26 ene 2022

El Tiempo pasa.

 El Tiempo pasa.



Capítulo 1. La caja. 


Samuel estaba esperando que le atendiera el notario.
-Puede pasar. Escuchó.
Entró en la sala, sobria, fría, grande. Desde lejos el notario le entregó una pequeña caja y un recibo, a la vez que le comentaba.
-Su tío le legó este preciado regalo, una caja chapada en oro de ley con una inscripción y una combinación que permite abrirla, pero que nunca obtuvimos, en el testamento se lo cede en exclusiva a usted. Samuel asintió y firmó el documento de entrega, recogiendo el presente y saliendo al exterior. Mientras caminaba iba calculando el dinero que podría obtener si realmente era de oro, ya que en los últimos tiempos su economía no pasaba por buenos momentos.
-Diástasi. Iba leyendo en la inscripción sin entender nada. No tuvo tiempo de reaccionar, alguien lo empujó y le sustrajo la caja dorada. Mientras miraba con resignación como el hombre desaparecía tras la esquina, maldijo su suerte, pensando que seguramente tampoco había perdido demasiado, asegurándose a sí mismo que la caja no debía ser de oro. Siguió caminando distraídamente, recordando el cuento de la lechera, que rompió el cántaro antes de vender la leche como él, que había perdido la caja antes de poder valorarla, hasta que de nuevo tropezó con alguien que corría hacia él, en el choque una caja dorada salió volando aterrizando en el suelo que provocó en Samuel un cierto desconcierto, mientras escuchaba al hombre como gritaba.
-Es suya…. Es suya… para usted, mientras corría despavorido. 
Samuel recogió la caja y pudo observar en ella, por la zona trasera, una combinación de números que solo el reflejo del sol en el grado de inclinación adecuada dejaba ver, la inscripción era la misma, Diástasi. Mientras escuchó una voz femenina.
-Es muy bonita esa caja, ¿Es tuya?
Al girarse pudo observar una preciosa chica con el pelo rojizo y unos brillantes ojos azules, muy interesada en el. Sin tiempo de contestar, un hombre se acercó sigilosamente y señalando la oreja de la chica, exclamó.
-Mi hija tiene unos pendientes con una llave de oro como el tuyo, siempre explica que puede abrir una caja sorprendente que necesita encontrar.
Desapareciendo tan sigilosamente como llegó, dejando a los dos en silencio.
Samuel se fijo en el pendiente de la chica, era muy bonito, una llave minúscula dorada en forma de corazón. La chica volvió a preguntar.
-¿Es tuya la caja?
Samuel no sabia que decir, la chica lo tenia embobado, el pendiente le parecía muy exclusivo y con la caja no sabia que hacer. 
-¿Porqué? Preguntó el. 
-Estaba buscando una caja igual, puedo cómpratela.
Samuel entonces vio la oportunidad.
-De acuerdo. Dijo. ¿Cuanto me das por ella?
-Podría ofrecerte mil euros. Contestó la chica.
A Samuel la oferta le pilló desprevenido y sorprendido respondió.
-¿Comooo…?
-Si es de oro como parece, mil euros. Repitió ella.
Samuel miró detenidamente la caja y pensó que si la chica ofrecía tanto es porque debía valer más.
-Espera, espera ¿Tu quien eres? Y ¿Porqué te interesa tanto esta caja? Preguntó Samuel. 
-A ver. Respondió ella. Como bien oíste antes, a mi también me explicaron esa historia, mi pendiente abre una caja como la tuya con un tesoro dentro.
-Bueno, bueno…. Empecemos por el principio. Dijo el. ¿Como te llamas?
-Que mas da como me llame, ¿Quieres lo mil euros o no? Contestó la chica.
Samuel empezó a pensar lo extraña que era la situación y dudó bastante.
-Prefiero no venderla hasta que no sepa que es. Contestó.
-Pues está muy claro que es. Dijo ella. Es una caja con el acceso a otra dimensión. 
El asombro de Samuel se incrementó exponencialmente mientras repetía en su mente, “otra dimensión”. 
-Ya veo que no sabes de que hablo. Dijo ella. Si me la vendes te lo explico con todo lujo de detalles. 
-No me importaría vendértela, pero ahora has despertado mi curiosidad. Dijo Samuel. ¿Y si resulta que es más valiosa de lo que parece?
La chica empezó a dudar, dando vueltas sobre sí misma, mientras murmuraba palabras incomprensibles. Hasta que paró bruscamente y dirigiéndose a él, dijo.
-Está bien, te haré partícipe de la situación, pero entonces abriremos la caja juntos y no te daré dinero. 
-Aunque no me parece del todo correcto, estoy demasiado intrigado, explícame la situación. Contestó Samuel. 
-Muy bien. Dijo ella. Pero primero vayamos a un sitio más tranquilo y seguro, sígueme. 
Samuel no dudó en acompañar a la chica, estaba muy interesado en la utilidad de la caja y en la propia chica. Ella lo llevó por diversas calles hasta un viejo edificio, subieron al ático, donde abrió la puerta.
-Este es mi apartamento. Dijo ella.
La cosa se ponía interesante, pensó Samuel.
Al entrar, la chica le obligó a quitarse los zapatos, acompañándolo hasta una habitación donde había un pequeño armario, entrando en el. Parecía una cabina de un ascensor, la chica tocó unos botones y el pequeño armario empezó a subir. Samuel calculó unos cuatro pisos hasta que el ascensor paró. Entonces los dos salieron de el, la estancia era muy amplia y luminosa, envuelta en una orla de color azul. Al mirar la caja, esta brillaba dejando ver una pequeña hendidura para encajar una llave. Los dos se sentaron en el suelo, en unos pequeños almohadones y ella empezó a hablar.
-Me llamo Blanca. Obtuve una información de un profesor mío muy valiosa, derivada de unos experimentos que realizábamos para descubrir la antimateria.
El consiguió cambiar de dimensión en unas de sus pruebas, lo que al instante aportó otro ser a la nuestra, era idéntico físicamente, pero totalmente diferente intelectualmente. Ahora mi profesor no sabe de que le hablo, ha dejado su profesión y se dedica a cuidar jardines. Samuel no salía de su asombro mientras escuchaba la historia.
-Por eso necesito la caja. Continuó Blanca. Se que tiene las instrucciones necesarias para continuar el proyecto donde desapareció mi profesor, ya que la única persona al corriente de todo, el mecenas que lo financiaba, ha muerto y ha dejado la caja en su testamento a su sobrino.
-Y ese mecenas es mi tío, ¿No? Dijo Samuel.
-Así es. Concluyó Blanca.
Samuel movió la cabeza rítmicamente mientras pensaba.
-De acuerdo. Estamos juntos en esto y ¿Ahora que hacemos?. Preguntó.
Blanca observó la caja que brillaba por la luz azul y dijo.
-Si es la auténtica, mi pendiente puede abrirla. Es la llave que mi profesor guardó para separarla de la caja al cederla a tu tío, por si le pasaba alguna cosa.
-Muy bien. Dijo Samuel. Probemos, pero hay algo que no comprendo, entonces los números que se ven, para que sirven.
-La verdad es que aún no lo sé. Dijo la chica. Parece desprenderse de las notas de mi profesor, que ese número va cambiando cuando abres la caja, pero no he podido obtener respuesta alguna sobre su cometido.
-Pues ahora puede verse la combinación 0004. Dijo él.
-Bueno, continuó ella. Ya nos preocuparemos de eso más adelante. Por ahora probemos la llave.
Blanca se quitó el pendiente y lo encajó en la hendidura de la caja. Al momento esta se abrió. La habitación cambio de color a rosa muy intenso. 
-Está  vacía. Dijo Samuel.
-Sí. Afirmó ella. No entiendo nada.
Fuera llovía intensamente, mientras los rayos desprendían luz por todo el cielo. En la caja podia leerse 0005.



Capítulo 2. La llave. 


Blanca entró en el despacho, no había nadie. 
Era extraño. Se dijo. El profesor siempre estaba a esa hora. Algo brillaba en la mesa y llamó su atención. Parecía una llave dorada. Se acerco más para comprobar que objeto era ese y descubrió un pendiente con una pequeña cadena, de donde colgaba la llave en forma de corazón. Bajo el objeto un sobre abierto acaparó su mirada. Blanca no dudó en coger el sobre, dentro había una carta escrita a mano que leyó al instante. 
“Yo, Felipe Martinez, profesor licenciado en física por la universidad de Navarra y siguiendo mis estudios del control sobre las propiedades de la energía y la materia, en la interacción con el tiempo y el espacio, describo el siguiente experimento a realizar. He preparado una caja magnetizada con materiales a través de la mecánica de fluidos y dinámica atmosférica, siguiendo variables de la física de altas energías y la física aplicada, para conseguir superar la teoría cuántica de campos, desde la perspectiva de la relatividad general y poder demostrar la existencia de diferentes dimensiones ocurrentes en el mismo momento y espacio. Pretendo viajar por ellas para documentar mi experiencia y poder gestionar su control y uso. Por eso y después de dos intentos con resultados poco interesantes, procedo a realizar una copia del contenedor o caja, que cederé a mi principal mecenas en este estudio, el excelentísimo Sr. Don Marcel Expert Serrano, para que mantenga a salvo mi experimento. Manteniendo siempre el máximo celo en la seguridad, entrego con esta carta a mi ayudante principal la srta Blanca Portaz, la llave que permitirá acceder al recipiente de experimentación para que continue mis estudios en caso fatal para mi. Siguiendo el proceso iniciado hace unos meses, procedo al tercer intento de control, ya que los dos anteriores obtuvieron resultados decepcionantes. Blanca observó como el documento estaba firmado de su puño y letra. Guardó la llave y siguió buscando por todo el edificio al profesor o la caja, sin éxito. Mientras registraba una habitación retirada, donde nunca había entrado, se alertó por el ruido de un fuerte trueno y pensó que la tormenta habría empezado, por la mañana ya avisaban de fuertes lluvias por la región. Se asomó al exterior pero el sol lucia con fuerza, al girarse la sorpresa fue mayúscula, desde la puerta pudo ver al profesor, que despistado pasaba rozándola como si no la conociera, disculpándose al momento por el inoportuno roce, el siguió su camino rápido, murmurando en voz baja algo como azucenas y rosas. Blanca lo siguió hasta otra estancia, donde el profesor tenia cultivadas unas grandes macetas con tierra y diferentes flores, ocupándose de su estudio. 
-Profesor. Dijo Blanca. Lo estaba buscando para que me explique la carta, el experimento y la llave. 
El profesor con cara de sorpresa le contestó. 
-Perdón señorita, ¿Usted quien es y porqué le interesa mi estudio para conseguir alimentos saludables con base floral? 
-Soy Blanca, profesor, ¿No me recuerda? 
-Blanca… ¿Qué Blanca? Mi ayudante se llama Celeste y seguro que está a punto de llegar, haga el favor de salir de esta estancia, ya que aquí los experimentos son confidenciales. 
Blanca abandonó la estancia y empezó a analizar la situación, si no iba desencaminada y por lo que había descubierto el profesor, valoraban la posibilidad de que al producir un movimiento entre dimensiones, otra personalidad accediera a la suya, por eso si el profesor había conseguido el propósito de cambiar de dimensión, otro profesor de otra dimensión había accedido a esta y por lo visto su realidad era diferente. Por tanto solo tenía una oportunidad para poder encontrarlo en la dimensión donde estuviera, la otra caja cedida al mecenas con la llave que ella tenía. Salió a la calle convencida de hablar con ese señor, el tal Marcel y convencerlo. Después de varios días de búsqueda, finalmente vió la esquela en el periódico, el mecenas de su querido profesor había fallecido, por eso nunca pudo encontrarlo, debía estar en el hospital. Sabía que todo se complicaba, aunque no debía perder su empeño. Siguió repasando el estudio del profesor cada día sin conseguir realmente entender como había logrado  cambiar de dimensión, habían pasado ya quince días desde su cambio de persona, el actual profesor seguía inmerso en sus flores, sin conocerla, mientras siempre reclamaba a una tal Celeste, que nunca apareció. 
Salió a la calle, llovía a cántaros, escondida tras el paraguas, de golpe, se encontró chocando con un hombre mayor, que desequilibrado cayó al suelo, disculpándose le ayudó a levantarse, mientras esa persona musitaba palabras no muy bien sonantes y desapareciendo entre las sombras. Al volver la vista observó algo brillante en el suelo que llamó su atención, era una cartera con un cierre plateado, se agachó a recogerla e intentó avisar al hombre inútilmente. Decidió abrirla para ver quien era y poder devolvérsela, dentro leyó la identificación de un notario. Pensó que al día siguiente se acercaría a la dirección de su oficina para devolverle la billetera perdida, ya que era tarde y la lluvia se mantenía activa. Por la mañana se dirigió a la notaria para entregar la cartera y los documentos encontrados. Al entrar la atendió una secretaria muy amable, que le explicó que el notario estaba entregando una herencia muy extraña, una caja dorada muy bonita de un hombre mayor, que había fallecido, a su sobrino, único heredero. Una caja muy curiosa que por lo visto contenía algo muy extraño en su interior, según le habían comentado. Blanca entendió al momento la situación, era muy probable que fuera la caja que estaba buscando y que su profesor dejó al mecenas y decidida preguntó a la secretaria si podía saber el nombre de esa persona. 
-El señor Marcel Expert y su sobrino Samuel Gestión. Contestó la secretaria. 
Así Blanca se despidió amablemente de ella y esperó en la calle la salida del sobrino del mecenas. 
El sol brillaba en el horizonte iluminando aún más su pendiente dorado. Alguien se acercó a ella. 
-Disculpa, eres Celeste? Te pareces muchísimo a ella. Escucho que le preguntaba. 
-No, no. Me llamo Blanca. 
-Perdón, perdón, hubiera jurado que eras tú, eres idéntica, permítame explicarme, hace unos meses una chica apareció en mi vida, por casualidad, cambiando todo mi estado de ánimo, pero despareció hace quince días también de golpe y desde entonces no dejo de buscarla, te pareces muchísimo, sois como dos gotas de agua, además tu pendiente se asemeja tambien al colgante que ella llevaba, el tuyo es una llave con forma de corazon dorado y el de Celeste era verde esmeralda, discúlpame de nuevo. Que tengas un buen día. Dijo el hombre mientras se alejaba. 
Blanca entre cavilaciones solo atendió a ver salir a Samuel. 



