2 may 2013

No te arrepientas.


Nunca imaginé el daño que puede hacer en las personas una crisis tan terrible como esta.
A mi me ha afectado de lleno, pero mi decisión ya está tomada.
Dijo Pedro.
Lys lo miraba fijamente con esos ojos verdes, intensos. Sabía que Pedro podría ser el hombre que buscaba, aunque iba a ser dificil convencerlo.

Pero nuestra historia empieza unos dias antes.
Pedro sabía que su empresa iba mal hacía  tiempo, pero nunca pensó que en veinticuatro horas empeoraría tanto.
Acabó a las seis de la tarde como siempre, sin más preocupaciones que pasear y dar de comer a sus perros y prepararse la cena, jugar un rato con un videojuego o ver la tele. 
Vivía solo en un piso de alquiler, céntrico. No tenía pareja, lo había intentado, pero no pudo encontrar a la mujer que quería, todavía, pero la esperanza la mantenía, eso si, sin prisas, su padre siempre decía; las prisas son malas consejeras, y el siempre hizo caso.
Por la mañana, una ducha, después  del preceptivo paseo de los animales y un café, para iniciar la jornada. 
Ahí empezó todo.
Llegó a la oficina, como siempre, pero no había nada, se llevaron los ordenadores, los archivos, los muebles, las salas estaban desnudas.
El no entendía.
-Pero han robado o que?
Preguntaba.
Hasta que un compañero le abrió los ojos.
-No, han desmantelado la empresa, el jefe se ha fugado con el dinero.
-Y que hacemos, siguió preguntado Pedro.
-Nada, ya han denunciado el caso, solo esperar y apuntarse al paro, pero nos costará cobrar.  Por lo visto no pagaban las cuotas tampoco.
A Pedro se le vino el mundo encima. No hacia un año sus padres murieron en un accidente de tráfico, no tenía más hermanos ni familia, solo algun pariente lejano. Ahora se había quedado sin trabajo ni dinero, no quería sufrir. 
Y tomó la decisión; en dos días  haría una despedida por todo lo alto con sus amigos y se suicidaría, sin decir nada a nadie, en silencio. 
Aquel puente tan famoso y alto le iría muy bien, además con las últimas lluvias, el río iba muy crecido,  no podía fallar, saltaría al vacío.
Convocó a sus amigos aquella noche, los invitaría a cenar en un buen restaurante, invitándolos claro, y luego de fiesta, el siguiente día lo reservaría para prepararse y por la tarde ya anocheciendo, saltaría.
Todos sus amigos, cinco en total, los mejores y únicos, se apuntaron, era gratis, como no. Y fueron a cenar. Pedro pidió un brindis por la nueva vida, todos asintieron sin saber muy bien a que se refería. Sabían que había perdido el trabajo, pero nadie pensó en lo peor, las risas y alegrías del grupo no denotaban ese trágico final que se preparaba.
Fueron a una discoteca a bailar un poco y tomar unas copas más.
Allí la vio, le pareció muy guapa, muy interesante, estaba con otra amiga, la invitó  a una copa, total no necesitaría más dinero, sus miradas se cruzaban, se atraían, se entendían.
Ella le dijo que se marchaba de la ciudad, llevaba tiempo sin trabajo y su familia tenía un pequeño negocio familiar, allí volvía, y el se sinceró, lo necesitaba, sus ojos, su expresión, su ternura, le daban tanta confianza que le explicó su plan.
Ella no daba crédito, le atraía Pedro, pero tan rápido no quería ir y encima el le dijo lo que iba a hacer.
-Pues si, he decidido acabar con mi vida y mis problemas, tu que opinas?
Ella no podía creerlo, qué opinaba le preguntaba y se quedaba tan fresco. 
Pero la situación no sabía porque, le excitaba, le ponía a cien, jugar con la vida y la muerte...
Y se decidió, aunque no esperaba arrepentirse, tampoco tenía todas las cosas muy claras, o era el alcohol?
Y contestó;
-Mira Pedro, te hago un trato, me gustas, no quiero perderte ahora que has aparecido, pero no soy nadie para cambiar tus planes, solo te propongo un una cosa.
Vámonos, vivamos esta noche al límite, si mañana te arrepientes, nos marchamos juntos a mi pueblo y probamos a vivir allí, pero si no quieres cambiar de idea, déjame estar delante cuando lo hagas.
Pedro se quedó mudo.
Ella siguió;
-Mira yo soy una bruja, aunque no lo creas ahora, déjame convencerte, necesito conquistar un humano como tu para poder acabar mi formación, pero me encantas.
 Si no puedo hacerte cambiar de idea en doce horas, te acompañaré y cuando saltes, recogeré tu cuerpo para poder finalizar mi puesta de negro. 
Eso si, no puedo explicarte nada más, aunque una vez que estés muerto tampoco te importará.
Pedro alucinaba, debía ser el alcohol, una bruja, pensaba, menuda suerte la mía, y encima es guapa. Pero como no tenía nada que perder, aceptó, se llevaría una buena noche a la tumba, mejor no podía salir.
Se despidió de sus amigos y salieron hacia la calle.
-Siento no haber traido la escoba, dijo Lys, mientras reían. Buscaron un taxi y los llevó a casa.
Un piso curioso, pensó Pedro, algo oscuro, pero siendo una bruja.
Ella lo hizo sentarse en el sofá, encendió velas por toda la habitación y al instante apareció enfundada en una minúscula seda negra transparente y dos grandes copas llenas de un brebaje azulado. 
-Parece un gintonic, dijo Pedro.
-Si, claro. Brindemos por nuestro amor eterno. Contestó Lys .
Y bebieron. 
Una música suave sonaba.
La ropa de el fue  quedándose en el suelo, mientras las caricias tomaban intensidad.
El alcohol  y la bebida que Lys le preparó empezaron a hacer el efecto esperado.
Pedro flotaba, veía entre nieblas la habitación, mientras hacían el amor.
Perdieron la noción del tiempo.
-Pedro, dijo ella. Se cumplió la hora, tienes que suicidarte para que yo pueda quedarme tu cuerpo, o te has arrepentido?
-Noo, me duele la cabeza, todo me da vueltas y no veo bien.
-Tranquilo, son los efectos de la droga que bebiste anoche, así estás más calmado, para que puedas cumplir tu propósito.
-De acuerdo, ayúdame y vamos.
-Tengo mi coche a punto, dijo ella.
Llegaron al puente, estaba anocheciendo, Pedro no podía ver casi, todo estaba borroso, solo notó que Lys le ataba un cinturón en la cintura.
-Que haces? Preguntó.
-Asegurarme, dijo ella, que cumplirás tu deseo. Te he atado a una piedra grande, cuando saltes impedirá que puedas salir y morirás ahogado.
-Lo tienes todo pensado, lástima no haberte conocido antes. Dijo el.
-Quiero que sepas una cosa antes de saltar, siguió Lys.
Yo soy una chica rica y muy loca en busca de aventuras, una auténtica bruja, me prometiste tu cuerpo después de muerto y te lo agradezco, lo he pasado muy bien contigo y...

