6 ene 2014

Y tu, quien eres?

Annie daba vueltas con la cuchara de madera a la sopa, mientras susurraba la frase que su abuela le había enseñado.
Estaba todo a punto, embotelló el líquido y se preparó para el momento.

Sergio y Elvira llevaban un año casados.
Eran muy felices. Ella, hija de un empresario y psicóloga. Se habían conocido en una fiesta privada en un club.
El, químico, con un futuro excelente, no podía creer que esa chica tan rica y tan guapa, se fijara en un hombre normal como el.
Pero el amor surgió, la chispa prendió y después de dos años, se casaron. La boda fue sonada en la ciudad.
Y Sergio quiso sorprenderla para celebrar ese primer aniversario.
Después de una cena intensa y perfecta, en un taxi, acercó a su pareja, al lugar donde se conocieron, un club con mucho glamour.

Allí estaban Sergio y Elvira, recordando aquella primera noche.
-Un gintónic, dijo el, como entonces, supongo?
-Claro, amor. Contestó ella. Hay que seguir las tradiciones.
Se sentaron en un pequeño sofá.
Después de unos acaramelados besos, el hombre se acercó a la barra.
Y pidió las dos copas.
-Me llamo Annie, oyó a la chica decir, que desea tomar?
El se fijó en ella, era guapa, joven, rubia y muy atractiva.
Y contestó.
-Me llamo Sergio, quiero que me prepares dos gintónics especiales, con mucho mimo.
-Claro, como no, continuó ella, mientras cogía las dos copas anchas. Serán los mejores que has tomado.
Mientras la chica mezclaba los ingredientes con sumo cuidado, siguió la conversación.
-Estás aquí por algo importante?
-Si, aquí conocí a mi mujer, dijo el, hoy celebramos nuestro aniversario.
-Me parece fenomenal, pues felicidades, continuó diciendo la camarera, mientras añadía, de una pequeña coctelera, un líquido que reaccionó desprendiendo un pequeño volcán de humo.
-Que es eso? Preguntó Sergio.
-Es un secreto del barman, contestó Annie, pero no te preocupes, el punto que notarás luego es extraordinario. Salud y encantado de conocerte.
-Lo mismo digo. Contestó el.

La noche continuó entre besos, risas e intimidades de pareja.
Con un taxi que los devolvió a casa y la relación más intensa bajo las sábanas.

Unos días después, Sergio tras tomar una taza de cafe en casa, salió del garaje con su flamante y potente vehículo hacia su oficina en el centro.
Esperando la luz verde estaba en un semáforo, cuando notó un golpe detrás, se bajó del coche, mientras recriminaba al otro conductor su distracción, pudiendo observar que solo unos rasguños habían marcado la pintura.
El otro hombre, casi sin mirar, aceleró y se perdió en el tráfico.
Sergio no tuvo tiempo ni de anotar la matrícula, así que aún enfadado volvió al vehículo.
Pero al subir, una sorpresa le esperaba.
Alguien con una voz femenina, desde el asiento trasero, le apuntaba con una pistola en la cabeza, obligándole a cambiar su ruta.
Al cabo de un rato y ya fuera de la ciudad. La mujer con la cara tapada, le hizo parar y le obligó a sentarse detrás.
Ella se le subió encima, mientras seguía apuntándole con la pistola.
La situación y el momento provocaron la erección de Sergio, que sin entender nada aún, solo pudo dejarse llevar.
La chica consiguió fácilmente, mientras apoyaba sus pechos en su cara, el orgasmo del hombre.
Luego le pidió la cartera y cogiendo el dinero, abandonó el coche.
El no reacciono hasta un rato después, ya no había rastro de ella.
Sus dudas aumentaron, si denunciaba el robo, tendría que explicar la situación placentera y eso le provocaba pánico, pues Elvira podía no entenderlo.
Decidió olvidarlo y esperar acontecimientos.
Una semana después, tras salir del trabajo, la chica volvió a aparecer en el coche, no supo como, pero sin tiempo para arrancar, se encontró con los ojos vendados y esposado.
Ella condujo el vehículo durante unos minutos.
Siguió después una escena similar al primer día.
El sin ropa, ella encima, y el consiguiente orgasmo.
La chica desconocida desapareció sin dar explicaciones, aunque quitándole las ataduras.
Sergio no sabía como explicar la situación, de nuevo la mujer se llevó su dinero.