Capítulo 3. El profesor. 


Todo estaba preparado, la habitación aislada, la caja a punto, de color blanco muy brillante, con la llave en la mano, tambien del mismo color, sabía que solo tenía una oportunidad, no quiso que nadie lo acompañara para evitar que pudieran sufrir. Giró la llave sobre la hendidura y al momento todo se volvió rosa. Costaba creerlo, pero así era, una nueva experiencia había empezado, no podía volver atrás. Primero como ya había podido observar en las dos pruebas previas, cerró los ojos. Después sintió el movimiento, giraba y giraba hasta que este cesó. Al abrirlos no podía creer lo que veía. Frente a si un increíble jardín verde, lleno de flores, las más bellas que nunca había visto. A su lado su ayudante, que recogía y filtraba a través de una pequeña máquina todas las hojas, esta las compactaba y desde su extremo las expulsaba en un movimiento directo y rápido, los paquetes muy bien preparados se acumulaban, allí los dos operarios las almacenaban en unas preciosas cajas rojas muy decoradas. Reconoció a su ayudante y a los operarios, ahora solo faltaba saber que papel mantenían ellos en esta dimensión. También esta vez como las otras dos, la caja había desaparecido, así como la llave. 
La primera oportunidad en que consiguió el salto, apareció en el fondo del mar, en una burbuja muy interesante y avanzada técnicamente, donde habían conseguido, a través de una pequeña operación en el pecho, mantener una respiración perfecta bajo el agua, llenó unas buenas hojas de apuntes con su experiencia y los avances descubiertos, allí no pudo encontrar a su ayudante, si a los dos operarios Samuel y Marcel, los encargados de depurar las estancias y mantener siempre las puertas abiertas al océano. Después de varios días, en una de sus excursiones por el fondo reconociendo la fauna y la flora, encontró enterrada la caja, entendió al momento que podía retornar a su verdadera dimensión si encontraba también la llave, esta se hizo más de rogar y hasta las dos semanas no consiguió aislarla de un banco de coral, había perdido el brillo inicial pero su poder seguía intacto. Cuando observó que estaba preparado para volver, inició el proceso. 
Mientras veía en esta dimensión a su ayudante recolectar las flores, recordó el segundo salto, esta vez después del reconocido movimiento apareció en un mundo diferente, todos vivían escondidos por miedo a la guerra, su ayudante mantenía un papel de protectora que lo salvaguardaba de todos los problemas, el era un científico experto en energía nuclear, que luchaba contra los poderes militares para conseguir revertir los efectos de la guerra, su avance era importante, mantenían un suero que permitía curar y salvar a las personas de la muerte y cada vez tenían más poder ante los enemigos. Con su llegada la evolución del suero fue tan extraordinaria que la paz fue imponiéndose rápidamente, esta vez necesitó unos seis meses para completar su estancia, ya que la llave apareció pronto, estaba alojada en unas joyas del botín conseguido en una de las reconquistas del territorio enemigo, pero la caja no apareció. Como llevaba el estudio previo en su cerebro y su trabajo le permitía experimentar, construyó otra, esta vez el resultado fue diferente, la caja tomó una tonalidad verde esmeralda, aunque al iniciarla para poder volver cumplió perfectamente su objetivo. Mientras miraba el escenario e intentaba entender su papel en esta nueva realidad, recordó también que posiblemente sería su ultimo viaje, a la semana de volver del primero ya pudo sentir como su cuerpo envejecía rápidamente, del segundo viaje le costó más recuperarse, había perdido casi cincuenta años por el camino, los chequeos médicos le alertaron de una enfermedad genética que producía una degeneración de su cuerpo diez veces más rápida de lo normal. Aún pudiendo volver de este tercero sabía que ya no le quedaría tiempo para mantenerse vivo. Pero sus ojos brillaron, la alegría inundó su cuerpo, era una oportunidad única y no quería que otros pudieran padecerlo sin antes obtener resultados que frenaran la decadencia, también creía que el suero del segundo salto podría ser una buena solución para el problema, pero necesitaba de más experimentación para poder usarlo en esa dimensión. Y escuchó como su ayudante le hablaba.
-Profesor, profesor, que hace ahí en medio parado, vamos espabile, que llevamos retraso con este pedido. Lo necesitan en China para poder alimentar a sus ciudadanos, espabile. 
-Si, si, voy. Contestó el profesor. 
Recuerde. Continuó la chica, mañana es el gran día, por fin vamos a conseguir probar el elixir, si nuestros cálculos son correctos no necesitaremos comer nada más y el hambre desaparecerá de este mundo. El profesor disimuló su asombro y decidió acercarse al laboratorio, allí encontró el estudio que había llevado a cabo su personalidad de esta dimensión, después de analizarlo detenidamente, pudo concluir que el avance era increíble, que tenía que anotarlo todo y llevarlo a su realidad, ya que podía ser el remedio más beneficioso de los últimos siglos para la humanidad. No podía dormir pensando en las ventajas de este movimiento entre dimensiones, tenía el artefacto necesario para respirar bajo el agua, el suero que curaba todas las enfermedades y ahora el elixir para alimentar a todo el mundo, el desarrollo de esas increíbles soluciones en su dimensión podrían cambiar totalmente la manera de vivir. Tan absorto estaba que no escuchó el despertador sonar. Sonaba y sonaba mientras el soñaba con su éxito. Hasta que una voz le despertó. 
-Profesor. Dijo Samuel. Tiene el baño preparado y la ropa a punto, son las nueve, recuerde que la reunión es a las doce horas. El presidente y toda la plana mayor estarán expectantes en la prueba. Los niños ya están a punto, como usted pidió, son tres niños menores de cinco años con delgadez extrema por el hambre. Sonaban las doce cuando el profesor entró en la estancia, según los cálculos que había realizado y comprobado si administraba el elixir a los niños, en un plazo de quince minutos podían recobrar todas sus capacidades, sus músculos se llenaban de energía y retomaban su fuerza y un peso ideal, regulando la tiroides y todo el sistema endocrino, como el elixir estaba sintetizado de diferentes conjuntos de flores, era muy barato de conseguir y producir, sus resultados se mantenían quince días, lo que aseguraba el fin del hambre en este mundo. Todo resultó perfecto, el presidente le felicitó efusivamente, después del experimento tendrían reuniónes con otros mandatarios para producir el elixir en todo el mundo. 
El profesor estaba encantado mientras atendía a diferentes medios de comunicación por su éxito. 
Un hombre mayor, muy mayor se le acercó y le regaló una pequeña caja rojiza, parecía muy antigua, era un presente por la ayuda realizada al mundo. El la guardó, reconoció perfectamente que significaba aquello. Después de toda la conferencia y las entrevistas volvió al laboratorio, allí habían festejado la fiesta por todo lo alto, no faltó de nada. En su caminar cansino con la satisfacción del trabajo realizado y la posibilidad de volver a casa con otro avance más, tropezó con algo metálico. Solo por el ruido ya sabía que era la llave. La recogió y miró a su alrededor, estaba solo, en el bolsillo de la americana llevaba la pequeña caja y la llave en la mano, ahora tenía todo preparado para regresar. Solo que su mente empezó a quejarse, cada vez sus pensamientos tomaban más fuerza. Si volvía le quedaba muy poco tiempo de vida, tendría que ceder los avances a otras personas para que desarrollaran su efectividad en esa dimensión, pero si se quedaba aquí podría vivir muchos años, ya le habían reconocido el éxito, solo tenía que disfrutar. La tormenta sonaba en el exterior y los rayos iluminaban la estancia. 



Capitulo 4. El mago.


