

La letra cada vez se oía más claramente y con más volumen.



¡Oh! Gran Dios Horus. ¡Oh! Gran Dios Odín.  ¡Oh! Gran Diosa Nefertiti.

 

Prestó atención a la melodía, estaba seguro de la oración que recitaba, mientras todo se volvía difuso, la cámara de fotos seguía funcionando a su lado, la rana le hablaba cada vez más alto, el anciano tocaba y bailaba rítmicamente…

En ese momento apareció ella, majestuosa, con su gran corona en la cabeza, vestida en oro y telas azules, con un espléndido brillante en sus manos que reflejaba intensamente la luz.

 

-¡Oh! Gran Faraón Ask Smenjkare.

Yo Neferneferuaton Nefertiti, Gran esposa Real, Señora de las Dos Tierras y Señora de Egipto. 

Proclamo que, tras tu efímero reinado primogénito, llegó la hora. 

Inicia la ceremonia y accede a tu auténtico Lugar Sagrado.

 

Ask sintió como todo daba vueltas ante él, su mareo subía de intensidad hasta que la rana lo agarró y lo sacó del torbellino, frente a él un hombre adulto y poderoso le hablaba.

 

-Soy Harald III el despiadado. Te ofrezco mi poder. Usa con sabiduría mi daga y el triunfo será total.

El hombre se situó de rodillas frente a Ask, ofreciéndole una caja negra de madera, forrada de piel y con un fuelle flexible.

 

En ese momento oyó como sonaban las sirenas, dos policías en su moto, pararon frente a Ask, saltaron sobre él, lo redujeron y sujetaron contra el suelo.

-Señor. Escuchó que le decían. No oponga resistencia, tenemos que detenerle por el robo de la cámara de fotos y la marioneta. Quédese quieto e identifíquese.

 

En ese preciso instante, el bibliotecario llegaba andando hasta el arco de triunfo, desde la biblioteca que había cerrado, traía consigo un cubo, dos palos para caminar, detergente y una cuerda llena de nudos. Llenó el cubo en la fuente, dejó caer media botella de detergente en el agua y metió la cuerda dentro, anudó sus puntas en los extremos de los dos palos y miró al cielo, mientras levantaba los palos que arrastraban la cuerda, para rezar.

 

-¡Oh! Gran Dios Odín. 

La puerta de Valhalla de Asgard está abierta.

Los muertos necesitan entrar. 

Bajo la sombra del Glasir y con las energías del ciervo Eikpyrnir y la cabra Heiorún.

Te pido protección para Ask Smenjkare.

¡Todo está preparado para el Ragnarök!

 

Un gran torbellino se formó tras el bibliotecario, a la vez que la cuerda estaba en su máxima extensión, las grandes burbujas de jabón que se formaron tomaron mucha velocidad, hasta llegar a los policías, el jabón empujó a los agentes, que sin tiempo para reaccionar cayeron al suelo, otra gran burbuja absorbió a Ask y lo levantó hacia el cielo, desapareciendo rápidamente de la vista. Los policías se giraron para ver quien había producido la situación, descubriendo como la cuerda llena de burbujas se acercaba rápidamente hacia ellos, lanzada por una rana verde, hasta impactar en sus cuerpos. Al levantarse de nuevo, solo pudieron ver y escuchar a la multitud riendo mientras los rodeaban. Muchos turistas, creyendo que se trataba de otro espectáculo más, dejaban monedas en el suelo.

-Dispérsense… aquí no hay nada que ver. Solo atinaron a decir los dos policías.

 

Ask había llegado a la parte más alta del Arco de triunfo elevado por la burbuja, desde allí y protegido por la muralla de la vista, vio que la fotografía se le había caído del bolsillo, se agachó para recogerla y observó algo extraño. En la foto no estaba solo, le acompañaba un turista con una camiseta que llevaba la inscripción: 

El juego empieza aquí. Sobre la figura de un reloj digital que daba la hora 18:3E y la fecha del 18-9-24.

 

-Bueno, pues falta solo un día. Se dijo. Mañana podré descubrir el poder de la daga.

