1 mar 2014

Volver

Òscar conducia su coche por la carretera, después de una entrevista de trabajo fructífera, por fin su suerte cambiaba.
Hacia pocos meses que se habia casado con Anna y querian tener un hijo.

La vida era dificil. Pero el sabia que su fuerza le ayudaria.
De pronto observó dos potentes focos, frenó cuanto pudo, aunque no suficiente para evitar el impacto.
Por su mente pasaron muchas imágenes, entre ellas aquel día que conoció a su mujer. Su amor era intenso, aquel recuerdo se esfumó al cerrarse los ojos.

Despertó ante una iluminación extraordinaria, blanca, cegaba sus ojos.
No podía moverse, a pesar de no estar atado.
Delante de el, tres seres extraños, parecían astronautas, aunque unas antenas salían del casco, hablaban entre ellos.
Óscar no podía entender nada, pero su sorpresa fue mayúscula, al levantar la vista y verse reflejado en un espejo.
Los seres hicieron una señal, al percatarse que estaba despierto, la luz disminuyó su intensidad, la imagen que devolvió el espejo, era un cuerpo totalmente abierto y lleno de cables y brazos robotizados.
Óscar empezó a entender que hablaban aquellos extraños seres.
No podía oír nada, pero sus voces resonaban en su cabeza.
-No te preocupes, le decían, solo ves espejismos, te hemos hecho unas pruebas para conocer tu naturaleza, pero volverás a tu estado de nuevo, aunque hemos mejorado tu resistencia y fuerza, así como tu mente. Pronto podrás comprobarlo.
Otro de los seres, continuó con las explicaciones.
-Te pedimos disculpas por hacer de ti un experimento para nuestro pueblo.
Estas dentro de nuestra nave, te interceptamos en tu planeta, pero ahora te devolveremos para que continúes tu vida.
Solo hay un pequeño inconveniente, aunque con nosotros has estado tres días, en tu vida han pasado treinta años. Deseamos que nos perdones y para agradecértelo hemos mejorado tu cuerpo.

La luz subió de nuevo la intensidad al máximo, hasta que Oscar perdió la conciencia.

Despertó en el mismo punto donde se produjo el accidente, no había vehículo ni nada parecido.
Se limpió y sacudió la ropa.
Se acercó andando hacia el pueblo. No notaba el cansancio a pesar de ir rápido.
Llegando a la ciudad, recordaba perfectamente donde vivía, a pesar de los cambios en las calles.
Espero en una cafetería frente a su casa, desde el ventanal observaba la puerta.
Hasta que Anna salió.
El la abordó rápidamente.
-Hola. Le dijo.
-Hola respondió ella, nos conocemos?
-Soy Óscar.
-Lo siento, no te recuerdo.

En ese momento, vio el error, no podía ser su mujer, habían pasado treinta años y aquella chica era muy joven, aunque parecida, no lo era.

-Tu eres Anna, continuó el.
-Si, si, me llamo así, pero no creo conocerte.
-Podría invitarte a un cafe, me gustaría preguntarte por tu madre, se llama Anna también, verdad?
Apostó fuerte y esperó no equivocarse, ella hubiera sido su hija, tan bella como su madre, aunque estaba seguro que no estaba embarazada entonces, tenía claro que no era su padre.

-Conoces a mi madre tambien? Preguntó la chica.
-Si, es una larga historia.
Óscar le explicó, que su padre hacia treinta años estuvo enamorado de su madre y el quería conocerla, no podía explicarle la verdad.
Mientras conversaban y el cafe se enfriaba, las miradas entre los dos se fueron volviendo más cómplices.
La chica le explicó que justamente, hacia treinta años el marido de su madre tuvo un accidente en la carretera y murió, ella estaba recordándolo como cada año llevando unas flores para adornar la tumba.
Óscar no acababa de entender, como había muerto aqui, mientras el estaba en la nave.
Pero la chica continuó explicándole cosas.
Su madre se había vuelto a casar cinco años después, con su padre, Antonio.

Ella tenía veinticuatro años.
Óscar consiguió la amistad de la chica y una cita al día siguiente en su casa para conocer a su madre.

Aquella tarde estaba muy nervioso, había dormido en el hotel, como le dijeron aquellos seres estraños, había una reserva a su nombre.
Se acercó a la casa a la hora establecida y llamó al timbre.
Abrió la puerta Anna hija, después de saludarse y darse dos besos, lo hizo entrar, en el salón, sentada en el sofá estaba ella, su mujer, su amor,

Esos treinta años le habían sentado de maravilla. Estaba estupenda con su cuerpo maduro por la edad.
Ella se sorprendió mucho al verlo, no sabía que decir.
El se presentó como el hijo de un gran amigo suyo.
Tomaron cafe mientras charlaban.
Las miradas entre la hija y el se cruzaron muchas veces.

Anna buscó una excusa para que su hija fuera a comprar para cenar, porque quería invitar a Óscar, pudiéndose  quedar a solas con el.