-Señoras y señores quiero que me presten atención. Dijo Andrés en medio de un parque repleto de familias con niños jugando y adolescentes en búsqueda de aventuras. Sabía que tenía que ser rápido en sus trucos, pues luchaba contra la atención que reclamaban unas marionetas bailando al son de una historia de amor, una rana tocando el piano en manos de un excelso titiritero y dos pequeñas orquestas exponiendo sus canciones.
-Van a descubrir la mejor magia nunca vista. Continuó él, enseñando en sus manos una botella y un teléfono móvil. Visto y no visto, con un pequeño empujón el móvil totalmente arrugado entró en la botella. El público aplaudía sorprendido, pero Andrés siguió sin prestar mucha atención. Sacó de su mochila una baraja de cartas y después de mezclarlas las lanzó hacia ellos consiguiendo que solo cuatro personas, dos en cada esquina consiguieron agarrar una carta cada uno, las otras cartas desparecieron en el suelo convirtiéndose en hojas caídas de los arboles. Mientras escuchaba los ¡Oh! De la gente, Andrés llamó a las cuatro personas con cartas en las manos y les hizo enseñarlas al público, eran cuatro ases, uno de cada palo. Los espectadores que se apiñaban frente al mago, aplaudían a rabiar.
-Aún hay mas, denme otra oportunidad. Continuó Andrés. Como veo que solo hay una chica entre las cuatro personas que han conseguido una carta y que la suya además es justamente un As de corazones, voy a permitirme otro juego para ofrecerle un regalo a la elegida. 
-Por favor ¿cómo se llama? Preguntó Andrés.
-Celeste. Contestó la chica.
-Muy bien, Celeste. Esté atenta. 
Mientras unos tambores sonaban de fondo en un equipo de musica bien posicionado por el mago.
-Abracadabra. Dijo él. Mientras sus manos se dirigían al cielo.
Y la magia surgió. Una pequeña ave descendió al suelo, un gato que apareció de la nada la engulló en su boca. Todo el mundo gritó de horror por la escena. Sin embargo al instante, el mago bajo las manos y el gato se convirtió en un pequeño peluche muy convincente con el ave enganchado en la boca.
-Por favor Celeste. Dijo entonces el mago. Libere al pequeño ruiseñor de las fauces del gato.
La chica se acerco ágil, liberó al pájaro y tras el animal, en la boca del peluche apareció una pequeña llave morada muy curiosa, con forma de corazon.
-Es un regalo para usted. Dijo Andrés. Mientras todo el publico seguía aplaudiendo continuamente.
Cuando Celeste quiso reaccionar ya no estaba ni el mago, ni el gato de peluche, ni el pájaro. Aunque ella sí mantenía en su poder la extraordinaria llave.
Celeste aun se sorprendía al ver la pequeña llave a pesar del paso del tiempo, hacia dos días desde la actuación del mago. Observándola estaba mientas tomaba un café en una de las cafeterías más tradicionales de la ciudad, degustando ese preciado manjar rodeada de excelentes cuadros de pintores noveles en búsqueda de oportunidades. escuchando la suave musica de fondo de un antiguo piano a juego con la decoracion del lugar. Cuando oyó su nombre.
-Celeste. Dijo Andres.
-Hombre. Respondió ella. Por fin aparece el mago, sabía que no podría ir muy lejos con esta llave tan preciosa, mi instinto de buena periodista me decía que aquí debía haber una buena historia.
-Efectivamente. Asintió Andrés, yo también sabía que lo interpretarías así. Aunque te equivocas en algo.
-Ah, ¿sí? Pregunto ella.
-Si. Continuó el mago. No vengo a pedirte la llave, eso lo hará otra persona, vengo a darte la noticia que buscas y que te catapultará al éxito.
Los ojos de Celeste brillaban imaginando cómo todas las televisiones se pelaban por entrevistarla y sus redes sociales se llenaban de seguidores y fans.
-Pues si es así, soy todo oídos. Dijo ella.
-Exacto, así será si decides que sea, solo que hay un pequeño inconveniente en toda la historia que tendrás que aceptar. Continuó el mago.
-Bien, pues espero la explicación para decidir. Contestó ella.
Y Andrés empezó el relato.
-Todo esto es una historia increíble que bien usada te llevará al mejor de los éxitos que hayas soñado, pero el inconveniente es que nunca podrás usarlo mas allá de conseguir tu éxito, además una vez que entres ya no tendrás vuelta atrás por más que te arrepientas. Para continuar necesitas beber esta poción mágica.
-Uff. Dijo ella. Y ¿si me envenenas?.
-Pues sí. Continuó Andrés, justamente es lo que iba a hacer, recuerda que soy mago y muy bueno. Mientras reía y contagiaba la risa a Celeste.
-De acuerdo, entonces ¿qué tengo que hacer?. Pregunto la chica.
-Primero escuchar mi historia y segundo, si quieres participar y poder explotar todos los derechos, recuerda no hay vuelta atrás y solo puedes utilizarlo para eso, tendrás que entregar la llave a una persona que te la pedirá, solo esa persona sabe que la tienes y de que color es, ahí tienes la contraseña, aunque también puedes decidir negarte y no entregarla, de esa manera la llave desaparecerá en veinticuatro horas y a partir de ese momento tu no recordarás nada de esta conversación ni de esta experiencia.
-De acuerdo. Asintió ella. Acepto.
Y el mago, asintiendo con su cabeza, empezó la explicación.
-Gracias al estudio y las investigaciones de un gran amigo mio, pudimos conseguir desplazarnos por diferentes dimensiones paralelas de nuestra vida coincidentes en espacio y tiempo, de esos viajes puedo aportarte información muy valiosa, que además nos permitió aprender, también, a movernos en el tiempo.
-Muy interesante. Dijo Celeste. Pero tendrás que enseñarme pruebas para que me lo crea.
-Si, exactamente. Continuó Andrés. Dame unos minutos y podrás experimentarlo en tu propia mente. Como te decía, mi amigo descubrió que podíamos movernos por diferentes realidades o universos paralelos, desarrollándose en el mismo espacio y tiempo, pero también descubrió que podíamos cambiar de tiempo, como puedes imaginar esas experiencias fueron excepcionales, y en mi caso, aunque me veas muy joven, he vivido ya bastante más vida, me mantengo en esta dimensión que pertenece a un tiempo anterior de mi existencia. El problema lo tuvimos cuando quisimos aprovechar descubrimientos de otras dimensiones para mejorar nuestra verdadera realidad y nada sucedió como pretendíamos, observamos que no podíamos desplazar conocimientos a otras dimensiones para que otros pudieran aprovecharlos, solo podíamos enseñarlos y aprovecharlos nosotros.
-Si he entendido algo de toda esta historia sorprendente. Dijo Celeste. Es que los trucos de magia solo funcionan contigo, aunque los enseñes nadie mas podrá realizarlos, ¿es así?
-Si. Confirmó Andres. A mi me permite realizarlos pero nadie puede copiarlos, no funcionarian.
-Y ¿cómo los aprendiste? Porque el del gato es muy espectacular. Dijo la chica.
-Los aprendi. Continuó él. En uno de mis viajes a otra dimensión, allí algunos habitantes habían desarrollado los poderes mentales para sugestionar, consiguiendo controlar las mentes de las otras personas y llevarlos a un estado de bienestar muy interesante, simplemente mi magia permite que creas cosas increíbles que te llevan a la felicidad, allí no existía la tristeza ni la pena.
-Bien. Dijo ella. Entonces deduzco que aunque me los enseñes no podré realizarlos, porque estaba dispuesta a pedirte el truco.
-Exactamente. Contestó el. Aunque tengo algo mejor que perder tiempo en enseñarte trucos.
-¡Ah! ¿Sí? Cuenta, cuenta. Dejó caer ella.
-Si, prueba esto, introdúcete la llave en la boca y podrás experimentar una visión de otra dimensión. Dijo el mago.
Celeste no dudó y la llave entro en su boca, al instante vio como viajaba a otra dimensión, allí su vida transcurría en una jaula, a su alrededor todos los hombres y mujeres estaban recluidos en sendas jaulas individuales, el espacio parecía un gran laboratorio, pero no parecía que hubiera nadie a cargo más allá de unas maquinas similares a computadoras arcaicas muy grandes. Todo estaba en silencio, solo se veían luces intermitentes de diferentes colores, quiso fijarse con mas detalle en las otras personas, le parecían conocidos sin llegar a poder definir quien eran, todos como ella vestían túnicas de color verde oliva y estaban sentados sobre sus piernas, como si estuvieran meditando. Celeste reconoció un sonido similar a la sirena de un barco y al momento regresó a su actual dimensión, despertando de la ilusión y con la llave de nuevo en su mano.
Andrés le preguntó:
-¿Que tal la experiencia?
Ella aun muy embriagada y sorprendida no pudo articular palabra.
-Bien, lo que has experimentado solo es una sugestión, si quieres vivirla realmente en tu cuerpo solo tienes que ir con la persona que te reclamará la llave, recuerda que te la pedirá usando la contraseña del color y que siempre puedes decidir salir de toda esta historia antes de empezar, si no entregas la llave.
Mientras Andrés desaparecía de su vista, las nubes se cerraron en el cielo y una intensa tormenta descargó en la ciudad. Celeste observaba las gotas deslizarse por los cristales de los ventanales de la cafeteria, su mente aun seguía en aquella extraña y perturbador jaula mientras se preguntaba si todo eso valdría la pena.
Los rayos y los truenos llenaban el cielo.



Capitulo 5. Celeste.


Celeste caminaba tranquilamente por la gran ciudad, ensimismada en sus pensamientos, esquivando personas concentradas en sus móviles y coches saltándose los semáforos, hasta que escuchó los gritos.
-Socorro, socorro, ayuda, ayúdeme.
Un hombre subido a un árbol la reclamaba como gato encaramado.
-¿Le pasa alguna cosa señor? Preguntó ella.
-Sí, sí, por favor ayúdeme a salir de aquí. Dijo el hombre.
Debido a su profesión y la necesidad de destacar los mas nimios detalles para sus reportajes, Celeste siempre se percataba de cosas que quedaban ocultas a ojos de los demás y hoy no era una excepción, no parecía que nadie hubiese reparado en esa persona subida al árbol mas que ella.
-Puede bajar usted mismo cuando quiera. Dijo Celeste.
-Lo sé. Contesto el hombre. No se trata de eso, lo que necesito es salir de aquí y solo usted puede ayudarme, por eso nadie más me ve.
-Vaya. Exclamó ella, recordando la experiencia vivida hacia unos días con el mago. Bien, pues dígame qué tengo que hacer, como le dije a su amigo el mago, estoy de acuerdo.
-¿Cómo? ¿A qué se refiere? ¿Un mago, mi amigo?. No sé de qué me habla. Continuo el hombre. Yo solo se que estaba con una chica que quería comprarme una caja que solo podía abrir la llave que ella tenia y ahora estoy en este árbol, sin poder moverme, cada vez que lo intento, al bajar vuelvo a subir al instante, además de que nadie, a parte de ti, puede verme. 
-Pero… pero, el mago dijo que alguien me pediría la llave que tengo. Balbuceó Celeste.
-¡Ah! Tienes una llave, seguro que en forma de corazón, ¿verdad?.
-Si, como dijo el mago, alguien me pediría la llave pero adivinando el color. Contesto ella.
-Vale, pues no tengo ni idea, pero esta claro que la llave es el centro de todo. Dijo él. Mira solo puedo decirte que me llamo Samuel y que la chica de la que te hablo tenia un pendiente dorado en forma de llave que pudo abrir la caja que heredé de mi tío, también dorada.
-Pues mucho los siento. Dijo Celeste. Porque mi llave ni es un pendiente ni es dorada. Si no sabes la contraseña no puedo dártela.
-Vaya. Dijo él. Y ahora ¿qué hacemos?, yo no puedo bajar de aquí, solo tú puedes verme y solo sé que la llave abre una caja, no puedo decirte nada más. 
-¿Una caja que tienes tú? Pregunto ella.
-No, no. Contesto Samuel, la caja se quedó en la casa de la chica que me la quería comprar, yo no tengo nada. 
-Pues lo siento. Continuo ella. Mucho me temo que estás tomándome el pelo.
-De acuerdo. Siguió él. Déjame enseñarte lo que me pasa y a ver si puedes ayudarme, voy a bajar y verás como al instante vuelvo a estar aquí arriba.
Celeste que ya se sorprendió con el mago esperó al movimiento de Samuel.
El hombre bajo del árbol y se mantuvo al lado de ella sin moverse.
-Sabía que me engañabas, ves como sigues aquí. Dijo ella.
-De verdad, no entiendo nada, debe ser por tu presencia. Dijo él. Mira voy a enseñarte como nadie más puede verme. 
Y acercándose a las personas que pasaban por allí se cruzó en la trayectoria de una mujer, que al percatarse se alejó asustada. Samuel estaba muy extrañado mientras Celeste se reía.
-Claro, ahora lo entiendo. Dijo ella. Tu debías estar en la cafetería y escuchaste la conversación, por eso ahora pretendes quitarme la llave, pero no tienes suerte, no la llevo conmigo.
Samuel seguía absorto en sus pensamientos intentando adivinar que estaba sucediendo, cuanto más se acercaba a otras personas, más se alejaban asustados de él, pero nadie se paraba.
Hasta que un gato que apareció por la esquina empezó a restregarse en las piernas de Celeste, lo que hizo que la chica se fijara bien y descubrió como del cuello del animal colgaba una diminuta caja morada, como si de un sanbernardo se tratara. Samuel se percato al instante y acudió raudo al lado de Celeste y el gato, que se dejó quitar dócilmente la caja mientras recibía caricias, al momento de retirarla, el gato giró sobre sí mismo y desapareció maullando y ronroneando.
-¿Has visto lo que yo? Preguntó Samuel. Juraría que ese gato se marchó sonriendo y guiñándome un ojo. 
-A ver. Dijo ella. Puedo creerme tu historia y más después de encontrar la caja morada, pero que el gato te guiñe un ojo esta sobrando.
-De verdad. Contestó Samuel. Estoy convencido.
-Bueno, al grano. Continuó Celeste. Parece que el mago no lo dijo todo correctamente, pero como para fiarse de los magos. Como antes explicaste que tenias una caja y una llave doradas y ahora aparecieron las dos, pero moradas, probemos a ver qué pasa. Mientras sacaba colgada de su pecho una cadena que mantenía oculta la llave.
-Así que tú también sabes mentir. Dijo Samuel.
-Claro, no iba a ponértelo fácil si querías robarme. Contestó ella. Entonces ¿colocamos la llave en la caja?
-Bueno. Probemos a ver qué pasa. Contestó Samuel.
Y la chica introdujo la llave en la pequeña y diminuta caja, donde encajaba a la perfección.

