24 ene 2014

Amor. Amor?

''Si estas leyendo este diario, es porque yo Alexandra Gallardo, estoy muerta.''

-No podía creerlo, pero después de encontrar el baúl en el desván de la casa que había comprado, el susto fue mayúsculo.
Aquel pequeño libro escrito a mano, fechado en mil novecientos sesenta y dos, supuso un gran shock emocional.
Decidí sentarme tranquilamente en el sofá, con una buena iluminación y descubrir que tenía que explicar Alexandra.
Fuera, tras el gran ventanal de la habitación, llovía tímidamente.
Era una mañana de invierno, frío.
Y seguí leyendo hipnotizado por la perfecta caligrafía.

'Nací en una familia de bien y completé mis estudios con una carrera universitaria en Historia y Historia del Arte.
Tuve una infancia feliz y alegre para aquellos tiempos revueltos en el país.'

-Continué leyendo parte de su biografía en el cuaderno, donde refería datos más personales de su vida, hasta llegar al hecho que motivó el escrito, su desgracia y posiblemente muerte.
Aunque me iba emocionando mientras leía sus palabras, lo que encontraría después si rompería mis esquemas.
Ella siguió escribiendo.

'Mi vida cambió radicalmente al conocer a Peter, un hombre educado de procedencia inglesa, algo más mayor que yo, que poseía unos terrenos en mi pueblo y la casa, donde después de casarnos, constituyó nuestro hogar.
Todo empezó bien, éramos muy felices y estábamos enamorados, aunque pronto descubrí que sus infidelidades siempre estuvieron presente en nuestra vida.
Un dia, decidí pasar a la accion y acorrararlo en una de tantas discusiones, destapando sus vergüenzas de pareja.
Pero no se inmutó, solo contestó diciéndome que ya era hora que sacara el tema.

La ira pasó a sorpresa inmensa. Me propuso intercambios con parejas, amigos suyos, me confesó que pertenecía a un extravagante y privado club, donde las relaciones se mantenían en grupo.
Para mi, aquello iba en contra de todos los principios y enseñanzas, solo pude llorar.'

No quiero esconder, que mientras leía, yo también lloraba con Alexandra.
Pero el escrito seguía.

'En el momento que vivo, en mi país, todo esto está prohibido por ley, pero como una mujer no puede separarse de su marido, estoy a su merced.
Por eso, con gran tristeza y pesar, acepté acudir a esos encuentros privados.
Me debo a mi marido. El me convenció explicándome que en otros países como Francia e Inglaterra, esos clubs están aceptados.
Un día decidí acompañarlo.
La habitación estaba iluminada con velas, había otras parejas que bebían unas copas de alguna bebida desconocida para mi.
Todos nos saludaron efusivamente con besos y abrazos, una suave música melódica, resonaba en la estancia.
Después de hablar y presentarnos entre todos, la bebida empezó a funcionar, aunque siempre pensé que aquel vaso contenía algo más, pues empecé a notar rápidamente calor.
La ropa fue desapareciendo, y entre manos, labios y piel, perdí la noción del cuerpo y del tiempo, el placer fue muy intenso, solo recuerdo después, la vuelta a casa con mi mente en blanco y abrazada a Peter.'

-Tenía que dejar de leer, no podía seguir, supe comprender la pérdida de voluntad de Alexandra, pero su escritura me tenía atrapado y continué.

'Los siguientes días, no pude hablar del tema, pero mi mente se negaba a aceptar todo lo que aprendí en esa sesión, por eso vinieron más, cada vez más intensas y más multitudinarias. Las copas se llenaban y todos acababan rendidos, exhaustos y gozosos.

No podía creerlo, pero había caído en las redes de la perversión, del peor sexo, de las acciones del demonio.
Aunque disfrutaba más que nunca, por eso mi mente se negó a aceptar la situación contraria a mis principios.
Lo peor llegó, cuando descubrí que Peter, mi marido, ganaba dinero con todo aquello.
Un día, por casualidad descubrí el libro contable, donde llevaba todos sus ingresos, su trabajo era una tapadera, realmente ganaba dinero con lo que cobraba a las parejas que venían al club y con las sustancias, importadas de Inglaterra, que usaba para aromatizar las bebidas, que ayudaban a predisponer y acalorar a esas personas.
Entonces decidí acabar con todo esto.

