24 ene 2014

Amor. Amor?

''Si estas leyendo este diario, es porque yo Alexandra Gallardo, estoy muerta.''

-No podía creerlo, pero después de encontrar el baúl en el desván de la casa que había comprado, el susto fue mayúsculo.
Aquel pequeño libro escrito a mano, fechado en mil novecientos sesenta y dos, supuso un gran shock emocional.
Decidí sentarme tranquilamente en el sofá, con una buena iluminación y descubrir que tenía que explicar Alexandra.
Fuera, tras el gran ventanal de la habitación, llovía tímidamente.
Era una mañana de invierno, frío.
Y seguí leyendo hipnotizado por la perfecta caligrafía.

'Nací en una familia de bien y completé mis estudios con una carrera universitaria en Historia y Historia del Arte.
Tuve una infancia feliz y alegre para aquellos tiempos revueltos en el país.'

-Continué leyendo parte de su biografía en el cuaderno, donde refería datos más personales de su vida, hasta llegar al hecho que motivó el escrito, su desgracia y posiblemente muerte.
Aunque me iba emocionando mientras leía sus palabras, lo que encontraría después si rompería mis esquemas.
Ella siguió escribiendo.

'Mi vida cambió radicalmente al conocer a Peter, un hombre educado de procedencia inglesa, algo más mayor que yo, que poseía unos terrenos en mi pueblo y la casa, donde después de casarnos, constituyó nuestro hogar.
Todo empezó bien, éramos muy felices y estábamos enamorados, aunque pronto descubrí que sus infidelidades siempre estuvieron presente en nuestra vida.
Un dia, decidí pasar a la accion y acorrararlo en una de tantas discusiones, destapando sus vergüenzas de pareja.
Pero no se inmutó, solo contestó diciéndome que ya era hora que sacara el tema.

La ira pasó a sorpresa inmensa. Me propuso intercambios con parejas, amigos suyos, me confesó que pertenecía a un extravagante y privado club, donde las relaciones se mantenían en grupo.
Para mi, aquello iba en contra de todos los principios y enseñanzas, solo pude llorar.'

No quiero esconder, que mientras leía, yo también lloraba con Alexandra.
Pero el escrito seguía.

'En el momento que vivo, en mi país, todo esto está prohibido por ley, pero como una mujer no puede separarse de su marido, estoy a su merced.
Por eso, con gran tristeza y pesar, acepté acudir a esos encuentros privados.
Me debo a mi marido. El me convenció explicándome que en otros países como Francia e Inglaterra, esos clubs están aceptados.
Un día decidí acompañarlo.
La habitación estaba iluminada con velas, había otras parejas que bebían unas copas de alguna bebida desconocida para mi.
Todos nos saludaron efusivamente con besos y abrazos, una suave música melódica, resonaba en la estancia.
Después de hablar y presentarnos entre todos, la bebida empezó a funcionar, aunque siempre pensé que aquel vaso contenía algo más, pues empecé a notar rápidamente calor.
La ropa fue desapareciendo, y entre manos, labios y piel, perdí la noción del cuerpo y del tiempo, el placer fue muy intenso, solo recuerdo después, la vuelta a casa con mi mente en blanco y abrazada a Peter.'

-Tenía que dejar de leer, no podía seguir, supe comprender la pérdida de voluntad de Alexandra, pero su escritura me tenía atrapado y continué.

'Los siguientes días, no pude hablar del tema, pero mi mente se negaba a aceptar todo lo que aprendí en esa sesión, por eso vinieron más, cada vez más intensas y más multitudinarias. Las copas se llenaban y todos acababan rendidos, exhaustos y gozosos.

No podía creerlo, pero había caído en las redes de la perversión, del peor sexo, de las acciones del demonio.
Aunque disfrutaba más que nunca, por eso mi mente se negó a aceptar la situación contraria a mis principios.
Lo peor llegó, cuando descubrí que Peter, mi marido, ganaba dinero con todo aquello.
Un día, por casualidad descubrí el libro contable, donde llevaba todos sus ingresos, su trabajo era una tapadera, realmente ganaba dinero con lo que cobraba a las parejas que venían al club y con las sustancias, importadas de Inglaterra, que usaba para aromatizar las bebidas, que ayudaban a predisponer y acalorar a esas personas.
Entonces decidí acabar con todo esto.

Después de la última sesión en el club y mientras Peter dormía, yo decidí suicidarme y acabar con el tormento que tanto sexo y placer me estaba destrozando.
Hasta aquí puedo escribir, estas son mis últimas palabras, ahora esconderé este cuaderno, tomada ya la decisión, me despido.
Hasta siempre.'

-Así acababa el escrito de Alexandra. Me quedé pasmado.
Entre el placer de haber leido esa historia y la tristeza de su muerte.
Entonces decidí buscarla, saber realmente que pasó y quien era Alexandra.
Me juré celebrar un homenaje en su memoria.
Unos días después, pude reencontrarme con mi gran amigo Luis, entre copa y copa, mientras conversábamos le explique la historia de Alexandra, el trabajaba en el registro de la propiedad y prometió ayudarme.

Pero pasó un tiempo, yo seguí con mi vida y mi trabajo, mientras buscaba alguna mujer para compartir mi vida.
Aunque aquel cuaderno estaba bien guardado, mi memoria no olvidaba.
Y un día sonó el móvil. Mi amigo Luis dio señales de vida.