Las personas se arrastraban sobre sus pies, todos estaban demacrados, sin músculo ni carne, entre todos arrastraban una piedra muy pesada, Celeste calculó que debían ser unos veinte en total, mientras la lluvia descargaba con fuerza sobre ellos, los rayos no cesaban y los truenos resonaban entre las montañas. Mientras ayudaba a trasladar la mole, fue recordando como había caído en desgracia. Su mejor amigo la había traicionado por no querer casarse y la había denunciado a los Supremos, estos la habían degradado de su vida placentera y cómoda, donde sobraba la comida y la bebida, donde cada día era una fiesta entre amigos y conocidos. Recordaba su familia, rica y poderosa, todos mantenían una estupenda categoría social con cuerpos opulentos y gordos, con vestimentas de las mejores telas y ella ahora no superaba los treinta kilos, arrastrándose como un cadáver cualquiera y sin opción alguna de volver a su familia, estaba desahuciada. Nunca pudo llevar la contraria a las decisiones de su padre y cuando se marcho de casa supo que nunca podría volver, no lo vio venir, su amigo solo quería aprovecharse de ella, de su debilidad, de su ingenuidad. Ahora solo quedaba arrastrarse hasta llegar a la muerte. Mientras empujaba la piedra. Se fijo a su alrededor, había hombres y mujeres como ella, todos esqueléticos, todos alimentándose de un pequeño trozo de pan duro diario y trabajando de sol a sol cada día, cada semana, cada año. Recordaba los pasteles, cuanto daría por tener uno ahora, el arroz que cocinaba la asistenta de su madre, la carne tierna en su punto, el mejor pescado fresco, a veces soñaba con esas piezas mientras masticaba el pan duro, que poder tenia su mente, solo era pan pero en su imaginación se convertía en salmón, atún, dorada o rape. También muchas veces pensaba que los demás conseguían lo mismo y que todos estaban en un banquete con un Buffet impresionante de carnes, pescador, marisco, caviar… y al abrir los ojos, pan, solo pan duro, muy duro. Pasaban los días y seguían empujando la piedra a ningún lugar, la misma piedra, siempre la misma. Muchas veces pensaba como podría conseguir romperla, aligerarla, pero no podía, solo se arrastraba. También otras veces recordaba al juez en su veredicto.
-Rondarás toda tu existencia arrastrando la piedra. Ese es tu castigo. Mientras un mago muy mayor, anciano, seguía practicando sus trucos de magia, que todos conocían a la perfección como final de fiesta del juicio. Ella no entendía nada, el mago ofrecía sus palomas al publico, todos aplaudían. Y ahora arrastrando la piedra hacia ningún sitio, todo el día por el premio de un trozo de pan duro. 
-Que daría por un poco de pastel, de pollo, por patatas, por cualquier cosa comestible. Se dijo.
Cada vez le quedaban menos fuerza y la piedra se mantenía fuerte, dura, pesada. Seguía lloviendo sobre sus cabezas y los rayos se entremezclaban en el horizonte.
-Felipe. Escuchó la chica que decía una voz femenina que le recordaba mucho a la suya. Es tu turno, hoy te toca guiar a ti a la masa, recuerda que si no superas el mínimo de metros tendrás una sanción. 
-Sí, sí, ya lo sé Blanca, como siempre, tranquila que superaremos el baremo, mientras hacia chasquear un látigo con puntas afiladas. Dile a Marcel que su récord esta a punto de caer, trescientos quince metros, hoy pienso superarlo, que prepare los combinados, el marisco y el caviar, que le va a tocar prepararlo a él.
-Vamos Miguel, sigue arrastrando fuerte y hoy tendras premio. dijo dirigiendose al pelotón.

Mientras celeste se fijaba en su compañero, al lado de ella, empujando con ella, le recordaba a alguien lejano, sin saber a quien, escuchó como gritaba.
-Mandamás, mandamás. Aquí hay algo que brilla, brilla mucho, ¿puedo cambiarlo por más pan esta noche?.
-A ver qué es. Dijo Felipe. ¡Umm! Parece una llave. Dime como te llamas y esta noche tendrás doble ración por este descubrimiento. 
-Samuel, soy Samuel mandamás. Dijo él.
-Muy bien. Contesto Felipe, apuntado está.
La noche caía sobre este mundo mientras Felipe celebraba la jornada con estupendos manjares preparados por Marcel, el récord había sido superado, habían alcanzado los trescientos veinte metros y sin bajas, como siempre su eficacia era máxima guiando al pelotón que tiraba de la piedra. Entre el caviar, la langosta y las ostras, una pequeña caja negra brillaba en todo su esplendor.
-A ver Marcel ¿para qué traes las ostras si no tenemos un pequeña daga para abrirlas? Dijo Felipe.
-Si, mira bien, hay una caja que contiene una afilada y excelente herramienta para abrirlas. Contesto Marcel.
-Pero está cerrada. Dijo Felipe. Y recordando la llave que había encontrado con su pelotón arrastrando la piedra, como parecía similar a la hendidura y Marcel estaba fuera, intentó abrirla.
La llave encajaba a la perfección. Se hizo de noche al instante. Y la tormenta arreció bruscamente. Los relámpago eran continuos ofreciendo una visión fantasmagórica, entre el sonido de los truenos.



Capitulo 6. La alianza. 


Habían pasado ya siete días desde que el profesor encontró la llave, aún recordaba aquella noche, la caja de color rojizo fue un regalo de un mandatario extranjero y la llave se materializó al instante, a diferencia de otras veces, todo fue fácil. Pero sus dudas en cuanto al tiempo que podía pasar entre sus viajes lo mantenían estancado, no decidía volver a su realidad de nuevo. 
Mientras cavilaba, repasaba esos momentos donde los niños retomaron sus cuerpos saludables gracias al elixir, lo que llevaba a poder fabricarlo también en su dimensión para superar el escollo del paso del tiempo y poder seguir viajando. Y entonces la escuchó, era una voz femenina y muy reconocible. 
-Profesor, profesor. 
Sin duda era ella, no sabía cómo, pero la Blanca que conocía en su dimensión estaba allí. 
-Dígame Blanca. Respondió el, 
-Llevó tiempo buscándolo, ¿cómo se encuentra? Pregunto ella. 
-Pues si le soy sincero. Continuó él. No muy bien, nunca imaginé que cada salto me restaba edad al volver a nuestra dimensión, pero así es. 
-¿Cómo? ¿Usted envejece? Porque en mi caso ha pasado al contrario, me siento más joven y feliz. Dijo Banca. 
-Claro, porque aún no volvió, ahí reside el problema. Dijo el profesor. Aunque creo que ahora podemos solucionarlo, ya que está aquí y yo tengo la caja y la llave, quiero que la use para volver con este elixir, cuando esté en nuestra dimensión, tómeselo y detalle los efectos, así podremos valorar si es capaz de anular el paso del tiempo cuando cambiamos de dimensión y poder seguir viajando y descubriendo otras dimensiones para continuar con nuestro estudio. 
-Como no, profesor. Dijo ella. Estaré encantada de servir para el experimento. Pero ¿cómo sé que podré encontrarlo después? 
-Pues como ahora. Dijo él. Con mis estudios he podido descubrir varias circunstancias muy curiosas. La primera, el paso del tiempo que me hace envejecer y la segunda, en cada salto a otra dimensión hay varias personas que arrastro conmigo y que siempre encuentro, aunque nunca tienen constancia de donde están y quienes son hasta hoy, pero solo su salto ha cambiado esas condiciones, usted si me ha reconocido como profesor y recuerda quienes somos, ya que ha usado otra caja, en un salto independiente del mio. 
-Así es, profesor. Sé perfectamente quién es usted, un gran científico, y quién soy yo, su principal ayudante. Contesto ella. 
-Bien, pues acaba de resolver mis dudas. Dijo el profesor. Ahora sé cómo utilizar la caja que tenemos. Solo recuerde que en cada salto otras cinco personas saltaran con usted sin que tengan constancia. Aquí la tengo con la llave, espere que salga de la habitación, inserte la llave en ella y llévese estos dos frascos de elixir para probar sus efectos cuando esté nuestra dimensión auténtica, mientras yo esperaré aquí sus resultados sin envejecer más. 
Blanca se despidió del profesor mientras este salía de la habitación. A continuación, ya a solas, introdujo la llave en la caja. Una brusca tormenta sonaba en el exterior. Los truenos seguían a la caída de rayos. El profesor observaba por la ventana con asombro mientras se decía. 
-Las previsiones no indicaban tormentas hoy. 

