21 jul 2013

El bucle


Antonio era una persona de mediana edad, aunque tenía estudios universitarios, la crisis lo había inclinado a trabajar de comercial para una multinacional. 
Estaba casado, pero su mujer no tenía trabajo.
Como el sueldo no daba para mucho, decidió cursar su segunda carrera, esta vez con la idea de poder gestionar su propia empresa.
Después de un duro día, acompañando a otro comercial de una empresa colaboradora, para poder introducir en más mercados sus productos, volvía a casa por una carretera secundaria. 
Al salir de una cerrada curva lo vio, el vehículo estaba tumbado en el borde de la carretera, claramente se veían las marcas de los neumáticos en el asfalto, pero el coche había impactado con un árbol.
Antonio paró su automóvil, se bajó y comprobó como dentro del coche accidentado había un hombre, bien vestido, estaba inconsciente, llamó desde su móvil a emergencias, dando la posición y pidiendo una ambulancia. 
Mientras, pudo ver un maletín en la parte trasera  del vehículo, además a los pies del asiento del acompañante habïa un movil de última generación, dudó unos instantes, miró a su alrededor. 
Comprobó que no había nadie y cogió el teléfono y el maletín.
Los guardó en su coche.
Al volver al accidentado y mientras oía ya las sirenas de los vehículos de emergencia, le sorprendió la reacción del conductor.
Intentando girar su cabeza hacia el le dijo de forma casi inaudible.
-No entres...
-Que dice? Preguntó Antonio.
-...en el bucle.
-Como? Volvió a preguntar.
Pero el hombre estaba muerto, ya no dijo nada más.

La policía le tomó declaración y sus datos. 
Al marcharse, mientras miraba el maletín y el móvil escondidos en su coche, Antonio intentaba descifrar las últimas palabras del conductor.

Al llegar a casa, lo primero que hizo Antonio, fue intentar abrir el maletín, pero no pudo. 
Aprovechando que estaba solo unos días, su mujer se había ido con sus padres, y no tendría que dar explicaciones, buscó la sierra eléctrica y cortó el maletín, estaba lleno de billetes. 
No sabía que hacer, el dinero le venía fenomenal, pero si alguien reclamaba, la policía tenía su nombre.
Pensando estaba en la tontería de robar el maletín y dar sus datos reales al agente, cuando sonó el móvil.
-Si? Preguntó Antonio.
-Tienes lo nuestro? Escuchó que le decían.
-Como? Que quiere? Dijo Antonio.
-Tu quien eres? Queremos hablar con Alex.
-Lo siento, ahora no está.
-Que quieres decir? continuó hablando la voz.
Mira, ya me he hartado de todo ese juego. Seas quien seas, tu, dile a Alex que tiene treinta minutos para darnos el dinero, o es hombre muerto.
Y colgó.
Antonio quedó pensativo, pero tenía ventaja, ese tal Alex ya estaba muerto y nadie lo relacionaba con el.
Decidió cambiar la tarjeta del teléfono por la suya.
Más tranquilo,  volvió a mirar el dinero y lo contó, eran tres millones de euros, suficiente para desaparecer y vivir tranquilo, siempre de forma discreta y sin llamar la atención.
Se fue a dormir.
Despertó muy temprano, no podia controlar los nervios,
Se duchó, perfumó y salió a la calle, despues de desayunar en un bar, entró en una tienda y compró otro maletin. Guardó el dinero en el, subió en su coche y decidió ir a casa de sus suegros a buscar a su mujer.
Mientras circulaba por la carretera sonó el movil, al descolgar oyó;
-La media hora se cumplió hace seis horas, estas muerto.
-Perdon? Dijo Antonio, quien es? 
-Sabes muy bien quien somos, pero tranquilo pronto nos encontrarás.
Y colgó.
Antonio no sabia que hacer, pero seguía pensando que no podían localizarlo ni relacionarlo con ese tal Alex. 
Y continuó su camino.
Aunque se desvió por una carretera secundaria para ir más tranquilo.
Al poco, un coche de gran cilindrada lo adelantó y redujo su velocidad. Antonio mantuvo la distancia por preucaución, sin entender que pasaba.
Otro vehículo se pegó tras el, conduciendo muy cerca, demasiado para su gusto.
El automóvil aceleró y contactó con su parte trasera, empujándole para que impactara con el coche que le precedía, a Antonio no le quedó mas remedio que frenar bruscamente y al girar el volante, perdió el control, chocando contra un árbol.