-Josep, tengo una noticia para ti, bueno realmente dos, una buena y otra mala.
-Sin dejarme contestar, el continuó hablando.
-La buena que Alexandra existe, la mala que esta muerta.
-Bueno, eso ya lo sabía, Luis.
-Si, pero no cuando tu creías, dijo mi amigo, su certificado de
defunción, es de mil novecientos ochenta y cinco.
-No puede ser, contesté yo, entonces no se suicidó, o esa historia no es real.
Mis pensamientos fueron avanzando progresivamente. Y si era una historia ficticia? Me pregunté, o realmente luego de escribirla, se arrepintió?
Mis preguntas seguían martilleándome, hasta que volví a sentir como Luis me hablaba.
-Estas ahí? Se ha cortado?
-Estoy, sigo aquí, perdona.
-Vale, dijo Luis, pues te voy a completar la buena noticia, esa mujer tiene una hija, nació en el sesenta y tres y se donde vive.
-Pues dame la dirección, necesito conocer la historia.

Me guardé un día para poder descubrir a la señora, tener tiempo para hablar con ella y descubrir más cosas sobre Alexandra.
Después de contactar por teléfono y explicarle la situación del diario encontrado, le comenté mi curiosidad por su madre, la mujer me invito a visitarla.

Allí estaba yo, llamando a la puerta de la hija de la mujer que tanto me había impactado, como no era posible hablar con ella, su descendencia era la mejor opción para descubrirla.
Abrió una mujer madura, muy bella, exótica y sugerente.
Amablemente me invitó a entrar.
El salón era muy grande, una camarera nos trajo café.
Mientras charlábamos, observaba la estancia, varios cuadros adornaban las paredes, el lujo se respiraba en todos los muebles. La mujer sacó un álbum de fotos, que tenía preparado y me explicó la parte el resto de la vida de su madre, Alexandra.
-Esto que le voy a contar tiene que quedar en secreto como hasta ahora, me dijo, o su vida señor Josep correrá mucho peligro.
-De acuerdo, acepté yo.
-Aquella fatídica noche, donde mi madre tomó la drástica decisión de suicidarse, el destino entró en acción.
Mi madre me explicó su dolor, y el porque de acabar con su vida. No podía soportar que tanto placer pudiera ser bueno, sus principios y su mentalidad eran contrarios a los acontecimientos.
Había preparado ya las pastillas, unos tranquilizantes, que como el resto de productos que usaba su marido, venían de Inglaterra.
Los mezcló en un vaso con té, mientras escribía las últimas líneas de aquel diario, que nunca más después pudo encontrar, aunque lo buscó siempre.
Al volver a la habitación para tomar el combinado y descansar para siempre, se encontró con el problema, su marido que había despertado con sed, se tomó el contenido del vaso, ajeno a la mezcla que contenía.

Ella aprovechó el momento, no dio señal de alarma, simplemente se acostó al lado de el y decidió dormir.
Nunca se consideró una asesina, solo continuó lo que el destino le había regalado.
A la mañana siguiente, el hombre estaba muerto, ella avisó al doctor y a la policía.
Nunca nadie pudo demostrar nada.
Pasó a ser una viuda, rica y joven.
El trato con el socio de su marido, le permitió continuar con el negocio, que cada día aportaba más dinero.
Alexandra puso sus ideas y consiguió mucha fama en la ciudad, consiguiendo muchos clientes, que pagaban.
Pero el destino jugaba más rápido que ella.
A la vez que moría su marido, descubrió su embarazo. En nueve meses nací yo.
Siempre vivimos juntas, hasta su muerte, ella me cedió todo el negocio, dedicándose a cuidar de mi hija. Yo nunca he estado casada, siempre he aprovechado los momentos que el destino me preparó.
Alexandra murió en el ochenta y cinco como bien sabe usted, su corazón no pudo más.
Pero permítame pedirle un favor.
-Claro, claro, dije yo, mientras notaba como mi cuerpo iba subiendo de temperatura peligrosamente, a la vez que ella se despojaba sensualmente de parte de su ropa.
Se acercó a mi y susurrándome en el oído, me dijo.
-Le agradecería que me devolviera ese diario de mi madre, le pagaré por el, no hay problema. Nos entenderemos.

Su boca ya rozaba mis labios, su lengua se entrelazó con la mía.
Aquella tarde conocí el placer auténtico con una increíble mujer.

Exhausto, llegué a mi casa, luego supe que pertenecía al socio de Alexandra, por eso tuvo guardado el libro escrito por ella, siempre estuvo protegida.
Con la promesa de devolvérselo.
No quise dinero, no lo necesitaba, pero sentí que debía entregarlo a su hija.

Unos días después acudí de nuevo a la casa para cumplir mi promesa y entregar el diario de Alexandra.
La sorpresa, el destino, volvieron a marcarme, desde el momento que entré en la casa que había comprado, mi vida cambió y este giro inesperado se complementó en ese instante.
Me recibió,esta vez, una mujer muy bella y hermosa, joven, increíble a la vista, te enamoraba con sus dulces ojos verdes, sus labios marcados.intensos, rojos.
Una voz sugerente a la vez que autoritaria.
-Pase, me dijo, soy Alexandra, mi madre está de viaje y no puede atenderle, pero estoy al tanto de su interés por mi abuela.
-Gracias, balbucee yo, impresionado por la mujer.
Dentro esperaba una mesa preparada con té y galletas.