Todo estaba muy tranquilo, parecía un festivo de invierno, donde todos se refugian, lucia un sol brillante, magnifico. Blanca pensó que algo no iba bien, la calles estaban desiertas, todos los comercios estaban cerrados, algo insólito en una gran ciudad. No acababa de reconocer donde estaba, podía asegurar que era su ciudad, pero no la parte conocida. De pronto se abrió una puerta y alguien enfundado en un traje espacial blanco con una pequeña escafandra cubriéndole la cabeza apareció y tirando de su brazo la arrastro al interior mientras un silbido intenso se escuchaba en el exterior. Ya en la pequeña estancia y estirados en el suelo, la persona que la había hecho entrar puso su dedo indice sobre los labios reclamando silencio, hasta que el silbido se apagó. 
-¿Está loca señorita? ¿De qué mundo viene? Le preguntó. 
-¿Cómo? Dijo ella. 
-¿Usted no sabe las repercusiones de saltarse el confinamiento decretado? Nadie, recuerde nadie, puede salir con el sol en alto a la calle, si no la destruye él, la internaran en un centro. Continuó el hombre. 
-¿Queee? Siguió balbuceando ella. 
-Como me imagino que no es de la ciudad por su sorpresa, tendrá que decirme de donde viene o no me quedará más remedio que denunciarla a las autoridades. Dijo el hombre. 
-Soy de aquí, de eso estoy segura, no tanto de donde vengo, pero antes aquí no había ningún confinamiento. Dijo Blanca. 
-Pues entones me deja perplejo, porque desde hace ahora cinco años que estamos sometidos a esta inteligencia artificial. Por desgracia para nosotros. Siguió explicando el hombre. Un gran profesor el señor Felipe Martinez con su equipo y sus experimentos consiguieron dar vida a un monstruo que tenia que protegernos pero que mantiene escondidos y protegidos solo a sus creadores, ajenos a todo, mientras destruye a todo ser vivo. Por eso en la ciudad ya no hay animales ni plantas ni casi personas, desde el momento que sucedió los ciudadanos decidimos protegernos nombrando un equipo de autoridad, que decreto el confinamiento y que nos permite colaborar para protegernos, comer y seguir viviendo, a quien no cumple las normas se le encierra en un centro educativo, no podemos permitirnos perder mas efectivos. 
Blanca no salía de su asombro y pidió al hombre que la llevara ante la autoridad. Al anochecer se acercaron a unas naves en las afueras, donde escondidos en un gran refugio se encontraban las personas que gestionabas la protección. 
-¿Quién es usted? Le preguntaron. 
-Soy la ayudante del profesor. Contestó ella. Dejando a todos sin palabras. 
-Disculpe señorita. Hablo por fin uno de ellos. Me llamo Marcel y tengo indicios muy contrastados que el profesor y sus cinco ayudantes están escondidos y protegidos por el monstruo, usted no puede ser su ayudante. 
-De acuerdo. Contestó Blanca. Tiene razón, no soy la ayudante en esta dimensión, pero si en otra donde el profesor descubrió como moverse entre dimensiones. 
Todos corrieron al instante y sin tener tiempo para reaccionar, Blanca estaba atada de manos y pies, con la boca tapada y siendo arrastrada hasta una pequeña celda totalmente amarilla. 
-Señorita. Escuchó que le decían. Descanse un poco. Mientras cerraban la puerta. 
-Tranquilícese. Escuchó desde dentro de la celda. Yo la desato, soy Andrés. 
Blanca pudo ver a un hombre mayor, con el pelo cano cubriéndole la cabeza, demacrado y cansado como procedía a liberarla. 
-Gracias. Dijo ella. ¿Lleva mucho tiempo aquí? 
-No lo sé. Contesto el hombre. He perdido la noción del tiempo. Nunca he sabido que hago aquí, un día estaba en mi cama muy cansado, el medico ya me había desahuciado y estando a punto de morir, aparecí aquí, como no supe explicarles que pasaba ni quien era, me encerraron hasta hoy, por lo menos sigo vivo y me alimentan cada día. 
Blanca cada vez estaba mas sorprendida sin entender nada, cuando recordó el elixir, ella se sentía bien no lo necesitaba, pero tal vez al hombre le podría ayudar. 
-Me gustaría ofrecerle algo por ayudarme. Dijo Blanca. que le parece beber un poco de este elixir reconfortante, un pequeño trago para celebrar nuestro encuentro. 
-Bien. Dijo Andrés. Pero como comprenderá no se quien es usted ni sus intenciones, ¿cómo puedo saber que no quiere envenenarme? 
-De acuerdo. Dijo ella. Beberemos los dos, primero yo y después usted. ¿Más tranquilo? 
-Si. Contesto Andrés. Me parece bien. 
Blanca tomó un trago del elixir, a continuación entrego el frasco al hombre que también bebió su trago. Fuera una tormenta empezó a descartar intensamente, los rayos iluminaban el cielo y el sonido de los truenos sobresalto a todos dentro del refugio. 
Andrés empezó a rejuvenecer y hacerse fuerte, tanto que fue capaz de romper la puerta de la celda y liberarse, sorprendiendo a todos, a cada minuto se hacia más joven, hasta parecer un chiquillo. Al darse cuenta de la situación Marcel salió corriendo de la estancia y desapareció entre la tormenta. Todos miraron hacia la celda, no había nadie más, solo estaban las paredes vacías y la puerta rota, sin salir de su asombro escucharon un portazo, al girarse nadie hacia entrado y en la estancia estaban solos, se miraron unos a otros y decidieron mantenerse protegidos dentro. Blanca observó que era invisible para los demás, al salir Andrés, ella lo hizo detrás y nadie se percató, cuando comprobó que los hombres la buscaban en la celda mientras ella estaba detrás, abrió la puerta y salió al exterior. La tormenta arreciaba, aunque a ella no le importaba, no se mojaba ni le impedía ver por donde andaba, hasta que llegó a una cueva que llamó su atención, el sonido que había escuchado antes se reproducía dentro y al acercarse comprobó como unas luces iluminaban un robot, era metálico de un color plateado muy brillante, grande y con una hélice en la espalda, los ojos eran cámaras de visión, aunque ella pasaba desapercibida para el robot como pudo comprobar al acercarse sigilosamente. Estudio la situación, no tenia ni idea de como enfrentarse a él, ni cuanto duraría su estado de invisibilidad, hasta que recordó el elixir, si le había ido bien antes porque no ahora, pensó. Busco en el robot cualquier parte delicada y pudo ver como bajo la hélice de la espalda había una pequeña cavidad, allí vacío el frasco del elixir y esperó. En efecto como había imaginado, el liquido interactuó con el mecanismo electrónico y todo el robot se apagó quedando tumbado en el suelo con un gran estruendo. Ella se escondió. Al poco tiempo una puerta se abrió y aparecieron un grupo de personas, como había supuesto el profesor era uno de ellos, mientras investigaban el suceso y al robot, Blanca pudo ver en la hendidura de su escondite una pequeña caja azul metalizada. Sabia que significaba eso, pero por su experiencia y las indicaciones del profesor faltaba la llave. Escuchó pasos acercándose, ella se introdujo aun más en el escondite y vio como el profesor comprobaba que la caja estaba es su sitio y como suspiraba aliviado, atendiendo a escuchar sus palabras. 
-La caja sigue aqui. dijo el profesor mientras miraba a su alrededor. Espero que el intruso no descubra la llave en la cabeza del robot. Girando sobre sus pasos acercándose de nuevo al grupo y discutir con ellos que tendrian que hacer a partir de ese momento. Blanca esperó, algo le decía que el grupo volvería a encerrarse en la cueva. Así sucedió, todos entraron de nuevo en ella, aunque el profesor siguió mirando hacia fuera y murmurando. 
-Suerte. 
Blanca esperó unos minutos y salió de su escondite, se acercó al robot y en lo alto de la cabeza, como había dicho el profesor, apareció la llave. Ahora solo le quedaba ponerla en la caja, de nuevo volvió al escondite y realizo la acción. La tormenta arreciaba en el exterior, mientras empezaba a girar como las otras vez acertó a ver al profesor que sonreía.



Capítulo 7. La magia continúa. 


Hacia mucho tiempo que descansaba, aún recordaba sus épocas de mago, con esos trucos increíbles, pero las fuerzas le abandonaron. Ya no podía más. De su último viaje descubrió la caja. Era preciosa, de un color rosa chicle muy llamativo, solo que había perdido el interés. La llave apareció detrás, a juego con el color. Estuvo tentado esos últimos meses de introducirla en la caja. Pero para qué se preguntaba. Había perdido la esperanza, las ganas y los contactos. Después nadie más apareció. Había dado tantos saltos que perdió el sentido, no sabía cuál era realmente su dimensión. Como allí estaba cómodo, allí se quedó. Hasta que la enfermedad empezó a destacar, un tumor en el cerebro que cada vez progresaba mas rápidamente. El médico esa mañana ya le avisó, el tiempo se acababa. Y entonces tuvo una visita, alguien entró y estuvo acompañándolo. Era una mujer muy bella, pelirroja, joven, aunque sin comunicarse con ella sintió todo el amor, sus palabras llenaban su existencia y su soledad, podría reconocerla sin saber quién era. Solo observó que la caja estaba encima de la mesita. no pensó en la llave, ya era tarde y todo empezó a girar, tanto que incluso conociendo la experiencia se dijo a sí mismo que si eso era morir, iba a llegar muy mareado. No tuvo tiempo de reírse mientras la tormenta arreciaba en el exterior, llenando el cielo de rayos. 
Estaba en medio del desierto. Unos hombres vestidos con monos blancos y la cara cubierta con escafandras lo atraparon. El no entendía nada y ni siquiera masculló palabra, aunque sabia que estaba en el sitio adecuado. Lo llevaron en un vehículo extraño, era metálico, se desplazaba sobre una especie de barras que se movían en diferentes direcciones sobre la arena. Al poco tiempo llegaron a un refugio y lo introdujeron en una cueva, entendió que debía ser la celda, pues lo dejaron encerrado. No pidió explicaciones ni se las dieron, nunca se quejó ni pidió salir, mejor que morir ya era esa situación, hasta que entró la chica. Tenía que ayudarla, le recordaba tanto a la que estuvo acompañándolo en la habitación mientras moría, que no pudo ignorarla. Y allí empezó todo, aquel elixir increíble le había devuelto la vida, la juventud, la energía, la fuerza, la alegría y ahora corría, cada vez corría más rápido y cuanto más lo hacía más joven se encontraba, por fin se había liberado, podía continuar de nuevo. Ahora solo tenia que encontrar la caja y volver a probar o quedarse en esa dimensión, todo daba igual, era joven, fuerte, volvía a tener toda la vida por delante y todos los conocimientos en su cabeza. Pero seguía recordando las explicaciones de la chica en su lecho de muerte. Toda la historia vino a su mente. Tal como ella le explicó, mientras lo creía en coma, el profesor le dio el elixir, dos pequeñas botellas, con la caja y la llave que la llevaron a la dimensión con el monstruo metálico, allí tuvo el incidente en la cueva donde la encerraron y como el elixir hizo que esa persona rejuveneciera totalmente. En ese instante entendió cuál era el camino y porque la caja se había mantenido a su lado sin explicación, estaba esperando el momento, lo tuvo claro y giró la llave, mientras la chica estaba distraída. Sabía que estando con ella regresaría a la última dimensión, ya lo había experimentado antes, mientras que la chica saltaría a otra. el solo debía esperar para que lo encontraran y lo encerraran, así ocuparía el lugar del otro hombre para esperar a la chica, recibir el elixir, que tomaría y guardaría en el bolsillo. Todo funcionó a la perfección, su plan se cumplió exactamente, rejuveneció y escapó. Ahora solo faltaba saltar de nuevo y sabía perfectamente donde encontrar la caja, de hecho no tenía ni que buscarla, ella lo haría, solo tenía que estar a su lado cuando la llave girase. Como ahora la caja la activaría ella, solo tenia que esperar para ver en que nueva dimensión aparecía. Se dirigió hacia el lugar donde reposaba el monstruo, como ella le había explicado, y se escondió. De lejos vio cómo llegaba la chica y se enfrentaba, sabía que allí el elixir de la chica desaparecería y solo quedaría su dosis bien guardada. Espero a los acontecimientos y ahí estaba ella, encontrando la llave en la cabeza del monstruo, la siguió sigilosamente hasta que giró la llave. 