Al instante le habló directamente.
-Antes que llegue Antonio, quiero preguntarte...
-Si Anna, soy yo, solo puedo decirte que me llevaron fuera, para hacer un experimento y me han devuelto treinta años después, entiendo que te casaras y tuvieras una hija tan guapa, ahora tengo que seguir mi vida.
-Siento todo esto, dijo Anna.
Yo siempre te amaré, pero me debo a mi marido, tu ya no existes en mi vida.
-Lo se, solo quiero pedirte, dijo Óscar, que me permitas volver a vivir mi vida con tu hija, es Idéntica a ti, para mi sería como recuperar todo lo que perdí.
-Yo no pondré ningún impedimento, dijo ella, mi vida ahora ya es otra, me alegraré mucho por ti, después de lo que he llorado todos estos años, me doy por satisfecha, sabiendo que estas bien.
Se despidieron con un abrazo y un cariñoso beso.

Óscar continuó enamorando y cortejando a la hija.

El camino llevaba buen destino.
Los seres habían dejado las cosas bien hechas, tenía trabajo y una identidad similar, pero unos años después.
Le habían conseguido aquella felicidad que perdió en el accidente.
Aunque Óscar nunca más tuvo noticias de ellos, siempre estuvo alerta.

La boda entre los dos, fue todo un éxito, un día de primavera estupendo.
La relación era muy intensa, eran buenos amigos, mejor pareja y tenían unas relaciones extraordinarias gracias a la fuerza extra que le dieron en la nave. Los dos disfrutaban mucho de ser pareja.
Pasaban los años.
Anna tuvo dos hijos con Óscar, como siempre había soñado.

Hacia ya dos años que Anna madre había muerto, cuando se cumplían los treinta años de su cambio de destino.
Óscar tenía muy en cuenta las fechas.
Aquella mañana sabía que no iba todo bien.
Notó la presencia de aquellos seres. De nuevo.

Iba conduciendo hacia el trabajo, su mujer estaba aún en casa, sus dos hijos estudiando en la universidad.
No pudo evitar ser cegado por aquellos potentes focos y el
accidente fue inevitable.

Despertó en aquella camilla conocida.
Los seres lo estudiaban.
No podía entenderlos.
Pero las voces se aclararon en su mente.
Le dijeron que el experimento continuaba. Su felicidad había sido el premio, pero necesitaban volver a investigar.
No le dejaron negarse.

Volvió treinta años después a la carretera. A pesar de su edad tenía mucho vigor.
Mientras recordaba la primera vez, llegó a la ciudad.

Se acercó a su vivienda y descubrió a su hijo, ya mayor viviendo allí.
No tuvo energía para presentarse.
Esperó en la cafetería, hasta que vio salir a una chica joven.
Estaba seguro, era su nieta, idéntica a Anna su mujer.
Le preguntó amablemente si era Anna.
La chica respondió afirmativamente.
-Me gustaría, dijo Óscar, poderte preguntar por tu abuela Anna, le explicó a la chica que su madre era muy amiga de ella y quería saber como estaba.
-Lamentablemente, contestó la chica, mi abuela murió hace dos años, esta enterrada con mi abuelo Óscar.
-Podrías acompañarme, preguntó el, me gustaría hacer una foto para mi madre, siguiendo el hilo de su historia.

La chica aceptó.
Fueron al cementerio, el hizo la foto y se despidieron.

Pero Óscar regresó.
Quería explicarle a Anna, que no tenía culpa de lo que sucedió.
Entre lágrimas estaba cuando apareció otro hombre con un ramo de rosas rojas.

-La conocía, le preguntó, yo a usted no lo recuerdo.
Óscar contestó.
-Si, tuvimos una buena amistad.
-Era increíble, dijo el hombre, a pesar de perder a su marido en un accidente, siempre tuvo mucho coraje y fuerza para continuar, más sabiendo que a su madre le pasó lo mismo.

Pero no lloré, hombre, a ella le hubiera gustado verlo reír, como ella hacia siempre.
Riamos en su honor.
Óscar cambió el semblante.
Pero todo se volvió tenue, la niebla llenó el espacio y no dejaba ver nada.
Solo podía oír.
-Ha despertado, ha despertado...

No entendía nada, estaba en una cama del hospital, conectado a una máquina.
Anna reía y gritaba de felicidad.
Se abrazó a el y lo besó, mientras le confesaba:
-Amor, gracias a Dios, has despertado, necesito que vivas para poder disfrutar de nuestra hija, estoy embarazada.
Óscar no atinaba a entender nada.
Los médicos despejaron la estancia, se acercaron a el, eran aquellos tres seres.
Se comunicaron con el.
Escuchó en su mente.
-El experimento ha terminado, te dejamos vivir tu vida.
Vuelves treinta días después del primer accidente. Disfrútalo.
Puede que en treinta años volvamos.
Óscar reía, estaba feliz.
Anna entró en la estancia para abrazarlo.

1 comentario:

  1. Muy buen triller psicológico. Cada uno de tus cuentos me hacen desear que llegue el dia en que publiques el siguiente. Gracias por compartirlo conmigo.

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