11 nov 2015

El círculo del corazón.

Hoy quiero compartir con vosotros la última historia que mi gatita Monie me ha contado.
Los que seguís mis cuentos, sabéis que ella colabora con una agencia de la policía, para descubrir casos extraños y difíciles de resolver, es una gata muy lista e intuitiva.
Pues bien, anoche recibí la visita de mi gata. Después de muchos besos, caricias y un buen té, ella quiso que compartiera con vosotros este complicado caso resuelto.

Monie acompañaba ese día a un inspector experto, Alex, en Sevilla, cuando fueron avisados de un extraño asesinato.
Se presentaron en la casa cuya dirección les dio la central y el espectáculo era digno de una película.

Una pareja muy mayor yacía muerta en el suelo. Dentro de un corazón hecho con rosas rojas, rodeado de cuatro círculos más pequeños también realizados con rosas rojas.

Los dos cuerpos estaban abrazados y juntos, atravesados por una lanza.
Toda la estancia estaba llena de sangre. Y escrito en la pared, con grandes letras. Podía leerse:
Ya he cerrado el círculo del corazon.

Monie y Alex fueron investigando en las otras habitaciones de la casa. Pero todo estaba limpio y ordenado. Curiosamente encontraron un armario con unas grandes cristaleras, donde había expuestos varios trofeos y un juego de caza. Consistía en un arco y varias flechas, junto a un escudo, con lo que parecía, por el polvo acumulado, la imagen de cinco lanzas de alguna tribu africana.

Monie tuvo claro que la lanza usada para matar aquella pareja era una de las que faltaba en la exposición. El problema vino al pensar en las otras cuatro y las palabras encontradas. Alguien había cerrado un círculo con el asesinato de la pareja.

Los siguientes días. Alex y la gata se dedicaron a estudiar el caso.
El matrimonio muerto, tenía cuatro hijos de un parto múltiple, hacía treinta y cinco años las mujer parió cuatrillizos.

El hombre era un abogado reputado ya jubilado, pero con una buena fortuna.
La mansión donde los habían asesinado era una de las casas que tenían en propiedad. Junto a muchas acciones de varias empresas y otros bienes.
Dinero no les faltaba. Aunque curiosamente, en la casa descubrieron también mucho dinero fácilmente accesible. Por lo que el robo quedó descartado.

Monie y Alex coincidieron en buscar a los hijos para poder comunicarles la trágica noticia.
En una agenda telefónica había los contactos de los cuatro. Llamaron varias veces y nunca contestaron.
Empezaron a indagar más.

Las propiedades de la pareja muerta incluían una casa en Madrid y otra en Barcelona, así como un estudio en París y un piso en Londres.
Decidieron viajar con el permiso de sus superiores y ver que encontraban por el camino.
En un tren Ave se acercaron a Madrid.
Allí con un taxi, localizaron la casa. Una gran mansión en una de las urbanizaciones más reputadas de la zona.
No les costó mucho entrar. La puerta estaba medio abierta.

La escena era dantesca.
En la habitación central de la casa, un hombre colgaba de una gran lámpara forjada de acero.
Parecía ahorcado, sino fuera por la lanza que le atravesaba el corazón.
Alex y Monie sin mucho más que ver, sabían que era otro asesinato.
Curioso era comprobar que no había rastro de sangre, todo estaba limpio impoluto. Sólo un corazón en los pies del cuerpo, hecho con rosas rojas adornaba el momento.
Después del registro y toma de pruebas, comprobaron que el hombre muerto era uno de los hijos de la pareja anciana de Sevilla.
El forense informó que el hombre llevaba tiempo muerto, pues el cuerpo lo habían tratado como a los difuntos para que estuviera varios días expuesto. Lo habían vaciado y limpiado a conciencia, sólo podía ser alguien con gran información en esos menesteres.
También les extrañó no encontrar rastro alguno de su mujer y los dos hijos que tenían.

Mientras investigaban en el vecindario, cosa harto difícil, pues las casas de la urbanización estaban muy aisladas de la vista, emitieron orden de investigar en las otras tres casas pertenecientes al matrimonio.

Nadie en la zona sabía explicar nada, casi ni se conocían entre ellos.
Si pudieron descubrir que el hombre asesinado era un gran viajero y descubridor de zonas muy remotas.
En un diario encontrado en la habitación, dejaba constancia del arco y las flechas, así como de las lanzas, regalo de una tribu  en África central por su hospitalidad, que luego, según explicaba, quedaron guardadas en casa de sus padres.

Las malas noticias no tardaron en llegar.
En Barcelona, la casa investigada también tenía un cadáver.