Mientras degustábamos la merienda, ella me explicó más detalles y algo que me dejo muy intrigado.
-Yo soy el vivo retrato de mi abuela, pero más perfeccionista, estoy realizando sus deseos más ocultos, llevados al extremo del placer.

Sus palabras se entremezclaban en mis oídos con una suave música de fondo, su cuerpo bailaba ante mis ojos mientras iba perdiendo la ropa.
Mis dudas fueron aumentando al ritmo del placer, seguro que era la droga que contenía el té.
Cerré los ojos y me dejé llevar.

Desperté en mi habitación, estaba solo, aún desprendía aroma del perfume de Alexandra.
Miré la hora, temprano pensé, pero no iba bien, me di cuenta que habían pasado dos días desde aquel encuentro, cuarenta y ocho horas.

Mi mente empezó a recordar detalles, me asusté.
Llamé a Luis, quedamos para desayunar.
Delante del café le confesé mis temores.
-Es una chica muy bella, increíble y excitante, estoy enamorado de ella, pero los detalles que recuerdo, me asustan.
-Como dices? Preguntó Luis.
-Recuerdo el momento del té, como bailó para mi, hicimos el amor de la manera más dulce e intensa que puedas pensar.
Pero...
-Pero?
-Si, hay peros, continué, estuve dos días con mi mente y mi cuerpo desconectados de la realidad. Recuerdos en flash.
No continuos. Estuve colgado por las manos, noté como el látigo incrementaba mi placer.
Llegué al límite sin poder respirar, rodeado de hombres y mujeres en plena orgía.
Cada recuerdo es más placentero, cada momento que mi mente destapa provoca más placer.
No puedo explicarte como mi mente abandonó mi cuerpo y se fundió en energía, en experiencia, gozando siempre.
La explosión fue inmensa.
-Pero que droga te dieron?
-Descubrí el sexo de los ángeles, como ella, Alexandra me dijo, el perfecto y puro placer. Solo hay un pequeño inconveniente, quiero más.
-Amigo mío, si quieres un consejo, olvídate de ella, esa mujer es muy peligrosa y acabará contigo.

Nos separamos y mi mente siguió dominada por Alexandra, ya no distinguía entre la abuela y la nieta, pero aún me quedaba cordura suficiente para poderme preguntar:
Que hacia yo en esta historia y porqué ese manuscrito, el diario era tan importante para ellas, sin pedirles nada, las dos mujeres me pagaron con un placer extraordinario.
Algo se me había pasado por alto.
Mi promesa de celebrar un homenaje a Alexandra seguía en pie. Decidí volver a la casa y esta vez, investigar la verdad, ella no escribió ese libro para que se perdiera.

Allí estaba yo, llamando de nuevo a la puerta.
Una mujer me abrió, supuse que sabían que era yo, por las cámaras que protegían la entrada.
Las dos mujeres, madre e hija esperaban en el salón.
-Buenos días, dije al entrar.
Las dos contestaron al unísono, acercándose a mi y abrazándome, los besos y caricias no tardaron en llegar.
-Lo siento, dije, separándolas de mi, necesito respuestas.
-De acuerdo, dijo Alexandra.
-Quiero saber la verdad de todo esta historia y porque estaban tan interesadas en el cuaderno.
-Mira, dijo Alexandra, la verdad es que mi abuela consiguió mucho dinero del club, después de la muerte de su marido, cuando recuperó el libro, escondió en el, las claves de unas cuentas en Suiza. Están escritas en una tinta invisible, ocultas a las miradas, pero al morir no quiso revelar donde lo había guardado.
Al aparecer tu con el libro, nuestras esperanzas resurgieron, pues como herederas podremos recuperar ese dinero.
-Pero, dije yo, si con el negocio que tenéis, esta casa y su contenido, es ya una fortuna.
-Nunca es suficiente, dijo Alexandra, aunque no te puedes quejar tu, nosotras te hemos pagado con creces el descubrimiento.

Sonaba el teléfono móvil.
-Un momento, dije yo, me llaman, era Luis.
-Josep, si estas con esas mujeres, tienes que salir de ahí, son muy peligrosas, he seguido investigando y he descubierto muchas cosas, Hazme caso.

No me dio tiempo a responder, mi boca estaba ocupada, las dos mujeres usaban sus armas y su droga conmigo.

Aún tengo leves recuerdos de ese encuentro.
Espuma, aceite, muchas personas bailando desnudas.
El mar, la luna, placer intenso, gritos, sangre, uvas, fresas, látigos y esposas.

Pero dos meses después, mi mente aún no está recuperada de las sensaciones.
Estuve una semana perdido.

Hoy volví a quedar con mi amigo Luis, quiere explicarme que descubrió de aquellas mujeres.

