11 oct 2014

No cierres los ojos.

Roger era un excéntrico y joven millonario, su familia había amasado mucho dinero durante años y el nunca había necesitado trabajar.
Formaba parte de una empresa que se dedicaba a estudiar inversiones productivas, pero Roger, solo vivía como un auténtico rico. 

De fiesta en fiesta, rodeado de amigos, esquiando en invierno, compitiendo en circuitos con sus rápidos vehículos, navegando con su yate.
Nunca supo el significado de trabajar.
Además, su fama y dinero atraía muchas mujeres. Todo era perfecto.

Roger salía de una fiesta privada, con sus mejores amigos, cuando se cruzó con un extraño hombre mayor, que llevaba dos gatos en los hombros.
El grupo se estuvo riendo del pobre hombre y entre todos asustaron a los gatos, haciéndoles correr despavoridos.
El anciano después de gritar e insultarlos, se acercó a Roger.
Le dijo.
-Tu que pareces el más maduro, me vas a pagar el disgusto, invítame a comer, ya ves que nada tengo y nada deseo. 
-Viejo, dijo Roger, no me molestes, apártate de mi, hueles fatal y estas loco. Olvídame.
-Tranquilo chico, ya que no quieres acercarte ni arreglar este desaguisado, seré yo quien te haga un regalo.
Verás la vida por mis ojos. Este juramento te hago.
Y escupió al suelo, en los zapatos de Roger.
Mientras el chico gritaba insultos y se limpiaba, los gatos maullaban en un concierto estridente.
El hombre desapareció tras una esquina y aunque lo persiguieron no pudieron encontrarlo.

-Bueno, está bien, dijo Roger, no vamos a perder más tiempo con ese chalado, sigamos nuestra fiesta, me apetece un buen martini seco.

El grupo continuó el dia, se fueron añadiendo amigos y ya de madrugada la fiesta fue total.

Roger acabó bastante borracho y un taxi privado lo acercó a casa, una mansión perteneciente a su familia, donde vivía solo, eso si, con un mayordomo y una asistenta.
Entró en la cama y cerró los ojos.

Unas horas después, aún aturdido, en la cama, recibió un mensaje en su movil.
Al leerlo, despertó de golpe.  Su padre le comunicaba que su yate se había incendiado en el puerto donde estaba atracado y hundido.

Llamó a su padre. Pero este le dijo que por su dejadez en el mantenimiento había perdido el barco y no le iban a comprar otro.
No le sirvieron de nada los ruegos.
Muy enfadado, llamó a sus amigos y para desquitarse, organizó otra gran fiesta en la mansión.

Todos acudieron, durante horas, comieron y bebieron, bailaron y gozaron. Hasta la madrugada.
Allí fueron marchándose. 

Roger entró en la cama, estaba muy cansado y aún molesto por su yate, se juró comprarse otro, mientras cerraba los ojos.

Horas después despertó sobresaltado, unos gritos en la casa le habían alertado.
Era su padre.

-Donde esta ese desgraciado? 
Chillaba el hombre.

Llegó hasta la habitación y entre insultos, lo sacó de la cama.
-Como puedes jugarte en apuestas los tres coches de competición...?
Y perderlos.

-Lo siento padre, anoche me tendieron una trampa, tenía una buena mano, pero...
-Eres un inútil, te voy a rebajar el sueldo y tendrás que trabajar más para ganar tanto dinero como gastas.
Mientras se marchaba siguió con sus insultos y gritos.

Roger estaba muy enfadado, en dos días había perdido mucho.
Y entonces recordó al viejo y su juramento.
Pero no podía ser, era una locura y se olvidó del tema.

Para consolarse, llamó a dos buenas amigas y quedó con ellas para comer.
Después del restaurante y una excelente comida, se alojó en un hotel.
Con las dos chicas pasó una inmejorable tarde.
Cansado de tanto ejercicio, se durmió.

No habían pasado dos horas aún que las chicas se habían marchado, sonó el movil.
Las noticias no fueron buenas, a su padre le había dado un ataque al corazón y estaba muerto.

Roger corrió a casa de su familia, su madre estaba muy afectada, la habían sedado.
Decidió quedarse con ella, esa noche, esperando el entierro de su padre al día siguiente.

Durmió en su habitación de toda la vida, estaba igual que la dejó hacia pocos años.
Ya en la cama, su sueño se perturbó con las risas del viejo y sus ultimas palabras.
No sabia que quiso decir con que vería por sus ojos, pero si el juramento se estaba cumpliendo, saldría a buscarlo.