Después de la última sesión en el club y mientras Peter dormía, yo decidí suicidarme y acabar con el tormento que tanto sexo y placer me estaba destrozando.
Hasta aquí puedo escribir, estas son mis últimas palabras, ahora esconderé este cuaderno, tomada ya la decisión, me despido.
Hasta siempre.'

-Así acababa el escrito de Alexandra. Me quedé pasmado.
Entre el placer de haber leido esa historia y la tristeza de su muerte.
Entonces decidí buscarla, saber realmente que pasó y quien era Alexandra.
Me juré celebrar un homenaje en su memoria.
Unos días después, pude reencontrarme con mi gran amigo Luis, entre copa y copa, mientras conversábamos le explique la historia de Alexandra, el trabajaba en el registro de la propiedad y prometió ayudarme.

Pero pasó un tiempo, yo seguí con mi vida y mi trabajo, mientras buscaba alguna mujer para compartir mi vida.
Aunque aquel cuaderno estaba bien guardado, mi memoria no olvidaba.
Y un día sonó el móvil. Mi amigo Luis dio señales de vida.

-Josep, tengo una noticia para ti, bueno realmente dos, una buena y otra mala.
-Sin dejarme contestar, el continuó hablando.
-La buena que Alexandra existe, la mala que esta muerta.
-Bueno, eso ya lo sabía, Luis.
-Si, pero no cuando tu creías, dijo mi amigo, su certificado de
defunción, es de mil novecientos ochenta y cinco.
-No puede ser, contesté yo, entonces no se suicidó, o esa historia no es real.
Mis pensamientos fueron avanzando progresivamente. Y si era una historia ficticia? Me pregunté, o realmente luego de escribirla, se arrepintió?
Mis preguntas seguían martilleándome, hasta que volví a sentir como Luis me hablaba.
-Estas ahí? Se ha cortado?
-Estoy, sigo aquí, perdona.
-Vale, dijo Luis, pues te voy a completar la buena noticia, esa mujer tiene una hija, nació en el sesenta y tres y se donde vive.
-Pues dame la dirección, necesito conocer la historia.

Me guardé un día para poder descubrir a la señora, tener tiempo para hablar con ella y descubrir más cosas sobre Alexandra.
Después de contactar por teléfono y explicarle la situación del diario encontrado, le comenté mi curiosidad por su madre, la mujer me invito a visitarla.

Allí estaba yo, llamando a la puerta de la hija de la mujer que tanto me había impactado, como no era posible hablar con ella, su descendencia era la mejor opción para descubrirla.
Abrió una mujer madura, muy bella, exótica y sugerente.
Amablemente me invitó a entrar.
El salón era muy grande, una camarera nos trajo café.
Mientras charlábamos, observaba la estancia, varios cuadros adornaban las paredes, el lujo se respiraba en todos los muebles. La mujer sacó un álbum de fotos, que tenía preparado y me explicó la parte el resto de la vida de su madre, Alexandra.
-Esto que le voy a contar tiene que quedar en secreto como hasta ahora, me dijo, o su vida señor Josep correrá mucho peligro.
-De acuerdo, acepté yo.
-Aquella fatídica noche, donde mi madre tomó la drástica decisión de suicidarse, el destino entró en acción.
Mi madre me explicó su dolor, y el porque de acabar con su vida. No podía soportar que tanto placer pudiera ser bueno, sus principios y su mentalidad eran contrarios a los acontecimientos.
Había preparado ya las pastillas, unos tranquilizantes, que como el resto de productos que usaba su marido, venían de Inglaterra.
Los mezcló en un vaso con té, mientras escribía las últimas líneas de aquel diario, que nunca más después pudo encontrar, aunque lo buscó siempre.
Al volver a la habitación para tomar el combinado y descansar para siempre, se encontró con el problema, su marido que había despertado con sed, se tomó el contenido del vaso, ajeno a la mezcla que contenía.