Al sacar la daga del cinturón especial que llevaba atado al pecho, esta se escapó de sus dedos impactando en el suelo donde quedó clavada. Aunque intentó liberarla, le fue imposible, parecía como si se hubiera fundido con el suelo. Cuando más entretenido estaba en el intento, escuchó crujir la puerta que daba acceso al espacio donde estaba. Presto se escondió detrás del muro.

 

El bibliotecario accedió a la torre, al entrar en la terraza, descubrió la daga en el suelo, brillante, dorada. Levantó las manos y rezó de nuevo.

Ask no entendía que decía esa persona que acababa de entrar, estaba lejos de la daga y el hombre se interponía en el camino hacia la salida. 

Al momento el hombre dejó de rezar, miró fijamente hacia donde estaba escondido y se le acercó rápidamente, sorprendiendo a Ask, que retrocedió.

-Lo siento. Escuchó que le decía. Tienes que demostrarme tu poder antes de entrar.

 

En el patio se formó en ese momento un tablero de 64 cuadros, 8 por cada lado, alternativamente blancos y negros. Encima de ellos aparecieron todas las piezas colocadas. Las blancas estaban lejos de Ask y cerca del bibliotecario. Se miraron a los ojos. Empezaba el duelo.

-Tienes que demostrarme que tu conexión con Nefertiti es total, por eso el tercer movimiento será un jaque al rey blanco o morirás. Dijo el bibliotecario.

-¿Cómo…? Balbuceó Ask.

-Conecta, solo ella puede ayudarte para enseñarme tu idoneidad. Continuó el bibliotecario mientras el peón f2 pasaba a f3.

 

Ask creyó entender la propuesta. Una voz resonaba en su mente.

-Mate del loco. Susurraba una voz femenina muy sensual. 

Mientras, el peón negro e7 pasaba a e5.

-Veo que sabes jugar. Dijo el bibliotecario mirando el tablero provocando que una figura blanca pasara de g2 a g4.

 

Ask ya lo tenía. Sabía que había ganado. La voz sensual le seguía susurrando.

-Mientras se mueve tu dama, recoge la daga y lánzala hacia tu rival, solo tendrás una oportunidad, que la destreza de Harald III te fortalezca.

 

La dama negra inició su movimiento d1 a h4.

-Jaque mate. Dijo Ask. Mientras rodaba por el suelo hacia la daga.

-Has ganado. Dijo el bibliotecario. Puedes continuar. 

 

Ask alcanzo la daga, que se desprendió del suelo y en el movimiento lanzó un tiro certero hacia el corazón del bibliotecario, que desapareció con el contacto de la hoja afilada. Esta quedó clavada en la foto, justo en el punto del último dígito de la hora del reloj, de la camiseta del turista. 

Ask prestó atención a la fotografía.

-¡Ah! Curioso, muy curioso, antes no pude verlo, no es un 3, sino una E, creo que ya se cómo entrar. Descansaré hasta mañana. Se dijo.

 

Como en el lugar estaba a salvo, resguardado de la gente y la policía, por si pudieran reconocerlo después del altercado, decidió tumbarse allí y descansar. Las vistas eran excelentes y el cielo se llenó rápidamente de estrellas mientras cerraba los ojos.

 

 

Eran las 8 de la mañana. Fernando despertó. Sabía que era el día señalado. Se acercó después de ducharse hasta la cafetería. Allí lo esperaba Danila, radiante y alegre.

-Buenos días. Dijo él.

-Muy buenos días. dijo ella. Te estoy viendo y si no fuera por las circunstancias actuales, estoy segura que tú y yo podríamos tener una buena relación. Me gustan los hombres corpulentos, con la melena corta y poco pelo en general, además tus ojos melosos me parecen muy sensuales.

-Mujer. Gracias por adularme. A mí me pareces una joven que suele vestirse de manera simple y despreocupada, como queriendo pasar inadvertida ante los ojos masculinos, sin embargo, cuando te sientas y te envuelves en la música del piano, parece que sientas el tacto de una seda imaginaria acariciando tu desnudez.

La risa de Danila se escuchaba en toda la cafetería.

-A ver señor "machote" ¿dónde está el piano? Puedes seguir soñando con mi desnudez, porque de ahí no pasarás.

Entre risas empezaron a oír la discusión.

 

-Señor, señor, no puede entrar en la cafetería con una bata del hospital, ¿de dónde se ha escapado?