Nunca entendió como pudo estar dentro del coche, esperándole.
Aunque le pareció reconocer aquella voz excitante y cariñosa.

Unos días después, su mujer le estaba esperando muy nerviosa.
-Explícame esto. Le dijo, mientras le enseñaba unas fotos. Si querías una relación diferente, podías haberme avisado.
El no daba crédito.
En las fotos se observaba como mantenía relaciones sexuales con una chica rubia con la cara tapada, a veces con unas esposas puestas.
Sergio intentó calmar a Elvira, explicándole el desliz, que la chica lo había abordado y robado, aprovechando el momento para realizar las fotos.
Eso crispó más aún a la mujer.
-Eres un cínico, le dijo, no tienes suficiente con acostarte con tu amante y darle dinero, que quieres convencerme a mi del robo. Lo siento, me voy de casa. Mi amiga ya me avisó de ti, nunca quise hacerle caso, pero tenía mucha razón.
La mujer tenía ya preparada una pequeña maleta, y dando un portazo abandonó la casa.

Sergio cada vez comprendía menos que estaba ocurriendo, pero si supo que las fotos las había tomado la chica. Y aquella voz, empezaba a recordar. Podía ser la mujer del club y de los gintónics.
Así que, siendo imposible de demostrarle nada a Elvira, decidió acudir esa noche al club.
Allí preguntó por Annie, pero le comentaron que solo trabajó una noche. Pidió un gintónic especial y al beberlo recordó el humo de las copas. Al pedir ese extra, el camarero se burló de el, diciéndole.
-Se cree usted, que aquí hacemos copas con brujería?
Mientras se reía sonoramente.
Sergio apuró la copa y abandonó el local.
Esa noche durmió solo, mientras sus sueños subían de tono, recordando a la desconocida. Su olor, su voz, su piel. Despertó sudoroso.

Unos días después Elvira le llamó por teléfono para decirle que quería divorciarse.
Decidieron encontrarse en una cafetería y hablar del tema.

Allí fue el. Ella estaba acompañada de una mujer morena muy atractiva.
Le presentó.
-Esta es mi amiga Annie. Ahora vivo con ella, mientras arreglemos lo nuestro.
-Yo te conozco, dijo Sergio.
-No lo creo, contestó la chica. Nunca me hubiera acercando a ti. Sino fuera porque eres el marido de mi gran amiga.

Sergio decidió callar, pues necesitaba entender mejor todo lo que estaba ocurriendo.
Elvira estaba muy enfadada y no podia convencerla de nada.
Si pudo comprobar, como las copas que habia traido Annie en la cafeteria soltaban un extraño humo blanco.

Decidió investigar un poco más.
Supo que Annie era muy amiga de Elvira, tanto que la controlaba totalmente. Varios conocidos en común de la pareja, coincidían en afirmar que las dos mujeres serían pareja si el no hubiera aparecido aquella noche.

Tantas pruebas tenia Sergio, que decidió pasar a la acción.
Convenció a Elvira para verse a solas, y allí le explicó la estrategia de Annie.
Aquella noche los había embrujado para romper su relación y poder tenerla de nuevo.
Incluso, mirando detenidamente las fotos, podía observarse, que la chica rubia era Annie con una peluca postiza.
Pero Elvira no quería ver nada en contra de su amiga. Incluso se enfadó más ante Sergio y abandonó el local, llorando y gritando.

Sergio sabía que la influencia de Annie era demasiado intensa, no podía luchar contra ella.
La mujer tenía dominada a Elvira, conseguía todos sus propósitos y como no, su dinero, que era mucho.
Tenía que forzar la situación.
Pero no esperaba que ella lo hiciera primero.