Ella aprovechó el momento, no dio señal de alarma, simplemente se acostó al lado de el y decidió dormir.
Nunca se consideró una asesina, solo continuó lo que el destino le había regalado.
A la mañana siguiente, el hombre estaba muerto, ella avisó al doctor y a la policía.
Nunca nadie pudo demostrar nada.
Pasó a ser una viuda, rica y joven.
El trato con el socio de su marido, le permitió continuar con el negocio, que cada día aportaba más dinero.
Alexandra puso sus ideas y consiguió mucha fama en la ciudad, consiguiendo muchos clientes, que pagaban.
Pero el destino jugaba más rápido que ella.
A la vez que moría su marido, descubrió su embarazo. En nueve meses nací yo.
Siempre vivimos juntas, hasta su muerte, ella me cedió todo el negocio, dedicándose a cuidar de mi hija. Yo nunca he estado casada, siempre he aprovechado los momentos que el destino me preparó.
Alexandra murió en el ochenta y cinco como bien sabe usted, su corazón no pudo más.
Pero permítame pedirle un favor.
-Claro, claro, dije yo, mientras notaba como mi cuerpo iba subiendo de temperatura peligrosamente, a la vez que ella se despojaba sensualmente de parte de su ropa.
Se acercó a mi y susurrándome en el oído, me dijo.
-Le agradecería que me devolviera ese diario de mi madre, le pagaré por el, no hay problema. Nos entenderemos.

Su boca ya rozaba mis labios, su lengua se entrelazó con la mía.
Aquella tarde conocí el placer auténtico con una increíble mujer.

Exhausto, llegué a mi casa, luego supe que pertenecía al socio de Alexandra, por eso tuvo guardado el libro escrito por ella, siempre estuvo protegida.
Con la promesa de devolvérselo.
No quise dinero, no lo necesitaba, pero sentí que debía entregarlo a su hija.

Unos días después acudí de nuevo a la casa para cumplir mi promesa y entregar el diario de Alexandra.
La sorpresa, el destino, volvieron a marcarme, desde el momento que entré en la casa que había comprado, mi vida cambió y este giro inesperado se complementó en ese instante.
Me recibió,esta vez, una mujer muy bella y hermosa, joven, increíble a la vista, te enamoraba con sus dulces ojos verdes, sus labios marcados.intensos, rojos.
Una voz sugerente a la vez que autoritaria.
-Pase, me dijo, soy Alexandra, mi madre está de viaje y no puede atenderle, pero estoy al tanto de su interés por mi abuela.
-Gracias, balbucee yo, impresionado por la mujer.
Dentro esperaba una mesa preparada con té y galletas.

Mientras degustábamos la merienda, ella me explicó más detalles y algo que me dejo muy intrigado.
-Yo soy el vivo retrato de mi abuela, pero más perfeccionista, estoy realizando sus deseos más ocultos, llevados al extremo del placer.

Sus palabras se entremezclaban en mis oídos con una suave música de fondo, su cuerpo bailaba ante mis ojos mientras iba perdiendo la ropa.
Mis dudas fueron aumentando al ritmo del placer, seguro que era la droga que contenía el té.
Cerré los ojos y me dejé llevar.

Desperté en mi habitación, estaba solo, aún desprendía aroma del perfume de Alexandra.
Miré la hora, temprano pensé, pero no iba bien, me di cuenta que habían pasado dos días desde aquel encuentro, cuarenta y ocho horas.

Mi mente empezó a recordar detalles, me asusté.
Llamé a Luis, quedamos para desayunar.
Delante del café le confesé mis temores.
-Es una chica muy bella, increíble y excitante, estoy enamorado de ella, pero los detalles que recuerdo, me asustan.
-Como dices? Preguntó Luis.
-Recuerdo el momento del té, como bailó para mi, hicimos el amor de la manera más dulce e intensa que puedas pensar.
Pero...
-Pero?
-Si, hay peros, continué, estuve dos días con mi mente y mi cuerpo desconectados de la realidad. Recuerdos en flash.
No continuos. Estuve colgado por las manos, noté como el látigo incrementaba mi placer.
Llegué al límite sin poder respirar, rodeado de hombres y mujeres en plena orgía.
Cada recuerdo es más placentero, cada momento que mi mente destapa provoca más placer.
No puedo explicarte como mi mente abandonó mi cuerpo y se fundió en energía, en experiencia, gozando siempre.
La explosión fue inmensa.
-Pero que droga te dieron?
-Descubrí el sexo de los ángeles, como ella, Alexandra me dijo, el perfecto y puro placer. Solo hay un pequeño inconveniente, quiero más.
-Amigo mío, si quieres un consejo, olvídate de ella, esa mujer es muy peligrosa y acabará contigo.