-Llama a la policía, hombre, no tengas tantos remilgos. dijo otro hombre.

-Que me ponga una café le estoy pidiendo, solo eso. Gritó Martin.

 

-Tranquilo Pedro, ponle el café, ya te lo pago yo, no te preocupes por este señor, nosotros le ayudamos. Dijo Danila mientras acompañaba a Martin hacia la mesa.

-Gracias. Contestó él. Disculpad mi apariencia, pero tengo un gran trabajo que desarrollar hoy, no podía seguir en el hospital.

-¿Que le ha pasado? Preguntó Fernando.

-Nada importante, un amago de infarto, pero ya está todo solucionado, debo ir en unas horas al Arco de Triunfo. Dijo Martin.

-Al Arco de Triunfo. Repitió sorprendida Danila.

-Qué curioso. Añadió Fernando. Nosotros también iremos esta tarde allí, aunque me temo que entrar será imposible, ya que hoy está cerrado.

-Si me dais ropa. Dijo Martin. Yo os puedo acompañar, esta tarde abren para una visita turística, como cada año por estas fechas, y tengo unos pases.

 

Los dos se miraron con un poderoso brillo en los ojos.

-Claro, Claro, como no. Dijo Fernando. Acábate el café y vamos a mi casa que allí tengo ropa.

 

 

 


Capítulo 6. El Arco de Triunfo.

 

Ya en la casa los tres y después de ofrecerle la ropa a Martin, siguieron la conversación.

-¡Bueno…! dijo Fernando. ¿Y ahora qué hacemos?

-Como los tres queremos ir al Arco de Triunfo y los pases que tengo dan acceso a partir de las cuatro de la tarde. Dijo Martin. Podemos ir a comer. ¿Qué os parece?

-Si, de acuerdo. Contestaron al unísono.

 

Decidieron pasear por el barrio del Born, cercano al destino, para encontrar un restaurante.

-Mi sugerencia. Dijo Danila. Es el "7 Portes", un local de los más emblemáticos, que cuenta con dos platos inventados en su cocina y que son una institución hasta hoy: El "arroz Parellada" y el "Pijama", con 186 años de historia y gestionado desde 1972 por Paco, ha acogido a la flor y nata de diferentes épocas, por allí han pasado políticos, estrellas de Hollywood, rockeros o pintores. Han comido de sus fogones Fleming, Picasso, Miró, Evita Perón o el mismísimo Che Guevara.

-Estoy abrumado ante tanta información, a mí me interesa. Dijo Fernando.

-Donde queráis. Contestó Martin.

 

Los tres entraron en el restaurante. Danila pidió una mesa escondida y tranquila. Mientras esperaban su turno decidieron admirar su excelente pinacoteca. 

Un camarero amablemente y esperando propina les acompañó.

-Aquí pueden ver una reproducción de una construcción similar a las que podemos encontrar en plazas de Paris, como los Porches de la Rue de Rivoli, en este caso, de Josep Xifré...

A continuación una enigmática bailarina evocadora de los teatros de Paralelo o del Liceo, de principios del siglo XX, con técnica impresionista, de Ricardo Urgell...

También la delicadeza mediterránea y eslava de Olga Sacharoff...

O una melancólica puesta de sol fascinadora y radical desde la austeridad que impone sus composiciones Modest Urgell, que fue profundamente admirado por Miró...

En este caso vemos un personaje de delicada nobleza, evocador de la belleza refinada y exótica del Magreb tradicional, orientado por una atrevida pincelada libre y luminosa de la celebridad internacional, el pintor Marià Fortuny, inspirador de Dalí y también, como él, natural de Reus...

Observen aquí el modesto rincón de campo, sereno y exuberante, que desprende una poesía intensa por la vibración de su pincelada y la sutileza de sus sombras, de Arcadi Mas, pintor dinámico y pilar de la escuela de Sitges, que se anticipó al Modernismo que llegaba...

Les llamo también la atención sobre esta servilleta del restaurante, donde Mariscal dibujó por primera vez su "Cobi", la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona, como saben, después de mojarse el dedo en una copa de vino...