Quedó conmocionado.

Sintió como un coche paraba, una persona se le acercó, miró dentro y cogió el maletín, lo abrió, vio que estaba llenó de dinero y se lo llevó, al girarse, su vista se paró en el móvil, alargó el brazo por encima suya para cogerlo, entonces Antonio pudo verse a si mismo, en aquel instante, con el maletín, con el teléfono y no dudó, como pudo balbuceó.
-No entres...
En el bucle.
Pero el hombre, o sea el, no entendió que decía, solo se limitó a marcharse. 
Antonio no pudo decir nada más, pero mientras su último suspiro se escapaba, pensó que tendría dos días más de vida, en ese otro Antonio, y que podría repetirlo tantas veces como el mismo pudiera encontrar el maletín.

O tal vez no fuera así.
Antes de perder el aliento, pudo escuchar otro frenazo y unos gritos.
Solo atinó a oír.
-Por fin, vamos coge el maletín, no quiero más problemas.
-Pero, ese hombre que has atropellado está muy mal.
-A ti no te importa, vámonos, ya pasará alguien.


La máquina


Esta historia está basada en hechos casi reales, aunque todo es una ficción sacada de mi mente. 
Para ti !!

Una tarde de invierno, de un año por numerar, en la pequeña fábrica, el operario manipulaba una máquina, pero no iba bien.
Enfadado llamó al jefe. Este, más hastiado aún de la máquina, se lió a patadas con ella. 
Y arrancó.
Una bola de madera de las que fabricaban para hacer las famosas maracas de las orquestas, se había atrancado al salir.
La bola traicionera se quemó y soltó un buen chorro de humo negro, que por la chimenea vio la luz. Estaba atardeciendo.
Esa noche habría luna nueva y la oscuridad iba a ser total en el cielo. 
El humo se condensó y formó una nube negra, que al salir comprobó como otras nubes más pequeñas volaban con ella e hicieron amistad. 
Viajando iban, cuando notaron que al oscurecerse totalmente el cielo, una estrella lejana, bella y luminosa, iniciaba todo su esplendor, aún no había ninguna más.
La nube negra de humo de madera para hacer maracas,  se dijo.
-No puede ser, si esta estrella brilla tanto atraerá a mis nubes.
Intentó despistar a sus amigas con chistes y poses seductoras, para que olvidaran la bella estrella luminosa.
Viendo que fracasaba en su intento y sus amigas nubes cada vez más se embebian de la luz de la pequeña estrella.
Pasó a la acción.
Pensó que tapando la luz de la bella estrella sus amigas nubes volverian a hacerle caso, se puso delante y cogió todo el impulso que  pudo, subió alto, muy alto, cada vez tapaba más la luminosidad de la estrella, y siguió.
Tan alto estaba que casi no veia a sus amigas, tampoco pudo ver a la estrella, porque con el paso del tiempo iba moviéndose.
Y seguía iluminando a las demás nubes, muy a pesar suyo.
Entonces decidió moverse también, mientras seguía su ascenso.
En el momento que comprobó que podia tapar la luz de la bella estrella, observó que ya no podia hablar con sus amigas nubes.
-Que hago, se preguntó la negra nube de humo de madera para hacer maracas.
Y decidió volver a bajar, aunque mientras, maldecía a la estrella por estar tan alta y ser tan luminosa.
Cuando llegó de nuevo con sus amigas nubes, intentó convencerlas con su falso buen humor, para que no vieran la estrella, pero allí seguía.
Algunas se dejaron llevar y se convencieron de su nueva estrategia. 
Entonces la negra nube les dijo a sus amigas más fieles.
-Si nos juntamos, podemos ser muy grandes y llegar alto para tapar la estrella luminosa.
Unas se rieron de el, pero
otras cayeron en el engaño, una muy pequeñita aceptó, otra creyéndose única dudó un poco primero, pero cayó también en su red.
Y juntándose a otra muy grande, que venía  de 1a fábrica quemada, de botellas de cava, cercana, hicieron una inmensa mancha negra.
Empezaron a elevarse, a subir, muy alto. 
Cuando estaban consiguiendo su propósito, y tapar nuestra bella estrella, comprobaron como se disipaban en la atmósfera, las corrientes las arrastraban e iban desapareciendo lenta, pero irremediablemente.
Mientras nuestra bella y luminosa estrella seguía dando cada vez más luz, rodeada de sus amigas, que iban apareciendo a su alrededor. 
No había luna, pero el cielo brillaba de forma espectacular.
De aquellas nubes nunca más se supo, pero a nuestra bella estrella la podemos observar cada noche de luna nueva.