Despertó, era temprano, todo estaba en silencio.
Quiso acercarse a la cocina, pero no había nadie.
Siguió buscando por la casa. Hasta llegar a la habitación de sus padres.
Allí estaban todos llorando y su madre yacía muerta en la cama.
La sedación fue excesiva y le paró el corazón.

No podía ser, otra vez, en su mente resonaban las palabras del anciano, le atacó el pánico.
Ese viejo...
Pero,pero...
Pensaba, no tenía sentido, ver con sus ojos y perder sus posesiones y familia no parecía tener relación.

Durante dos días, con el entierro y todas las circunstancias derivadas no durmió.
Al tercer día, se rodeó de sus amigos de nuevo para celebrar su nuevo estatus, ahora el era el dueño del imperio de sus padres, en pocos días, tendría todo el dinero y volvería a recuperar sus coche y el yate. A pesar de las desgracias, todo parecía mejor, pensó.

La fiesta se alargó hasta el amanecer, acabando en la cama con una buena amiga.
A Roger se le cerraban los ojos, pero no quería ceder al sueño, aun no había superado sus miedos.

Se acurrucó al lado de la chica, mientras pensaba que su vida iba a cambiar para bien y que aquel viejo seria una anécdota más para explicar y se durmió.

Al despertar, la chica no estaba, pero le sorprendió que era noche en el exterior.
Miró el reloj y comprobó que había dormido veinte horas seguidas. Como se encontraba bien y despierto, llamó a sus amigos y montaron otra fiesta con cena y barra libre.

Esa noche no durmió y al día siguiente, a media mañana se presentó en la empresa para hacerse cargo de ella.
Aunque no fue como imaginaba, sus padres la habían vendido a un grupo inversor, sólo tenían acciones en ella, que se liquidaron al fallecer, según constaba en el testamento, a Roger solo le quedaba su sueldo, sus padres no se fiaban de el y protegieron la empresa para que no pudiera arruinarla.

Aunque su enfado fue supremo y amenazó con acudir a los tribunales, en el fondo sabía que sería imposible, su padre siempre hizo las cosas muy bien, esto no iba a ser diferente.

Pensó que mientras tuviera su gran sueldo, su casa y la de sus padres, no tendría muchos problemas.
Ya se acostumbraria.

Decidió acudir a sus amigos y contarles el problema, ahora las fiestas serían más  recatadas.
Pero organizó otra para despedirse.

La sorpresa vino por la noche, solo unos pocos amigos se presentaron y aquellas chicas tan interesantes brillaban por su ausencia.

La fiesta estaba en marcha, algo triste, pero funcionando. Aunque a cada copa que bebia Roger, más le acompañaba la cara del viejo, recordándole sus palabras: 'verás por mis ojos'.
Y si era una maldición, se preguntaba...

Llegó la madrugada y Roger no cerraba los ojos, sus amigos ya no estaban, se quedó solo.

Fuera llovía , cada vez más intensamente, como nunca antes, el agua inundó las calles durante horas.

Cada vez su sueño era más intenso, las gotas ayudaban a dormir y cerró los ojos.

Despertó sobresaltado.
No, no, no...
Pensaba.
No puede ser que me haya dormido, no.

En la casa no había nadie, ni el mayordomo.
Entró en la cocina, mientras se preparaba unas rodajas de pan de molde con mantequilla y jamón, escuchó las noticias.

Hablaban de una inundación provocada por las tormentas y un deslizamiento en una colina, ese dato le llamó mucho la atención, se fijó más en la noticia y pudo comprobar que en esa montaña estaba la casa de sus padres, que él había heredado.

No quedó nada, todo eran escombros y barro.
No podía ni llorar, cada vez todo era peor, pensó positivamente que el seguro se haría cargo, su padre para eso era muy cuidadoso.

Acudió a su abogado, para que lo asesorará.
Allí una simpática y atractiva mujer lo atendió.
Era una nueva socia del despacho y estaba muy interesada en poderlo ayudar, a cambio de una buena minuta, claro.

Después de explicarle todo su infortunio, la chica  muy sorprendida le explicó que tendrían que hacer.

-Mira Roger, dijo ella, yo veo unas circunstancias extrañas, pero de la casa podremos recuperar el valor si tu padre tenía el seguro, aunque me preocupa más la empresa, habría que estudiar el testamento y comprobar que la venta fuera legal, dejándote fuera a ti.
Por ahora descansa, nosotros nos ocuparemos de todo.
-Lo siento, Erika, así dijiste que te llamabas, verdad?
-Si.
-No puedo dormir, continuó el, cada que que cierro los ojos, todo empeora, me parece muy bien que quieras investigar la empresa y todas las demás casualidades, pero a mi, solo me interesa el viejo. Necesito un detective.
-De acuerdo, para nosotros trabaja el mejor, te pongo en contacto con el, ya nos veremos cuando tenga noticias.