Rápidamente Alex y Monie retomaron el viaje hacia la ciudad.
En uno de los barrios más céntricos estaba situada la mansión.
Aún nadie había tocado nada de la escena del crimen, la policía sólo había hecho fotos y buscado pistas.

La imagen volvía a ser, de nuevo, un aparador perfectamente estudiado.

El hombre estaba recostado sobre un lado en un gran sillón blanco, totalmente manchado de sangre, parecía dormir plácidamente. La punta de la lanza lo mantenía erguido y enganchado al mueble. Toda la casa estaba revuelta, como si de un robo se tratara.
Pero un detalle de la escena no encajaba.
En la mesa unas rayas de un polvo blanco seguían intactas, dentro de un corazón hecho con flores rojas.
Era cocaína.
En un bolsillo del pantalón del cadáver encontraron una bolsa que también contenía cocaína. La Policía ya sabía que no habían robado, volvía a ser un montaje.

Pero Alex y Monie descubrieron algo más inquietante, cuando investigaron la casa. El muerto era un experto en embalsamar y momificar cadáveres, un erudito en el estudio de la técnica del antiguo Egipto.
Un extenso diario escrito por el, explicaba con todo lujo de detalle, como realizar la operación, además varias revistas con entrevistas dejaban claro sus estudios sobre el terreno y en laboratorios.
Por ahora, sin una lógica aparente, parecía como si cada muerto pudiera ser el responsable del asesinato anterior.

A los ancianos los mataron con las lanzas que trajo el segundo muerto, que pudo ser asesinado y arreglado a su vez por este tercer cadáver.

El caso estaba en un momento muy extraño para Alex y Monie, pues aunque las apariencias dejaban claro los hechos, no tenía mucho sentido. Otra duda que mantenían era encontrar la familia del primer cadáver y la mujer de este, pues sabían que no había descendencia aquí.

Volvieron a recurrir a sus superiores para saber si había noticias de las otras dos casas.
Pero los contactos no habían remitido nada. Por lo que decidieron continuar con la investigación, pidiendo permiso para viajar hasta París.

El estudio que buscaban estaba situado muy cerca de la Torre Eiffel.
De hecho estaba justo enfrente, en una zona de apartamentos turísticos muy frecuentados y donde cada semana era muy fácil encontrar nuevos inquilinos de visita a París.
Nadie se conocía.
Les costó encontrar el apartamento, pues había mucho juntos, todos eran iguales y pequeños.
Alex y Monie se pararon ante la puerta. Mucha gente entrabas y salía por las escaleras y el ascensor. La puerta estaba cerrada, llamaron...
No hubo respuesta.

Preguntaron por la agencia que lo alquilaba.
Allí les contaron que hacía dos meses que el dueño lo tenía vacío y no quería alquilarlo.

Les consiguieron las llaves con la presencia de la Policía.

Con mucho cuidado, presintiendo algo grave, abrieron la puerta.

La escena volvía a estar preparada.

Había varios cadáveres en forma de estrella, tres mujeres, totalmente tapadas con sábanas blancas, tres niños y dos hombres. Dentro todos de un corazón de rosas rojas.
Uno de los hombres estaba atravesado por una lanza idéntica a las anteriores, en el centro una mesa contenía un pequeño pastel rojo con ocho rosas rojas hechas de caramelo.

La cara de sorpresa de los policías fue derivando hacia la tristeza mientras observaban la escena.

Las pruebas posteriores en los cuerpos dieron con la causa de la muerte, todos fueron envenenados.
El producto usado sólo estaba al alcance de un experto farmacéutico.
Justamente la profesión del tercer hijo del matrimonio, que era el cadáver atravesado por la tercera lanza.

Mientras Alex y Monie intenten recabar el máximo de información, llegaron noticias desde Londres. La Policía había entrado en el piso, estaba vacío, limpio y parecía abandonado desde hacía días.

Alex y Monie empezaron a recapitular todo el caso.
Parecía bastante claro, pero varias pistas se salían de la investigación.
El segundo hombre encontrado no había podido ser identificado, del cuarto hermano no había rastro.
Los niños eran los hijos del primer cadáver y de este tercero, el farmacéutico.
Las tres mujeres eran las parejas de los hermanos muertos.
Y sobretodo, una cosa les molestaba bastante, faltaba una lanza.

Las investigaciones dejaron claro, con las pruebas aportadas, que posiblemente el asesino era ese cuarto hermano. Por las fechas de la muerte, consiguieron demostrar que los primeros en morir fueron el grupo familiar de París, de alguna manera mataron a los ancianos después con las lanzas y el experto embalsamador concluyó la muerte del primer hermano antes de morir el, de una sobredosis.
Eso también podría hacerlo culpable.

