23 feb 2014

El Pasatiempo.

Era tarde ya, Asier abandonaba su oficina en el centro, subía a su vehículo y mientras circulaba oyó la publicidad en la radio.
Un nuevo programa, interesante, escuchó como buscaban gente experta en resolver crucigramas, pero con una particularidad añadida, el ganador tendría mucho dinero, los perdedores pagarían con su vida.
Como en el país las leyes no permitían tal barbaridad, el concurso se desarrollaría en alta mar, otra interesante oferta para Asier.
El era, sino el mejor, uno de los mejores, resolviendo crucigramas, supo que había llegado el momento de triunfar.
Apuntó el mail y al llegar a casa, inició su inscripción.

Al día siguiente, en su correo, apareció un pequeño acertijo que rápidamente resolvió, su participación había superado el primer trámite.

Unos días después lo llamaron del concurso, tenía que presentarse en la ciudad, a las primeras eliminatorias.
No tuvo problema en seguir solucionando todas las pruebas a las que lo sometieron, pasando a la siguiente ronda.

Esa mañana temprano volvió a sonar el teléfono, le comunicaron la hora y el lugar para las semifinales, solo uno de los cincuenta participantes pasaría a la final, en su ciudad, acompañando a los otros cuatro ganadores en otras tantas ciudades.

No fue difícil asegurar su triunfo, supo rápido, que el sería uno de los cinco finalistas.

En una semana tenía que subir al barco, con los otros participantes, que los trasladaría a un lugar secreto, fuera del control de las leyes, desde donde se trasmitiría la señal de televisión para varios países, de la final del concurso.
El estaba seguro de su triunfo, aunque los otros cuatro concursantes opinaban igual.

Allí estaban preparados, el plató montado sobre el barco.
La señal retransmitía el concurso, mientras presentaban a los participantes finalistas, con las normas.
Solo uno saldria vivo y con un premio millonario, para despreocuparse toda su vida.

Los cinco firmaron los contratos preceptivos. Las condiciones eran claras, solo tendrían una oportunidad, si fallaban la palabra, morían, si adivinaban esperaban a los demás, entre todos conseguían cerrar el acertijo y el que adivinara la palabra escondida, ganaba.
Ellos no podrían ver como desaparecian sus rivales, pero los espectadores disfrutarían de todos los detalles.
La publicidad contratada era inmensa, nadie se había atrevido a matar concursantes en directo nunca.

La tele enseñaba el cuadrante, había los espacios correspondientes a las letras de cinco palabras, una para cada concursante, la unión de las cinco componían otra, la que daba el premio, todo estaba en blanco.
Pero la dificultad añadida era patente, los concursantes no veían el cuadrante ni como se unían las letras para resaltar la palabra final.
Solo sabrían las definiciones.

Con mucha expectación, música muy animada y gran intriga, empezó el concurso.

Asier era el último participante, por sorteo el primero fue Juan.
Aunque sin poder verse, empezó la estrategia.

El presentador leyó la definición, alto y claro:
- 'Que se articula permitiendo una salida continua del aire emitido, y hace que este produzca cierta fricción'.

A Juan le permitieron sesenta segundos, largos e intensos, la publicidad bombardeaba la pantalla.
Asier sonreía, tenía la primera palabra muy clara, pero Juan no acertó la respuesta, perdiendo sus opciones,
La trampilla se abrió.
El público gritaba en éxtasis, mientras en casa, veían, en directo como moría el participante entre los colmillos de un tiburón hambriento, los otros concursantes solo oían los gritos, nada más.

Presentaron al segundo, era Pedro.
Estaba muy nervioso, después del fallo de su compañero, mientras escuchaba su definición.
El presentador, recitó:

- 'En la teología mística, afecto encendido del alma hacia Dios'

Pedro tuvo su minuto de concentración, la publicidad seguía bombardeando, el público buscaba la solución.
Asier sonreía, reconocía la palabra buscada.