El parque estaba lleno de familias y adolescentes, varios espectáculos de marionetas y músicos se disputaban la atención, sabia que tenia que actuar rápido y empezó su magia. El día era espléndido y la chica estaba allí, era su oportunidad. Aun recordaba cuando apareció en la dimensión, le fue muy fácil ganar dinero con sus trucos mágicos, todo el mundo pagaba por verlo actuar, incluso tenia marcado el día que apareció la llave morada para empezar de nuevo el viaje. 
Ese día también era esplendido, lo habían contratado para enseñar su espectáculo en un precioso anfiteatro romano a cielo abierto, estaba completo el aforo y decidió usar el elixir, ya que él se seguía sintiendo joven y fuerte. Quiso experimentar si la invisibilidad que obtuvo la chica se mantenía o por el contrario rejuvenecía a otras personas. Primero inicio con unos trucos de cartas y la aparición de palomas, hasta llegar al momento cumbre, pidió dos voluntarios, que fueran personas mayores y eligió entre los presentes a un hombre y una mujer, haciéndoles bajar al escenario. 
-Como no me conocen, me presento, soy el mago Andrés. Primero se dirigió a la mujer. Dígame cómo se llama. Preguntó. 
-Blanca. Respondió la mujer. 
-Y ¿usted?. Pregunta el mago dirigiéndose al hombre. 
-Samuel. Contesto el. 
-Muy bien, ¿están preparados para una experiencia imposible y genial? Pregunto Andrés. 
Los dos contestaron afirmativamente al unísono. Las dos personas le parecían perfectas para el truco, podían desaparecer haciéndose invisibles o podían rejuvenecer, ya que sus mejores años habían pasado dejando el reflejo en sus caras y cuerpos, lo que le permitiría conseguir un éxito brillante y ganar aún más dinero. Así que inició todo el espectáculo. Primero los escondió detrás de unas cortinas y sin darse cuenta les había intercambiado sus ropas. El público se lo estaba pasando a lo grande, viendo como de pequeña era la ropa de la mujer en el hombre, después volvió a cerrar las cortinas y al abrirlas solo había dos cerditos muy simpáticos mientras que ellos aparecieron de nuevo con su ropa descendiendo de la zona alta del anfiteatro cada uno por una diagonal con un cocktail en la mano que iban consumiendo. Hasta llegar al momento cumbre. Volvieron a entrar tras las cortinas, el mago explicó que nunca más los verían a partir de ese momento y se cerraron tras ellos. Mantuvo la expectación unos segundos hasta que volvió a abrirlas, dentro solo estaba la ropa de cada uno plegada sobre sendas sillas. Los espectadores mantuvieron su aplauso durante varios minutos. El mago se marchó por todo lo alto y con mucho dinero. Buscando de nuevo otra ciudad, para seguir usando el poco elixir que quedaba. 

Joaquin estaba contento con su nuevo trabajo, llevaba tiempo intentando poner en práctica sus conocimientos y sus estudios, el nuevo doctor lo había contratado para controlar sus experimentos. Por ahora solo tenia que estar ocho horas frente a los cuerpos inertes de las personas tumbadas en la camilla, conectadas a una infinidad de cables y electrodos por todo el cuerpo detallando los cambios de estado visibles en los ordenadores. Era su tercer día y sabía que hasta la semana nadie despertaría del letargo, por eso le sorprendió que dos cuerpos se incorporaran, no podía ser, las alarmas saltaron. Inició la inyección de más liquido cerebral, el contraste reveló que zonas estaban activas contra pronóstico, así que interrumpió la conexión neuronal para llevar a los dos pacientes a su estado de reposo, tardaron unos segundos en volver a quedar estirados, solo tenia que acercarse para cerrarles los ojos de nuevo y detallar el incidente con el informe correspondiente, había sido una pequeña dificultad bien gestionada. Las pantallas volvían a reflejar las vivencias y el trabajo continuaba, cuatro días mas y verían si el experimento conseguía tener éxito. Su superior era un reputado neurocirujano con estudios en el campo de las psicopatologías, ahora probaban un nuevo fármaco que podía corregir dificultades en el cerebro para mantener sanas a las personas. Después de acabar su jornada seguía sus estudios para perfeccionar la formula de esos medicamentos, solo esperaba que el éxito del experimento pudiera replicarlo y así ayudar a su hermano, que con un grave déficit de desarrollo de su cerebro se mantenía aislado en un centro especial, para poderle ofrecer una vida mas normal. Por la noche antes de dormir siempre soñaba que llegaría a buen puerto, que su esfuerzo nos sería en vano. Habían podido sintetizar un elixir con unos resultados muy valiosos en pruebas de laboratorio que ahora estaban utilizando en experimentación con los pacientes de la sala, con una acción sobre las células madre que ayudaba a desarrollar y completar todo el sistema nervioso, consiguiendo que las neuronas se activaran adecuadamente, los que permitía ilusionarse con soluciones claras en problemas degenerativos, de desarrollo o enfermedades mentales. Volvieron a sonar las alarmas, los dos cuerpos se alzaron, rompieron todas las conexiones y salieron corriendo como zombis. Joaquin no entendía nada, este seria un gran revés para la investigación. Fue a comprobar la información que tenia de los pacientes para detallar el informe. Paciente 3 de nombre Blanca Portaz y Paciente 4 de nombre Samuel Gestión. 
Solo quedaba rellenar el parte y dar a conocer la desaparición. Por lo menos los otros se mantenían estables. 

Andrés sabia que ese era el día y la chica estaba allí, solo necesitaba convencerla de quedarse la llave y para eso tenia preparado un truco genial, primero la acercaría al escenario con el juego del lanzamiento de cartas para que después el gato le hiciera el regalo, así la primera parte estaba en marcha. Una vez que la llave estuviera en poder de la chica, solo tenia que esperar la aparición de la caja. Llevaba ya varias semanas detrás del gato, pero nunca tuvo oportunidad de acercarse, el animal solo se fiaba de manos femeninas así que ella seria el cebo para poder girar de nuevo la llave y seguir saltando entre dimensiones, ahora que se sentía de nuevo joven y fuerte. Era la chica perfecta, periodista interesada en temas extraños y con todo para que entrara en la estratagema y le permitiera, a él, saltar. El truco final con la sugestión de la llave en la boca sabia que la convencería del todo, a partir de ahí solo faltaba esperar al gato con la caja. Era el día, la chica estaba cerca y el gato ronroneaba, Andrés se disfrazo de mujer y empezó a seguir a Celeste, la aparición del hombre en el árbol lo desconcertó, pero el gato si cumplió su labor, ahora solo tenia que estar cerca y esperar que girara la llave. Celeste hablaba con Samuel a punto de introducir la llave en la cerradura de la caja. 
-¿Colocamos la llave en la caja? Escuchó que decía ella. 
-Bueno, probemos a ver qué pasa. Contesto Samuel. 
Andres se acercó bastante, siendo sorprendido por Celeste que lo reconoció, sin tiempo para más. La llave ya había girado y todo empezó a dar vueltas. Una gran tormenta se desató en ese instante, los rayos iluminaban el cielo, mientras los truenos retumbaban. 



Capítulo 8. La oportunidad. 


El médico fue tajante, no tenía más oportunidades, esta vez su corazón no podía permitirse más intensidad. Ya de pequeño, Marcel, siempre fue un niño débil, caía enfermo fácilmente, lo que le impidió tener muchos amigos y relaciones adecuadas, de adolescente se centro más en los estudios, pero su poca capacidad no le ayudó mucho, hasta que la suerte le encontró. Fueron unos cuantos millones bien invertidos para vivir sin trabajar. Viajaba mucho, descubriendo las maravillas terrestres. Su corazón aviso pronto, un bypass soluciono bastantes problemas y el stent en la arteria coronaria le permitió continuar hasta que descubrió a Felipe. Fue una casualidad interesante, en unos de sus frecuentes viajes. El destino era la isla de Pascua, al lado en la butaca del avión un joven investigador con ideas muy excepcionales. Le comentó que estaba muy cerca de conseguir poder viajar por diferentes dimensiones, gracias a sus estudios de la antimateria. El se interesó sobretodo con la idea que expresó. Si conseguía su propósito era posible descubrir otras opciones para curar enfermedades, en otras tantas dimensiones. Lo creyó y apostó por el. Desde ese momento se convirtió en su mecenas, siempre con la promesa de ser el primero en experimentar los progresos. Y así fue, en pocos años los avances fueron espectaculares y Felipe empezó a obtener resultados satisfactorios. A cambio Marcel empezó a viajar, pero ahora por diferentes dimensiones. Un turismo muy interesante que no le ayudaba nada en la salud. No descubrían nada interesante que pudiera solucionar su problema, solo saltos y saltos, hasta que decidió parar. Felipe entonces le explicó que tenía un amigo muy interesado en su trabajo y que quería experimentar los saltos, a cambio de ocupar su lugar se comprometía a seguir buscando una curación para su caso y volver para aplicarla. Marcel aceptó y conoció a Andrés. La amistad surgió al instante, los dos se necesitaban. Marcel tenía pocos amigos y Andrés que estaba totalmente loco por la magia, encontró en el su mayor aliado. Le explicaba los trucos y reían juntos, sintiéndose cada vez más unidos. Marcel seguía con el patrocinio de los trabajos de Felipe hasta que Andrés empezó a saltar. Los resultados seguían sin llegar, Andrés cada vez tardaba más en volver y Marcel se iba apagando. Entonces Felipe decidió regalarle una caja dorada para que al límite de su existencia el pudiera saltar una última vez y para evitar problemas dejó la llave en manos de su ayudante, una chica pelirroja muy guapa, Blanca. Así si el la necesitaba solo tenía que pedírsela. Andrés antes de partir a uno de sus últimos viajes, viendo el progreso de la enfermedad de Marcel y para celebrar su aniversario le preparó una gran fiesta. Como sabía que solo eran dos, decidió contratar una compañía de teatro para que representaran una función, se harían pasar todos por amigos y familiares para sorprenderlo. Se acercó a una compañía aficionada y pidió siete colaboradores de diferentes edades que sumados a ellos dos y Felipe, convertirían el aniversario en una verdadera fiesta. 
Fue entrevistando a los candidatos y eligió según la faceta más interesante de cada uno. Por un lado había dos personas mayores, un hombre Alejandro y una mujer Luisa, para representar a los abuelos, que tanto echaba de menos Marcel. También encontró dos chicas adolescentes que simularían las sobrinas de Marcel, se llamaban Rut, con rasgos del sur español y Xenia, con rasgos más orientales. Además también eligió dos chicas amigas, Isabel en el papel de enfermera y Georgina, profesora de idiomas, para acompañarlo, y para completar el grupo, un chico joven que permitía conversaciones más distraídas, Miquel, experto buceador y estudioso de la fauna marina, las corrientes interoceánicas y de los vientos dominantes. Con todos ellos y Felipe la fiesta estaba asegurada y la despedida de Marcel se haría por todo lo alto. 
Llegado el día y con todos dispuestos en la mesa después de las preceptivas presentaciones, los gentiles camareros sirvieron la comida, una exposición de los mejores pescados frescos y carnes selectas rodeados de una fantástica guarnición. Acompañando al grupo Andrés también había contratado una excelsa pianista, Silvia, que tocaba para la sobremesa piezas de Federico Mompou, Claude Debussy, Erik Satie y como no, de Johannes Brahms y Franz Schubert. Para los postres empezaron las sorpresas, Andrés también había contratado al mágico Jose Luis, que presentó un espectáculo con dos marionetas autónomas. El publico quedó totalmente sorprendido cuando aparecieron dos muñecos con forma de niño totalmente independientes seguidos del mágico creador, que subieron a la mesa y estuvieron realizando saltos y diabluras sin control. El propio autor tuvo que explicarles que los controlaba por la mente, no existían hilos ni conexiones físicas. Tras el número circense, Andrés se levantó, pidió a todos su atención e indicando que observaran el gran ventanal de la amplia sala donde estaban dispuestos, este se abrió, el mago levantó las manos y apareció entrando una gran águila imperial con sus alas totalmente desplegadas, Andrés bajo un poco las manos y el águila aterrizó en el suelo, convirtiéndose al instante en un impresionante puma negro, con un tremendo rugido, dispuesto a saltar sobre ellos, Andres bajo totalmente las manos y el puma a medio salto se convirtió en un extraordinario pastel de chocolate con la forma del animal y relleno de una sabrosa mermelada de fresa, dejando atónitos a todos los presentes, la sonrisa de lado a lado de Marcel pagaba todo el show. Degustando el pastel estaban, cuando Andrés se incorporó de nuevo y girando su cuerpo, toda la sala se oscureció, ofreciendo la vista a una pantalla gigante donde se veía una película. Felipe explicaba a todos sus avances y el elixir que finalmente habían encontrado, rescatado por Andrés, para suministrarlo a Marcel, que lloraba de alegría. En ese momento desde la pantalla y tras un movimiento circular de las manos de Andrés una pequeña caja de color marengo apareció, acercándose a la mesa. Alli Andres dijo. 
-Señores el espectáculo terminó. 
Y todos los presentes en ese instante desaparecieron de la sala, encontrándose solos Marcel, Felipe y el propio Andrés. 
La caja estaba cerrada, pero uno de los muñecos del mágico espectáculo que aún se encontraban en la mesa guardaba en su chaqueta la llave que encajaba. Andres la ofreció a Marcel, no sin antes advirtiéndole que dentro de la caja estaba el elixir, tenia que abrirla, tomarlo y esperar el resultado del viaje que estaban a punto de iniciar. Marcel no dudo, se despidió emotivamente de sus grandes amigos, giró la llave y bebió el conjuro. Fuera se desataba una gran tormenta, con mucho aparato eléctrico y sonoros estruendos. 
Mientras la compañía de teatro desalojaba la sala, sabían que unas compuertas se abrirían en un determinado momento para que salieran de la escena y al fondo de esos pasadizos unas redes permitirían su caída. Al salir, alguien los esperaba con el dinero, era el mágico ilusionista, que les entregó lo pactado y desapareció rápidamente, mientras se oyó al hombre mayor decir. 
-Se ha cerrado la noche en agua. Y todo empezo a girar, giraba y giraba.