Pero la falta de una lanza y el otro hermano dejaba el caso abierto.

En ese punto Monie me confió un secreto, Alex y ella estuvieron a punto de dejar el caso sin solución, la situación más pausible era culpar al embalsamador. Pues luego pudo suicidarse con una sobredosis, aunque la lanza que tenía clavada no permitía esa salida lógica.
Monie estuvo varias noches sin dormir hasta que otra idea rondó por su cabeza.
Convenció a Alex de visitar el último piso de los ancianos en Londres.
No podían dejar el caso sin acabar de seguir las pistas.
Y allí fueron.

Pidieron las llaves a la policía y entraron.
Tal como les dijeron, estaba vacío y limpio. Aunque lleno de polvo.

Justo la pista que necesitaban.
El polvo les hizo descubrir la existencia de las cinco lanzas en la casa de los ancianos de Sevilla.
Y el polvo les hizo descubrir las huellas del asesino.

Un corazón se adivinaba en un rincón de una de las habitaciones, cruzado por una lanza.

Monie alertada por su instinto y su olfato, descubrió que esa habitación estaba reformada.
Al abrir las ventanas, la luz del sol dejó ver dos colores en la pintura de una pared, Alex usó su mano y con unos golpecitos suaves pudo comprobar cómo el sonido cambiaba, estaba hueca.

Llamaron a la policía, derribaron las pared y encontraron lo esperado.

Allí estaba el cuarto hermano, muerto.
Lo habían degollado.
Toda la pequeña estancia estaba machada de sangre, en contraste con el resto de la habitación limpia. La lanza le atravesaba el cuerpo y lo mantenía de pie, apoyado en la pared, en el suelo el círculo de rosas rojas ya marchitas.

El caso aún no podía concluir, pero muchas pistas ya iban cerrando el círculo.

Al volver a Sevilla con todas las pruebas, una casualidad cumplió su función.
Identificaron el cadáver encontrado en París.
Era el amante de la mujer del farmacéutico.
Los forenses determinaron que ese hombre murió días más tarde que el resto.
De hecho, casi con seguridad, dijeron que fue el último en morir.

Alex y Monie se felicitaron.
Habían conseguido descubrir que pasó.

El amante despechado, mató a todos y luego se suicidó, cerrando el círculo y complicando el caso a la policía.

En ese momento de la historia yo felicité a Monie y la invité a otro té para recuperar el aliento.

Pero ella riendo, me dijo.
-Tu crees que yo iba a cerrar el caso tan fácil?
-Pues si, claro. Todo quedaba ya explicado.
-Todo, todo? Un amante despechado no mata a tanta gente y se suicida.
-Ah!!. No?

Y Monie siguió el relato.

Justo cuando iban a dar la versión por correcta, un policía les recordó que todos los bienes y dinero de la familia, pues estaban muertos, se iban a dar a conocer, por el testamento.

Claro, se dijo Monie, el notario tiene la obligación de llamar a todos los herederos. Su instinto no fallaba.
Llamó a Alex, buscaron la fecha de la abertura del testamento y se presentaron.

Allí había una persona.
Sorprendiendo a Monie.
Pues se dio cuenta que una premisa no cuadraba. Una pista no había sido estudiada.
Y esperó.

El notario leyó el testamento.
Como era de esperar, todos los bienes eran para repartir en partes iguales, entre sus...
Cinco hijos.
Con el usufructo para la esposa, que al morir pasaría, a cada uno de los hijos, en la misma proporción que la nuda propiedad que les hubiera correspondido.
La ley también contempla, dijo el notario, que en caso de fallecimiento de algún hijo, la parte correspondiente pasaría en testamento a sus hijos o herederos.

Después de llamar a todos los herederos, sólo quedaba vivo el quinto hijo.
Del que la policía nunca supo nada.
Y que automáticamente pasaba a ser el principal sospechoso.

Alex y Monie esperaron que acabará la sesión y se dirigieron al hijo.
El se presentó como Manuel.

En el interrogatorio, tenía muy bien aprendida su coartada.

Hacía diez años de su separación familiar, vivía en New York.
Podía demostrar que había estado durante los últimos meses en su residencia.

Alex y Monie se tuvieron que conformar. No pudieron nunca demostrar nada más. El caso se cerró con el probable asesino del amante de la mujer del farmacéutico. Al estar muerto también. Nadie reclamó nada.