Nos separamos y mi mente siguió dominada por Alexandra, ya no distinguía entre la abuela y la nieta, pero aún me quedaba cordura suficiente para poderme preguntar:
Que hacia yo en esta historia y porqué ese manuscrito, el diario era tan importante para ellas, sin pedirles nada, las dos mujeres me pagaron con un placer extraordinario.
Algo se me había pasado por alto.
Mi promesa de celebrar un homenaje a Alexandra seguía en pie. Decidí volver a la casa y esta vez, investigar la verdad, ella no escribió ese libro para que se perdiera.

Allí estaba yo, llamando de nuevo a la puerta.
Una mujer me abrió, supuse que sabían que era yo, por las cámaras que protegían la entrada.
Las dos mujeres, madre e hija esperaban en el salón.
-Buenos días, dije al entrar.
Las dos contestaron al unísono, acercándose a mi y abrazándome, los besos y caricias no tardaron en llegar.
-Lo siento, dije, separándolas de mi, necesito respuestas.
-De acuerdo, dijo Alexandra.
-Quiero saber la verdad de todo esta historia y porque estaban tan interesadas en el cuaderno.
-Mira, dijo Alexandra, la verdad es que mi abuela consiguió mucho dinero del club, después de la muerte de su marido, cuando recuperó el libro, escondió en el, las claves de unas cuentas en Suiza. Están escritas en una tinta invisible, ocultas a las miradas, pero al morir no quiso revelar donde lo había guardado.
Al aparecer tu con el libro, nuestras esperanzas resurgieron, pues como herederas podremos recuperar ese dinero.
-Pero, dije yo, si con el negocio que tenéis, esta casa y su contenido, es ya una fortuna.
-Nunca es suficiente, dijo Alexandra, aunque no te puedes quejar tu, nosotras te hemos pagado con creces el descubrimiento.

Sonaba el teléfono móvil.
-Un momento, dije yo, me llaman, era Luis.
-Josep, si estas con esas mujeres, tienes que salir de ahí, son muy peligrosas, he seguido investigando y he descubierto muchas cosas, Hazme caso.

No me dio tiempo a responder, mi boca estaba ocupada, las dos mujeres usaban sus armas y su droga conmigo.

Aún tengo leves recuerdos de ese encuentro.
Espuma, aceite, muchas personas bailando desnudas.
El mar, la luna, placer intenso, gritos, sangre, uvas, fresas, látigos y esposas.

Pero dos meses después, mi mente aún no está recuperada de las sensaciones.
Estuve una semana perdido.

Hoy volví a quedar con mi amigo Luis, quiere explicarme que descubrió de aquellas mujeres.

Ante un cafe nos vimos.
-Josep, estas muy demacrado, te veo agotado y enfermo.
-Si, lo se, llevo dos meses sin casi comer, no trabajo, solo duermo, tengo pesadillas, no puedo más.
-Suerte que saliste de allí a tiempo, tengo un amigo investigador, que llevaba tiempo detrás de aquellas mujeres. Son estafadoras, drogan a hombres y parejas con engaños, les roban sus pertenencias y el dinero.
En dos años les atribuyen más de diez muertes de personas relacionadas con ellas.
El libro que descubriste solo es un anzuelo, si lees su contenido y quieres devolverlo, entras en su red de mentiras y sexo.
La madre aprovecha pisos y casas de lujo,en venta, para esconder el baúl con el cuaderno, sabe que el comprador es adinerado, cuando este reacciona, ellas atacan.
-No puedo creerlo, pero a mi no me han robado nada.
-Estas seguro? Has comprobado tus cuentas bancarias?
-No, hace un mes que no puedo casi moverme.
Solo que, volvería a pasar por todo eso, sin dudarlo, lo que ellas me han enseñado no se puede pagar.
Estoy muy cansado, mucho.
Me duele el brazo, noto mi corazón roto, no puedo respirar. Pierdo la vista, pierdo la noción.
-Josep, Josep, dijo Luis, que te pasa, respira, abre los ojos. Llamen a un médico...

Es lo último que pude oír, ahora estoy con ellas, floto entre algodones, venir bellas mías, volver a darme ese placer tan intenso....
Os necesito...



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