Joaquin estaba frente al doctor, estaba comunicando el problema acaecido el dia anterior, habian perdido dos pacientes que salieron corriendo despues de un despertar extraño.
-No te precupes. Dijo el doctor. Estamos preparados para superar el revés. Acaban de avisarme del centro psiquiatrico, tienen nuevas personas dispuestas a colaborar en la investigación, asi podemos superar las bajas y tener acceso a más datos e información. En este momento los estan incorporando a la maquina y a los monitores para su estudio, tu trabajo se mantiene igual, tienes  que observarlos, solo que esta vez tendrás más trabajo, se han incorporado siete pacientes. 



Capítulo 9. No entiendo nada. 


Samuel estaba esperando que le atendiera el notario. La muerte de su tío le había proporcionado heredar una caja dorada muy intrigante que al salir un experto ladrón le sustrajo, mientras se lamentaba, sin entender nada y recordando el cuento de la lechera chocó con otra persona que le devolvió la caja, en su sorpresa estaba analizándola cuando apareció aquella chica, interesándose por la caja, el se percató del curioso pendiente que llevaba, aunque su mente no paraba de analizar la situación y de preguntarse como a alguien tan anodino y sencillo le podían pasar esa cosas tan extrañas. El siempre fue una persona introvertida, tranquilo, con poca motivación, era conformista, a pesar de ser aún joven nunca se preocupó de mantener pareja o demasiados amigos, se divertía con sus juegos de números y descubriendo documentales, especialmente los relativos al espacio exterior, los agujeros negros y la física cuántica. De hecho había un tema que le fascinaba, el viaje en el tiempo y en el espacio que completaba con una visión muy romántica del metaverso, los diferentes universos paralelos que pueden abrirse según las decisiones que hayamos tomado y que se manifiestan a través de las experiencias inmersivas y multisensoriales aplicadas con diversos dispositivos tecnológicos, tema del que era experto, su trabajo desarrollaba diferentes aparatos que permitían descubrir la realidad virtual y la realidad aumentada, eso hizo que aumentara su interés cuando la chica le habló de una caja que permitía cambiar de dimensión, lo que el llevaba mucho tiempo soñando, podía pasar de la virtualidad a la realidad. Después de tanto girar se mareó un poco, le costo adaptarse a la situación subido en el árbol, siendo invisible para todos, ya que nadie atendía sus suplicas de ayuda. Hasta que apareció la chica, el sabia que se parecía mucho a Blanca, pero también que no lo era, estaba tan desconcertado con la situación que empezó a creer que realmente si estaba viviendo otra realidad, por eso animó a Celeste a que abriera de nuevo la caja. Allí sus dudas se incrementaron, los giros y el mareo lo llevaron a su nueva realidad, o mejor su antigua realidad, pues no había cambiado nada, bueno sí, la caja había desaparecido y esta vez de verdad. Quiso acercarse al notario pero nunca en esa dirección vivió, ni la muerte de su tío se produjo, quiso recordar todo lo ocurrido ese día, pero cuanto más lo hacia más se convencía que su mente lo había engañado. Así que decidió apartar la experiencia y centrarse en la posible aplicación. Como idea era genial, una caja que nos pudiera trasladar entre dimensiones. Siguió buscando información hasta descubrir el trabajo de un reputado científico llamado Felipe Martinez, había publicado varios experimentos sin conseguir objetivos claros, aunque dejaban entrever muchas posibilidades. Decidió conocerlo, se presentó en su laboratorio y le ofreció ayuda económica a cambio de la información sobre su trabajo que le permitiera desarrollar un programa informático para aplicar todo eso en experiencias inmersivas en el cliente final, así los recursos de la empresa para la que trabajaba financiaría sus experimentos y podría sacar rendimiento económico usándolo en la realidad aumentada, mercado con mucha demanda. La amistad de ambos se fraguó rápidamente y Samuel siempre estuvo al tanto de las pruebas de Felipe, los dos iban mejorando en sus estudios y aplicaciones. Hasta que un día Felipe le dio la gran noticia. Finalmente había conseguido superar la dificultad y había conseguido la caja, una idea aportada por Samuel, desde su experiencia mental. La combinación con la llave le daba la seguridad que necesitaba para que no se conectara por error. En los últimos meses también Samuel estaba consiguiendo que su empresa despegara exponencialmente, habían conseguido un software, aplicando los avances del profesor, para conseguir que las personas que se sometían al proceso vivieran varios días conectados y sometidos a estímulos que en su mente se convertían en realidad, experimentaban un autentico salto de dimensión mental. Mientras el profesor había contratado los servicios de una colaboradora, una chica muy guapa, joven, pelirroja, muy avanzada en el estudio que se llamaba Blanca. Algo que desconcertaba mucho a Samuel, ya que la mujer le recordaba mucho a la de su experiencia, además de coincidir en el nombre. Todo empezaba a funcionar, Felipe estaba a punto de conseguir el salto y él hacia despegar su empresa, cada vez tenia más demanda para sentir la experiencia virtual. Hasta el fatídico día. Felipe desapareció después de unas pruebas, su ayudante estaba desconcertada, no sabían si estaba muerto o vivo ni donde. A Samuel lo avisó la chica para que estuviera preparado. Se encontraron en el laboratorio, no había ninguna marca física de ningún tipo, ella incluso dudaba si no se había marchado voluntariamente el profesor. Blanca le enseño la caja a Samuel, era dorada, exactamente igual que la de su experiencia, tenia que ser así ya que él había influenciado con esa idea a Felipe. Solo había algo que no encajaba, él recordaba perfectamente el número que marcaba la caja y que comunicó al profesor, era 0004, pero en esta era diferente, marcaba 0008. Le preguntó a Blanca si el profesor lo había cambiado, obteniendo una negativa por respuesta, ella también estaba segura del número. La llave estaba desaparecida. Ninguno de los dos sabia que hacer ni que decir. Aunque su trabajo no se vería perjudicado, si que la desaparición del profesor significaba un revés para él, perdía una amigo y también muchas ilusiones de poder conseguir viajar realmente entre dimensiones. 
La vida fue pasando, Samuel nunca tuvo más noticias del profesor, la investigación se abandonó, perdió la pista de Blanca, supuso que había cambiado de país para seguir trabajando. Hasta llegar a la jubilación, su trabajo le reportó muchos beneficios y aunque perdió sus ilusiones siguió viviendo y disfrutando de la realidad aumentada y de todo lo que habían podido conseguir, pero a través de una experiencia inmersiva no real. Hasta ese día, se acercó al parque para pasear como hacia muchas veces y vio como en el anfiteatro montaban un espectáculo, se apuntó para disfrutar un poco de las sorpresas y la magia, se presentó voluntario, no tenia nada que perder y lo eligieron, ese mago tan carismático, como si fuera su amigo de toda la vida sin conocerlo y sucedió. Desapareció como el mago le dijo, su sorpresa fue máxima y más cuando reconoció en su compañera, a Blanca, tan mayor, con esos rasgos del paso del tiempo que la dejaron muy diferente. A la salida el mago los esperó, según el podría devolverles a su estado normal, realmente Samuel siempre pensó que el truco era una sugestión y poco más, como cuando te hipnotizan, aunque le siguió el juego para ver hasta donde era capaz de llegar. Y sucedió, ahora si pudo experimentarlo. Cambiaron de escenario, de dimensión y de realidad. 
Al despertar reconoció el laboratorio, era idéntico al de su aplicación inmersiva, El que enseñaba a todos los participantes, primero le costaba respirar, no supo como, pero le obligaron a tumbarse, después recuperó fuerzas y mirando a Blanca que estaba al lado, se agarraron de las manos y salieron corriendo. Sabia que si salían de allí, saldrían también de la experiencia. Solo se oía como gritaban. 
-No, no.




Capítulo 10. El final del tiempo.



-Buenos días. Oyó Joaquin, cuando varios militares irrumpieron en el espacio protegido de su despacho que le hicieron abandonar sus obligaciones de control de los pacientes en el laboratorio.

-Buenos días. Respondió sorprendido.

-Soy el comandante general Moreno, traigo una comunicación directa del gobierno federal para dirigir el control del experimento que están llevando a cabo en este centro. Escuchó.

-De acuerdo. Contestó Joaquin. Yo solo soy un trabajador, mi jefe actualmente no está presente.

-Lo sabemos. Continuó el militar. Puede irse, nosotros tomamos el control.

Joaquin abandonó el recinto obligado por los militares sin entender nada, al salir pudo observar de refilón como desconectaban los aparatos.

No entendía nada, solo sabia que había perdido el trabajo. Ya en casa volvió a recapitular, había sido elegido en una selección de una empresa que aportaba profesionales expertos a otras, solo le explicaron, a través del doctor que conocía, su labor. Le crearon muchas expectativas de dinero y éxito sobre el proyecto, para poder aplicarlo en su hermano con su problema de deficit de desarrollo cerebral, aunque fríamente sabía que no conocía absolutamente nada de lo que hacía. Se sorprendió mucho con la huida de dos participantes, sin embargo la entrada de los otros siete le permitió olvidarse del problema. Pero ahora estaba sin trabajo, nadie respondía a sus llamadas, la empresa que lo contrató había desaparecido y al recinto de su lugar de trabajo era imposible acceder, estaba totalmente controlado por soldados. Así que se decidió a buscar otro trabajo, por lo menos el sueldo sí lo habían ingresado en su cuenta. En ello estaba cuando recibió una llamada del doctor, al atender al teléfono escuchó una voz femenina.

-¿Joaquin?

-Si, soy yo. Contestó.

-Usted no me conoce, pero tengo una información vital que puede permitirle ganar mucho dinero si decide colaborar con nosotros. Continuó la voz femenina.

-En vista del lio formado por los militares. Respondió él. Me temo que prefiero quedarme al margen.

-Lo entiendo. Dijo la mujer. Disculpe la molestia, gracias por atender la llamada.