Y seguimos con litografías de cualidades plásticas propias, de Antoni Tàpies, un pintor diferente al resto, con una fórmula que trasmite energía y misterio, representando la continuidad del espíritu exigente de Joan Miró...

También la colección de etiquetas de las botellas conmemorativas del 175 aniversario del local diseñadas por el padre de unos de los iconos más populares del diseño gráfico posmoderno, Milton Glaser...

Para acabar con obras de pablo Picasso, el gran maestro universal precursor del cubismo.

 

-Señores, pueden pasar. Les dijo el maître.

Mientras se acercaban a la mesa pudieron contemplar esos autógrafos tan íntimos como la flor de Gabriel García-Márquez, las vigorosas máscaras de Charlton Heston, la pequeña y tímida rubrica en el centro de la página blanca de Woody Allen o la exquisita sensibilidad de Alexandre Fleming.

 

Entraron en el Salón Rosa, un espacio acogedor y único, para cuatro personas, diseñado con decoración vintage de los años 70 y que permite la mejor intimidad y privacidad.

Fernando abrió los ojos al entrar en la sala, dejando escapar un silbido. 

-La estancia me parecía increíble ¿Como lo has conseguido? Preguntó dirigiéndose a Danila.

-Fernando, no conoces nada de mí. Contestó ella. Ya que vamos a colaborar en esta… Como, podríamos llamarla… ¿Aventura? Qué tal si empezamos por conocernos mejor.

 

Martin abrió sus ojos con expresión de sorpresa, manteniéndose en silencio.

-Por mí no hay problema. Dijo Fernando.

-Lo siento, ni os conozco ni me interesáis, así que permitidme comer sin participar. Dijo Martin.

-Como quieras. Continuó Danila. Pidamos primero la comida.

   

-Les recomiendo el Menú del Chef. Dijo el camarero. Cuando saboreas algo muy agradable que aflora en tu recuerdo momentos muy especiales, podemos decir que has encontrado la "Madalena de Proust", ese efecto Ratatouille, de la película de Pixar, que permitió a Ego, el entrañable critico culinario, descubrir la máxima felicidad en el recuerdo del reencuentro infantil con su madre. Los animo con este menú a que descubran su propia madalena.

-¡Genial! Dijo suspirando Danila.

-¡Oh! Me parece muy interesante. Dijo Fernando.

-De acuerdo, quiero comer. Dijo Martin.

 

El camarero continuó su explicación:

 

Primero: cebolla y tomate confitado y la sardina marinada.

Segundo: Crema de verduras escalivadas.

Tercero: La marinera y los mejillones en matrimonio feliz.

Cuarto: El Canelón de la Fiesta Mayor.

Quinto: El "suquet" con su salsa barquera.

Sexto: Asado de conejo y su picada.

Con un buen maridaje de nuestros vinos.

Para finalizar: Biscuit helado quemado.

 

Danila tomó la palabra.

-Permitirme que me presente mejor. Soy Danila Guzmán. Nací en una pequeña aldea de un pueblo remoto, disculparme por no concretar más. Con tres años mis padres se mudaron a una gran ciudad, con siete mi padre asesinó vilmente a mi madre, a mí me metió en una maleta y me arrojó al rio, antes de subirse a una gran torre de alta tensión, de donde salió totalmente expulsado y muerto. 

-Lo siento. Dijo Fernando. Pero estás viva, ¿Cómo saliste del rio?

-Solo puedo agradecerle a mi padre una cosa, ja que nunca aceptó que fuera una chica, siempre quiso un niño en su vida, me educó como tal. Recuerdo los constantes reproches a mi madre por haber parido una niña, que siempre acababan en palizas, que ella perdonaba bajo la creencia que podía ayudarle a cambiar; por eso desde los cuatro años yo llevaba una pequeña navaja encima, con la aceptación de mi padre y su necesidad de enseñarme a defenderme como un chico y, por mí, para defenderme de él, si se diera el caso, lo que que nunca sucedió...

Ese día que mató a mi madre… Estábamos los tres, era festivo en el colegio… Las discusiones empezaron como siempre y fueron subiendo de tono, hasta que el agarró un cuchillo de la cocina y a grito limpio… Como si estuviera poseído, lo clavó en el corazón de mi madre varias veces… No se cuanto duró… Solo recuerdo el charco de sangre en la cocina…

Las lágrimas brotaban en los ojos de Danila con la explicación.