Ante un cafe nos vimos.
-Josep, estas muy demacrado, te veo agotado y enfermo.
-Si, lo se, llevo dos meses sin casi comer, no trabajo, solo duermo, tengo pesadillas, no puedo más.
-Suerte que saliste de allí a tiempo, tengo un amigo investigador, que llevaba tiempo detrás de aquellas mujeres. Son estafadoras, drogan a hombres y parejas con engaños, les roban sus pertenencias y el dinero.
En dos años les atribuyen más de diez muertes de personas relacionadas con ellas.
El libro que descubriste solo es un anzuelo, si lees su contenido y quieres devolverlo, entras en su red de mentiras y sexo.
La madre aprovecha pisos y casas de lujo,en venta, para esconder el baúl con el cuaderno, sabe que el comprador es adinerado, cuando este reacciona, ellas atacan.
-No puedo creerlo, pero a mi no me han robado nada.
-Estas seguro? Has comprobado tus cuentas bancarias?
-No, hace un mes que no puedo casi moverme.
Solo que, volvería a pasar por todo eso, sin dudarlo, lo que ellas me han enseñado no se puede pagar.
Estoy muy cansado, mucho.
Me duele el brazo, noto mi corazón roto, no puedo respirar. Pierdo la vista, pierdo la noción.
-Josep, Josep, dijo Luis, que te pasa, respira, abre los ojos. Llamen a un médico...

Es lo último que pude oír, ahora estoy con ellas, floto entre algodones, venir bellas mías, volver a darme ese placer tan intenso....
Os necesito...



10 ene 2014

Nada por aqui, nada por allá...

Dominós estaba en plena función, era un mago venido a menos por la crisis, pero aún mantenía sus bolos para poder vivir y comer.
Esa noche en el pueblo causó sensación, el teatro estaba lleno, unas trescientas personas habían acudido.
Y ahora tocaba el número especial, su ayudante sacó un armario, el se dirigió al público y amablemente pidió un voluntario, todos reían nerviosos.
Héctor, uno de los más ricos y dueño de la fábrica que alimentaba a la mayoría de ciudadanos, sintió un pinchazo, era su mujer que pellizcandole, consiguió levantarlo de la butaca. El mago se fijó en el y lo llamó.
El hombre un poco avergonzado accedió a subir al escenario, se reiría un rato y a la vez, pensó, aprendería algún truco de magia.
Sin darse cuenta, Dominós lo introdujo en el armario, cerró la puerta, no sin antes dejar una mano fuera y su cabeza a la vista. Tumbó el armario en el suelo, sobre unas ruedas.
Héctor se reía mientras miraba al público de reojo.
La chica que ayudaba al mago cubrió el armario con una tela negra brillante y se paseó sonriendo, mientras enseñaba una larga sierra metálica al público, dejando que varios espectadores la tocaran, para asegurar que era auténtica.
Luego devolvió el instrumento al mago.
Este puso encima del armario un melón grande y lo cortó sin ningún esfuerzo con la sierra, dando un trozo de fruta a Héctor, que lo probó entre risas del público.
Después sonaron los tambores y la música subió de volumen.
Entre gritos de los asistentes, serró, por el centro, el armario con Héctor dentro.
Todos estaban expectantes.
Separó en dos el mueble, por un lado la cabeza de Héctor sonriente mientras movía la mano.
Por el otro los pies.
Aplausos y risas procedieron al movimiento circular de las dos piezas separadas.
Después Dominós recompuso el armario, al juntarlo, tiró fuerte de la sierra hacia arriba que seguía encajada y...

Todo el mundo gritaba.
Un charco de sangre brotaba, ensuciando el escenario.
El mago pidió calma, la gente quedó muda.
-No pasa nada, esperar, tranquilos, esto es magia. Dijo.
Al levantar el mueble y proceder a abrirlo, el cuerpo de Héctor, se desplomó en el suelo.
-LLAMEN A UN MÉDICO, grito Dominós.

La policía entró y desalojó el teatro.
El forense declaró la muerte de Héctor, le habían cortado la yugular con una hoja cortante.

El comisario se hizo cargo de la investigación. Reunió a los posibles sospechosos, mientras esposaban al mago y lo encerraban a la espera de la resolución.
Alex, el jefe de la policía empezó a investigar quien pudo matar a Héctor, el armario fue desmontado, pero no encontraron nada.
Como empresario tenía muchos enemigos pero que pudieran acceder al momento de estar en el mueble y matarlo reducía mucho los sospechosos.
Alex llamo a la esposa, Juana para ver si podía aclarar alguna cosa, de hecho ella fue la que empujó al empresario para que saliera al escenario y la mayor beneficiaría después del asesinato. Pero observaron que no tuvo ninguna opción ni interés, no se movió del asiento durante el espectáculo.

El policía también investigó posibles sospechosos que pudieran estar en contacto con el armario las horas previas, pues pertenecía al mago.
Un carpintero, Lino tuvo que pulir una pequeña muesca y ajustar la puerta, el día anterior y fue avisado, aunque su coartada era, al igual que la mujer de Héctor, inmejorable.
Estaba entre el público mientras degollaban al hombre.

Otro de los posibles sospechosos era el herrero, Alberto, el mueble chirriaba un poco y el mago le hizo repasar las bisagras, el día anterior, pero también formaba parte del público asistente.