Espero os haya gustado y en especial a todas esas estrellas que brillan en el firmamento de la vida, a pesar de las malas nubes que quieren taparlas.

5 jul 2013

El deseo

Hoy os voy a explicar una bella historia que mi querida y extraordinaria gata Monie me contó en una de sus agradables y excitantes visitas.

Lara era una chica amable, guapa y pelirroja,  dependienta en una tienda de moda, sus clientes siempre salían satisfechos con su trato.
Pocos meses antes había conocido a Tony, un joven arquitecto, con mucho futuro, deportista y bien parecido.
El flechazo fue tan intenso que se fueron a vivir juntos en poco tiempo.
Una noche celebraban su relación brindando con unas copas de vino, en la terraza  del ático que tenían alquilado, a la luz de la luna llena, cerrando la noche haciendo el amor en la cama, iluminada por el satélite mágico.

Al amanecer, Tony se despidió de ella, le esperaba una reunión muy importante, pero no llegó. 
A pocos kilómetros de su piso y de Lara, perdió la vida. Otro vehículo donde una pareja discutía, invadió el carril inverso y chocó brutalmente contra el coche de Tony.
Murió al instante.
La conductora del otro vehículo, prácticamente salió ilesa, pero su novio, en el asiento del copiloto, quedó muy malherido.
Ingresó en coma en el hospital.

Tras el funeral, Lara intentaba seguir su vida, la tristeza la invadía cada noche, pero era fuerte.
Hasta que un par de meses después, le sorprendió una llamada de teléfono, la luna llena volvía a iluminar la estancia y una temblorosa voz le dijo por el auricular.
-Lara, soy yo, Marisol. Quiero pedirte perdón por el accidente, tuve toda la culpa de la muerte de tu novio y de la mala vida que tiene ahora el mío. Lo siento mucho.  Ya no puedo más, solo te llamo para despedirme. Espero que puedas perdonarme.
Y colgó.
Lara no sabía que hacer. Miró la luna, bella, blanca. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Recordaba a Tony.

Dos días después, se enteró que Marisol había cumplido su promesa, unas pastillas y se quedó dormida, consiguió descansar su espíritu.

Lara siguió viviendo como pudo, su trabajo la mantenía distraída, aunque las noches eran muy largas.