-Pensé… ¡que me mataba! Continuó Danila. Mientras escuchaba que me decía.

“Tranquila Danila, no ha pasado nada, tu madre y yo estamos preparando un truco de magia. Ahora debes esconderte en una maleta para acabar el juego, después podrás salir y estaremos los tres juntos y felices.”  Relató la chica con voz falseada masculina.


Los dos hombres escuchaban en silencio.

-Yo no sabía que pensar. Continuó Danila. Tenía 7 años, pero no era tonta. Así que comprobé que llevaba la navaja y me metí en la maleta. Primero noté que me movía, después como me arrastraba, no recuerdo cuanto tiempo estuve, solo escuché el golpe y empecé a sentir frio y humedad; mi serenidad y preparación me permitieron sacar la navaja y romper la tela de la maleta para salir de ella, dejándome arrastrar por el rio a través de la corriente; en cuanto vi la oportunidad, me agarré como pude a unas ramas y me desplacé fuera… No sabía donde estaba… La orilla me acercó a una gran casa, iba totalmente mojada y sucia, así que entré por el jardín trasero que daba al rio; allí vi una mujer mayor que estaba leyendo un libro, que al percatarse de mi presencia se acercó y me abrazó. Nunca le expliqué nada ni ella me preguntó nada, solo me acogió.

 

Poco tiempo después supe, por las noticias, del suicidio de mi padre y mi desaparición, dejaron de buscarme al no encontrar pistas. 

También descubrí que mi nueva madre, Lidia se llamaba, había perdido una hija de siete años ahogada en el rio pocos días antes de aparecer yo. Un día antes de morir me explicó la historia y me agradeció que hubiera vuelto de bañarme para perdonarla. Siempre le agradecí sus cuidados. Lidia era una mujer viuda, su marido, un empresario muy conocido de Barcelona había muerto unos meses antes de una enfermedad renal, pero ella había heredado toda la fortuna familiar; la desaparición de su hija la desequilibró de tal manera, que mi presencia le permitió agarrase a la vida de nuevo. No me preguntó nunca nada, solo me permitió tomar la vida de su hija Danila Guzman.

-Vaya historia conmovedora. Dijo Fernando.


-Quiero que entendáis mi necesidad de reconocer los hechos extraños. Dijo Danila. llevo toda la vida preguntándome ¿Por qué? ¿Hasta dónde es casualidad o causalidad? ¿Quién maneja esos hilos? Permitidme apropiarme de las palabras del famoso Borges en su poema:

“Dios maneja al jugador y este la pieza. Qué Dios detrás de Dios la trama empieza.”

 

Fernando escuchaba absorto la explicación.

Martin seguía comiendo sin prestar demasiada atención.

-Por eso. Continuó Danila. Esta oportunidad de entrar en un viaje en el tiempo puede permitirme solucionar esas muertes, si consigo el arma, puedo decidir cómo usarla y salvar a mis padres.

Martin abrió de nuevo sus ojos, parando de comer. Cada vez tenía más claro que esos dos acompañantes eran sus enemigos.

 

-De acuerdo, mi turno. Dijo Fernando. Me llamo Fernando Trashorras, soy escritor e historiador y muy atraído por los misterios que la historia ha dejado sin resolver. Hace unas semanas descubrí el pequeño diario en la biblioteca Arús. Me atrajo tanto la historia que quise descifrarla, para poder escribir ese libro que me haga famoso, pero no conseguía llegar a esa coordenada temporal, estaba totalmente atascado, cuando descubrí que la contraportada escondía una pequeña hoja arrancada con unos comentarios, justamente esa hoja que tú tienes Danila. Solo que estaba completa, esos puntos que faltan los borré yo.

-¿Cómo? Dijo Ella.

 

-Si. Continuó el. Realmente mi labor fue conseguir que descubrieras el diario, te había visto varios días buscando por esas estanterías entre libros de misterios, casualidades históricas, teorías conspirativas sobre la vida y la muerte, sabía que el diario te podía interesar y tal vez me ayudarías a descifrar las pistas. Así que el primer paso fue que lo vieras, con la hoja guardada discretamente pero parcialmente borrada; el segundo paso, cuando comprobé que estabas interesada fue hacerlo desaparecer, así cuando lo volvieras a ver en mis manos, podría preparar el contacto contigo y reclamarte la ayuda, sin levantar sospechas. Lo que nunca supe es que tu hermano Dani también lo había descubierto.