Cada vez Alex, veía más claro que era un caso muy preparado y difícil de descifrar y lo comento con el comisario, este en vista de la complicación, mientras el seguía su investigación, llamó a la policía especializada.
Sin embargo Alex descubrió más sospechosos, coincidía que un guarda de seguridad, la noche anterior vigilaba los instrumentos del mago, entre ellos el famoso armario y tuvo acceso después del asesinato al escenario.
Pudo interrogarlo, sin poder ver ninguna conexión, además cuando el hombre subió al lado del mago, Héctor ya estaba muerto.
Solo otro sospechoso estaba relacionado.
Alex descubrió, porque en los pueblos todos hablan, un rumor.
La mujer del empresario Juana, tenía un amante.
Una mujer, Esther se había acercado al policía y le explicó la situación.
Poco después Alex lo llamó para investigar, su coartada era perfecta. Ni el día antes ni la noche del asesinato, el hombre, Carlos, estuvo en el pueblo, su trabajo de comercial de una multinacional lo habían llevado lejos de allí, esa semana.
El único culpable, era el mago, determinó Alex, sin poder demostrar como pudo degollar al empresario.

Dos días después, llegó la policía científica y especializada, era una mujer, se llamaba Carolina.
Empezó a investigar los hechos, siguiendo paso por paso las líneas trazadas por Alex.
Y descubrió un pequeño error, el policía olvidó a la azafata del mago.
Era una chica guapa, podría haber tenido algún encuentro con Héctor no deseado y pudo reaccionar así, tenía acceso al armario, antes y durante el espectáculo.
Carolina detuvo a Anna, la ayudante del mago.

Declaró presuntos culpables a la chica y al mago.
La última reunión entre la policía científica y Alex, ya les dejó claro que sería difícil imputar a nadie.
Ni el mago, la chica o la esposa tenían motivos reales.
Pero además quien matara a Héctor tuvo que actuar rápido entre el público a la vista de todos.
Aunque nadie vio nada.

El juicio se celebró, el jurado escuchó a los abogados y concretaron que ninguna prueba fehaciente era válida para declarar culpables.
El corte del cuello no pudo realizarlo Dominós sin ser visto y Anna no tuvo ninguna opción, siempre estuvo cerca de la escena, pero no en contacto.


El mago y su ayudante salieron libres sin cargos.
Se decidió un asesinato sin culpable conocido.
El caso se cerró mientras no hubiera más pruebas.

Carolina no recordaba ya el caso, habían pasado veinte años, cuando sonó el móvil.
-Quien es?
-Soy Alex, quisiera hablar con usted.
-Alex, quien?
-Recuerda el caso del mago asesino que quedó sin resolver hace bastante tiempo?
-Ahh!! Si, si. Pero no pudimos descubrir al culpable, el suceso está archivado.
-Yo soy el policía que lo investigó y puedo decir con seguridad, después de mis últimos descubrimientos, quien mató al empresario y como lo hizo. Quiere saberlo?
-Claro, contestó Carolina, aunque ya no pueda hacer nada, siempre me quedó la duda de saber como fue.
-Venga a esta cafetería, en una hora nos vemos.
-Allí estaré. Contestó ella.

Carolina entró en el bar, se sentó en la barra, al instante un camarero se acercó.
-Es Carolina, le preguntó.
-Si, respondió ella.
-Pase aquel salón, la están esperando.
La mujer entró en la estancia, una pequeña habitación con una mesa y varias sillas, las paredes estaban forradas de moqueta negra y una pequeña luz iluminaba tenuemente.

En la mesa, un hombre la esperaba.
-Buenas tardes y gracias por venir. Escuchó que le decía.
-Muy buenas, aunque estoy sorprendida, quiero conocer la historia, si puede demostrarlo.
-Si claro. Dijo el. Quiere tomar algo? Va a ser un poco largo de explicar.
-Si, contestó Carolina, un gintónic estaría bien, hoy no trabajo.

El camarero les sirvió las copas y abandonó la estancia.
Alex empezó su relato.

-Después de muchas pesquisas y horas pude descubrir esto y creo que la sorprenderá más aún, cuando lo escuche. Dijo el.
-Estoy ansiosa por conocerla, dijo la mujer.
-Está bien, todo empezó con un truco de magia.
Héctor y Juana no se llevaban bien, el estaba cansado de su vida y ella de su relación, pero nunca hubiera aceptado una separación.
En un viaje del empresario a la ciudad, reconoció al mago,  habían coincidido en la universidad y recordaron viejos tiempos.
Héctor explicó su situación a Dominós, sabía que su mujer tenía un amante, y el también, no vivían juntos, pero la empresa funcionaba tan bien que no les importaba.
El mago le propuso un trato, matarlo.
El asesinato basado en un truco de magia les conseguiría muchas ventajas.
De hecho, luego comprobado, todos salieron ganando.
Y empezó el plan.
Dominós preparó su espectáculo.
Todos hicieron su papel. El amante de Juana se ausentó esa semana, ella hizo que Hèctor  se levantara para ser elegido por el mago. Todo el pueblo estaba en la función, porque el empresario no cobraba entrada a sus trabajadores, llenando el teatro y consiguiendo las coartadas necesarias.
El día anterior a la función, el mago descargó sus utensilios.
Con suerte, encontró un vagabundo y lo invitó a comer.
Por la tarde convenció al pobre hombre para probar el armario.