Pero el participantes, nervioso, no tuvo tanta suerte y la trampilla se abrió bajo sus pies, donde unas hambrientas pirañas se dieron un festín, el público chillaba de nuevo, mientras aplaudían.
En casa, la gente estaba horrorizada, pero nadie desconectaba la tele.
La audiencia subía como la espuma, en todos los países.
Los propietarios de la cadena, se frotaban las manos, mientras brindaban.
No les preocupaba nada, todo iba sobre ruedas.

Y presentaban al tercer participante, Angel.

Se le veía muy nervioso y preocupado. Esperando la definición de su palabra.
El presentador la leyó:

- 'Que se pronuncia colocando la punta entre los bordes'

Como en las otras, Asier sonreía, era fácil está vez.
Aunque Ángel no supo verlo así.
La publicidad seguía durante ese largo minuto.
Y, de nuevo, el proceso se repetía, la trampilla se abrió, el hombre cayó, el público chillaba hasta límites insospechados, unas cuantas morenas hambrientas daban cuenta de su presa, mientras cada vez había más audiencia.

Las botellas de champán se vaciaban en el despacho de los propietarios, contando el dinero que ganaban.

Era el momento del cuarto concursante. Sonia.
La única mujer capaz de acceder a esta final.
Muy inteligente, alta y guapa, morena. Estaba a punto, tranquila, escuchó su definición de la boca del presentador.

- 'Sinónimo, hacerse insolente y atrevido'

mientras Sonia usaba su minuto para investigar, Asier tenía ya la palabra, solo faltaba una, para juntarlas.

Pero Sonia no tuvo en cuenta la definición correcta y contestó 'insolentarse'.

La trampilla no tardó en abrirse bajo sus pies.
Se repitieron, como en las anteriores ocasiones, los gritos del público dentro y fuera del plató.
Las temidas pirañas no tardaron en hacer desaparecer el cuerpo de la mujer.

Era el turno de Asier.
Aunque el presentador sorprendió a todos, pues nadie tuvo en cuenta que ningún otro concursante llegará hasta allí,
Y cambiaron las reglas.

Habían destapado ya cuatro palabras, pero no iban a descubrir la última, sino buscar la palabra oculta, la única que daba derecho al premio.
Asier conocía las otras cuatro, pero no el orden de las letras que formaban la incógnita.
Y el presentador le brindó la definición, añadiendo el premio por conseguir, cien millones de euros, todos para el.

El público estaba expectante, en casa había división de opiniones, los grandes jefes siguieron, con dudas, la explicación.
Asier escuchó;

- 'Juego... Pasatiempo'

Tenía un minuto y las cuatro palabras.
Fricativo, Aspiración, Interdental y Avilantarse.

Pero como combinarlas.
El tiempo corría, el ruido en el plató era ensordecedor.

En las casas, todo el mundo esperaba la resolución.

El champán seguía corriendo en el despacho, cada segundo multiplicaban los millones ganados.

Y Asier contestó.

Pero nadie pudo escucharlo, su micrófono no funcionaba.
La trampilla se abrió.
Cayó entre tiburones.
Mientras pudo ver a los otros cuatro participantes, vivos, observando la acción y entre risas, señalándolo.
Creían haberlo engañado.

Asier sacó de su bolsillo un pequeño mando y apretó el botón.
Los explosivos colocados estratégicamente por todo el
barco, explotaron.
Hundiendo el navío.
Provocando la muerte de todos los espectadores.

Dentro del cuerpo de uno de los tiburones, falso, Asier encontró su máscara y una pequeña botella con oxígeno.
Suficiente para salir a flote y esperar la pequeña embarcación que fue a recogerlo.
Subió, se secó y cambio de ropa.
Allí encontró una botella de un caro champán, que abrió para brindar.
-Asier, eres un genio.  Oyó que le decían.


Dos días después, ya en el despacho, lo recibieron entre aplausos.

Todos estaban de acuerdo, Asier era un genio, había conseguido enriquecer a sus jefes y no dejó pruebas.
Se había ganado unas vacaciones pagadas.
Hasta la próxima edición de su programa:
Crucigrama.