23 nov 2013

Donde está el país de las hadas?

No sabeis la importancia que puede tener un instante en vuestra vida.
Podría ser la diferencia entre vivir y morir.

En un laboratorio de investigación, Enri y Ana dan por concluido sus estudios. Ahora solo necesitan alguien con quien experimentar.
Deciden salir a la calle, es invierno, hace frío. Buscan un indigente sin nada que perder.
En un parque, sobre un banco, una persona sucia y maloliente duerme.
Deciden abordarlo, si con el frío y el mal tiempo, ese hombre no se refugia, les deja interpretar que es la persona que buscan.
Después de un cambio de conversación, lo convencen.
Y los tres vuelven al laboratorio.
Una buena ducha y un plato de sopa caliente, recuperan al hombre de la calle.
-Como te llamas? Preguntó Ana, mientras rellenaba el informe en el ordenador.
-Digamos Robert. Contestó el hombre.
-De acuerdo, dijo ella. Observa bien, este documento explica el experimento y nos libra de toda reclamación si hay algún problema, quieres firmarlo?
-Claro, dijo Robert, por eso vine, no tengo nada que perder ya.
-Muy bien. Pues como te hemos explicado antes, te vamos a dormir con una droga, que te hará experimentar una muerte ficticia, pero sentirás lo mismo que en la realidad, nosotros mientras estudiaremos tu mente y gravaremos todo lo que revivas, luego te despertaremos para saber de tu propia voz, lo que sentiste y poder calibrar mejor nuestras máquinas de estudio, aunque hay una posibilidad, pequeña, de error y que el experimento no sea válido, incluyendo que puedas sufrir daños irreparables o la muerte.
Decides firmar?
-Si, si, estoy al tanto de todo. Acepto, mientras estampaba su firma, Robert iba hablando.

Conectaron los sensores al corazón, en su cabeza y en los pies y las muñecas, mientras ataban el cuerpo con unas correas a la camilla.
Le abrieron una vía y le inyectaron el líquido.
Solo quedaba esperar.
El sueño fue invadiendo a Robert, pero no borró la sonrisa de su cara.
La pantalla del ordenador empezó a emitir imágenes.

Era un túnel oscuro, al final una luz, se oían voces, Robert se miraba a si mismo, era un bebé, detrás algo lo empujaba hacia la luz, era un hada, mientras le cantaba suavemente y lo arrastraba.
Salió.
La luz le cegó, no veía nada, empezó a llorar.
Las voces continuaron, pero el no entendía nada de lo que decían, si notó el agua con que lo limpiaron y mucha felicidad en el ambiente.
El hada a su lado, reía.
El ordenador se fundió en negro.
Mientras Enri y Ana, anotaban conclusiones.
-Ya ha empezado, está en tránsito a la muerte, las imágenes que se reproducen en su cerebro nos destapará su vida. Dijo Ana.
-Si, veremos luego, si realmente seremos capaces de reanimarlo. Dijo el.
Nuevas imágenes inundaron la pantalla.
Robert era pequeño, disfrutaba de un regalo de sus padres, un coche deportivo de juguete a pedales.
Mientras jugaba con otros niños, al comprobar que no funcionaban las luces del coche, arrancó todos los cables.
El hada a su lado, reía, mientras los padres de Robert lo castigaban por su trastada.
-Es curioso, dijo Ana, esa imagen del hada.
Pero las imágenes seguían.
Robert ya en edad de ir al colegio, se dedicaba a pegar a sus compañeros e intimidarlos, robándoles el dinero y todo lo que llevaban encima. Luego se separaba de ellos y junto al hada, reían.