El truco conseguía, al entrar el hombre y tapar con la tela el mueble, que al tumbarlo, unos pies postizos salían por un lado y obligaban a bajar por debajo el cuerpo, quedando libre el centro del armario para que pasara la sierra.
Al unir de nuevo las dos partes y tirar de la herramienta una fina lámina cortaba la bolsa de sangre y desparramaba todo su contenido por el suelo.
-Pero, entonces no hubo muerto? Yo vi las fotos que se hicieron del cuerpo. Preguntó ella sin entender la situación.
-En la prueba con el mendigo se usó la bolsa. Continuó Alex
Por eso, luego el carpintero tuvo que disimular las grietas de la madera donde iba la daga y el herrero limpiar las bisagras de sangre, para el espectáculo.
Los dos debían dinero a Héctor y a cambio de saldar la deuda, cumplieron su papel.

La noche de la función, Héctor entró en el armario, la cuchilla hizo su labor y el asesinato se consumó.
-Entonces el asesino fue el mago? Preguntó Carolina.
-No, la verdad que el truco fue mucho mejor. Dijo Alex.
-Ahhh, continúa, pues.
-Si. Cuando acabó el juicio sin culpables, todos se beneficiaron.  Juana que era libre y dueña de la empresa, pudo aplicar sus ideas y quedarse con su amante. El mago se hizo muy famoso por el incidente, todo el mundo quería ver si mataba a alguien más. Y siempre llenaba en sus funciones. El carpintero y el herrero limpiaron sus deudas.
Pero aún faltan dos personas.
Una el guarda jurado que protegía el armario.
La noche anterior solo tuvo que hacer su labor, pero por un poco de dinero y trabajo seguro en la fábrica, el fue quien hizo desaparecer la única prueba.
Al desplomarse Héctor en el escenario, se acercó al armario y mientras la acción se situaba en el cuerpo, arrancaba la daga que degolló al empresario y la hizo desaparecer.
-Pero sigue apuntando todo al mago. Volvió a interrumpir Carolina.
-Ya te dije que todo es un truco de magia. Dominós nos hizo creer a todos que Héctor se había desangrado. El forense que certificó su muerte, también estaba dentro. Tenía una historia personal complicada, el empresario descubrió sus aventuras con chicos jóvenes y le obligó, a cambio del silencio a firmar la defunción.
-Entonces, no hubo muerto?
-La verdad que no. Todavia, Héctor solo hizo su papel, luego pudo desaparecer con su amante, que si no lo has adivinado, era...
-Si. Claro. Dijo Carolina, la ayudante del mago, verdad?
-Exacto, respondió Alex.
Ahora son muy felices juntos, lejos de aquí y con parte del dinero de la fábrica.
-Cada vez lo veo más claro todo, aunque no entiendo tu papel en todo esto Alex.
-Pues, todos ganamos.

En aquella cita entre Héctor y Dominós en la ciudad, también estaba yo, era un gran amigo de los dos, en tiempos universitarios.
Si todo se ataba bien, y no podían demostrar nada, mi
Jefe en la policía, el comisario, perdería su ascenso y yo tendría opciones, como pasó después.
-Todos ganabais, claro. Continuó Carolina. Pero porque explicarme todo esto ahora.
-Porque el truco de magia aún no ha acabado, esta es la última parte. Falta el muerto...

El cuerpo de Alex se desplomó en el suelo y tras el apareció el mago.
Con una varita mágica dio dos vueltas sobre la cara de Carolina y esta se desvaneció.

El camarero se acercó, recogió el gintónic y limpio todo.

Alex se levantó, se abrazó con el mago.
-Bien, ya está.
En ese momento entró Héctor.
-Venga, rápido, envolverla en la manta, hay que meterla en mi tumba.
El veneno ha sido rápido.

Ya no hay rastros pendientes.
Todos ganamos.

Sacaron la botella de champan y brindaron.
Por la magia.








6 ene 2014

Y tu, quien eres?

Annie daba vueltas con la cuchara de madera a la sopa, mientras susurraba la frase que su abuela le había enseñado.
Estaba todo a punto, embotelló el líquido y se preparó para el momento.

Sergio y Elvira llevaban un año casados.
Eran muy felices. Ella, hija de un empresario y psicóloga. Se habían conocido en una fiesta privada en un club.
El, químico, con un futuro excelente, no podía creer que esa chica tan rica y tan guapa, se fijara en un hombre normal como el.
Pero el amor surgió, la chispa prendió y después de dos años, se casaron. La boda fue sonada en la ciudad.
Y Sergio quiso sorprenderla para celebrar ese primer aniversario.
Después de una cena intensa y perfecta, en un taxi, acercó a su pareja, al lugar donde se conocieron, un club con mucho glamour.

Allí estaban Sergio y Elvira, recordando aquella primera noche.
-Un gintónic, dijo el, como entonces, supongo?
-Claro, amor. Contestó ella. Hay que seguir las tradiciones.
Se sentaron en un pequeño sofá.
Después de unos acaramelados besos, el hombre se acercó a la barra.
Y pidió las dos copas.
-Me llamo Annie, oyó a la chica decir, que desea tomar?
El se fijó en ella, era guapa, joven, rubia y muy atractiva.
Y contestó.
-Me llamo Sergio, quiero que me prepares dos gintónics especiales, con mucho mimo.
-Claro, como no, continuó ella, mientras cogía las dos copas anchas. Serán los mejores que has tomado.
Mientras la chica mezclaba los ingredientes con sumo cuidado, siguió la conversación.
-Estás aquí por algo importante?
-Si, aquí conocí a mi mujer, dijo el, hoy celebramos nuestro aniversario.
-Me parece fenomenal, pues felicidades, continuó diciendo la camarera, mientras añadía, de una pequeña coctelera, un líquido que reaccionó desprendiendo un pequeño volcán de humo.
-Que es eso? Preguntó Sergio.
-Es un secreto del barman, contestó Annie, pero no te preocupes, el punto que notarás luego es extraordinario. Salud y encantado de conocerte.
-Lo mismo digo. Contestó el.