Sergio salía de casa para ir a trabajar, cuando se volvió a topar con la chica.
Dentro del coche en el garaje lo estaba esperando. Con la pistola lo intimidó, lo ato y lo metió en el maletero.
Al cabo de un rato de circular con el vehículo, la mujer paró, lo sacó y entraron en un apartamento de un hotel de carretera.
Lo esposó a la cama y le vendó los ojos. Notó como Annie usaba el móvil, aunque sin poder escuchar la conversación.

De nuevo observó como ella se subía sobre el, sin ropa.
El frotamiento tuvo su recompensa en un nuevo orgasmo, intenso.
Pero luego, ella le obligó a tomarse una bebida, gustosa, caliente, con un sabor muy especial.
Al poco las relaciones sexuales continuaron. El volvía a estar preparado, ella jugaba sin temor.
Los gritos sacaron a Sergio de su embrujo.
Era Elvira, entró en el apartamento y viendo a los dos desnudos y revolcándose juntos, empezó a gritar.
La venda cayó de sus ojos para ver como su mujer, cogía la pistola y salía corriendo.
Annie se vistió rápidamente, olvidándose de el y también corrió detrás de ella.

Sergio pudo zafarse de sus ataduras y vistiéndose, en pocos minutos fue a buscar a las mujeres.
No estaban lejos.
La escena era muy preocupante.
Annie pedía perdón a Elvira, mientras esta, empuñando la pistola, estaba de pie sobre la ancha baranda metálica del puente, la altura sería de unos veinte metros y amenazaba con suicidarse.

Al ver al hombre Elvira chilló.
-No te acerques más, voy a saltar. Así os dejo tranquilos y podréis estar juntos.
-No es lo que crees, contestó Sergio, ella lo ha provocado todo para volverte a dominar y quedarse tu dinero.
-No es verdad, dijo entrando  en la conversación Annie, yo te amo a ti, con el no quiero nada.
-Pero, dijo Elvira. Estabas en la cama con el, no puedes negarlo.
-Claro, contestó Annie, me ha engañado y embrujado como a ti, para que lo descubrieras. Piénsalo bien, si consigue que mueras o te suicides, se queda con toda tu fortuna.
A quien vas a creer?
-No ves, dijo Sergio, como te manipula?
-No quiero saber nada más, gritó Elvira.
Mientras saltaba al vacío.
-Noooooo!!  chillo Sergio, mientras volaba hacia adelante para intentar agarrarla, pero chocó contra Annie y cayeron los dos al suelo. El golpe lo dejó conmocionado, aunque pudo escuchar el chasquido del cuerpo cayendo al agua, y un disparo.
Luego solo sonaron sirenas y sintió frío, mucho frío.
Pensó que Annie debía haber disparado y estaba muerto.

Despertó en una camilla. Rodeado de médicos,
Solo tenía un fuerte golpe en la cabeza que le produjo una conmoción, estaba en observación.
Entró Elvira, provocando la sorpresa.
-Pero, pero... Atendió a decir.
Elvira lo tranquilizó.
-Tranquilo amor, nos han drogado y robado en aquel club. Por lo visto aquella chica que te sirvió las copas, se fijó en nosotros, ahora la policía está investigando.
Elvira estaba bien, se veía.
Pero Sergio no acaba de entender porque no llevaba pantalones ni ropa interior.
-Si, dijo Elvira, te han hecho pruebas del Sida, por lo visto la chica nos robó, pero mantuvo relaciones sexuales contigo también.
-Como?? Preguntó Sergio.

Una enfermera rubia muy atractiva, entró en la habitación.
-Lo siento señora, tiene que abandonar la estancia, dijo, hay que hacer más pruebas.

Mientras Elvira salía, la chica le dio una bebida que desprendía un pequeño volcán de humo.
-Tómate esto Sergio, oyó como le decía.
Tienes que ponerte en forma de nuevo.
El solo sintió, poco después, como la chica le susurraba al oído.
Notó su piel, sus besos. El orgasmo no tardó en apoderarse de su mente.
-Me llamo Annie, escuchó, si me necesitas, estoy aquí.

Elvira hablaba con el doctor.
-El golpe ha sido muy fuerte, la conmoción puede afectarle gravemente.
Annie pasaba por el lado sonriendo.






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