Hasta que volvió a ver aquella inmensa, blanca y luminosa luna llena.
Aquella noche, no pudo más, llenó una copa de vino y brindando contra la luna, formuló su deseo, retroceder en el tiempo. Si pudiera volver a aquel instante, Tony no saldría de la habitación, evitando el accidente y su muerte.
Levantó el brazo, la copa y mirando a la luna lanzó su desafío, no quería vivir así, o con Tony o nada. 
Cuando fue a beber para confirmar el deseo, observó como un gato se paseaba por el tejado, su silueta tapaba a la luna como un eclipse, se paró en el centro y mirándola, maulló.
Lara, a pesar de la sorpresa inicial, siguió su ritual y consumió el vino, cerrando su deseo.
El gato continuó su lento equilibrio y desapareció.

Ella decidió dormir y esperar.

Amanecía, en la habitación Lara se despertó, a su lado estaba Tony.
Pero, pensaba ella, somnolienta aún, no podía ser. 
-Estaba soñando? se habría cumplido su deseo?
La voz de el, la despertó de golpe.
-Amor, tengo que levantarme, la reunión de hoy es muy importante, si sale bien, ganaré mucho dinero y podremos vivir holgadamente.
-Tony, tengo un mal presagio, contestó ella, no vayas, quédate aquí conmigo.
-Pero, dijo el, sabes de la importancia de este trabajo.
-Hazme caso, no puedo explicártelo, pero se que me arrepentiría.
-De acuerdo, déjame hacer una llamada.

Lara se abrazó a Tony, hicieron el amor. Ella se juró aprovechar esa oportunidad al límite.

Dos días después, descubrió una noticia en el diario, un vehículo se había salido de la calzada, coincidía con el que había chocado con Tony, además en el mismo lugar. 
La conductora salió ilesa, pero el acompañante estaba en coma. 
Un escalofrío recorrió a Lara, se estaba cumpliendo la misma situación pero esta vez, Tony estaba vivo.
Entonces recordó la conversación por teléfono con Marisol, pensó que tenía que ayudarla y evitar el suicidio.

Decidió acercarse al hospital, visitar al pobre chico y a la vez intentar hablar con Mirasol.
A la habitación no la dejaron entrar, ella no tenía ninguna relación con el accidentado. 
Peor fue el encuentro con Mirasol, ni quiso escucharla.
Lara se marchó muy decepcionada. Subió al coche, algo enfadada y volvió a casa. 
Pero no llegó, en una curva, el coche patinó, perdió el control y se estrelló contra un árbol.
Lara murió al instante.

Mientras su espíritu abandonaba el cuerpo y flotaba, pudo ver el coche, estaba destrozado.
Pensó en su novio, en su familia, curiosamente un maullido le hizo girarse y escuchó que le decía un gato.
-No puedes pretender cambiar las circunstancias sin perder nada. Quisiste una vida y la pagas con la tuya.
Lara contestó;
-Me sabe muy mal, pero doy por bien aprovechado ese poco tiempo que pude volver a estar con mi novio.
Mientras seguía flotando.

Al llegar al límite, volvió a caer, muy rápido.

Amanecía, Lara despertó en su cama, al lado estaba Tony. 
No podía creerlo, estaba viva y el también,  tal vez tuviera otra oportunidad.

De pronto empezó de nuevo a caer, la cama bajaba a mucha velocidad, Tony salió despedido, al instante ella también perdió la conexión y chocó con el suelo. 
No sentía dolor, no sentía nada.

Despertó.
Estaba sola pero no sabía donde.

Sonó el teléfono.
-Si? dijo ella.
-Amor, soy Tony, te he despertado?
Vístete, te paso a buscar en un ratito, vamos a comer y conocerás a mis padres y a mi hermana y su novio.

Lara aún no entendía nada, pero si reconoció la habitación del ático que habían alquilado, recordó esa primera noche, el brindis, la luna.

Mientras se vestía, vio al gato paseándose por el tejado, se quedó mirándola fijamente, maulló.

En pocas horas, estaban en la mesa para comer con la familia de Tony.
El le dijo;
-Lara, te presento a mis padres, a mi hermana Marisol y su novio.

Ella se sorprendió mucho. Era la chica del sueño.
Detrás se paseaba un gato. Maullaba.