Monie no quedó satisfecha. Nunca había tenido un caso tan claro sin poder demostrarlo.
Esa es mi gata.

Se tomó unas vacaciones y viajó a New York.

Como la dirección de Manuel constaba en el caso, fue fácil encontrarlo.

Llamó a la puerta del apartamento.
El abrió.
-Sabía que vendrías, le dijo el.
-Se que los mataste tu, contestó Monie.
-Si.
-...
-A ti no voy a negartelo.
Ya no puedes hacer nada, no hay pruebas ni las tendrás. Incluso yo no quiero el dinero. Lo he vendido todo y gran parte lo he regalo a una Ong.
Por lo que no tienes razones para inculparme.
-Lo sé, contestó Monie, pero quiero saber el porqué y cómo. A ti no podré detenerle. Auque puede servirme para entender y atrapar a otros.
-Está bien. Sólo si demuestras que no tienes ningún micrófono te explicaré la historia. Aunque recuerda que siempre será una ilusión tuya. No podrás demostrar nada y yo lo negaré todo.
Y Manuel empezó su historia de amor y muerte.

El día que la pareja de ancianos, entonces jóvenes, acudieron al hospital para tener a sus cuatro hijos, mi madre también estaba de parto.
Era una mujer prostituta y drogadicta en el final de su carrera.
Aquella noche hubo cinco nacimientos, pero mi madre murió en ese momento.

El hombre que era abogado, sabía que con cinco hijos, las ayudas familiares se disparaban en aquel momento y compinchado con los médicos, decidieron juntar los cinco bebés como nacidos de la misma madre.
El hospital tapó el caso de la muerte de su madre como una sobredosis y nadie preguntó nunca más.

Desde siempre a mi me consideraron como un hijo diferente. Nunca me presentaron. Siempre me olvidaron.
Yo fui fuerte. Me gusta pintar,  y a eso me dediqué.
Como me gusta el cine, ya con veinte años vine a New York, contacté con una agencia de las que se dedican a montar escenarios para películas de cine. Aprendí mucho.
Durante diez años estuve programando cada paso.
Pues antes de venir, mi madre después de una discusión me lo explico todo y decidí vengarme.

Sabía que mi hermano mayor tenía una colección de lanzas.
Que mi otro hermano farmacéutico estudiaba en un laboratorio con venenos.
Que la cocaína era un preciado tesoro para mi hermano más aventurero.

Sólo necesitaba una coartada perfecta.

Me desplacé a Sevilla, con mi puesto cubierto por un gran amigo, el primero de mi vida, que nunca supo nada.
El pensaba que yo iba a casa porque mis padres estaban muy enfermos y me estuvo cubriendo el trabajo ante la empresa.
Usé un nombre falso para viajar en avión. Aquí es fácil conseguirlo.
Y al llegar, me presenté ante mi hermano el farmacéutico. Este me destapó que quería separarse de su mujer, pues sabía que tenía un amante. Eso me hizo cerrar el círculo.

Reuní a la familia para celebrar el encuentro con un pastel. El veneno hizo rápido efecto y deje el escenario perfecto. Como habrás adivinado, el amante no estaba. Yo si.

Luego maté a mis padres. Seguidamente contacté con mi otro hermano. Con los apuntes perfectos del embalsamador, terminé el escenario.
En Londres me costó un poco más. Aprovechando sus obras de reforma, decidí ocultar el cuerpo. Pues sabía que eso despistaría más a la policía.
El último hermano fue el más fácil, fue muy despistado siempre.

Sólo faltaba un paso. Contacté con el amante y lo alarmé bastante para que me hiciera caso, envenenarlo fue sencillo, entre copas. Luego lo arrastré hasta el apartamento y cerré el escenario.

Sólo quedaba avisar a la policía y marcharme.

Monie no sabía que decir ante tal plan perfecto.
Y menos después de oír como continuó la conversión.

-Aunque hay una cosa que no he podido comprender. Siguió contando Manuel.
Al ir a la lectura del testamento, ya sabía que todo sería para mi. Aunque no contaba con que la herencia sería partida en cinco partes iguales.
Eso me desmontó.
Nunca supe que me querían. Nunca me lo dijeron. Por eso los odiaba.
En aquel momento entendí que me había equivocado.
Por eso lo vendí todo y regalé el dinero.
Por eso aquí acaba todo.

Después de eso, Manuel saltó con fuerza por la ventana del apartamento.
Eran veinte pisos de altura.

Monie salió del apartamento con unas lágrimas en los ojos.
Que fácil es decir te quiero, se dijo.
Y cuanto nos cuesta...

Llevaba una rosa roja en la boca.








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