Roger se encontró con el detective, le explicó toda la historia y esperó que el hombre realizará su trabajo.
Al entrar en casa, el mayordomo le entregó un telegrama que habían dejado.

Era de la empresa, le comunicaban que tenía que presentarse al día siguiente para una reunión urgente.

Se estiró en el sofá, encendió la tele.
En las noticias, hablaban de unos tumultos en una plaza cercana de la ciudad, justo cuando la cámara enfocaba a unos chicos radicales, rompiendo mobiliario urbano y rodeados de policías, lo vio.

Era el anciano, estaba sentado en un banco, tranquilo, con sus gatos y parecía mirarlo.
Roger no dudó, salió corriendo hacia la plaza, estaba cerca.

Al llegar, la policía se enfrentaba a los jóvenes radicales, parecía una batalla.
El viejo seguía allí.
Se acercó, pero no pudo decir nada.
Un chico vino corriendo hacia él y cogiéndole la mano, le dijo.
-Guárdame esto, mientras le daba un artefacto metálico, que al soltar desenganchó una anilla.
Le pilló desprevenido y tan asustado, que cuando comprobó que era una bomba, la lanzó contra los policías.
La explosión ensordeció sus oídos, solo veía la cara del viejo riendo, mientras un fornido antidisturbios lo tumbó en el suelo.
Al momento cinco hombres más, lo retenían entre golpes y lo esposaron.   
Al subir al vehículo policial, el anciano le gritaba, pero Roger no entendía nada.

Lo metieron en una celda con cuatro activistas mas, todos detenidos esa noche.
Estaba muy aturdido.

Al poco rato su abogado lo asistió mientras le explicaban que estaba detenido por terrorismo y asesinato, había matado con su explosivo a tres policías.
El abogado no podía tranquilizarlo, por mucho que quiso explicar que el no era culpable, había lanzado la bomba.

De vuelta a la celda, se encontró con los chicos. Estuvieron interrogándolo, pues nadie lo conocía.
El no contestó.

Unas lagrimas se escaparon de sus ojos, mientras seguía preguntándose, el porque de todo eso. Y sobretodo, quien era ese viejo.

Se tumbó en una hamaca. No podía más, cerró los ojos.

Al abrirlos, estaba solo.
En la celda no había nadie, tampoco se oía nada.

Quedó todo oscuro, parecía como si la luz se hubiera cortado, las puertas se abrieron automáticamente, seguía solo.

No lo dudó y salió.
Anduvo por el pasillo hasta el patio, cada vez el ruido era mas intenso.
Al asomarse, pudo ver a los chicos enfrentándose a las policía en el exterior, parecía una escena de guerra. Disparos, fuego. 
Intentaban escapar entre el cordón policial, mientras al otro lado más jóvenes radicales tenían montadas barricadas y lanzaban bombas.

Una mano se posó en su hombro.
Roger dio un salto y se giró.
Detrás de el, estaba el anciano.
-Quien eres? Le preguntó.
-Da igual quien sea yo, lo importante ahora es quien eres tu.
-Yo soy Roger, dijo el, aunque cada vez me cuesta mas reconocerme.
-Sígueme, le dijo el anciano.
No dudó y se fue detrás.

Atravesaron un pasillo y detrás de una gran puerta, el hombre de un salto, se agarró a una cuerda.
Una compuerta disimulada se abrió, dejando al descubierto una pequeña escalera, salieron por ella hasta otro pasillo, después de andar un rato, llegaron a un almacén, desde allí salieron tranquilamente a la calle, los tumultos entre las policía y los chicos quedaron lejos.

Siguieron caminando unos minutos hasta llegar a un pequeño portal.
El hombre abrió una puerta y entraron.
Una sala con unas sillas y una mesa era todo lo que podía verse.
-Siéntate, le dijo.
Roger obedeció.
-Mira, esto se nos ha ido de las manos, al mezclarte aquella noche en la manifestación has roto la línea del tiempo.
-Qué ? Cómo ? Quiso preguntar Roger.
-No te preocupes, no sabrás nada mas, pero al romper esa línea has cambiado el resultado, ahora es imprevisible todo. Lo único que puedo hacer es esto.
Aquí tienes una papeleta de un sorteo de loteria. Mañana estará premiado, tienes dos opciones, tu decides, como cuando te pedí que me invitaras a comer, recuerdas?
-Si, claro, pero quien eres?
-Atento, no preguntes más, te doy la opción de recuperar tu vida, escúchame bien.
Mañana estará premiado el boleto y tienes dos opciones, si eres capaz de regalarlo a alguien que lo necesite, tu vida se arreglará de nuevo, no tendrás dinero ni posesiones, no recuperarás la familia, pero tu abogado ganará el juicio y saldrás libre.
Si no lo haces, antes del sorteo y te quedas el número, todo continuará sin final cierto, ni yo mismo se donde puede acabar.
Es tu decisión.
-Pero, pero. Dijo Roger.