Mientras Lys hablaba empujó a Pedro al vacío y se agarró a el, saltando los dos.

El solo podía gritar mientras volaban sin acabar de entender porque ella había saltado también.
Los dos abrazados iban a morir juntos.

Pero no llegaron al agua, unos metros antes sin saber aún porqué, un fuerte tirón de sus cuerpos les hizo rebotar y volver a subir.
Pedro recordó que Lys dijo ser una bruja, serían sus poderes, se preguntó.
Pero al instante volvieron a bajar de nuevo, hasta que comprobó que estaban balanceándose en el vacío.
La miró a los ojos y le preguntó;
-Que me has hecho, me has embrujado?
Las risas de Lys lo acabaron de confundir.
-Solo te he engañado, hemos saltado con arneses, estas atado a unas cuerdas, pero así has podido conseguir realizar tu propósito sin morir. 
Creo que me he enamorado de ti.
-No puede ser, yo no quiero vivir más. Dijo Pedro.
Mientras notó como los subían de nuevo al puente.
Ya a salvo, el muy enfadado se marchó. 
No entendía como se había dejado enredar de esa manera.
Volvió a su casa, no sabía que hacer, repasaba esas últimas horas, la verdad, pensaba que la chica era una opción nueva y muy interesante, además recordaba que le había dicho que era rica.
No sabía como continuar pero el sueño le venció.

Despertó al dia siguiente, la droga que Lys le había dado le había hecho dormir muchas horas. 
Estaba indeciso. No quería vivir, pero la presencia de ella en esas últimas horas estaba tocando su decisión.
Pero no tenía opción, si le había engañado con su identidad, no podía creerla.
Y decidió continuar su plan.
Estaba decidido, pronto oscurecería de nuevo. Se acercaría al puente y saltaría.

Llegó andando, el sol ya no brillaba, se subió de nuevo al muro de protección, pero una voz lo distrajo.
-Siento no haberte convencido de desistir, pero recuerda que tu cuerpo me pertenece si te suicidas.
-De acuerdo, pero déjame hacerlo esta vez. Contestó Pedro, había reconocido la voz de Lys, aunque no la veia.
-Salta. Gritó ella.
Y el lo hizo, se lanzó al vacío.
El vuelo fue corto, cuando esperaba notar el frío del agua, le sorprendió un obstáculo, una tela o una red, no pudo identificar que era, le impedía cumplir su deseo.
Pedro estaba desconcertado y enfadado.
Notó que ascendía.
Las risas de Lys llegaban claramente a sus oídos.
-Pero, dijo el, ya arriba, como has podido saber que me lanzaría para preparar esa sorpresa?
-Recuerda, dijo ella, soy una bruja. Aunque me ayudó mucho un localizador minúsculo que coloqué en tu cuerpo la otra noche.
-Ya está bien, dijo Pedro, déjame tranquilo, no?
-Lo siento mucho, te dije que me había enamorado de ti y no puedo permitir que mueras. Pero esta bien, mira, tómate esta infusión que te había preparado, es relajante, después me marcharé y no sabrás nada más de mi. No espero que me agradezcas nada.
Pedro bebió el brebaje. Ella se despidió con un beso y se marchó.
Se quedó solo, tenía el puente delante, pero empezó a pensar, a soñar.
Porque no? Otra oportunidad estaría bien, ella le había abierto los ojos, había luchado por el mejor que el mismo. 
Ya le había advertido, era una bruja y muy guapa.
Decidió ir a buscarla, en ese momento entendió que la vida se insinúa cuando abrimos los ojos.
Lys, Lys, espera, gritó Pedro.
Detrás suyo, muy cerca oyó su voz.
-Que quieres?
-A ti, contestó el.
-Estás seguro, dijo ella. Soy una bruja...
-Lo se!! Contestó Pedro.

1 comentario:

  1. Y muy bruja.....Jajajajajajaja Es dulce como dijistes....demasiado para mi gusto pero bueno de todo hay que leer y vivir.Muaaaaa cuentista.

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