Después de colgar Joaquin mantenía más dudas que antes, la reflexión la llevó a pensar que la voz le resultaba conocida en la lejanía, enfrascado en sus pensamientos estaba cuando escuchó ruidos extraños. Se asomó por una ventana lateral muy discreta y pudo ver como la casa estaba rodeada por soldados. Al momento detrás de él sintió una presencia, un pinchazo en el brazo y la oscuridad.

Los militares irrumpieron en la estancia, Joaquin antes de desvanecerse pudo escuchar como sonaba la radio de un soldado.

-Comandante Moreno aquí no hay nadie, el sujeto ha desaparecido.

-Inútiles, como no advirtieron de quién era en el laboratorio. Contestaron.


Joaquin despertó con un leve dolor de cabeza, la habitación mantenía una luz tenue, la cama donde estaba recostado era cómoda y solo había una silla, las paredes de un color azul celeste reflejaban la iluminación exterior. El estaba sujeto por unas cuerdas a la cama que lo inmovilizaban. Al momento entro una mujer, pelirroja , joven y muy guapa, que reconoció al instante.

-Mamá. Dijo Joaquin. No puede ser, te has hecho una operación de rejuvenecimiento, parece que tengas 25 años, espera, espera, debo estar soñando, desapareciste hace veinte años en aquel terrible accidente, no puede ser, siento dolor en la cabeza.

-Tranquilo Joaquin soy yo Celeste, tu madre. Dijo la mujer. Debo explicarte algunas cosas que necesitas saber en este momento tan peligroso de tu vida, no estas soñando, después podrás creerlo, mientras soltaba las ataduras.

-Gracias mamá. Continuó Joaquin. Te he echado mucho de menos, ¿Cómo pudiste dejarme solo con Andrés? El te necesitaba como yo, ahora no sé que pasará con nosotros.

-No te preocupes. Continuó ella. Si todo sale bien y, siento decirte que depende de ti, recuperaremos la caja y podremos salir de esta.

-¿Cómo? Pregunto Joaquin. ¿La caja? ¿Salir de qué?

Celeste empezó su explicación.

-Por favor, solo te pido que no me interrumpas, es muy duro para mi explicarte lo que vas a oír a partir de ahora. Hace unos años…

-Celeste, Celeste, recuerda nuestra cita de esta noche. Dijo Felipe.

-Claro, como no, nunca me perdería una reunión tan importante. Contestó ella.


Estábamos en la universidad, Felipe era ya un estudiante reputado y muy inteligente, con experimentos increíbles, su sueño era controlar los viajes en el tiempo y sobretodo dominar la antimateria, aseguraba que todos teníamos universos paralelos que dependían de nuestras decisiones, a cada una se abría otro espacio paralelo en otra dimensión que continuaba en otra vida, su máxima ilusión era conseguir saltar en esos espacios y observar que resultados daban en otras tantas vidas paralelas.

Aquella noche el experimento trataba de seleccionar un átomo de antimateria, detectando un positrón y un antiprotón para ponerlo en contacto con materia que produciría un fotón de alta energía y rayos gamma, su idea partía de la exposición a estos rayos para conseguir el salto dimensional. Pero el desastre llenó el laboratorio de la universidad, su gran amigo y compañero Marcel desapareció después de una explosión que barrió toda la sala, los demás no sufrimos daños graves a excepción de ligeras quemaduras. La universidad intentó, dentro de lo posible, que la noticia no trascendiera, como Marcel era huérfano y había estado cuidado siempre por la beneficencia, disfrutando de una beca que le permitía desarrollar su potencial de inteligencia, nadie reclamó su desaparición. Aunque Felipe siempre sospechó que el experimento fue un éxito.

La situación hizo que nos uniéramos aún más, lo que acabó en una boda al finalizar nuestras respectivas carreras. Al principio todo iba bien, nacieron dos niños de la relación, tu hermano Andrés y después tú. Pero tu padre no dejaba sus ideas atrás. En un intento de nuevo fallido y sin observar la presencia de tu hermano, ocurrió el siguiente episodio, Andrés fue irradiado por error por los rayos gamma descontrolados y le produjo la terrible enfermedad, eso fue destruyendo nuestro matrimonio y tu padre cada vez más fue encerrándose en sus proyectos. Después de unos años de pruebas infructuosas, otro terrible experimento provocó mi accidente, por entonces la antimateria estaba concentrada ya en una pequeña caja dorada que transportábamos ese día, hacia otro laboratorio más escondido, tu padre empezaba a tener problemas con la autoridad, los militares que conocían sus experimentos  querían controlar los progresos para poder desarrollar poderosas armas, un coche se cruzó en nuestro camino, siempre sospeché que nos perseguían, y sin tiempo para reaccionar la caja se abrió, el impacto directo lo recibí en el cuerpo y cambió totalmente mi dimensión. Al principio me costo adaptarme a la nueva situación, pero mi trabajo era parecido, acompañaba en sus experimentos a una gran profesor, sabia que no era Felipe exactamente, pero también era muy amable y respetuoso, entendí que el había tenido éxito, hasta descubrir al mago, su historia empezó a llenarme de dudas, ¿y si podía volver? o mejor aún, siguiendo los sueños de Felipe, reencontrarnos en otra dimensión más favorable. Así que seguí el plan y me encontré con Samuel, cosa que me desconcertó profundamente, ya que aunque descubrí que la caja existía y funcionaba como vaticinó Felipe, me llevó a una dimensión muy angustiante. Pero de allí, sin saber como ocurrió, volví a saltar, apareciendo esta vez, de nuevo, en mi dimensión, a donde Felipe había llegado y que le permitió descubrir el elixir. El me explicó la historia de Blanca, quien era Andrés realmente, nuestro hijo rejuvenecido gracias al elixir, Marcel que antes de morir intercambio su dimensión, y el reencuentro producido en esta dimensión de todos. Solo faltabas tú que aún te mantenías aquí. Alli todos disfrutábamos de nuestras vidas en armonía y felicidad. Pero Felipe insistía en mejorar aún la caja y sus saltos, para recuperar nuestra familia completa, la vuelta de Blanca para continuar el experimento del elixir ya nos explicó que Miguel Povedilla, un gran rival de Felipe en sus estudios desde la universidad, había vendido diferentes pruebas a los militares y estaban investigando como alterar la caja y conseguir armamento estratégico, montando un laboratorio desde donde controlaban quien saltaba para mantenerlo aislado, basándose en argumentos de enfermedades mentales, encerraban a todos los posibles individuos que se habían mantenido en contacto con la investigación o tenían documentos comprometidos. Así Felipe decidió que tenia que conseguir que su caja fuera segura en el salto, poder decidir donde ir para poder volver, para mantener a salvo todo ese poder. Lo que nos obligaba a recuperar la única copia que tenían los militares en su laboratorio cedido por Miguel. Por eso una noche decidimos con Felipe, que esta vez saltaría yo, para recuperar la caja y, a la vez traerte con nosotros. Mi sorpresa vino al llegar y ver que trabajabas para ellos. tuviste suerte que no te identificaron hasta más tarde, por eso accedieron a la vivienda después, para encerrarte en el laboratorio e impedir que pudieras conectar con nosotros o atacar la caja, aunque tu no tenias esa información para protegerte, ellos debieron suponer que si estabas al tanto. De ahí que aprovechando las dudas de los militares, pudiera rescatarte de ellos. Y ahora viene tu labor, sabemos por las instrucciones de Blanca y Samuel, que al regresar pudieron explicarnos el tiempo de su estancia en ese laboratorio, que identificaron la única caja que mantienen en su poder, estudiada por Miguel, de color granate y que su lucha mental contra las sustancias que les inyectaron produjo que pudieran escaparse, los que nos permite asegurar el ataque. Joaquin, hijo mio, todo depende de ti. Es necesario que aproveches tus credenciales, entres disfrazado en el laboratorio, recojas la caja que mantienen en su poder y nos encontremos de nuevo, conmigo llevo un pequeño artefacto inventado por tu padre que permite gestionar la vuelta a la dimensión donde estamos, para mantenernos juntos de nuevo. ¿Te ves capaz?

-No dudo que seas mi madre. Dijo Joaquin. Pero toda esta historia me supera, ¿Ahora tengo que actuar como un espía bajo una amenaza de una arma destructiva derivada de una invención de mi padre? ¿De verdad? Porque creo que la locura está incluida en la historia que me has contado.

-Hijo. Dijo Celeste.

-No sé. Respondió él. Es demasiado para mí, necesito meditar y recuperarme de todo esto.

-No tenemos tiempo. Continuó la mujer. Si ellos consiguen manipular la caja, podrán atacarnos.

-De acuerdo, supongo que heredé de mi padre estar necesidad de mantenerme en problemas. Lo Haré.


Las ocho en punto, los relojes sincronizados, sabían que nadie esperaba el ataque. Joaquin se acercó a la pequeña puerta lateral de entrada, como cada día que trabajo allí, no había guardias, todo estaba libre, entró fácilmente con su credencial que no había sido desconectada, aunque todo estaba resultando muy fácil, él no se sorprendió. Accedió al laboratorio, seguía sin ver a nadie. La caja estaba allí, de color granate brillante, poderosa y a la vez tan pequeña que pasaría desapercibida, de hecho la veía cada día y nunca se paró a observarla bien. La guardó en una pequeña mochila, salió tranquilamente del laboratorio sin percatarse que alguien estaba viendo toda la maniobra. Ya en la calle subió al coche que lo esperaba, tras de ellos una moto urbana los seguía a distancia. Llegaron a la casa.

-Ha ido todo perfecto. Dijo Celeste. Ahora solo queda volver.

-Si. Dijo Joaquin. Aún no me creo que todo haya sido tan fácil.

La mujer pegó un pequeño imán en la caja, después recogió el colgante que llevaba para sacar la diminuta llave también granate, como la caja.

-Estás preparado. Dijo Celeste.

-Como no, madre. Contestó él.

La llave giró en la caja, toda la habitación se iluminó, fuera una gran tormenta se desataba en ese preciso instante.

Unos ojos se iluminaron en la habitación frente a la pareja.

-¿Cómo? Dijo ella.

-¿Qué sucede? Dijo Joaquin.

Todo volvió a la oscuridad.


-Maldita tormenta. Dijo el comandante. Vaya ahora mismo al laboratorio, si se corta la corriente eléctrica podemos perder información y la caja puede estar en peligro, no me fio de ese desgraciado científico loco.

-Si señor. Contestó el soldado.

La radio del comandante vibro lo suficiente para alertarlo.

-¿Como? Preguntó. ¿Que han desaparecido la caja y el doctor Povedilla? Emitan una orden de búsqueda y captura ahora mismo, ese hombre no puede llevarse nuestra arma secreta.

Los soldados iniciaron el procedimiento y cerraron todos los accesos a la ciudad sin resultados.


Las personas se arrastraban sobre sus pies, todos estaban demacrados, sin músculo ni carne, entre todos arrastraban una piedra muy pesada, Celeste calculó que debían ser unos veinte en total, mientras la lluvia descargaba con fuerza sobre ellos, los rayos no cesaban y los truenos resonaban entre las montañas

-Sí, sí, ya lo sé Blanca, como siempre, tranquila que superaremos el baremo. Dijo Felipe mientras hacia chasquear un látigo con puntas afiladas. Dile a Marcel que su récord esta a punto de caer, trescientos quince metros, hoy pienso superarlo, que prepare los combinados, el marisco y el caviar, que le va a tocar prepararlo a él.

-Vamos Miguel, sigue arrastrando fuerte y hoy tendrás premio. dijo dirigiéndose al pelotón.

La llave brillaba escondida en el suelo bajos sus pies.









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