Ana, cada vez estaba más sorprendida, esa realidad descubierta en la mente del hombre no tenía sentido. Dudaba si el experimento era incorrecto o el hombre era un loco.
Pero no había tiempo que perder, las imágenes en la pantalla, cada ver se desarrollaban más rápidamente.
Esta vez un Robert adolescente, con un cigarrillo en la boca, observaba a una mujer aparcar su coche. Al alejarse, el se acercó al vehículo, con un destornillador y mucha destreza, abrió la puerta, subió y en pocos segundos arrancó.
El paseo duró poco, el coche acabó estampado contra otro, mientras el corría sin ninguna herida. El hada reía a carcajadas subida en su hombro.
Un instante después, las imágenes dejaron atónitos a los investigadores, Robert, algo más mayor, acompañado de dos jóvenes más, empotraban un coche contra el
escaparate de una joyería y robaban todo lo que podían.
Al salir corriendo, el hada le indicó como continuar. Paró un coche empuñando una pistola, sacó fuera al conductor y escapo rápidamente.
La imagen continuaba, poco después se encontró con una chica, joven y guapa. Le enseño las joyas robadas.
Acabaron en la cama, hicieron el amor, encima de un polvo extremadamente blanco, que les subía la excitación a límites insospechados.
Al despertar después de la intensa noche, la chica estaba muerta. Robert volvió a escapar, el hada seguía riendo y contagiándolo a el.
Las imágenes se fundieron en negro de nuevo.
Enri y Ana se miraron. No podía ser, ese hombre llevaba un mal camino, su vida se ponía muy mal, pero antes de poder hablar, volvieron las imágenes de la mente de Robert a la pantalla.
Un hombre con un cuchillo le amenazaba, quería robarle, estaban en un sucio poblado, lleno de basura y chabolas por todos lados.
El sacó la pistola y empezó a disparar, el hombre cayó abatido, pero varias balas también alcanzaron a dos mujeres y dos niños. Recogió la droga del suelo y salió corriendo, en el puente de la carretera, de un salto, se plantó en medio de un carril, el frenazo del coche, produjo varios impactos de los demás vehículos, pero Robert no tuvo miramientos, volvió a disparar sobre el conductor, matándolo al instante, lo saco del coche y se dio a la fuga. El hada cada vez reía más, podían oírse sus carcajadas.
De pronto Robert se giró hacia atrás y comprobó como en el coche había dos chicas jóvenes.
El hada le indicaba que tenía que hacer en todo momento.
No dudó. Paró el vehículo, a punta de pistola violó a las dos jóvenes y les disparó después sin remordimientos, riendo y corriendo por el bosque con el hada en su hombro.
La pantalla volvió a fundirse en negro.
-Lo siento, dijo Ana llorando y mirando al hombre dormido.
-Que vas a hacer ? Preguntó Enri.
-Le suministraré más droga, suficiente para que no despierte más, es un asesino, no lo has visto ?
-Pero Ana, no eres ningún juez, no puedes decidir su vida.
-Ya lo se, dijo Ana, pero cualquier persona en mi lugar haría lo mismo.
Las imágenes siguieron.
Robert estaba en un banco, todo el mundo estaba en el suelo, una chica ponía el dinero en una bolsa, el la cogió fuerte, disparó sobre la chica, matándola, y sobre las personas que había en el suelo, después corrió sobre los cuerpos y escapó, un coche estaba esperándolo.
Conducía una mujer.
Las sirenas de la policía los envolvían, pero ella era muy buena conduciendo, esquivándolos.
Al momento las imágenes se centraron en una habitación de un hotel, ella repartía una bolsa de polvo blanco sobre el edredon, se desnudaron y se revolcaron sobre la cama. La noche fue impactante, no pararon hasta varias horas despues. El hada seguía allí, riendo.
La pantalla se funció en negro.
-Espera, dijo Enri, si sigue esa línea de asesinatos, le das la droga.
Antes que Ana contestara, las imágenes volvieron.
Era otro banco, Robert y la chica, arropados con varias pistolas estaban robando, la policía los descubrió, salieron disparando, mataron a varias personas y policías, pero la chica recibió también impactos que acabaron con su vida.
Robert pudo escapar, después de disparar contra los coches y conseguir un atasco monumental.
Mientras veía la tele y reía con el hada, las noticias daban más de veinte muertos y la chica.

Ana no pudo más. Inyectó la dosis mortal.
-Lo siento, dijo.
Mientras oía la voz de Enri.
-Ven, mira hay más imágenes.
Se veía a Robert, con una cámara, estaba grabando una película, el director dio la orden de acción.
El título era: 'Donde está el país de las Hadas'
La imagen se fundió en negro.
Las dudas asaltaron a Ana.
-Que significa esto, dijo.
-No tengo ni idea, contestó Enri. Pero sigamos a ver que pasa.

Las imágenes volvieron.
Robert estaba arruinado, había invertido todo el dinero en esa película y fue un fracaso.
Llovía, hacia frio, había perdido su casa, su mujer lo había abandonado.
Dormía en el parque.
Apareció una pareja, le ayudaron a lavarse y le dieron de comer.
En la siguiente imagen Robert estaba tendido en una camilla mientras una mujer le inyectaba una sustancia.
Se fundió a negro, de nuevo la pantalla.
-Que hacemos, dijo Ana, hemos matado a un inocente,
-Tranquila, el no tenía nada que perder y nosotros podemos aprender mucho de este caso.
Las imágenes volvieron.
Robert volaba, se despegaba de su cuerpo en la camilla. En el hombro llevaba al hada, se giró y mirándolos a través de la pantalla les dijo:
-Gracias por todo.

El hada empujaba a Robert hacia la luz, el túnel era oscuro y estrecho, al otro lado se oían voces.
Ana lloraba.
La pantalla se fundió en negro.

1 comentario:

  1. Ainsssss el juzgar prematuramente y creernos la mano justiciera de Dios...Y sí sirven la gente y las cuerdas....Jajajajajajaja

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