Mientras un gran estruendo sonó en la habitación, abriéndose la puerta. 

-Roger, no le hagas caso, te quiere engañar de nuevo.
-Tu? Dijo el anciano, mientras de un salto, desapareció por la ventana.

Roger reconoció al detective al momento. Este lo tranquilizó.
-Ya te había localizado y ahora he podido salvarte, voy tras el, quédate aquí.
Y salió corriendo.

Roger no entendía nada, pensó que mejor seria darle el boleto del premio a una persona pobre y ver que sucedía después.
Pero el número había desaparecido.
Claro, con la sorpresa de la entrada del detective, este aprovechó para llevárselo.
Roger salió corriendo a la calle, pero no había nadie.
Ahora si estaba perdido, si no cumplía la orden del anciano estaba desahuciado.

Siguió caminando por la calle hacia su casa, las lagrimas flotaban en sus ojos, seguía sin comprender que había pasado.
Hacia una semana era rico, tenía un buen trabajo, una familia, muchos amigos y las mejores mujeres lo rodeaban y ahora estaba muerto.

Cabizbajo iba cuando se encontró de bruces con aquel niño.
Ni lo vio.
Solo notó como le pinchaba en el cuello.
-Dame el dinero y el reloj, oyó que le decía.

Pero al levantar las manos para explicarle que no tenía nada, pues salía de la cárcel o mejor dicho se había escapado, el chaval se asustó y el cuchillo rompió la vena, la sangre borboteaba muy rápidamente.
Roger quedó tumbado en el suelo, desangrándose.

Mientras pensaba que al no tener aquel billete de lotería, no había podido superar la situación, el anciano tenía razón, todo estaba desquiciado ya.
Solo atendió a poder oír las lejanas sirenas.

No podía ver nada, solo oía el ruido de la maquina que monitorizaba su corazón.
Alguien entró en la habitación, la voz femenina y agradable le resultaba familiar, porque la había escuchado muchas veces.
Pero su mente no interpretaba las palabras, solo oía sonidos.

-Hola Roger, soy Erika, te acuerdas de mi?
Seguro que si.
Por fin he conseguido tu propósito, aunque creo que no te va a gustar mucho.
Escúchame bien y atentamente, hemos conseguido recuperar el valor de tu casa, también las acciones de la empresa de tu padre, un buen abogado no cesa en su empeño.
Y ahora viene la parte buena, para mi claro.
Entre los papeles que firmaste en mi despacho estaba tu testamento, te agradezco que me hayas dejado todo tu dinero.
Después de como me trataste aquella noche, tan borracho como ibas, no te merecías nada mejor, para ti solo éramos objetos.
Siento comunicarte que al no tener familia y estar en un hospital tan elitista como este, podemos decidir desconectarte y dejar que mueras, pero claro, entonces el sufrimiento seria poco, para el daño que has hecho en tu corta vida.
Tus enemigos son muchos.
Fue fácil que una nueva empleada del hogar provocará el infarto de tu padre y que esa misma chica o sea Erika, yo misma, pusiera sobredosis de calmantes a tu madre, aunque no contábamos con que ellos hubieran vendido su empresa, suerte que ya está arreglado.

Y ahora, mientras ese liquido venenoso está circulando por tus venas y colapsará tu corazón de forma inminente entre tremendos sufrimientos y dolor, te quiero presentar a unos amigos.

A mi padre anciano y sus gatos, el mejor actor que tengo. A mi amigo Julio, que pudo darte aquella bomba de la manera mas intrigante.
Al detective mayor del reino, que por cierto, es espléndido en la cama.

Y a Pablito, un enano encantador, que mueve muy bien el cuchillo.
Pues si Roger, esta es mi familia.
La verdad, tuviste mala suerte al cruzarte en mi camino. Descansa tranquilo ya, aquí disfrutaremos mucho de tus bienes. 

Una ligera sonrisa inundaba la cara de Roger, mientras Erika se preguntaba si era por el dolor o por el descanso.



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