La noche continuó entre besos, risas e intimidades de pareja.
Con un taxi que los devolvió a casa y la relación más intensa bajo las sábanas.

Unos días después, Sergio tras tomar una taza de cafe en casa, salió del garaje con su flamante y potente vehículo hacia su oficina en el centro.
Esperando la luz verde estaba en un semáforo, cuando notó un golpe detrás, se bajó del coche, mientras recriminaba al otro conductor su distracción, pudiendo observar que solo unos rasguños habían marcado la pintura.
El otro hombre, casi sin mirar, aceleró y se perdió en el tráfico.
Sergio no tuvo tiempo ni de anotar la matrícula, así que aún enfadado volvió al vehículo.
Pero al subir, una sorpresa le esperaba.
Alguien con una voz femenina, desde el asiento trasero, le apuntaba con una pistola en la cabeza, obligándole a cambiar su ruta.
Al cabo de un rato y ya fuera de la ciudad. La mujer con la cara tapada, le hizo parar y le obligó a sentarse detrás.
Ella se le subió encima, mientras seguía apuntándole con la pistola.
La situación y el momento provocaron la erección de Sergio, que sin entender nada aún, solo pudo dejarse llevar.
La chica consiguió fácilmente, mientras apoyaba sus pechos en su cara, el orgasmo del hombre.
Luego le pidió la cartera y cogiendo el dinero, abandonó el coche.
El no reacciono hasta un rato después, ya no había rastro de ella.
Sus dudas aumentaron, si denunciaba el robo, tendría que explicar la situación placentera y eso le provocaba pánico, pues Elvira podía no entenderlo.
Decidió olvidarlo y esperar acontecimientos.
Una semana después, tras salir del trabajo, la chica volvió a aparecer en el coche, no supo como, pero sin tiempo para arrancar, se encontró con los ojos vendados y esposado.
Ella condujo el vehículo durante unos minutos.
Siguió después una escena similar al primer día.
El sin ropa, ella encima, y el consiguiente orgasmo.
La chica desconocida desapareció sin dar explicaciones, aunque quitándole las ataduras.
Sergio no sabía como explicar la situación, de nuevo la mujer se llevó su dinero.

Nunca entendió como pudo estar dentro del coche, esperándole.
Aunque le pareció reconocer aquella voz excitante y cariñosa.

Unos días después, su mujer le estaba esperando muy nerviosa.
-Explícame esto. Le dijo, mientras le enseñaba unas fotos. Si querías una relación diferente, podías haberme avisado.
El no daba crédito.
En las fotos se observaba como mantenía relaciones sexuales con una chica rubia con la cara tapada, a veces con unas esposas puestas.
Sergio intentó calmar a Elvira, explicándole el desliz, que la chica lo había abordado y robado, aprovechando el momento para realizar las fotos.
Eso crispó más aún a la mujer.
-Eres un cínico, le dijo, no tienes suficiente con acostarte con tu amante y darle dinero, que quieres convencerme a mi del robo. Lo siento, me voy de casa. Mi amiga ya me avisó de ti, nunca quise hacerle caso, pero tenía mucha razón.
La mujer tenía ya preparada una pequeña maleta, y dando un portazo abandonó la casa.

Sergio cada vez comprendía menos que estaba ocurriendo, pero si supo que las fotos las había tomado la chica. Y aquella voz, empezaba a recordar. Podía ser la mujer del club y de los gintónics.
Así que, siendo imposible de demostrarle nada a Elvira, decidió acudir esa noche al club.
Allí preguntó por Annie, pero le comentaron que solo trabajó una noche. Pidió un gintónic especial y al beberlo recordó el humo de las copas. Al pedir ese extra, el camarero se burló de el, diciéndole.
-Se cree usted, que aquí hacemos copas con brujería?
Mientras se reía sonoramente.
Sergio apuró la copa y abandonó el local.
Esa noche durmió solo, mientras sus sueños subían de tono, recordando a la desconocida. Su olor, su voz, su piel. Despertó sudoroso.

Unos días después Elvira le llamó por teléfono para decirle que quería divorciarse.
Decidieron encontrarse en una cafetería y hablar del tema.

Allí fue el. Ella estaba acompañada de una mujer morena muy atractiva.
Le presentó.
-Esta es mi amiga Annie. Ahora vivo con ella, mientras arreglemos lo nuestro.
-Yo te conozco, dijo Sergio.
-No lo creo, contestó la chica. Nunca me hubiera acercando a ti. Sino fuera porque eres el marido de mi gran amiga.

Sergio decidió callar, pues necesitaba entender mejor todo lo que estaba ocurriendo.
Elvira estaba muy enfadada y no podia convencerla de nada.
Si pudo comprobar, como las copas que habia traido Annie en la cafeteria soltaban un extraño humo blanco.