-Bueno. Interrumpió ella. Esa historia la conocerás en otro momento. Ahora sigue…

 

-Bien. Continuó el. Pues una vez aceptada la colaboración, ya conoces el resto; los dos estamos muy interesados en la aventura y tenemos la coordenada y la clave. Tu probarás entrar a tu hora, yo probaré a la mía y ¡que gane el mejor!

-¡Ya! Pero sigo sin entender porque borraste esos puntos. Siguió interrogando ella.

-Bueno. Dijo él. Comprende que es una información que no voy a compartir contigo porque me puede ayudar a conseguir esa arma poderosa, ¡Lo siento!

 

Martin tenía suficiente, ahora sabía que ellos eran sus enemigos, tenía que aniquilarlos. Pero era una decisión difícil, aún no habían entrado en el juego, eso podía cambiar las reglas, tampoco tenía con que matarlos, estaban dentro de un restaurante y la huida podría ser complicada. 

Mientras saboreaba el biscuit, la descubrió, era su madalena de Proust. 

 

Recordó aquel momento, llevaba pocos meses casado con Cleo. Su nombre y su carácter siempre le recordó a Cleopatra VII, la última reina de la dinastía ptolemaica del Antiguo Egipto, diplomática y experta en tratados médicos como ella. Poderosa y defensora siempre de su estirpe, presión que la intimidó hasta el suicidio como a ella; por no poder tener descendencia al descubrirse estéril, murió con 39 años como ella. Eran como dos gotas de agua.

Su mente volvió a ese momento, ese helado que preparaba con tanto mimo, Cleo nunca le explicó como lo hacía, ni los ingredientes usados, pero este biscuit lo transportó a ese momento, a ese placer, a ese amor que sentía por ella. Su testosterona descendió, aumentando sus niveles de endorfinas por el placer que sentía, de oxitocina por el amor del recuerdo y de la dopamina, por la satisfacción del sabor que disfrutaba. Entonces entendió, su protectora Ásynjur Iðunn le estaba hablando. Tenía que seguir agazapado para tener mejores opciones.

 

-¿Qué, nos vamos? Dijo Danila, mientras pagaba la cuenta.

Los tres salieron, el día era precioso, el sol brillaba en todo su esplendor y la temperatura era agradable sin ser excesiva, una suave brisa ayudaba mucho a sentirse bien.

 

Caminando, se acercaron hasta el Arco de Triunfo. Eran las cinco de la tarde del 18 de septiembre de 2024. Una cola para entrar ya estaba formada. Los tres se miraron sorprendidos.

 

En ese preciso momento, en lo alto del Arco, Ask miraba la multitud. No entendía nada, había mucha gente paseando por la terraza, pero nadie parecía verlo, la entrada de la multitud como una marabunta lo había sorprendido, sin tiempo a esconderse. Se quedó quieto esperando acontecimientos.

Un niño se le acercó y le dijo.

-Señor vigilante, ¿puede hacerme una foto con mi móvil?

-Fernandito. Escuchó que le decía una voz masculina. Deja al guardia de seguridad en paz, que está haciendo su trabajo. Ven que la foto te la hago yo.

 

Mas abajo, en el fondo del sótano y oculto, el bibliotecario tenía preparada la mesa de ofrendas.

Velas e incienso rodeaban la copa con hidromiel, la bebida de la sabiduría que preparaba para entrar en el Valhalla, el gran salón de los caídos; realizada con la sangre de su propia herida, producida por la daga de oro, y miel recolectada de las colmenas situadas en el ala izquierda del Arco, cerrada al paso público. 

Mientras oraba.


-¡Oh! Gran Dios Odín. 

La puerta de Valhalla de Asgard está abierta. 

Bajo la sombra del Glasir y con las energías del ciervo Eikpyrnir y la cabra Heiorún. 

Todo está preparado para el Ragnarök.

 



Mi novela estará pronto en el mercado... si quieres leerla.