Decidió investigar un poco más.
Supo que Annie era muy amiga de Elvira, tanto que la controlaba totalmente. Varios conocidos en común de la pareja, coincidían en afirmar que las dos mujeres serían pareja si el no hubiera aparecido aquella noche.

Tantas pruebas tenia Sergio, que decidió pasar a la acción.
Convenció a Elvira para verse a solas, y allí le explicó la estrategia de Annie.
Aquella noche los había embrujado para romper su relación y poder tenerla de nuevo.
Incluso, mirando detenidamente las fotos, podía observarse, que la chica rubia era Annie con una peluca postiza.
Pero Elvira no quería ver nada en contra de su amiga. Incluso se enfadó más ante Sergio y abandonó el local, llorando y gritando.

Sergio sabía que la influencia de Annie era demasiado intensa, no podía luchar contra ella.
La mujer tenía dominada a Elvira, conseguía todos sus propósitos y como no, su dinero, que era mucho.
Tenía que forzar la situación.
Pero no esperaba que ella lo hiciera primero.

Sergio salía de casa para ir a trabajar, cuando se volvió a topar con la chica.
Dentro del coche en el garaje lo estaba esperando. Con la pistola lo intimidó, lo ato y lo metió en el maletero.
Al cabo de un rato de circular con el vehículo, la mujer paró, lo sacó y entraron en un apartamento de un hotel de carretera.
Lo esposó a la cama y le vendó los ojos. Notó como Annie usaba el móvil, aunque sin poder escuchar la conversación.

De nuevo observó como ella se subía sobre el, sin ropa.
El frotamiento tuvo su recompensa en un nuevo orgasmo, intenso.
Pero luego, ella le obligó a tomarse una bebida, gustosa, caliente, con un sabor muy especial.
Al poco las relaciones sexuales continuaron. El volvía a estar preparado, ella jugaba sin temor.
Los gritos sacaron a Sergio de su embrujo.
Era Elvira, entró en el apartamento y viendo a los dos desnudos y revolcándose juntos, empezó a gritar.
La venda cayó de sus ojos para ver como su mujer, cogía la pistola y salía corriendo.
Annie se vistió rápidamente, olvidándose de el y también corrió detrás de ella.

Sergio pudo zafarse de sus ataduras y vistiéndose, en pocos minutos fue a buscar a las mujeres.
No estaban lejos.
La escena era muy preocupante.
Annie pedía perdón a Elvira, mientras esta, empuñando la pistola, estaba de pie sobre la ancha baranda metálica del puente, la altura sería de unos veinte metros y amenazaba con suicidarse.

Al ver al hombre Elvira chilló.
-No te acerques más, voy a saltar. Así os dejo tranquilos y podréis estar juntos.
-No es lo que crees, contestó Sergio, ella lo ha provocado todo para volverte a dominar y quedarse tu dinero.
-No es verdad, dijo entrando  en la conversación Annie, yo te amo a ti, con el no quiero nada.
-Pero, dijo Elvira. Estabas en la cama con el, no puedes negarlo.
-Claro, contestó Annie, me ha engañado y embrujado como a ti, para que lo descubrieras. Piénsalo bien, si consigue que mueras o te suicides, se queda con toda tu fortuna.
A quien vas a creer?
-No ves, dijo Sergio, como te manipula?
-No quiero saber nada más, gritó Elvira.
Mientras saltaba al vacío.
-Noooooo!!  chillo Sergio, mientras volaba hacia adelante para intentar agarrarla, pero chocó contra Annie y cayeron los dos al suelo. El golpe lo dejó conmocionado, aunque pudo escuchar el chasquido del cuerpo cayendo al agua, y un disparo.
Luego solo sonaron sirenas y sintió frío, mucho frío.
Pensó que Annie debía haber disparado y estaba muerto.

Despertó en una camilla. Rodeado de médicos,
Solo tenía un fuerte golpe en la cabeza que le produjo una conmoción, estaba en observación.
Entró Elvira, provocando la sorpresa.
-Pero, pero... Atendió a decir.
Elvira lo tranquilizó.
-Tranquilo amor, nos han drogado y robado en aquel club. Por lo visto aquella chica que te sirvió las copas, se fijó en nosotros, ahora la policía está investigando.
Elvira estaba bien, se veía.
Pero Sergio no acaba de entender porque no llevaba pantalones ni ropa interior.
-Si, dijo Elvira, te han hecho pruebas del Sida, por lo visto la chica nos robó, pero mantuvo relaciones sexuales contigo también.
-Como?? Preguntó Sergio.

Una enfermera rubia muy atractiva, entró en la habitación.
-Lo siento señora, tiene que abandonar la estancia, dijo, hay que hacer más pruebas.

Mientras Elvira salía, la chica le dio una bebida que desprendía un pequeño volcán de humo.
-Tómate esto Sergio, oyó como le decía.
Tienes que ponerte en forma de nuevo.
El solo sintió, poco después, como la chica le susurraba al oído.
Notó su piel, sus besos. El orgasmo no tardó en apoderarse de su mente.
-Me llamo Annie, escuchó, si me necesitas, estoy aquí.

Elvira hablaba con el doctor.
-El golpe ha sido muy fuerte, la conmoción puede afectarle gravemente.
Annie pasaba por el lado sonriendo.